Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

El 20 de octubre el Papa canonizará a once mártires en Damasco, en 1860, de los cuales siete son frailes franciscanos españoles, otro austriaco y tres laicos sirios

 

 

 

 

El próximo domingo, día 20 de octubre, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco canonizará a 14 beatos, entre ellos los llamados 11 mártires franciscanos y maronitas de Damasco (Siria), martirizados en 1860. Siete de estos once mártires son españoles.

También serán canonizados un sacerdote, misionero y fundador italiano (Giuseppe Allamano, 1851-1926, fundador de los Misioneros y Misioneras de la Consolata), la religiosa y fundadora italiana Elena Guerra, 1835-1914, fundadora de la Congregación de las Oblatas del Espíritu Santo, y otra religiosa y también fundadora, en este caso canadiense, Marie-Léonie Paradis, 1840-1912, fundadora de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia.

 

 

Los mártires de Damasco

El 23 de mayo de 2024, el Santo Padre Francisco aprobó los votos favorables de la sesión ordinaria de los cardenales y obispos miembros del dicasterio vaticano para las Causas de los Santos, en orden a la canonización del beato Manuel Ruiz y de siete compañeros de la Orden de los Hermanos Menores (Franciscanos), así como de los tres hermanos beatos Francisco, Mooti y Rafael Massabki, fieles laicos maronitas, todos ellos los llamados Mártires de Damasco de 1860.

El acontecimiento de este martirio se sitúa en el contexto de la persecución contra los cristianos que tuvo lugar en la ciudad de Damasco, sobre todo el 9 de julio de 1860, y días siguientes, y que causó miles de víctimas (unas veinte mil entre los asesinados en Siria y en Líbano).

En la noche del 9 de julio de 1860, un comando de alborotadores, animados por un odio religioso profundamente arraigado, consiguió penetrar por una puerta oculta, indicada por un traidor, en el convento franciscano de San Pablo. Allí fueron bárbaramente masacrados ocho frailes menores -siete de nacionalidad española y uno de nacionalidad austriaca- y tres cristianos laicos maronitas, hermanos entre ellos. Fue claramente una muerte de mártires: de hecho, antes de infligir brutalmente los golpes mortales a las once víctimas, los atacantes les pidieron que renunciaran a la fe cristiana y abrazaran el islam, invitación que rechazaron con decisión.

 

Razones y contexto de la canonización

El resurgimiento de esta causa de canonización ha sido posible por la creciente reputación del martirio y el número cada vez mayor de signos atribuidos a la intercesión de los once mártires de Damasco, así como por la difusión de su culto. A ello se asoció la esperanza de que su canonización pudiera ser un mensaje de diálogo, paz y unidad en el contexto de Oriente Medio, cada vez menos sereno y más agitado por vientos de guerra.

Y en este sentido, elevaron al Papa la postulación de la canonización el Santo Sínodo de los Obispos Maronitas, los superiores mayores de los Franciscanos, su ministro general y custodio de Tierra Santa. Se añadía, el contexto de los distintos centenarios franciscanos, que culminarán en 2026 con el octavo centenario de la muerte de san Francisco de Asís.

Los custodios de los Santos Lugares de Tierra Santa son, desde hace casi ocho siglos, hijos de san Francisco de Asís, quien en 1219 había predicado el Evangelio al sultán de Egipto.  Y desde entonces, se han encargado de conservar y restaurar las basílicas cristianas, y cuidaron de los peregrinos y fieles residentes en los principales centros de Oriente Próximo. Desde el siglo XVI, se abrieron conventos y escuelas gratuitas en casi todas partes, sin excluir Damasco, capital de Siria, muy relacionada con el apóstol san Pablo.

 

Persecución a los cristianos

A lo largo de los siglos, los franciscanos de Tierra Santa han sufrido masacres, acosos y expulsiones, pero su amor por la tierra de Jesús nunca flaqueó. En julio de 1860 se enfrentaron, en Damasco, a una sangrienta persecución por parte de los musulmanes drusos, apoyados por las autoridades turcas locales. Unos años antes (1853-1855) Turquía y sus aliados franceses, ingleses y piamonteses habían librado una guerra en Crimea contra Rusia, porque esta potencia pretendía el dominio exclusivo de los Lugares Santos y el desmembramiento del Imperio Otomano.

