Por Raúl Pérez Sanz

(Delegación de Liturgia)

 

 

Recuerdo estudiando en el seminario de Sigüenza, solo hace 20 años, que cuando te preguntaban ¿Por dónde se entra a la Iglesia? Nosotros, como buenos estudiantes, contestábamos: Por el Bautísmo, y el profesor de un modo jocoso, nos decía: por la puerta hombre por la puerta.

El bautismo es el primero de los sacramentos y acramento fundamental para la fe cristiana y su significado podemos redescubrirlo a través de varios aspectos bíblicos y teológicos: 

Como primer aspecto clave remarcamos la identificación con Cristo: La inmersión en el agua simboliza la muerte y sepultura de la vida pecaminosa de la persona, todos nacemos con el pecado original y el ser sacado del agua, representa la resurrección a una vida nueva en Cristo (Romanos 6:3-4; Colosenses 2:11-12). Además podemos apunar el aspecto de que el bautismo nos da un nuevo Nacimiento Espiritual: El bautismo, a menudo referido como "nacer de nuevo" del agua y del Espíritu, no es solo un acto simbólico, sino que se considera un nacimiento real a la vida eterna y divina. Dios Padre hace a los bautizados sus hijos adoptivos y partícipes de su vida divina. Así las personas que son bautizadas, somos lavados y regenerados: A través del bautismo, los creyentes son purificados y liberados del pecado original, iniciando una vida justificada por la gracia de Dios. Este sacramento produce en nosotros la Incorporación a la Iglesia: El sacramento es la puerta de entrada a la vida cristiana y a la comunidad de la Iglesia, la familia de Dios. Podemos concluir en estos aspectos que el bautismo es un pacto Sagrado y  de Obediencia: Para los creyentes adultos, el bautismo es un paso de obediencia que demuestra su fe y confianza en Jesús, e implica un compromiso sagrado o pacto con Dios de vivir según su voluntad. Por ello, redescubrir el sentido del bautismo es reconocerlo como el fundamento de la vida cristiana, un don de Dios que transforma al individuo en una "nueva criatura" revestida de Cristo y fortalecida con la fuerza del Espíritu Santo. 

Les invito al hacer este pequeño artículo, a repensar y redescubrir cada uno de nosotros el precioso sacramento bautismal y les comparto algunas afirmaciones sobre el mismo que no debemos olvidar:

 

  • No es un mero símbolo:Es una realidad que transforma, no un simple símbolo.
  • Compromiso de fe:Requiere una fe y una opción radical por Jesucristo, y el compromiso de ser luz del mundo a través de las buenas acciones.
  • Renovación interna:La vestidura blanca que se entrega simboliza la pureza y la renovación del alma tras el sacramento.
  • El agua como símbolo de vida:El agua, fundamental para la vida, también simboliza el renacimiento, el perdón de los pecados (como en el diluvio) y la liberación de la esclavitud del pecado.
  • Una marca para siempre:El alma queda marcada para siempre con una alianza que Dios sella con su marca indeleble. Con el Santo Crisma, somos ungidos en la cabeza, como Sacerdotes, Profetas y Reyes.  

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

A propósito de la reciente proclamación, por parte del Papa León XIV, del polifacético cardenal británico San John Henry Newman como doctor de la Iglesia

 

 

 

 

 

El pasado 1 de noviembre el Papa León XIV proclamó doctor de la Iglesia al cardenal británico John Henry Newman (1801-1890), converso del anglicanismo, educador, escritor, teólogo, filósofo, poeta, el ya doctor de la conciencia, modelo luminoso de fe y de búsqueda sincera de la verdad. Su memoria litúrgica es el 9 de octubre. Con él, son ya 38 los doctores de la Iglesia, de ellos cuatro mujeres.

 

 

 

¿Qué es un doctor de la Iglesia?

Los doctores de la Iglesia son santos reconocidos por su erudición, santidad y eminente enseñanza de la fe. El título no se refiere a un doctorado médico o en cualquier otra ciencia, sino a una distinción honorífica por su importante contribución teológica y doctrinal a lo largo de la historia de la Iglesia.

