Domingo 12 de julio de 2015

 

MENSAJE DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS MIGRACIONES

Para transportar mercancías y productos por todo el mundo, la economía global se confía en gran medida en la industria marítima, apoyada por una fuerza de trabajo de alrededor de 1,2 millones de marineros que, en los mares y en los océanos, gobiernan las naves de todo tipos y dimensión y, a menudo, se enfrentan a las poderosas fuerzas de la naturaleza.

Por el hecho de que los puertos se han construido lejos de las ciudades y por la rapidez de la carga y descarga de las mercancías, las tripulaciones de estos barcos son personas invisibles. Como individuos no reconocemos la importancia y los beneficios que la profesión marítima ofrece a nuestras vidas, pero somos conscientes de su trabajo y de sus sacrificios sólo cuando ocurre alguna tragedia.

A pesar del desarrollo tecnológico que hace más cómoda la vida a bordo y facilita la comunicación con los seres queridos, los marineros se ven obligados a pasar largos meses en un espacio cerrado, lejos de sus familias. Normas restrictivas e injustas a menudo les impiden bajar a tierra cuando están en puerto y la continua amenaza de la piratería en numerosas rutas marítimas añade estrés durante la navegación. Estamos convencidos de que la ratificación y entrada en vigor de la Convención sobre el trabajo marítimo (2006) en un número creciente de países, acompañadas por controles eficaces por parte de cada gobierno, se traducirá en una mejora tangible de las condiciones laborales a bordo de todas las naves.

La situación actual de guerra, violencia e inestabilidad política en diversos países ha creado un nuevo fenómeno que está afectando al sector de los transportes marítimos. Desde el año pasado, junto con las Guardias costeras y las fuerzas navales de Italia, Malta y la Unión Europea, los buques mercantes que transitan por el mar Mediterráneo participan activamente en lo que se ha convertido en un rescate cotidiano de miles y miles de emigrantes, que buscan alcanzar sobre todo las costas italianas en todo tipo de embarcaciones abarrotadas e inapropiadas para la navegación.

Desde tiempo inmemorial los marineros cumplen con la obligación de prestar asistencia a las personas en peligro en el mar, en cualquier condición. Sin embargo, como se ha señalado por otras organizaciones marítimas, para los buques mercantes rescatar emigrantes en el mar representa un riesgo para la salud, el bienestar y la seguridad de sus tripulaciones. Los buques comerciales están diseñados para el transporte de mercancías (contenedores, petróleo, gas, etc.), mientras que los servicios de a bordo (alojamiento, cocina, baños, etc.) están construidos de acuerdo con el número limitado de miembros de la tripulación. Por lo tanto, estas naves no están equipadas para prestar asistencia a un gran número de emigrantes.

Los marineros están profesionalmente cualificados para su trabajo y están capacitados para gestionar algunas situaciones de emergencia, pero el rescate de cientos de hombres, mujeres y niños que intentan frenéticamente subir a bordo para estar seguros, es algo para lo que ningún curso de formación de la escuela marítima los ha preparado. Por otra parte, el esfuerzo realizado para salvar a tantas personas como sea posible y, a veces, la visión de cuerpos sin vida flotando en el mar, representan una experiencia traumática que deja a los miembros de la tripulación exhaustos y psicológicamente estresados, hasta el punto de necesitar un apoyo psicológico y espiritual específica.

En el Domingo del Mar, como Iglesia católica, queremos expresar nuestra gratitud a los marineros en general, por su fundamental contribución al comercio internacional. Este año en particular, queremos reconocer el gran esfuerzo humanitario realizado por las tripulaciones de los buques mercantes que, sin dudarlo, y a veces con riesgo para sus vidas, se han implicado en numerosas operaciones de rescate, salvando las vidas de miles de emigrantes.

