Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

Frases cortas en X (antiguo Twitter) de los Papas Francisco y León XIV sobre la esperanza en el contexto del presente Año Jubilar 2025, dedicado a la esperanza

 

 

 

 

 

El año jubilar 2025, año santo romano y universal ordinario (los aniversarios de número “redondos de la encarnación y natividad de Nuestro Señor Jesucristo), está dedicado a la esperanza, por decisión del Papa Francisco. Él fue quién lo convocó, promulgó y abrió en la tarde del 24 de diciembre.  Su muerte, el 21 de abril pasado, dejó durante dos semanas y media a la Iglesia sin romano pontífice, servicio para que el que fue elegido, el 8 de mayo, el agustino Robert Francis Prevost, Papa León XIV, quien ha continuado con el Jubileo y quien, Dios mediante, lo clausurará el próximo 6 de enero.

Nos acercamos ahora a lo que es la esperanza cristiana a través de frases en la red social X (antigua Twitter) de ambos pontífices. Completamos esta nueva entrega sobre la esperanza con las ideas contenidas en un precioso poemario sobre esta virtud del poeta francés Charles Peguy.

 

 

 

Papa Francisco

1.- ¡La esperanza del mundo está en la fraternidad! Y la esperanza de un mundo fraterno es Cristo, el Hijo encarnado, enviado por el Padre para que todos lleguemos a ser lo que somos, es decir, hijos del Padre que está en los cielos y, por tanto, hermanos entre nosotros. (31-12-2024)

2.- Todos estamos llamados a hacernos heraldos de una diplomacia de la esperanza, para que las densas nubes de la guerra puedan ser barridas por un renovado viento de paz. (9-1-2025)

3.- Una diplomacia de la esperanza es, ante todo, una diplomacia de la verdad. Allí donde falta el vínculo entre realidad, verdad y conocimiento, la humanidad deja de ser capaz de hablarse y de comprenderse, ya que le faltan los fundamentos de un lenguaje común. (9-1-2025)

4.- Una diplomacia de la esperanza es también una diplomacia del perdón, capaz, en una época llena de conflictos abiertos o latentes, de recomponer las relaciones laceradas por el odio y la violencia, y así vendar las heridas de los corazones de tantas víctimas. (9-1-2025)

5.- Una diplomacia de la esperanza es una diplomacia de libertad, que requiere el compromiso común de la comunidad internacional para eliminar el miserable comercio de los traficantes de seres humanos, hombres sin escrúpulos que explotan la necesidad de miles de personas. (9-1-2025)

6.- La diplomacia de la esperanza es, finalmente, una diplomacia de justicia, sin la cual no puede haber paz. El Año jubilar es un tiempo favorable para practicar la justicia, para condonar las deudas y conmutar las penas de los prisioneros. (9-1-2025)

7.- El Año Santo es una oportunidad para cambiar de vida, para reconsiderar nuestra manera de pensar, para empezar de nuevo, aprendiendo de Jesús y poniendo nuestra esperanza en Dios. Este es también el sentido de la peregrinación jubilar. (11-1-2025)

8.- En la fiesta del Bautismo del Señor, recordemos que en nuestro bautismo hemos recibido la virtud teologal de la esperanza. Demos gracias a Dios por este don y vivámoslo pidiendo al Espíritu Santo que nos haga crecer en la esperanza cada día. (12-1-2025)

9.- Que cada uno de nosotros, como san Pablo, pueda encontrar la propia esperanza en el Hijo de Dios encarnado y ofrecerla a los demás, allí donde la esperanza haya desaparecido, las vidas hayan sido truncadas o los corazones se vean superados por las adversidades. (25-1-2025)

10.- Dios nunca deja de soñarnos como hombres y mujeres de esperanza, de concordia y de paz, como personas que no se dejan derrotar por las adversidades. ¡Tengamos el valor de soñarnos tal como Dios nos sueña! (29-1-2025)

12.- Nuestra esperanza se basa en Aquel para quien "nada es imposible" (Lc 1,37). (1-2-2025)