Se puso fin a esta situación en el congreso y tratado de París (1856). En él se reconocía, por primera vez en la historia, a Turquía como potencia, con la misma personalidad jurídica que los estados cristianos. Como consecuencia, el sultán se vio obligado a reconocer la libertad de culto para cualquier comunidad religiosa residente en su imperio y admitir a todos los súbditos en cargos públicos, sin distinción de raza o culto.

Pero para los musulmanes, ese gesto significó un insulto al Corán, por lo que no se limitaron a protestar, sino que invitaron a todos sus correligionarios a reaccionar contra las políticas del sultán.  Y en las impenetrables montañas del Líbano, la obstinada aversión de los musulmanes drusos hacia los cristianos fue fraguándose en abierta y sangrienta persecución.  Y en comienzo del verano de 1860 hasta de las mismas mezquitas llegaban palabras incendiarias y grupos sospechosos de drusos y musulmanes recorrían las calles del barrio cristiano cantando: “¡Oh, qué dulce es, oh, qué dulce es masacrar a los cristianos!”.

Los acontecimientos y la furia persecutoria se desataron el 9 de julio cuando una turba enfurecida salió a las calles. El primer ataque relámpago tuvo como objetivo la residencia del Patriarcado griego no unido. Ningún rincón del barrio escapó a la devastación y al saqueo.

El superior de los franciscanos, Manuel Ruiz, no tuvo la preocupación de refugiarse en el palacio del emir, como habían hecho los demás religiosos, porque los muros del convento eran muy sólidos y las puertas de acceso a la iglesia y al claustro estaban protegidas por grandes láminas de hierro. De hecho, el intento de los insurgentes de forzar la entrada había fracasado.

Detrás del convento había una pequeña puerta en la que nadie había pensado. Fue denunciada a la plebe por un traidor judío, servidor de los franciscanos y beneficiado por ellos, y pasada la medianoche irrumpió gritando en el convento. Y allí, bárbaramente, se produjeron el asesinato y martirio de los ocho frailes franciscanos y de los tres fieles católicos maronitas.

Los cuerpos de los once mártires fueron colocados en un sótano del convento, de donde fueron retirados en 1861 para ser colocados en dos ataúdes y enterrados en una tumba abierta en el suelo de la iglesia. Los fieles no tardaron en venerarlos como mártires y obtener gracias y milagros en el contacto con sus reliquias.

 

Ocho mártires franciscanos y tres laicos maronitas

De los mártires de Damasco, siete son franciscanos frailes menores españoles: Manuel Ruiz, superior de la comunidad, nacido en San Martín de Ollas (Burgos) el 5 de mayo de 1804 (†56 años); Carmelo Bolta, nacido en Real de Gandía (Valencia) el 29 de mayo de 1803 (†57 años); Nicanor Ascanio, nacido en Villarejo de Salvanés (Madrid) en 1814 (†46 años); Pedro Soler, nacido en Lorca (Murcia) el 28 de abril de 1827 (†33 años); Nicolás Alberca, nacido en Aguilar de la Frontera (Córdoba) el 10 de septiembre de 1830 (†30 años); Francisco Pinazo, nacido en Alpuente (Valencia) el 24 de agosto de 1802 (†58 años) y Juan Jacobo Fernández, nacido en Carballeda de Cea (Orense) el 29 de julio de 1808 (†52 años).

También forman parte del grupo de estos mártires el austriaco Engelberto Kolland, nacido en Salzburgo el 21 de septiembre de 1827 (†33 años), asimismo franciscano; y los tres seglares maronitas, lo hermanos Massabki: Francisco, casado y padre de familia, comerciante; Abd-el-Mooti, también casado y padre de familia, profesor en el colegio francisano de Damasco; y Rafael, soltero y sacristán de la iglesia franciscana en Damasco.

Los mártires de Damasco fueron beatificados por el Papa Pío XI el 10de octubre de 1926, y su fiesta se fijó para el 10 de julio, día en cuya madrugada del año 1860 tuvo lugar su martirio. Las reliquias de estos mártires son veneradas en la iglesia dedicada a San Pablo de Damasco y servida por los Franciscanos.