Nuestro reconocimiento también se dirige a todos los capellanes y voluntarios del Apostolado del Mar por su compromiso cotidiano al servicio de la gente del mar; su presencia en los puertos es signo de la Iglesia en medio de ellos y muestra el rostro compasivo y misericordioso de Cristo.

En conclusión, al tiempo que hacemos un llamamiento a los gobiernos europeos y a los de proveniencia de los flujos migratorios, así como a las organizaciones internacionales para que colaboren en la búsqueda de una solución política duradera y definitiva, que ponga fin a la inestabilidad existente en aquellos países, también solicitamos que se comprometan más recursos no sólo para misiones de búsqueda y rescate, sino también para prevenir la trata y la explotación de personas que huyen de condiciones de conflicto y pobreza.

 

Antonio María Card. Veglió

Presidente

 

 

A los hombres y mujeres del mar en la festividad de nuestra patrona, nuestra Señora la Virgen del Carmen

 

«Estrella luciente, amparadnos vos»

 

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta.

 

Por nuestra propia experiencia comprendemos bien las gentes del mar estas palabras de santa Teresa. Sublimes palabras que son la ex­presión de la más honda seguridad que un creyente alcanza en la vida y que en los momentos difíciles de nuestras familias son la única cer­teza que no nos abandona. Son, a la vez, la constatación de que la vida tiene un componente esencial de inseguridad y de preocupación y de que solo Dios puede satisfacer nuestras ansias infinitas de paz.

Santa Teresa, cuyo V Centenario del nacimiento estamos celebran­do, tuvo la gracia de vivir un camino de fe que desde una infancia ale­gre y piadosa la llevó a los planteamientos más profundos de la vida. Fue una mujer que tuvo el coraje de no arrugarse ante los difíciles re­tos que la realidad de su tiempo le planteaba. Es una santa encarnada en su tiempo y que miró de frente a los miedos de la vida. Por eso toda su persona nos trasmite una experiencia de fe en la que pudo sentir que la vida solo tiene sentido cuando está fundamentada en Dios.

La gran misión que Dios le tenía reservada a Teresa de Ávila fue la reforma de la Orden del Carmelo. Por eso es una santa a la que nos sentimos tan unidos todos los hombres y mujeres del mar. Y la fies­ta de la santísima Virgen del Carmen, nuestra patrona común, es la ocasión que la Iglesia nos ofrece para unirnos de una manera muy singular a este gran gozo del Año Jubilar del nacimiento de santa Te­resa de Jesús.

Para nosotros, los hombres y mujeres del mar, la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Carmen, es la celebración que nos une de un modo especialísimo cada año en nuestros gozos y necesidades. De un modo especial sentiremos, en este año, con toda la Orden del Car­melo, el maravilloso regalo de luz y de fe que la Virgen nos hizo en santa Teresa. Por eso, también nosotros, como ella, nos ponemos en el regazo de la Madre del Carmelo y le decimos: «Estrella luciente, amparadnos Vos».

Con santa Teresa le pedimos a la santísima Virgen del Carmen que los hombres y mujeres del mar seamos en nuestros días y en nuestros pueblos testigos vivos de esa fe que nuestra vida ligada al mar nos descubre. Porque también las gentes del mar tenemos el don de una fe que nos dice, como a Teresa de Ávila, que en los momentos definitivos de la vida solo Dios basta.

Quiero con todos vosotros recordar en nuestra fiesta del Carmen a los náufragos de todos los mares, especialmente a los muchos que han perdido la vida en nuestros mares en este año. Para ellos va nuestro recuerdo más doloroso y nuestra oración más sentida. Que descansen en paz en el Señor de sus muchas fatigas.

También le pedimos a la Virgen del Carmen por todas las gentes del mar que están pasando dificultades, bien sea por enfermedad, por fal­ta de trabajo o por cualquier otro problema personal o familiar.