Tres son los criterios fundamentales para ser declarado doctor de la Iglesia. El primero, santidad de vida, esto es, el candidato a doctor de la Iglesia debe haber sido canonizado con vida de gran santidad. En segundo lugar, doctrina eminente. La enseñanza del candidato debe tener una gran profundidad y trascender su época, contribuyendo significativamente a la reflexión teológica. Y, en tercer lugar, el reconocimiento oficial. El título es otorgado formalmente por el Papa.

 

Cuatro padres de la Iglesia latina

San Ambrosio de Milán (340-397), obispo de Milán, teólogo, orador, catequeta. San Jerónimo de Estridón (346-420), filólogo trilingüe y autor de la traducción de la Biblia al latín conocida como Vulgata.

San Agustín de Hipona (354-430), gran escritor y teólogo, autor de “La ciudad de Dios”, de “Comentarios a las Sagradas Escrituras” y de su propia biografía, “Confesiones”. Es el doctor de la gracia.

San Gregorio Magno (540-604), monje benedictino, papa, quien evangelizó a los bárbaros, especialmente en Inglaterra; reformó las costumbres y renovó el canto eclesiástico (de ahí viene el nombre de canto gregoriano).

Sus respectivas memorias litúrgicas el 6 de diciembre, el 30 de septiembre, el 28 de agosto y el 3 de septiembre.

 

Cuatro padres de la Iglesia griega

San Atanasio de Alejandría (296-373), quien combatió el arrianismo, fue denominado el campeón de la ortodoxia. El 2 de mayo es su memoria litúrgica.

San Basilio archimandrita (329-379), quien se distinguió por su elocuencia, por su caridad hacia los pobres y su amor al monacato. Es también llamado Basilio el Grande. San Gregorio Nacianceno (328-389), orador elocuentísimo, teólogo profundo y apóstol de la unión de las dos Iglesias (latina y griega). Era de Capadocia, actual Turquía, al igual que el ya citado San Basilio. A ambos se les celebra el 2 de enero.

San Juan Crisóstomo (347-407) o Juan de Antioquía, patriarca de Constantinopla y el mayor de los oradores cristianos. “Pico de oro” significa el sobrenombre Crisóstomo. Su fiesta es el 13 de septiembre.

 

Más doctores del alba de la Iglesia

Como el Atanasio francés, también por su defensa de la verdadera doctrina, ha pasado a la historia el obispo y teólogo francés San Hilario de Poitiers (300-367), con fiesta el 13 de enero.

Egipcio, San Cirilo de Alejandría (376-444), con fiesta el 27 de junio, es llamado doctor de la encarnación y de la maternidad divina de María. Otros dos doctores de Oriente Medio son el diácono San Efrén de Siria (306-373), poeta, denominado El Místico o El arpa del Espíritu; y el obispo San Cirilo de Jerusalén (315-387), con memorias litúrgicas respectivas el 9 de junio y el 18 de marzo.

Palabra de Oro, el italiano San Pedro Crisólogo (400-450), fue obispo y predicador. El 30 de julio es su fiesta, Nacido también el año 400, el Papa San León Magno destacó por su defensa y clarificación de la verdad de Jesucristo. Murió en el año 461. Su celebración es el 10 de noviembre

Del alba de la historia de la Iglesia fue también el segundo doctor incorporado por el Papa FranciscoSan Ireneo de Lyon (140-202), teólogo, obispo, apologeta, el doctor de la unidad. Francisco también designó doctor de la Iglesia al teólogo, poeta, místico y escritor San Gregorio de Narek (945-1010), el doctor armenio. El 28 de junio y el 27 de febrero son sus respectivas fiestas.

 

Alto y medio Medievo

En el Alto Medievo, nos encontramos a dos doctores de la Iglesia. Uno fue el británico San Beda el Venerable (672-735), monje benedictino, historiador; y otro, el monje del desierto, de origen sirio, San Juan Damasceno (675-749).

San Pedro Damián (1007-1072), monje benedictino, cardenal, filósofo y precursor de la reforma gregoriana, italiano. San Anselmo (1033-1109), el doctor magnífico, nació en Aosta (Italia), fue arzobispo de Canterbury (Inglaterra), monje benedictino, teólogo, definió a la teología como “la fe que busca la inteligencia”.

Llamado doctor melifluo, el francés San Bernardo de Claraval (1090-1153) fue monje cisterciense, abad y fundador. Destacado teólogo, predicador y escritor, fue también gran devoto de la Virgen María.