 

Imagen oficial para la canonización

La imagen oficial (el tapiz que se descolgará de la fachada de la basílica vaticana) de la canonización, el 20 de octubre de 2024, de los mártires franciscanos y maronitas de Damasco es obra gráfica del ilustrador Andrea Pucci, a quien se debe, entre otras cosas, el gran ciclo iconográfico de los santos que decora el interior de la parroquia romana de los Santos Fabián y Venancio.

Los santos mártires de Damasco están representados como una fraternidad en torno a la eucaristía. Los santos hermanos Massabki vivieron una relación de familiaridad y estrecha colaboración con los religiosos, siendo Francisco procurador del convento, Mooti educador en la escuela de los muchachos, Rafael disponible para cualquier necesidad.

San Manuel Ruiz, superior del convento, con estola roja, sostiene la píxide con la sagrada comunión, que es el centro de la composición. Por las actas del martirio sabemos que la noche del 9 de julio de 1860, ante el mayor peligro, todos los que eran presentes en el convento – frailes y seglares – se reunieron en la iglesia para rezar, confesarse y comulgar y encontrar fuerzas en la eucaristía. Cuando los asesinos irrumpieron en el convento, el padre Manuel Ruiz se dirigió rápidamente al sagrario para consumir las especies eucarísticas restantes. Allí, a los pies del altar, cayó víctima del odio a la fe.

A la derecha de la composición, junto al superior su vicario, Carmelo Bolta, vicario de la comunidad, mostrando la cruz de Jerusalén identificativa de la Custodia de Tierra Santa; y, arrodillado, Pedro Soler, uno de los hermanos más jóvenes de la comunidad.

A la izquierda de la composición, los tres santos hermanos Massabki, Francisco, mostrando el escudo del Patriarcado Católico Maronita; Mooti con la palma, signo del martirio; y Rafael, el más joven de los tres, con las manos cruzadas como recuerdo de su amor a la oración.

Rodeando a las figuras del primer plano se encuentran todos los demás mártires franciscanos, a cada uno de los cuales se ha intentado atribuir un parecido lo más cercano posible a su fisonomía real.

Para el fondo de la composición se ha elegido el color del cielo, mientras que, en la parte inferior, tomada de antiguas fotografías del siglo XIX, se reproduce la ciudad de Damasco, lugar del martirio y comunidad sobre la que los santos mártires ejercen su especial protección.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 11 de octubre de 2024

Por Alfonso Olmos Embid

(Director de la Oficina de Información)

 

 

 

 

 

 

La paz siempre es don y tarea. El Papa no se cansa de buscar cauces de paz para nuestro mundo en guerra. En estos días nos convoca a orar por la paz. Nos abruman los conflictos bélicos, especialmente los de Europa y Oriente Próximo. Pero no podemos olvidar otros países castigados con la beligerancia de sus habitantes, sobre todo en África, en los que actualmente tampoco se vive en paz.

Francisco nos invita a rezar y ayunar por la paz. Es un gesto aparentemente sencillo, pero lleno de significado. Ayunar con un propósito nos vincula espiritualmente. Es, como si dijéramos, otra forma de oración. Es más que dejar de comer y beber, es concentrarse en asuntos espirituales, o concentrarse espiritualmente en algunos asuntos. Pues el Papa nos invita a ayunar por la paz.

Además nos pide oraciones. Lo hace en torno a la fiesta de la Virgen María en su advocación del Rosario. Es la oración de los sencillos a la Madre. Es la oración en la que contemplamos los misterios de la vida de Jesús. María es la Reina de la Paz. En muchos pueblos y ciudades, con ese nombre, la tienen como patrona e intercesora. Es la última de las invocaciones de las Letanías Lauretanas.

A María, la Reina de la Paz, le pedimos por los territorios en guerra, por los corazones endurecidos por el odio, para que ella pueda mediar para que se logre y se alcance la paz en el mundo.

Reina de la Paz: ruega por nosotros.

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Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

“Dios camina con su pueblo” es el lema de la jornada, cuyo sentido y objetivos son, según el Papa, acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados

 

 

 

 

Pasado mañana, domingo, día 29 de septiembre, último domingo de septiembre, la Iglesia católica en todo el mundo celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. El Papa Francisco, tan cercano, tan sensible, tan comprometido con este tema, ha escrito un mensaje para la jornada, cuyo título reza “Dios camina con su pueblo”. Esta jornada eclesial y pontificia, muy veterana, 110 años, fue instituida en 1915 por el Papa Benedicto XVI.