Un año más gritamos a toda nuestra sociedad y a nuestros gober­nantes para que volvamos nuestros ojos a los grandes problemas de las gentes del mar. El trabajo en el mar es el más duro de nuestra so­ciedad, tanto para el trabajador como para su familia. Todavía queda una ingente tarea que realizar en la dignificación de las condiciones de vida de los hombres y mujeres del mar.

 Que vivamos todos una feliz fiesta de nuestra patrona y que, como cada año, nuestras parroquias y nuestros puertos marineros expresen en ese día la ale­gría de sentir el cariño y la protección de nuestra Madre del cielo.

Unidos a todos desde el corazón, os bendigo en el Señor.

 

Luis Quinteiro Fiuza Obispo de Tui-Vigo y Obispo Promotor del Apostolado del Mar de la Conferencia Episcopal Española

La prudencia, guía experta para el camino

Con motivo de la celebración del día de Responsabilidad en el Tráfico, el día 5 de julio, el obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara y presidente del correspondiente departamento de la Conferencia Episcopal Española, José Sánchez, junto con el obispo Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, Ciriaco Benavente, han dirigido el siguiente mensaje.

 

Queridos hermanos y amigos:

Como en años anteriores, entorno a de la fiesta de San Cristóbal y en el inicio de las vacaciones de verano, desde la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal, en la tarea que corresponde al Departamento de la Pastoral de la Carretera, os hacemos llegar nuestro saludo afectuoso a todos vosotros, cuya vida y actividad están relacionadas con la carretera. Nos dirigimos, en primer lugar, a los camioneros, transportistas, taxistas, conductores de autobuses, de autocares, de ambulancias, bomberos, guardia civil, policía de tráfico, cofradías de san Cristóbal, asociaciones de transportistas. Nos dirigimos también a las personas que cada día pasáis buena parte de vuestro tiempo al volante por razones de trabajo, necesidad o esparcimiento. Y a vosotros los motoristas, ciclistas y peatones que, de una u otra manera, hacéis uso de las vías públicas: Que la paz, la alegría y la bendición del Señor, estén siempre con vosotros.

Desde la DGT continuamente nos  están invitando a todos los conductores  a la prudencia y al respeto de las normas. Es lógico, porque en ello está en juego la vida de muchas personas. Cumplen con su deber velando por la seguridad de los demás, aunque en ello vaya incluida la consecuencia desagradable de sancionar las infracciones.

Cuando conducimos un vehículo, es mucha la responsabilidad que asumimos con respecto a nuestra integridad física y en relación con los otros usuarios de la vía pública, a los que, debido a un mal comportamiento,  podemos herir o matar, aunque no sea esa nuestra intención.

 “Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de iniciativa y del dominio de sus actos” (1) capaz de “hacer el bien y evitar el mal” (GS 16).

La Prudencia, guía experta para el camino”.

 La prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales con la justicia, la fortaleza y la templanza y la hemos escogido como   guía de la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico de 2015.

“La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo” (2). Si esto es verdad en cualquier circunstancia, lo es mucho más a la hora de hacer uso de la vía pública cuando, el resultado de mis actos es irrevocable, en un posible accidente con  heridos y muertos por medio.

La prudencia, dice Santo Tomás, es la “regla recta de la acción” (3)  ya que es ella quien guía directamente el juicio de conciencia, y el hombre prudente, decide y ordena su conducta según este juicio (4).

La sabiduría popular nos ha dejado no pocos ejemplos referidos  en forma de refranes que seguramente, con relativa frecuencia, repetimos: “Lo importante es llegar”. “Vale más tarde que nunca”, “Las prisas para nada son buenas”. “Vísteme despacio, que tengo prisa”. “Dar tiempo al tiempo”…

Estamos en pleno Año Jubilar del V Centenario de Santa Teresa de Jesús y, desde el Departamento de Pastoral de la Carretera, queremos verla de nuevo por nuestras calles y caminos. A su pluma debemos estas bellas palabras que hacemos nuestras: “el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega” (Vida 19, 12).