Sus memorias litúrgicas son el 25 de mayo, el 4 de diciembre, el 21 de febrero, el 21 de abril y 20 de agosto, respectivamente.

 

Bajo Medievo         

Dos dominicos, los dos del siglo XII, doctores de la Iglesia fueron San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino. El primero, de origen alemán vivió entre los años 1200 y 1280. Fue obispo, teólogo, científico, es el doctor experto, el doctor universal. Por su parte, el italiano Tomás de Aquino (1225-1274) es el doctor angélico y uno de los más destacados teólogos de toda la historia.

Hay también otros dos franciscanos, del siglo XIII.  El primero en el tiempo fue el luso-italiano San Antonio de Padua ((1195-1231), predicador, teólogo, modelo de caridad, el doctor evangélico. Y el segundo es San Buenaventura de Bagnoreggio (1221-1274), profesor, obispo, cardenal, teólogo, predicador, el doctor seráfico.

Sus memorias litúrgicas respectivas son el 15 de noviembre, el 28 de enero, el 13 de junio y el 15 de julio.

 

Renacimiento y barroco

El jesuita holandés San Pedro Canisio (1521-1597) fue teólogo, predicador, catequeta. Francés, obispo de Ginebra, en el comienzo del calvinismo, fundador, escritor fue San Francisco de Sales (1567-1622), patrono de los periodistas y escritores católicos. Es el doctor de la caridad.

Jesuita, profesor, apologeta, teólogo, obispo, cardenal, denominado martillo de herejes, fue San Roberto Belarmino (1541-1621). Y predicador popular y fraile capuchino fue San Lorenzo de Brindisi (1559-161), el doctor apostólico. Ambos italianos.

Patrono de los moralistas y de los confesores, especialista también en Mariología, denominado el doctor celosísimo, fue San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), teólogo, italiano, fundador y obispo.

El 21 de diciembre, el 24 de enero, el 17 de septiembre, el 21 de julio y el 1 de agosto son las fechas respectivas de sus fiestas.

 

Cuatro mujeres

La primera mujer en ser proclamada doctora de la Iglesia fue la española Santa Teresa de Jesús (1515-1582), monja carmelita descalza, reformadora, fundadora, escritora. Es la doctora mística. Después lo fue la italiana Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria dominica, escritora, mística, impulsora de la paz, la doctora pontificia.

Santa Teresita de Lisieux (1873-1897), monja carmelita descalza francesa, escritora, es la doctora del amor. Y la cuarta mujer doctora de la Iglesia es Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179), alemana, monja benedictina, abadesa, mística, profetisa, médica, compositora y escritora, la doctora sibila.

Respectivamente, el 15 de octubre, el 29 de abril, el 1 de octubre y el 17 de septiembre son sus memorias litúrgicas

 

Otros tres doctores españoles más

Junto a la ya citada Santa Teresa de Jesús, son españoles San Isidoro de Sevilla (560-636), obispo de Sevilla en la Iglesia visigótica española, autor de “Las etimologías”; y San Juan de la Cruz (1542-1591), poeta, asceta, místico, fraile carmelita descalzo, el doctor místico.

Y el tercero es San Juan de Ávila (1500-1569), proclamado doctor de la Iglesia en 2012, fue sacerdote, misionero, predicador, escritor, consejero y polifacético.   Su memoria litúrgica es el 10 de mayo; y el 26 de abril es San Isidoro de Sevilla y el 14 de diciembre, San Juan de la Cruz.

 


 

Así se refirió el Papa León XIV al cardenal Newman

Beatificado en Londres por Benedicto XVI en 2010 y canonizado en Roma por Francisco en 2019, San John Henry Newman ha sido proclamado doctor de la Iglesia el 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos y día del Jubileo Romano del Mundo Educativo. Y, aludiendo a todo ello, así se expresó León XIV

“En esta solemnidad de Todos los Santos, es una gran alegría inscribir a San John Henry Newman entre los doctores de la Iglesia y, al mismo tiempo, con motivo del Jubileo del Mundo Educativo, nombrarlo compatrono, junto con Santo Tomás de Aquino, de todas las personas que forman parte del proceso educativo. La imponente estatura cultural y espiritual de Newman servirá de inspiración a las nuevas generaciones, con un corazón sediento de infinito, dispuestas a realizar, por medio de la investigación y del conocimiento, aquel viaje que, como decían los antiguos, nos hace pasar per aspera ad astra, es decir, a través de las dificultades, hasta las estrellas”.