Anima la Jornada en nuestra diócesis, la Delegación de Migraciones, cuya responsable en funciones es la religiosa scalabriniana María Angélica Tiralle, de origen argentino, y quien sucede a Leticia Gutiérrez Valderrama, también scalabriniana, y quien ha regresado a su México natal.

Y, al efecto, en la ciudad de Guadalajara se han programado varias convocatorias, todas ellas en Guadalajara: el martes 24, un círculo de silencio; el jueves 26, un café intercultural; el viernes 27 un desfile intercultural; el sábado 28, una fiesta intercultural; y el domingo 29, a las 12, eucaristía en la concatedral, presidida por el obispo.

 

 

Ocho ideas del mensaje del Papa Francisco

En su mensaje para esta jornada, titulado, como ya se dijo, “Dios acompaña a su pueblo”, Francisco relaciona las migrantes y la citada jornada con el sínodo. Asimismo, hace analogía entre el éxodo bíblico y el éxodo de los migrantes y se detiene a considerar las distintas formas mediante las cuales Dios acompañó a su pueblo en el éxodo bíblico y cómo lo hace ahora y recuerda que el encuentro con el migrante es encuentro con Cristo.

(1) Iglesia sinodal y migrantes y refugiados: “La sinodalidad se presenta principalmente como camino conjunto del pueblo de Dios y como fecundo diálogo de los carismas y ministerios, al servicio del acontecimiento del reino. Poner el énfasis en la dimensión sinodal le permite a la Iglesia redescubrir su naturaleza itinerante, como pueblo de Dios en camino a través de la historia, peregrinante, diríamos «emigrante» hacia el reino de los cielos”

(2) El éxodo del pueblo de Israel: “La referencia al relato bíblico del Éxodo, que presenta al pueblo de Israel en su camino hacia la tierra prometida, resulta evocador: un largo viaje de la esclavitud a la libertad que prefigura el de la Iglesia hacia el encuentro final con el Señor”.

(3) El éxodo de los migrantes de nuestro tiempo: “Análogamente, es posible ver en los emigrantes de nuestro tiempo, como en los de todas las épocas, una imagen viva del pueblo de Dios en camino hacia la patria eterna. Sus viajes de esperanza nos recuerdan que «nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como salvador el Señor Jesucristo» (Filipenses 3,20).

(4) Similitudes de ambas imágenes: “Las dos imágenes –la del éxodo bíblico y la de los migrantes– guardan ciertas similitudes. Al igual que el pueblo de Israel en tiempos de Moisés, los migrantes huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo.

Y así como los hebreos en el desierto, también los emigrantes encuentran muchos obstáculos en su camino: son probados por la sed y el hambre; se agotan por el trabajo y la enfermedad; se ven tentados por la desesperación.

Pero la realidad fundamental del éxodo, de cada éxodo, es que Dios precede y acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar. La presencia de Dios en medio del pueblo es una certeza de la historia de la salvación: «El Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado» (Deuteronomio 31,6)”.

(5) Distintas formas de presencia y compañía en el éxodo bíblico: “Para el pueblo que salió de Egipto, esta presencia se manifiesta de diferentes formas: la columna de nube y la de fuego muestran e iluminan el camino (Éxodo 13,21); la carpa del encuentro, que custodia el arca de la alianza, hace tangible la cercanía de Dios (Éxodo 33,7); el asta con la serpiente de bronce asegura la protección divina (Números 21,8-9); el maná y el agua son los dones de Dios para el pueblo hambriento y sediento (Éxodo 16-17). La carpa es una forma de presencia particularmente grata al Señor. Durante el reinado de David, Dios se negó a ser encerrado en un templo para seguir habitando en una carpa y poder así caminar con su pueblo, y anduvo «de carpa en carpa y de morada en morada» (1 Crónicas 17,5)”.

(6) Formas de presencia y compañía actuales: “Muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino. A Él, en la oración, confían sus esperanzas. Imaginemos cuántas biblias, evangelios, libros de oraciones y rosarios acompañan a los emigrantes en sus viajes a través de desiertos, ríos y mares, y de las fronteras de todos los continentes”.