Como “mujer inquieta y andariega” (5), la calificaron ya en su tiempo. “Pasó con sus sandalias desgastadas - dice el Papa Francisco - recorriendo caminos polvorientos: Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Duruelo, Toledo, Pastrana, Salamanca, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca de la Cruz, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada, Burgos y Alba de Tormes” (6).

Es hora de caminar” (7). Santa Teresa de Jesús sabe mucho de caminos y de movilidad. Durante los últimos 15 años, fundó 17 monasterios de monjas y 15 de frailes. Falleció en  Alba de Tormes en el 1582 a los 67 años, en uno de sus viajes de fundaciones.

Refiriéndose a Santa Teresa, dice el Papa Francisco: “La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los hombres.  ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor tras las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera recordar cuatro que me hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo” (8).

Es verdad, que en los quinientos años que nos separan del nacimiento de Santa Teresa, los tiempos han cambiado y que aquellos caminos, nada tienen que ver con los de hoy en día; como tampoco son lo mismo los medios de locomoción que usaban y que ahora usamos nosotros. Pero, como dice el Papa Francisco, “el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo” sigue siendo válido ahora como entonces; también, cuando conducimos o somos compañeros de viaje y, como al Papa, pueden hacernos mucho bien.

Camino de la alegría

Una cualidad sobresaliente en santa Teresa de Jesús es la alegría: "Tristeza y melancolía - dice ella - no las quiero en mi casa” y se enfrentaba a la vida, no sólo con serenidad, sino con buen humor y con gozo: ”No dejen de andar alegres y sirviendo”, recomendaba. (Camino 18, 5).

Cuánto debemos aprender de ella. Cuando viajamos en familia o en  compañía. Qué buenos momentos podemos aprovechar para dialogar en un clima distendido y hacer un viaje feliz. Desgraciadamente, con demasiada frecuencia, al menor contratiempo, nos enfadamos y perdemos la serenidad y la compostura, con la correspondiente  distracción y falta de atención a la carretera.

Camino de la oración

Si “entre los pucheros anda Dios” (Fundaciones 5,8), como dice la Santa, también anda Dios en nuestras carreteras y vehículos. Nuestro coche, nuestra cabina, nuestro taxi y demás vehículos, pueden ser lugares de oración,  que ella describe "no ser otra cosa, sino tratar de amistad,… con quien sabemos que nos ama” (Vida 8,5).

No se trata de convertir nuestro vehículo en una capilla, pero sí de crear un clima que nos invite a dirigirnos a Dios con una breve oración, una sencilla mirada al cielo,  haciendo la señal de la cruz  al iniciar o terminar el viaje, o escuchando orar a los acompañantes o por la radio, con tal de que sea compatible con nuestra atención a la conducción.  

Camino de fraternidad

Qué bien suenan estas palabras, “camino de fraternidad”. Aplicadas a la carretera, nos invitan a ser positivos a la hora de compartir vehículo y camino.

El camino ha hecho muchos amigos y ha dado múltiples oportunidades para ayudar al prójimo en algún problema. Cuando se comparte vehículo, no es momento de sacar trapos sucios de familia o de amigos, que, aparte de amargarnos el viaje, pueden alterarnos y repercutir en la seguridad vial.

No hay cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman”, dice la Santa. (Camino de Perfección 4,5). A ella le gustaba el buen humor, la sencillez y la naturalidad hasta el punto de afirmar que: "cuanto más santos, han de ser más conversables."

Camino del propio tiempo

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta. ¡Sólo Dios basta!” (Poesía de la Santa).

Seguro que a muchos de vosotros, estas palabras de santa Teresa os son familiares y, referidas ahora, al ajetreo del tráfico, nos invitan a la prudencia,  al sosiego, a dar tiempo al tiempo y a no dejarnos atrapar por las prisas, que nunca son buenas  consejeras.

Prisas y volante, generalmente se llevan muy mal; así lo dicen las estadísticas de la DGT con un 22% de los accidentes mortales en nuestras carreteras.

