Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

 

 

Plegaria para la festividad de San Miguel Arcángel, en cuya fecha nació en Alcalá de Henares a quien en esta ciudad llaman San Cervantes, por ser el único patrón laico de una ciudad española, en que su día es festivo oficial.

 

Es el día de San Cervantes, patrono

de las Castillas… Santo de nuestro idioma

castellano o español, entre el cual asoma

quien por santo y por genio total le tomo.

 

Santo pues padeció…, y sufrir no le doma.

Genio del castellano…, al que rige en su trono.

De dos Castillas supo… Dos Castillas corono.

Y español, europeo… tal fue su puro axioma.

 

Santo genio, Cervantes, de esclavo a mito…

¡Todo espacio anduviste, humano y sonriente,

perdonando defectos… de la aceptada gente!

 

¡Ayuda a tus Castillas, Españas, rito

de las Europas sé…! De ellas fuiste fuente.

Ora pro nobis. ¡Sea a ti el verso puente!

 

Y que el calor de sol de tu septembrino verano

el regreso ilumine de todo el abolengo solariego castellano.

 

Amén, Miguel, soldado en armas y letras que desde los sótanos

de los presos en Argel hasta los altares del arte

en los oídos de todas las naciones has hecho sublimarse al castellano por armónicos y mesurados, sonorosos órganos,

haciéndonos a todos, de tu Todo, parte.

 

Laura y María Lara Martínez

(Profesoras titulares de Universidad)

 

 

 

El domingo 7 de septiembre el Papa León XIV celebró su primera ceremonia de canonización. In Illo Uno unum es el lema del Papa León XIV, idea extraída de un sermón de San Agustín que significa "En el Uno, somos uno", todos los cristianos estamos unidos en Jesucristo.

Estaba previsto para que aconteciera en el último fin de semana de abril pero el hombre propone y Dios dispone: falleció el Papa Francisco, quien había firmado el paso de los dos jóvenes de Beatos a Santos, así que hubo que adaptar El Vaticano a su funeral. Los fieles que habían gestionado su viaje a Roma en aquella fecha asistieron a otra ceremonia histórica, pero diferente, a los planes iniciales.

Pier Giorgio murió con 24 años y Carlo con 15. Habían nacido en 1901 y 1991, respectivamente. Las Hermanas Lara pensamos que la imagen del ser humano se queda congelada en esencia en la edad de su tránsito, si bien en el caso de llegar a la ancianidad cada alma es libre de elegir con qué semblante quiere ser recordada: infantil, juvenil, maduro, senil...

Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati debieron de sentirse "raros" en su tiempo. Nosotras nos lo hemos sentido en muchos contextos también, y a mucha honra. La Felicidad no la da el mundo, sino Dios.

Cuando Laura estuvo en Roma como Delegada de España de la Familia de Murialdo para la Pre-asamblea y el Jubileo de Pentecostés, sintió alegría al ver en una pancarta, al regresar de El Vaticano al parking subterráneo, la imagen de Carlo Acutis.

Las Hermanas Lara e Hijos somos devotos de San Carlo Acutis desde hace mucho tiempo, la Eucaristía es la autopista al Cielo. El Rosario decimos nosotros que es una senda segura también donde la conductora es la Virgen María.

Hemos conocido más recientemente a San Pier Giorgio Frassati, defensor de los derechos de los obreros siguiendo la estela de la encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas) del Papa León XIII, publicada el 15 de mayo de 1891, en la fiesta de San Isidro Labrador (el 9 de septiembre ha sido la celebración litúrgica de su esposa, Santa María de la Cabeza, ambos procesionan en el ecuador de mayo por Azuqueca desde su templo, la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel).

Carlo Acutis es apreciado en las comunidades murialdinas. Pier Giorgio Frassati nació en Turín en 1901, al año siguiente del fallecimiento de San Leonardo Murialdo. Su progenitor, Alfredo Frassati, era masón y director-propietario del periódico La Stampa; el Padre Josefino Eugenio Reffo en ese mismo año asume el cargo de director efectivo de La Voce dell’Operario (periódico enmarcado en la Doctrina Social de la Iglesia que surge de la encíclica Rerum Novarum de León XIII), cargo que mantendrá hasta su muerte, siendo referente del periodismo católico en Turín.

 

 

Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)

 

 

 

El día 4 de octubre tenemos la cita anual de las Cofradías y Hermandades de nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, que como los anteriores, será presidida por el Sr. Obispo.

Este año el lugar elegido es Cifuentes, cuya parroquia de El Salvador y la Hermandad de la Santa Vera Cruz nos acogerán para poder convivir, conocernos, disfrutar de un día de hermandad y celebrar la fe.