(7) El encuentro con el migrante, encuentro con Cristo: “Por eso, el encuentro con el migrante, como con cada hermano y hermana necesitados, «es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo él mismo. Es él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos.

El juicio final narrado por Mateo en el capítulo 25 de su evangelio no deja lugar a dudas: «Estaba de paso, y me alojaron» (v. 35); y de nuevo, «les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (v. 40).

Por eso, cada encuentro, a lo largo del camino, es una oportunidad para encontrar al Señor; y es una oportunidad cargada de salvación, porque en la hermana o en el hermano que necesitan nuestra ayuda, está presente Jesús. En este sentido, los pobres nos salvan, porque nos permiten encontrarnos con el rostro del Señor”.

(8) Rezar y hacer caminar juntos por quienes tienen que abandonar su tierra: “En esta Jornada dedicada a los migrantes y refugiados, unámonos en oración por todos aquellos que han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida dignas. Sintámonos en camino junto con ellos, hagamos juntos «sínodo» y encomendémoslos a todos, así como a la próxima asamblea sinodal, a la intercesión de la bienaventurada Virgen María, signo de segura esperanza y de consuelo en el camino del pueblo fiel de Dios”.

 

El cartel de la jornada

El padre dominico Xabier Gómez, de origen vasco, de 54 años y director, desde 2021, del Departamento de Migraciones de la CEE, describe el cartel de esta jornada eclesial, cuya imagen acompaña estas líneas. De su comentario, entresacamos otras ocho ideas principales:

(1) Un pueblo en marcha: “Pueblo de Dios, pueblo en marcha, pueblo en movilidad. En la Iglesia, caminamos juntos con el reto de no dejar a nadie atrás.

(2) Un pueblo guiado por una Cruz: Contemplamos una caravana de migrantes, una familia y una cruz hacen presente el signo del Dios de Jesús identificado con quienes están en «éxodo» hacia países donde labrarse un futuro en paz y dignidad. Esta imagen nos invita a reconocer a Dios presente caminando con y entre su pueblo migrante”.

(3) Un pueblo portador de oportunidades, no de amenazas: “Son personas que han llegado hasta nuestros pueblos, ciudades y comunidades, portadoras de oportunidades y no de amenaza. Así nos lo recuerda la reciente exhortación pastoral de la CEE Comunidades acogedoras y misioneras, hoja de ruta para la revitalización misionera de nuestras parroquias y diócesis desde la pastoral con personas migradas”.

(4) Un pueblo que profundiza la catolicidad y abraza la diversidad: “Todo comienza con una renovada experiencia del Dios de Jesús, una mirada desideologizada que profundiza en la catolicidad y abraza la diversidad, iniciando procesos y abriendo horizontes más allá de la enfermiza autorreferencialidad”.

(5)  Un pueblo que busca dignidad y ha de ser acogido: “Contemplando la marea humana que en tantos lugares del mundo se desplaza huyendo de la falta de trabajo y de seguridad, de sequías y hambrunas, de guerras y desesperanza, acogemos sus vidas, sus historias, para protegerlos de la indiferencia, las rutas mortíferas, las mafias, el racismo o la aporofobia”.

(6) Un pueblo que tiene derecho a elegir si migrar o quedarse en su tierra: “Promoviendo con ellos las condiciones que les permitan elegir libremente si migrar o quedarse, el derecho a la vida, la dignidad, la ciudadanía plena, el acceso al trabajo digno, la vivienda, la sanidad, la cultura, los deberes sociales y las oportunidades de aportar a la sociedad que los recibe.

(7) Un pueblo aliado nuestro:  Ellos son aliados para defender nuestro estado de bienestar. La preocupación por la identidad propia o la seguridad es legítima, pero no a costa de la hostilidad o el supremacismo”.