12.- La esperanza cristiana es más grande que cualquier situación de la vida, porque tiene su fundamento en Dios, no en el ser humano. Lo que parece imposible a los hombres, no lo es para Dios. (Mateo 19, 26) (30-1-2025)

13.- El Evangelio quiere darnos un mensaje de esperanza, porque nos dice que sea cual sea el lugar en el que nos hayamos perdido, sea cual sea el modo en el que nos hayamos perdido, ¡Dios viene siempre a buscarnos! (16-4-2025)

 

 

Papa León XIV

(1) El Jubileo es un tiempo de conversión y de renovación, un tiempo para comenzar un camino nuevo, animados por la esperanza de poder construir un mundo en el que cada uno de nosotros pueda realizar la propia humanidad en la verdad, la justicia y la paz. (16-5-2025)

(2) ¡Convirtámonos en peregrinos de la esperanza! Entre las personas, los pueblos y las criaturas, se necesita a alguien que decida avanzar hacia la comunión. Otros nos seguirán. Volvamos a construir puentes donde hoy hay muros. Abramos puertas, conectemos mundos y habrá esperanza. (14-6-2025)

(3) En este Jubileo de la esperanza, acordémonos en nuestras oraciones de todos los que sufren y se sienten tentados por el desánimo. Cualesquiera que sean los problemas o dificultades que tengamos que afrontar en la vida, dirijámonos a Jesús, reconozcamos nuestro deseo de sanar y aceptemos su promesa de libertad y de vida nueva. (18-6-2025)

(4) A veces, anunciar que la esperanza no defrauda significa ir a contracorriente, incluso contra la evidencia de situaciones dolorosas que parecen no tener salida. Pero es precisamente en esos momentos cuando mejor se manifiesta que nuestra fe y nuestra esperanza no provienen de nosotros mismos, sino de Dios. (25-6-2025)

(5) Muy queridos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús. Aspirad a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén. No os conforméis con menos. Entonces veréis crecer cada día la luz del Evangelio, en vosotros mismos y en vuestro alrededor. (3-8-2025)

(6) En comunión con Cristo nuestra paz, esperanza para el mundo, estamos más que nunca unidos a los jóvenes que sufren el mayor de los males, el que es producido por otros hombres. Estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con todos aquellos cuya tierra está ensangrentada por las guerras. (3-8-2025)

(7) María, que Cristo resucitado ha llevado consigo a la gloria en cuerpo y alma, resplandece como icono de esperanza para sus hijos peregrinos en la historia. (15-8-2025)

(8) Mientras caminamos, especialmente cuando llegan las nubes y el camino se vuelve incierto y difícil, levantemos la mirada, miremos a ella, nuestra Madre, y recuperaremos la esperanza que no defrauda (cf. Romanos 5,5). (15-8-2025)

(9) El canto de María, su Magníficat, refuerza en la esperanza a los humildes, a los hambrientos, a los siervos diligentes de Dios. Los testigos de la ternura y del perdón en los lugares de conflicto, los operadores de paz y los constructores de puentes en un mundo hecho pedazos son la alegría de la Iglesia, son su permanente fecundidad, las primicias del Reino que viene. (Lucas 1,39-56) (15-8-2025)

(10) En la vida no es necesario tenerlo todo bajo control. Basta con elegir cada día amar con libertad. Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y hace madurar en nosotros el fruto de la vida eterna. (27-8-2025)

(11) La esperanza se reaviva cuando rompemos la superficie de la realidad con el fin de ir más allá. (6-9-2025)

(12) Donde el dolor es profundo, aún más fuerte debe ser la esperanza que nace de la comunión. Y esta esperanza no defrauda. (15-9-2025)

 


 

“La virtud que más amo, dice Dios, es la esperanza”

La esperanza avanza entre las dos hermanas mayores cogidas de la mano, pero en realidad es ella quien las dirige…  "La virtud que más amo, dice Dios, es la esperanza... Lo que me sorprende... es la esperanza". Esta es la tesis que sostiene el poeta francés Charles Peguy (Orleans 1873-Villeroy, batalla del Marme, I Guerra Mundial, 1914).