Dará comienzo a las 11 de la mañana con la recepción y recogida de acreditaciones en la plaza de San Francisco. Terminará con la Eucaristía y la procesión con el Stmo. Cristo de la Misericordia. A continuación, con un concierto del crupo cristiano Hakuna en la Plaza Mayor.

Con el fin de preparar todo lo relativo a organización y comida, se mantiene la cuota de 15 € por persona, que se abonará en el momento de recoger la acreditación. Las inscricpiones se pueden hacer en el correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o en el teléfono 699387924 (Jesús), y a ser posible, antes del día 30 de septiembre.

Esta Jornada se ha ido consolidando a lo largo de los años y nos ha llevado por diferentes localidades de la diócesis. Hemos conocido las diferentes advocaciones del Señor y de la Virgen, y nos ha permitido hacer realidad lo que somos y vivimos a lo largo del año, como cofrades y hermanos.

 

 

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

A propósito del tema central del Año Santo Jubilar 2025

 

 

 

 

 

La Real Academia Española (RAE) define, en su primera acepción, la palabra esperanza como el “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. Aplicando el concepto esperanza a la religión, la RAE define así la esperanza: “En el cristianismo, virtud teologal por la que se espera que Dios otorgue los bienes que ha prometido”.

Y como palabras sinónimas, cita las siguientes: “Confianza, ilusión, optimismo, promesa, fe, expectativa, perspectiva”.

 

En el Catecismo de la Iglesia Católica

La esperanza es abordada en el catecismo de la Iglesia Católica (CIC) de 1992 en su tercera parte (“La vida en Cristo”), capítulo primero (“La dignidad de la persona humana”), artículo 7 (“Las virtudes”), II (“Virtudes teologales”), números 1.817 a 1.821 (cada párrafo de los que a continuación se reproducen corresponde a cada uno de los números citados). Esto es la esperanza cristiana para el Catecismo:

La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hebreos 10,23).  “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tito 3, 6-7).

La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Génesis 17, 4-8; 22, 1-18).

La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Romanos 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hebreos 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Romanos 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.

Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Romanos 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mateo 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, “perseverar hasta el fin” (cf Mateo 10, 22; cf Concilio de Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo (…): «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve, largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin» (Santa Teresa de Jesús, “Exclamaciones del alma a Dios”, 15, 3)

Por último, el Catecismo, en el resumen correspondiente, como es habitual en todos los temas que trata, afirma lo siguiente sobre la esperanza: ”Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla” (número 1.843).

 

Logo del Jubileo 2025

La esperanza la expresa el logo del Jubileo 2025, que representa cuatro figuras estilizadas que indican la humanidad proveniente desde los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, indican la solidaridad y la fraternidad.

La primera figura está aferrada a la cruz. Es el signo no solo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella, sobre todo en los momentos de mayor necesidad.

Al respecto, la parte inferior de la cruz que se alarga transformándose en un ancla y que se impone sobre el movimiento de las olas.  Es el ancla de la esperanza, que, a su vez, es el nombre que en la jerga marina se da al ancla de reserva usada por las embarcaciones para hacer maniobras de emergencia que permitan estabilizar la barca durante las tormentas.

La cruz no es estática, sino dinámica y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro y no dejándola sola, ofreciendo la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza.

Se destaca, finalmente, con color verde el lema del jubileo 2025: “Peregrinantes in Spem” (“Peregrinos de esperanza”).

 

Decálogo de la esperanza

(1) La esperanza es la certeza de que saldremos adelante.  

(2) La esperanza es la confianza de que algo, de que Alguien, está siempre con nosotros, nos acompaña y nos guarda, aunque la vida nos exponga a tantas y tantas dificultades cotidianas, ordinarias y extraordinarias.

(3) La esperanza es la convicción de que, aunque no sepamos del todo el cómo y el cuándo, todo acaba bien. De que todo, para quienes creen en el Dios de Jesucristo, es para bien. De que, aunque sembremos con lágrimas, cosecharemos entre cantares. Y que precisamente esas lágrimas son las que riegan y fecundan la cosecha.

(4) La esperanza es tener fija mirada la mirada en el cielo y fijos los pies los pies en la tierra, en equilibrio y diálogo entre el cielo que nos aguarda y el compromiso con la tierra sin la cual no se llega al cielo. Porque el cielo solo se gana en la tierra. Porque "el cielo es nuestro hogar, pero debemos escalar para llegar a lo alto” (San Pier Giorgio Frassati).