(8) Un pueblo para el que Dios reclama hospitalidad: “En la Escritura Dios nos pide ofrecer hospitalidad. Sintonicemos nuestra mirada con la de Cristo, con su Espíritu que garantiza la armonía en la diversidad. Dios camina con su pueblo y le anuncia la paz. ¿Querrás caminar humildemente con él?”.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 27 de septiembre de 2024

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Dos del siglo XX (los papas Juan XXIII y Juan Pablo II), tres del siglo XIX, dos más del siglo XVI y el ya atemporal san Francisco de Asís, entre los santos del mes

 

 

 

 

El mes de octubre comienza ya con una extraordinaria figura en el santoral: santa Teresita de Lisieux, monja carmelita descalza francesa de finales del siglo XIX (1873-1897).

De nombre civil y de pila Françoise Marie Thérèse Martin Guerin, nació en Alençon (Normandía) el 2 de enero de 1873. Tras la muerte de su madre, en plena infancia de Teresita, su familia se trasladó a Lisieux, también Normandía, en cuyo Carmelo Descalzo ingresó a los 15 años de edad, tomando el nombre de Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz.

Otras cuatro hermanas suyas fueron también Carmelitas Descalzas en Lisieux. Pronto le visitó la enfermedad, ofreciendo sus sufrimientos, oraciones y sacrificios por las misiones. Murió tuberculosa en 1897.

El Papa Pío XI la beatificó en 1923, la canonizó 1925 ante una inmensa multitud y en 1927 la declaró patrona de las Misiones. Juan Pablo II la hizo doctora de la Iglesia en 1997.

Bajo el título «Historia de un alma», libro publicado por primera vez al año de la muerte de Santa Teresa del Niño Jesús, se recogen la biografía y las memorias espirituales de la «doctor amoris» (doctora del amor). Es un libro delicioso y ya universal.

Sus padres, Louis Martin y Celine Guerin, fueron beatificados en 2008 por Benedicto XVI y canonizados en 2015 por Francisco.

 

3 de octubre, San Francisco de Borja

 

Un espléndido óleo realista, de gusto romántico y de matriz dentro de la pintura histórica, de José Moreno Carbonero, del año 1884, está dedicado a la conversión de san Francisco de Borja ((1510-1572)

Era el mes de mayo de 1539. Francisco de Borja, entonces marqués de Lombay y luego IV duque de Gandía, contempla el cadáver putrefacto de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I de España.  Entonces, el noble, que había asistido a la reina, pronunció la frase: «Nunca más, nunca más servir a señor que se me pueda morir», ingresando siete años después (tras la muerte de su esposa Leonor de Castro) en la Compañía de Jesús, fundada en 1534 por san Ignacio de Loyola y de la que llegaría a ser general.

Emparentado directamente con la nobleza y la realeza e incluso bisnieto del Papa Alejandro VI, su vida discurrió entre los cánones convencionales de la aristocracia hasta que, en 1547, una vez fallecida su esposa, como queda dicho, y a pesar de que era virrey de Cataluña, se hizo jesuita y en 1551 fue ordenado sacerdote. Renunció a la propuesta real y papal de ser nombrado cardenal y a todos sus títulos nobiliarios.

En 1565, fue elegido propósito general de la Compañía de Jesús, tras la muerte de Diego Laínez. Falleció en Roma el 30 de septiembre de 1572. Es santo desde 1671.

 

Día 4, san Francisco de Asís

 

En las vísperas del 4 de octubre de 1226 falleció en Asís, en la Porciúncula, Francisco de Asís, el mínimo, enfermo y dulce Francisco, el hermano universal, el cristiano que más se ha parecido a Jesucristo, el padre de la gran familia franciscana.

Francisco nació en Asís en 1182. A los veinte años es hecho prisionero en una de las múltiples batallas que asolaban el centro de Italia. Comenzó así el proceso de su conversión, que se prolongó durante unos siete años, mientras Francisco sintió escuchar de un icono de un Cristo bizantino en la derruida ermita de San Damián, en las afueras de Asís, aquel «Francisco, ven y repara mi casa».

En 1209, Francisco, junto a sus primeros hermanos, peregrina a Roma para conseguir la aprobación del Papa. Concedida esta, comienza su vida peregrina, penitente, orante, pobre, evangelizadora: Siria, Santiago de Compostela, Tierra Santa. En 1212, de su mano y de la mano de Clara de Asís, nace la segunda orden franciscana, la rama femenina.