Peregrino y poeta, autor de “El retablo de Nuestra Señora” (1913), donde narra su camino a pie desde Notre Dame de París hasta Notre Dame de Chartres para pedir por su hijo enfermo Marcel, que se sanará. La meta es una catedral de «aguja irreprochable y que no puede fallar». Cinco plegarias son las de Péguy frente a la catedral, «un jardín secreto donde el alma se abre por entero». En una de ellas, clama por la fidelidad, pues espera, «Reina, guardar bajo vuestros mandatos una fidelidad más fuerte que la muerte». Poco después de su viaje, el poeta reconocerá que Nuestra Señora le ha salvado de la desesperación.

Ejemplo de católico vuelto a la fe de sus mayores (discípulo de Bergson y de Maritain), incomprendido por los socialistas, con los que simpatizó en su juventud, y por un catolicismo aburguesado que no le reconocía como uno de los suyos. Péguy experimentó el rechazo dentro de su propia familia. Casado civilmente con Charlotte Baudouin, hermana de un amigo socialista, tuvo con ella tres hijos, que no se bautizaron, hijos y esposa, hasta la muerte del Peguy.

“El pórtico del misterio de la segunda virtud” (1911) es una de las obras poéticas más intensas de Péguy, dedicada al misterio de la virtud teologal de la esperanza. Compuesto en uno de los momentos más oscuros de la vida del autor, es un poema luminoso y el testimonio de su itinerario espiritual que se abre a la madurez de la fe. Su grito de desesperación se convierte en un nuevo canto de esperanza.

En este poemario, Péguy nos muestra a la esperanza como a una niña pequeña, que aparentemente, es llevada de la mano por sus hermanas mayores (la fe y la caridad), si bien, en realidad, es la esperanza que hace caminar y guía a sus hermanas, la fe y la caridad..

 

Publicado en Nueva Alcarria el 26 de septiembre de 2025

Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

 

 

Plegaria para la festividad de San Miguel Arcángel, en cuya fecha nació en Alcalá de Henares a quien en esta ciudad llaman San Cervantes, por ser el único patrón laico de una ciudad española, en que su día es festivo oficial.

 

Es el día de San Cervantes, patrono

de las Castillas… Santo de nuestro idioma

castellano o español, entre el cual asoma

quien por santo y por genio total le tomo.

 

Santo pues padeció…, y sufrir no le doma.

Genio del castellano…, al que rige en su trono.

De dos Castillas supo… Dos Castillas corono.

Y español, europeo… tal fue su puro axioma.

 

Santo genio, Cervantes, de esclavo a mito…

¡Todo espacio anduviste, humano y sonriente,

perdonando defectos… de la aceptada gente!

 

¡Ayuda a tus Castillas, Españas, rito

de las Europas sé…! De ellas fuiste fuente.

Ora pro nobis. ¡Sea a ti el verso puente!

 

Y que el calor de sol de tu septembrino verano

el regreso ilumine de todo el abolengo solariego castellano.

 

Amén, Miguel, soldado en armas y letras que desde los sótanos

de los presos en Argel hasta los altares del arte

en los oídos de todas las naciones has hecho sublimarse al castellano por armónicos y mesurados, sonorosos órganos,

haciéndonos a todos, de tu Todo, parte.

 

Laura y María Lara Martínez

(Profesoras titulares de Universidad)

 

 

 

El domingo 7 de septiembre el Papa León XIV celebró su primera ceremonia de canonización. In Illo Uno unum es el lema del Papa León XIV, idea extraída de un sermón de San Agustín que significa "En el Uno, somos uno", todos los cristianos estamos unidos en Jesucristo.

Estaba previsto para que aconteciera en el último fin de semana de abril pero el hombre propone y Dios dispone: falleció el Papa Francisco, quien había firmado el paso de los dos jóvenes de Beatos a Santos, así que hubo que adaptar El Vaticano a su funeral. Los fieles que habían gestionado su viaje a Roma en aquella fecha asistieron a otra ceremonia histórica, pero diferente, a los planes iniciales.

Pier Giorgio murió con 24 años y Carlo con 15. Habían nacido en 1901 y 1991, respectivamente. Las Hermanas Lara pensamos que la imagen del ser humano se queda congelada en esencia en la edad de su tránsito, si bien en el caso de llegar a la ancianidad cada alma es libre de elegir con qué semblante quiere ser recordada: infantil, juvenil, maduro, senil...

Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati debieron de sentirse "raros" en su tiempo. Nosotras nos lo hemos sentido en muchos contextos también, y a mucha honra. La Felicidad no la da el mundo, sino Dios.

Cuando Laura estuvo en Roma como Delegada de España de la Familia de Murialdo para la Pre-asamblea y el Jubileo de Pentecostés, sintió alegría al ver en una pancarta, al regresar de El Vaticano al parking subterráneo, la imagen de Carlo Acutis.

Las Hermanas Lara e Hijos somos devotos de San Carlo Acutis desde hace mucho tiempo, la Eucaristía es la autopista al Cielo. El Rosario decimos nosotros que es una senda segura también donde la conductora es la Virgen María.

Hemos conocido más recientemente a San Pier Giorgio Frassati, defensor de los derechos de los obreros siguiendo la estela de la encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas) del Papa León XIII, publicada el 15 de mayo de 1891, en la fiesta de San Isidro Labrador (el 9 de septiembre ha sido la celebración litúrgica de su esposa, Santa María de la Cabeza, ambos procesionan en el ecuador de mayo por Azuqueca desde su templo, la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel).

Carlo Acutis es apreciado en las comunidades murialdinas. Pier Giorgio Frassati nació en Turín en 1901, al año siguiente del fallecimiento de San Leonardo Murialdo. Su progenitor, Alfredo Frassati, era masón y director-propietario del periódico La Stampa; el Padre Josefino Eugenio Reffo en ese mismo año asume el cargo de director efectivo de La Voce dell’Operario (periódico enmarcado en la Doctrina Social de la Iglesia que surge de la encíclica Rerum Novarum de León XIII), cargo que mantendrá hasta su muerte, siendo referente del periodismo católico en Turín.

 

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

A propósito del tema central del Año Santo Jubilar 2025

 

 

 

 

 

La Real Academia Española (RAE) define, en su primera acepción, la palabra esperanza como el “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. Aplicando el concepto esperanza a la religión, la RAE define así la esperanza: “En el cristianismo, virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido”.

Y como palabras sinónimas, cita las siguientes: “Confianza, ilusión, optimismo, promesa, fe, expectativa, perspectiva”.

 

En el Catecismo de la Iglesia Católica

La esperanza es abordada en el catecismo de la Iglesia Católica (CIC) de 1992 en su tercera parte (“La vida en Cristo”), capítulo primero (“La dignidad de la persona humana”), artículo 7 (“Las virtudes”), II (“Virtudes teologales”), números 1.817 a 1.821 (cada párrafo de los que a continuación se reproducen corresponde a cada uno de los números citados). Esto es la esperanza cristiana para el Catecismo:

La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hebreos 10,23).  “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tito 3, 6-7).

La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Génesis 17, 4-8; 22, 1-18).

La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Romanos 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hebreos 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Romanos 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.

Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Romanos 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mateo 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin” (cf Mateo 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo (…): «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve, largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, “Exclamaciones del alma a Dios”, 15, 3)

Por último, el Catecismo, en el resumen correspondiente, como es habitual en todos los temas que trata, afirma lo siguiente sobre la esperanza: ”Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla” (número 1.843).

 

Logo del Jubileo 2025

La esperanza la expresa el logo del Jubileo 2025, que representa cuatro figuras estilizadas que indican la humanidad proveniente desde los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, indican la solidaridad y la fraternidad.

La primera figura está aferrada a la cruz. Es el signo no solo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella, sobre todo en los momentos de mayor necesidad.

Al respecto, la parte inferior de la cruz que se alarga transformándose en un ancla y que se impone sobre el movimiento de las olas.  Es el ancla de la esperanza, que, a su vez, es el nombre que en la jerga marina se da al ancla de reserva usada por las embarcaciones para hacer maniobras de emergencia que permitan estabilizar la barca durante las tormentas.

La cruz no es estática, sino dinámica y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro y no dejándola sola, ofreciendo la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza.