 (5) Beato Juan Pablo I: "La esperanza es una virtud obligatoria para todo cristiano" que nace de la confianza en tres verdades: "Dios es todopoderoso, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas". Y es Él, el Dios de la misericordia, quien enciende la confianza en mí; por lo tanto, no me siento ni solo, ni inútil, ni abandonado, sino involucrado en un destino de salvación, que un día llegará al Paraíso".

(6) San Juan Pablo II invitaba a redescubrir la virtud teologal de la esperanza, que, "por una parte, impulsa al cristiano a no perder de vista la meta final que da sentido y valor a toda su existencia y, por otra, le ofrece motivaciones sólidas y profundas para su compromiso cotidiano en la transformación de la realidad para hacerla conforme al plan de Dios".

(7) Benedicto XVI dedicó en 2007 toda una encíclica, “Spe Salvi”, a la esperanza. Lo describe como una virtud performativa, capaz de "producir hechos y cambiar la vida".

(8)  Papa Francisco: “La esperanza, una virtud oculta, tenaz y paciente. La esperanza hace que uno entre desde la oscuridad de un futuro incierto hasta lograr caminar en la luz. La virtud de la esperanza es hermosa; nos da tanta fuerza para caminar en la vida".

(9) “Esta es la verdadera esperanza: saber que, incluso en la oscuridad de la prueba, el amor de Dios nos sostiene y hace madurar en nosotros el fruto de la vida eterna. (Papa León XIV).

(10) La esperanza es la seguridad de que “ni nada ni nadie podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Romanos 8,37).

 


Color e iconografía clásica de la esperanza

El color de la esperanza es asociado al color verde porque simboliza el renacimiento, el crecimiento y la renovación que se observa en la naturaleza, especialmente en la primavera, cuando la vida surge después del invierno. Esta conexión con la naturaleza y el ciclo de la vida transmite sentimientos de optimismo y la fe en nuevos comienzos, convirtiéndolo en un símbolo de esperanza que calma la mente y alivia el estrés.

Por otro lado, en el arte clásico la iconografía la esperanza es representada por una imagen similar a la que acompaña este artículo. Se trata del grupo “Fe, Esperanza y Caridad”, en mármol de Carrara, firmado en la base por el escultor Felipe Moratilla Parreto (Madrid, 1827-Roma, 1908), obra artística esculpida en Roma en 1876 y que se conserva y muestra en Museo del Prado de Madrid.

La obra representa las tres virtudes teologales con sus símbolos: la Fe con los ojos vendados y en la mano un cáliz con una sagrada forma; la Esperanza, levantando su mirada y con una cruz-ancla símbolo de solidez, fidelidad y también de Cristo; y la Caridad, con un pomo en forma de corazón con una llama símbolo del amor, sobre un pedestal circular, sin decoración, diseñado para completar el conjunto.

Es de destacar que para un asunto religioso los precedentes en los que se inspira el autor pertenecen al mundo clásico tanto de la Antigüedad por la iconografía de Hécate triformis (tripe diosa griega).

 

Publicado en Nueva Alcarria el 19 de septiembre de 2025

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

LVI Aniversario de mi ordenación sacerdotal

 

Historia

El 3 de mayo se celebra la Invención de la Santa Cruz, acontecimiento que hace referencia al momento en que Santa Elena, madre del emperador Constantino, encontró la Cruz del Señor.

El 14 de septiembre se celebra la Exaltación de la Santa Cruz, fecha en la que el emperador Heraclio recuperó la reliquia del Madero Santo de manos de los persas, al día siguiente de la dedicación de la basílica de la Resurrección, construida sobre el Santo Sepulcro.

 

 

Contemplación ante la cruz

  • El dolor posibilita ver las espaldas de Dios.
  • Las heridas son testigos de Cristo resucitado.
  • El perdón es la gracia que reconcilia con Dios, porque Él lo ofrece a quien lo pide.
  • La noche interior abre la posibilidad de amar por amor.
  • La reconciliación viene de Dios, que nos convierte en hijos suyos.
  • Solo Dios merece adoración: adorar es rendir la mente y el corazón por amor.
  • La identidad personal se recibe y se ejercita gracias a la llamada e iniciativas de Jesús.
  • La paz es la serenidad frente a las dificultades, de modo que no logran turbar el corazón.
  • La libertad es la posibilidad de hacer el bien y de amar.
  • La respuesta que Dios merece es fiarse de Él y confiar.
  • La salvación se anticipa en esta vida al experimentar el perdón de Dios.
  • La oración es el encuentro de tú a tú con Dios.
  • Jesús es el Hijo amado de Dios, el Redentor de todos los hombres, la revelación del amor divino.
  • El silencio interior es la muerte del “ego”, para que el otro viva.
  • La bondad es entregarle a Dios la propia corporeidad, para que el prójimo se sienta amado por Él.

 

 

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