Mientras franciscanos y franciscanas crecen y renuevan la Iglesia por doquier y Francisco experimentaba épocas de gran desolación y otras de gran consolación, en 1223 un nuevo Papa confirmó definitivamente la regla franciscana.

 

Santa Soledad Torres y San Juan XXIII, el día 11

 

En Madrid, el 2 de diciembre de 1826, nació santa Soledad Torres Acosta, quien fue bautizada como Bibiana Antonia Manuela Torres Acosta. Atraída por la vida religiosa desde niña, colaboraba con una casa para personas mayores necesitadas regida por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en la parroquia de San Martín de Madrid.

Quiso ser monja dominica, pero hubo de esperar. Entonces, conoció el proyecto del sacerdote servita de Chamberí Miguel Martínez y Sanz, que quería formar un grupo de mujeres que tuvieran cuidado de enfermos sin recursos en sus mismos domicilios. Junto a otras seis compañeras, el 15 de agosto de 1851 tomó el hábito, cambió su nombre por el de María Soledad y nació la Congregación de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos.

Sorteando numerosas dificultades, pretericiones y defecciones, con la colaboración del capuchino Gabino Sánchez y el apoyo de la Reina Isabel II de España, evitó la supresión de las Siervas de María, redactó sus constituciones y la congregación fue aprobada en 1876 por León XIII, difundiéndose pronto por toda España y América.

Murió en Madrid en 1887, el 11 de octubre, fecha de su memoria litúrgica. Fue beatificada por Pío XII y canonizada por Pablo VI.

Por su parte, Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte (Bérgamo), en el seno de una familia de humildes labriegos. De 1892 a 1904 cursa la formación sacerdotal en Bérgamo y en Roma. Doctorado en Teología y especialista en Historia de la Iglesia, el 10 de agosto de 1904 fue ordenado sacerdote.

Fue secretario del obispo de Bérgamo, es movilizado en la I Guerra Mundial, tras la cual es nombrado director espiritual del seminario de Bérgamo. Fue de 1921 a 1925 presidente para Italia de la Obra Pontificia para la Propagación de la Fe. Es ordenado obispo el 19 de marzo de 1925 y nombrado visitador apostólico de Bulgaria. En 1934 es nombrado delegado apostólico en Turquía y Grecia y administrador apostólico para los cristianos de rito latino de Constantinopla.  De 1944 a 1952 es nuncio apostólico en Francia.

Creado cardenal en 1953, fue nombrado patriarca de Venecia. Cinco años después fue elegido Papa. Tomó el nombre de Juan XXIII. Convocó el Concilio Vaticano II. Falleció el 3 de junio de 1963. Es el Papa bueno, el Papa del pueblo, el Papa del cambio. Fue beatificado en 2000. Es santo desde 2014.

 

15 de octubre, Santa Teresa de Jesús

 

El 28 de marzo de 1515 nació en Ávila Teresa de Cepeda y Ahumada. A los 18 años entró en el Carmelo, pero hasta los 39 años no comenzaría la etapa definitiva de su vida: el miércoles de ceniza de 1554, se produce la conversión ante la imagen de un Cristo muy llagado. Es entonces cuando funda  en Ávila el convento carmelitano de San José  y cuando inicia su obra reformadora y comienza a escribir obras capitales de la historia de la espiritualidad («El libro de la vida», «Camino de perfección», «Castillo interior», «Las moradas») y que en 1970 la llevarían a ser declarada doctora de la Iglesia.

Emprendió la reforma del Carmelo, al compás de la reforma católica del siglo XVI, y fundó conventos –hasta diecisiete conventos ya del Carmelo Descalzo- en distintas localidades como Medina del Campo, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Malagón, Burgos, Segovia, Beas de Segura y llegó hasta Sevilla.

Maestra de vida y oración, fémina inquieta y andariega, reformadora, ascética y mística, fuerte y sensible, apasionada por Jesucristo y fiel hija de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús falleció en Alba de Tormes en 1582. Su fiesta es el 15 de octubre.

 

22 de octubre, San Juan Pablo II

 

Karol Jozef Wojtyla nació en Wadowice (Polonia) el 20 de mayo de 1920. Con tanto solo 20 años, y ya muertos sus padres y su único hermano y Polonia invadida por el ejército nazi, Karol, que prometía ser actor y escritor, al enfrentarse a la realidad del mal, descubre que solo el amor de Jesucristo es la clave de la felicidad que anhela el corazón del hombre. Ingresa en el seminario de Cracovia, estudia en Roma y es ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946.