Se destaca, finalmente, con color verde el lema del jubileo 2025: “Peregrinantes in Spem” (“Peregrinos de esperanza”).

 

Decálogo de la esperanza

(1) La esperanza es la certeza de que saldremos adelante.  

(2) La esperanza es la confianza de que algo, de que Alguien, está siempre con nosotros, nos acompaña y nos guarda, aunque la vida nos exponga a tantas y tantas dificultades cotidianas, ordinarias y extraordinarias.

(3) La esperanza es la convicción de que, aunque no sepamos del todo el cómo y el cuándo, todo acaba bien. De que todo, para quienes creen en el Dios de Jesucristo, es para bien. De que, aunque sembremos con lágrimas, cosecharemos entre cantares. Y que precisamente esas lágrimas son las que riegan y fecundan la cosecha.

(4) La esperanza es tener fija mirada la mirada en el cielo y fijos los pies los pies en la tierra, en equilibrio y diálogo entre el cielo que nos aguarda y el compromiso con la tierra sin la cual no se llega al cielo. Porque el cielo solo se gana en la tierra. Porque "el cielo es nuestro hogar, pero debemos escalar para llegar a lo alto” (San Pier Giorgio Frassati).

 (5) Beato Juan Pablo I: "La esperanza es una virtud obligatoria para todo cristiano" que nace de la confianza en tres verdades: "Dios es todopoderoso, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas". Y es Él, el Dios de la misericordia, quien enciende la confianza en mí; por lo tanto, no me siento ni solo, ni inútil, ni abandonado, sino involucrado en un destino de salvación, que un día llegará al Paraíso".

(6) San Juan Pablo II invitaba a redescubrir la virtud teologal de la esperanza, que, "por una parte, impulsa al cristiano a no perder de vista la meta final que da sentido y valor a toda su existencia y, por otra, le ofrece motivaciones sólidas y profundas para su compromiso cotidiano en la transformación de la realidad para hacerla conforme al plan de Dios".

(7) Benedicto XVI dedicó en 2007 toda una encíclica, “Spe Salvi”, a la esperanza. Lo describe como una virtud performativa, capaz de "producir hechos y cambiar la vida".

(8)  Papa Francisco: “La esperanza, una virtud oculta, tenaz y paciente. La esperanza hace que uno entre desde la oscuridad de un futuro incierto hasta lograr caminar en la luz. La virtud de la esperanza es hermosa; nos da tanta fuerza para caminar en la vida".

(9) “Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y hace madurar en nosotros el fruto de la vida eterna. (Papa León XIV).

(10) La esperanza es la seguridad de que “ni nada ni nadie podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Romanos 8,37).

 


Color e iconografía clásica de la esperanza

El color de la esperanza es asociado al color verde porque simboliza el renacimiento, el crecimiento y la renovación que se observa en la naturaleza, especialmente en la primavera, cuando la vida surge después del invierno. Esta conexión con la naturaleza y el ciclo de la vida transmite sentimientos de optimismo y la fe en nuevos comienzos, convirtiéndolo en un símbolo de esperanza que calma la mente y alivia el estrés.

Por otro lado, en el arte clásico la iconografía la esperanza es representada por una imagen similar a la que acompaña este artículo. Se trata del grupo “Fe, Esperanza y Caridad”, en mármol de Carrara, firmado en la base por el escultor Felipe Moratilla Parreto (Madrid, 1827-Roma, 1908), obra artística esculpida en Roma en 1876 y que se conserva y muestra en Museo del Prado de Madrid.

La obra representa las tres virtudes teologales con sus símbolos: la Fe con los ojos vendados y en la mano un cáliz con una sagrada forma; la Esperanza, levantando su mirada y con una cruz-ancla símbolo de solidez, fidelidad y también de Cristo; y la Caridad, con un pomo en forma de corazón con una llama símbolo del amor, sobre un pedestal circular, sin decoración, diseñado para completar el conjunto.

Es de destacar que para un asunto religioso los precedentes en los que se inspira el autor pertenecen al mundo clásico tanto de la Antigüedad por la iconografía de Hécate triformis (tripe diosa griega).

 

Publicado en Nueva Alcarria el 19 de septiembre de 2025

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