“Entre el legado perdurable de San John Henry se encuentran, en este sentido, algunas contribuciones muy significativas a la teoría y la práctica de la educación. «Dios —escribía—me ha creado para hacerle algún servicio definido. Me ha encomendado alguna obra que no ha dado a otro. Tengo mi misión. Nunca podré conocerla en esta vida, pero me será revelada en la otra»”.

“San Agustín, a quien san John Henry Newman apreciaba tanto, dijo una vez que somos compañeros de escuela que tienen un solo maestro, cuya escuela y cátedra están en la tierra y en el cielo respectivamente (cf. Sermón 292,1)”.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 28 de noviembre de 2025

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Una “victoriola” es una estrofa formada por dos liras que van en medio de dos cuartetos, combinando la prestancia y delicadeza de la lira con la elegancia de los cuartetos. 

Veamos cómo funciona la victoriola para expresar la armonía de la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Y quien quiera conocer otros ejemplos de victoriolas, sepa que aquí los puede encontrar.

 

https://aache.com/quince-nuevas-estrofas/

 

                                              

VICTORIOLA DE LA SAGRADA FAMILIA DE BARCELONA

 

 

Prodigio vertical de tubo en roca

que rozas a los cielos con la punta

de armonía cónica en piedra, asunta

por bóveda celeste que a Dios toca.

 

Hasta el aire se ordena

y se detiene, en asombrada boca,

Gaudí, cuando resuena

Basílica que choca

sus torres contra ángeles, que convoca,

 

los cuales, con los fuelles

de sus alas dan aire a iglesia alada,

para que nombre reyes

a Familia Sagrada,

por pináculos al cielo acercada.

 

Torsionado roquedo, altar en loca

melodía ascendente que pregunta

a Dios, con la alta fe que hacia Él apunta

y al cielo azul, al que la piedra invoca.

 

No estás hecha para este planeta, urbana sierra.

Cuando retorne Dios a bajar hasta la Tierra,

ya tendrá casa acabada; y será ésa la hora

de oír voz y órgano a Dios, que en ti mora.

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

Memoria y actualización de la santidad en nuestra tierra en el contexto del mes de noviembre, mes de los difuntos, mes también de todos los santos y de los santos locales

 

 

 

 

 

La diócesis de Sigüenza-Guadalajara es tierra de cristianos recios, curtidos y virtuosos. En los anales de las mejores páginas de su historia se hallan los fundadores religiosos, los misioneros, los santos, beatos y venerables, que ahora recordamos.

 

 

Tres santos y tres santas

La primera en el tiempo es santa Librada, mártir en los albores del cristianismo, de origen aquitano, bajo cuyas reliquias se edificó y consagró la catedral. La segunda es santa María de la Cabeza, la esposa de san Isidro labrador, natural de Caraquiz, junto a Uceda. Sus "días" litúrgicos son el 20 de julio y el 9 de septiembre, respectivamente.

El siguiente cronológicamente es Martín de Finojosa, fue obispo de Sigüenza a finales del siglo XII. Fue monje cisterciense en Santa María de Huerta -antiguo lugar diocesano- y murió probablemente en Sotoca de Tajo (otros dicen que en Sotodosos). Había nacido en Deza (Soria). Su fiesta litúrgica actual es el 17 de septiembre. La fotografía que ilustra este artículo es la preciosa talla barroca que la catedral seguntina conserva de él.

El franciscano Pascual Baylón, del siglo XVI, patrono de los movimientos eucarísticos, nació en Torrehermosa (Zaragoza), también antiguo pueblo de nuestra diócesis, junto al valle del Mesa, y fue el primer santo canonizado de la diócesis en la segunda parte del siglo XVII. Su fiesta litúrgica es el 17 de mayo y es muy celebrada en lugares como Mochales, Fuentelsaz, Maranchón, Ventosa o Torremocha del Campo, que lo tienen por patrón. Tiene una parroquia en Guadalajara puesta a su nombre.