Nada te turbe… la paciencia todo lo alcanza.” Sería bueno repetirnos estas palabras de la Santa una y mil  veces cuando sufrimos un atasco, tenemos una avería u otro contratiempo.

CONCLUSIÓN

En no pocas ciudades y pueblos de nuestra geografía,  durante estos días de julio, promovido por las cofradías de san Cristóbal o asociaciones de transportistas, son muchos los conductores, profesionales o no, que os  reunís  festivamente para participar fraternalmente  en la santa Misa, asistir a la bendición de los vehículos y comer juntos. Nos unimos de corazón a la alegría de la fiesta del santo patrono, sin olvidarnos de las dificultades que muchos de vosotros estáis pasando, debido a la crisis  que no termina de desaparecer.

“La Iglesia, madre de puertas abiertas, siempre está en camino hacia los hombres para llevarles aquel “agua viva” (cf. Jn 4,10) que riega el huerto de su corazón sediento” (9).

A todos y a cada uno  de los conductores, juntamente con vuestras familias,  pero de modo muy especial a los profesionales del volante, os tenemos muy presentes  en nuestras oraciones y en nuestro afecto y os deseamos  unas felices  fiestas  de san Cristóbal 2015, con la alegría, buen humor y  gozo que irradia santa Teresa de Jesús.

 

Que la Santísima Virgen María,  tan cercana en las familiares advocaciones de vuestro pueblo o  ciudad, os acompañe y bendiga con San Cristóbal.

 

    De corazón, y  con todo afecto,  os bendecimos  en el Señor

 

Madrid, día 5 de julio de 2015

 

+ Ciriaco Benavente Mateos

Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones

+ José Sánchez González

Presidente del Departamento de Pastoral de la Carretera

 

 

NOTAS:

 

(1)       Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1730                                                   

(2)       (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1806)

(3)       (S. TH. 2-2, 47,2)

(4)       (Cf. Catecismo de la Iglesia católica nº 1806)

(5)       Filippo Sega, nuncio papal en España en 1578        

(6)       Mensaje del Papa Francisco al obispo de Ávila el 28 de marzo de 2015

(7)       Ana de San Bartolomé

(8)       Mensaje del Papa Francisco con motivo del V centenario del nacimiento de         Santa Teresa de Jesús del 15 de octubre de 2014

(9)       Ídem

 

LITURGIA JORNADA DE LA RESPONSABILIDAD EN EL TRÁFICO (clica este enlace)

 

 

El día 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebramos el Día del Papa y la colecta llamada desde los primeros siglos Óbolo de San Pedro.

En el Día del Papa estamos invitados, de manera especial, a meditar en el ministerio del Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, a orar por él y a contribuir con nuestras limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad. 

El Romano Pontífice, como Sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de la multitud de los fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Es el Vicario de Cristo. 

Ya en la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba insistentemente a Dios por él (cfr. Hc 12, 59). Hoy toda la Iglesia tiene el deber de orar por el Papa. Cuando oramos por el Sucesor de Pedro, que “preside la caridad de todas las Iglesias”, como afirmó San Ignacio de Antioquia, pedimos que la Iglesia se mantenga fiel a su magisterio, para que, como los primeros cristianos, vivamos como hermanos arraigados firmemente en el amor y en la caridad. 

Junto con la oración y el agradecimiento, esta Jornada es una llamada a colaborar con nuestras limosnas y donativos a la colecta especial. A través de ella ayudamos al Papa para que pueda realizar su misión a favor de la Iglesia Universal y de los más pobres de la tierra. 

Francisco (en latín, Franciscus PP.), de nombre secular Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, Argentina; 17 de diciembre de 1936) es el 266.º y actual papa de la Iglesia católica. Como tal, es el jefe de Estado del Estado de la Ciudad del Vaticano. Tras la renuncia al cargo de Benedicto XVI, fue elegido el 13 de marzo de 2013 en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave.