La universidad y los jóvenes fueron los principales ámbitos de los doce años de su ministerio como sacerdote. Su patria polaca se enfrentaba entonces a otro de los grandes males del siglo XX: el comunismo. Karol Wojtyla es obispo auxiliar de Cracovia de 1958 a 1962 y arzobispo metropolitano de esta misma sede durante 16 años.

Cardenal desde 1967, el 16 de octubre de 1978 es elegido Papa con el nombre de Juan Pablo II. Durante más de veintiséis inolvidables años, desarrolla un admirable ministerio petrino. Fallece, tras ser visitado durante años por la cruz, el 2 de abril de 2005. Fue beatificado en 2011 y canonizado en 2014.

 

San Antonio María Claret, día 24

 

San Antonio María Claret fue un magnífico pastor -sacerdote y obispo-, un gran formador de pastores y de misioneros, un excelente reformador de la vida religiosa -amén de fundador-, un ardiente predicador, un espléndido y creativo catequista, un incansable promotor vocacional, apóstol de élites -fue confesor de la Reina Isabel II- y hombre del pueblo. Fue un misionero en el sentido más pleno del término.

De los rasgos de su retrato espiritual sobresalen su amor a Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia y su intensa devoción mariana. Dotado de verbo encendido y de pluma ágil, escribió un centenar de obras propias (15 libros y 81 opúsculos), escribió «Camino recto y seguro para llegar al cielo»" (1846), «Catecismo de la Doctrina Cristiana» (1848) y de otros muchos títulos, todos ellos de carácter pastoral y espiritual. Del «Catecismo» se han hecho 185 ediciones, con más de cuatro millones de libros vendidos, y «Camino recto» es, después de la Biblia, uno de los libros de los que se han hecho más ediciones en su catalán natal.

Nacido el 23 de diciembre de 1807, su memoria litúrgica es el 24 de octubre, fecha de su muerte en 1870.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 4 de octubre de 2024

Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

“Dives Toletana” gótica

que a los reyes de Castilla

su Vieja y Nueva capilla

prestas cual cripta patriótica.

Tu belleza es tan hipnótica

que en tu interior se arrodilla

la complacencia del gozo,

el sabor del alborozo

y de asombro tal gavilla

que todo halago… fuera esbozo.

 

 

¿Se puede ser, toledana

catedral de San Fernando,

más castellana que tú,

si la vista va volando

de divisa castellana

hasta otra divisa hermana…?

Suavidad de canesú

catedral de las capillas

de reyes de dos Castillas

que en verso estoy visitando.

 

A Castilla contemplando

en ábsides y cruceros,

vidrieras, puertas, guerreros,

en arcos que van formando

bóvedas de crucería

y columnas de armonía.

¡Toledo, la de los reyes

en sus capillas durmientes

sobre sepulcros yacentes

que a la eternidad son muelles!

 

 

Toledo, que Sancho el Bravo

hizo capilla real,

tu cuartelada señal

no conoce menoscabo.

Por ti muestran tus capillas

las armas de las Castillas.

Podrá partir la política

una tierra en las que quiera

que rompe toda frontera

pétrea Historia granítica.

 

Junto a ¡Dios, Dios de los cielos!

exclaman naves y emblemas.

otras verdades supremas,

bóvedas, paredes, suelos…

y hasta del coro sus sillas,

y órganos que en sones suenan

con certezas que nos llenan:

¡que son dos las dos Castillas,

y que en Toledo resuenan

sus cuarteles por capillas!

 

Si los reyes de Castilla

te eligieron por descanso,

y por su final remanso

en una doble capilla,

a decirte bien procedo,

noble ciudad de Toledo,

que eres corte de Castilla

y curia que más le brilla

a Castilla castellana.

¡Lo Transparente así mana!

 

 

Juan Pablo Mañueco,

escritor, periodista y Premio Cervantes de Castilla-La Mancha, 2016



Bibliografía del autor:

https://biblioteca-virtual.fandom.com/es/wiki/Juan_Pablo_Ma%C3%B1ueco

 

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