La relación con la diócesis de la fundadora del instituto consagrado de las Adoratrices, María Micaela Desmaisières, vizcondesa de Jorbalán, es bastante notable, por razones familiares y por su estancia veraniega en los años de su infancia y adolescencia en Guadalajara, tal y como se refleja en un cuadro conservado en la concatedral. Su fiesta litúrgica es el día 15 de junio. Vivió en el siglo XIX. Pertenecía a la familia de la Condesa de la Vega del Pozo y de la Duquesa de Sevillano. De ahí, que las Adoratrices estén en Guadalajara junto al célebre Panteón de esta familia.

El día 9 de octubre es la memoria litúrgica de Filomeno López López, en la vida consagrada y en el santoral san Marciano José, nació en El Pedregal en 1900. Era Hermano de las Escuelas Cristianas (Hermanos de la Salle). Fue martirizado en Turón (Asturias) el 9 de octubre de 1934. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en abril de 1990 y canonizado por este mismo Papa el 21 de noviembre de 1999.

 

 

Más de 20 mártires diocesanos del siglo XX en los altares

El 29 de marzo de 1987, en la primera beatificación de los mártires del siglo XX, fueron elevadas a los alares las tres mártires carmelitas de Guadalajara (beatas sor María del Pilar, sor María de los Ángeles y sor Teresa del Niño Jesús (esta, además, natural de Mochales). Se fijó su memoria litúrgica el 24 de julio, día de su martirio en 1936.

Cinco años y medio después, el 25 de octubre de 1992, 71 hermanos hospitalarios de San Juan fueron beatificados. Tres de ellos están relacionados directamente con nuestra diócesis: Juan Jesús Andradas Gonzalo y Gonzalo Gonzalo Gonzalo, ambos de Conquezuela, pueblo que perteneció al obispado de Sigüenza hasta 1956; y el también hospitalario de San Juan de Dios y sacerdote José Agapito Mora Velasco, quien fue párroco en distintos pueblos de la actual diócesis entre 1910 y 1915.

La siguiente beatificación martirial relacionada con nuestra diócesis fue la de la religiosa corazonista (Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús), natural de Somolinos, Francisca Aldea Araujo, el 10 de mayo de 1998.

Estos siete beatos mártires diocesanos fueron beatificados por Juan Pablo II, quien también, como queda dicho, beatificó y canonizó al hermano de La Salle san Marciano José, de El Pedregal. Su sucesor, Benedicto XVI, inscribió en el catálogo de los beatos a otros tres diocesanos: el sacerdote briocense Saturnino Ortega Montealegre; y los franciscanos Julián Navío Colado, de Mazarete, y Ángel Remigio Hernández Ranera, de Pastrana, beatificados, también en Roma, el 28 de octubre de 2007.

El 13 de octubre de 2013, en Tarragona, ya con Francisco como Papa, fueron beatificados 522 mártires del siglo XX en España. Nueve religiosos estrechamente vinculados con diócesis: el hospitalario de San Juan de Dios, Gumersindo Sanz Sanz, nacido en Almadrones y martirizado en Málaga; el jerónimo Manuel Sanz Domínguez, de Sotodosos y mártir en Paracuellos del Jarama; y el hermano redentorista hijo de Horche Victoriano Calvo Lozano, martirizado en Cuenca.

         Otros cinco son los cuatro religiosos paúles –Ireneo Rodríguez González, Gregorio Cermeño Barceló, Vicente Vilumbrales Fuente y Narciso Pascual Pascual-  martirizados en Guadalajara, en la tristemente célebre “saca” de la cárcel del 6 de diciembre de 1936; y el joven claretiano extremeño José María Ruiz Cano, martirizado en Sigüenza, en la falda del Cerro del Otero, el 27 de julio de 1936.

Además, entre los mártires claretianos que fueron beatificados el 13 de octubre de 2013, se halló el joven Gabriel Barriopedro Tejedor, nacido en Barahona, localidad soriana que perteneció a nuestro Obispado hasta 1956. Barriopedro fue, además, seminarista de nuestra diócesis y después ingresó en los Misioneros Claretianos. Fue martirizado en Fernán Caballero (Ciudad Real).

En Paracuellos del Jarama (Madrid), el 28 de noviembre de 1936, fue martirizado Miguel Aguado Camarillo, nacido en Humanes  el 7 de febrero de 1903, laico, casado y padre de cuatro hijos. Vivía en Madrid Era caballero de la Virgen Milagrosa y fue beatificado, junto a otros 59 miembros de la Familia Vicenciana, mártires en el mismo periodo histórico, el 11 de noviembre de 2017, en Madrid.

También se podría incluir en este elenco a otros seis beatos mártires, los seis paúles y beatificados igualmente el 11 de noviembre de 2017: los padres paúles José María Fernández Sánchez y Victoriano Reguero Velasco; los hermanos paúles Gil Belascoain Ilarragorri, Cristóbal González Carcedo e Isidro Alonso Peña (los cuatro primeros citados habían estado destinados en Guadalajara y el último en Sigüenza); y laico paúl José Garvi Calvente, cuya esposa era de Guadalajara.

Todos los mártires del siglo XX en España declarados beatos a partir de 2007 tienen como fecha de su memoria litúrgica el 6 de noviembre.

 

Otros beatos

El 14 de noviembre de 1976 el Papa Pablo VI declaró beata a la "letradillo de Santa Teresa de Jesús", la carmelita descalza María Jesús López Rivas, de Tartanedo, que vivió entre el siglo XVI y XVII, natural de Tartanedo y fallecida en Toledo. Tiene en Guadalajara una parroquia a su nombre.

Habría que citar también al jesuita Miguel de Urrea, misionero y mártir en Bolivia en el final del siglo XVI, natural de Fuentes de la Alcarria, popularmente beato.

Y entre los beatos pertenecientes al antiguo Obispado cabe hacer mención del fraile franciscano de La Salceda Julián de Medinaceli.   

 

Venerables

Los venerables Pedro de Urraca, misionero mercedario en Perú, natural de Jadraque; el hermano hospitalario de San Juan de Dios, fray Martín de Castilmimbre, nacido en este pueblo alcarreño; sor Inés de San Pablo, nacida en Fuentelencina o en Pastrana en 1563, monja en Alcalá de Henares, donde instauró la Esclavitud Mariana; madre Antonia de Jesús (1612-1695), monja y fundadora agustina recoleta en Granada, natural de Pastrana; y la monja carmelita descalza sor María Micaela de la Santísima Trinidad, muerta en olor de santidad en 1639 y cuyo cuerpo se conserva desde entonces incorrupto, del convento de Nuestra Señora de las Vírgenes, ahora en Iriépal, antes en Guadalajara, engrosan el número de cristianos virtuosos de la diócesis, en la que vivió también san Diego de Alcalá (1400-1463), en el convento franciscano de La Salceda, en Tendilla.

De gran devoción popular y carisma y con proceso de canonización abierto es la monja concepcionista franciscana sor Patrocinio, "la monja de las llagas", muy querida en Guadalajara, por su benéfico paso en el Convento de El Carmen en la mitad del siglo XIX. Oriunda de La Venta de Pinar, en San Clemente (Cuenca), vivió entre 1811 y 1891. Murió en Guadalajara.

 

Fundadores religiosos camino de los altares

En nuestra diócesis han nacido varios fundadores de Institutos de Vida Consagrada como, en el siglo XIX, el seguntino Saturnino López Novoa, fundador de las Hermanitas de Ancianos Desamparados; Eladio Mozas Santamera, natural de Miedes de Atienza y fundador de las Josefinas de la Santísima Trinidad; y Manuel Malo Malo, de Guadalajara, fundador de las Franciscanas de la Inmaculada y reformador franciscano, los tres en el siglo XIX.

Fundadores en el siglo XX fueron Manuel Herranz Estables, hijo de El Pobo de Dueñas, y Doroteo Hernández Vera, natural de Matute de Almazán, fundadores, respectivamente, de las Esclavas de la Virgen Dolorosa y del Instituto Secular de las Cruzadas Evangélicas.

De los cinco está abierto y en curso el proceso de canonización; y de Manuel Herranz Estables, Saturnino López Novoa, Eladio Mozas Santamera y Doroteo Hernández Vera, la Santa Sede ya ha emitido el correspondiente decreto de virtudes heroicas. Son, pues, venerables y su beatificación queda pendiente tan solo del reconocimiento de un milagro obrado por su intercesión respectiva.

En Guadalajara, en el siglo XIV, nació el restaurador en España de la Orden Jerónima y fundador del Monasterio de San Bartolomé de Lupiana Pedro Fernández Pecha.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 21 de noviembre de 2025

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