La encíclica Laudato Sii del papa Francisco, de 246 puntos y firmada el domingo de pentecostés, da comienzo con el cántico de las criaturas de San Francisco de Asís, para a continuación lamentar el daño que con nuestros pecados hacemos en la “hermana agua, hermana tierra”.

En la introducción, Francisco hace un repaso a las palabras de sus predecesores, desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, sobre el cuidado de la naturaleza y prosigue citando textos de líderes no católicos que también lamentan el daño a la creación por parte del hombre. La introducción termina con una cita de S. Francisco de Asís, “ejemplo por excelencia del cuidado de lo débil”, que nos invita a “reconocer en la naturaleza un libro espléndido en el que Dios nos habla de su belleza”.

El capítulo primero de la encíclica se titula “Lo que está ocurriendo en nuestra casa”, y en él analiza Francisco “los cambios climáticos”, que afectan especialmente a los países subdesarrollados, la cuestión del agua, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad de vida y las desigualdades planetarias, concluyendo con la diversidad de opiniones al respecto.

El segundo capítulo se titula “El Evangelio de la Creación”, y versa sobre la luz de la fe y la sabiduría del relato bíblico, alrededor del destino universal de los bienes. Para el Papa “creyentes y no creyentes estamos hoy de acuerdo en que la tierra es una heredad común cuyos frutos deben ir en beneficio de todos”.

El Papa dedica el tercer capítulo de Laudato Sii a analizar “la raíz humana de la crisis ecológica”, por la “globalización del paradigma tecnocrático”. Denuncia el Papa que “la inmensa crecida tecnológica no ha estado acompañada de un desarrollo del ser humano en lo que respecta a la responsabilidad, los valores y la conciencia”.

El cuarto capítulo trata de construir una ecología integral, diferenciando entre ecología ambiental, económica, social, cultural y de la vida cotidiana, remarcando en todo caso la justicia con las generaciones venideras y el principio del Bien común: “El Bien común presupone el respeto de la persona humana como tal, con derechos fundamentales e inalienables ordenados a su desarrollo integral.”

El quinto capítulo propone algunas líneas de orientación y acción, en los que propone el diálogo entre política y economía, y el dialogo entre fe y ciencia. El Papa critica que el sistema de cuotas de emisión establecido por Kyoto tiene el peligro de imponer a los países pobres condiciones similares a las de los países ricos, penalizando así a los países más desfavorecidos. Máxime cuando esos derechos de emisión son objeto de negociación en mercados secundarios, generando una especulación que no colabora con la reducción de la contaminación. Asegura el papa, en ese sentido, que para los países pobres la prioridad política debe ser la erradicación de la miseria y el desarrollo de sus habitantes, mientras que la reducción de contaminaciones debe ser siempre promovida con el apoyo de los países ricos.

El sexto capítulo y último de la encíclica, titulado “Educación y espiritualidad ecológica”, propone apuntar hacia otro estilo de vida, educando en la alianza entre la humanidad y el ambiente.

En los puntos 15 y 16 de la encíclica, últimos de la introducción, el papa resume lo que es su intención y la estructura del documento:

15. “Espero que esta encíclica, que se suma a la doctrina social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la magnitud, la urgencia y la belleza del reto al que nos enfrentamos. En primer lugar, voy a hacer un breve recorrido por diversos aspectos de la crisis ecológica actual con el fin de tomar los mejores frutos de la investigación científica ya está disponible. A partir de esta visión general, me ocuparé de algunos de los argumentos que nacen de la tradición judeo-cristiana, con el fin de dar mayor coherencia a nuestro compromiso con el medio ambiente. Después voy a tratar de llegar a las raíces de situación actual, con el fin de no  entender solamente los síntomas, sino también las causas profundas. Así podremos proponer una ecología que, en sus diversas dimensiones, integran el lugar específico que el ser humano ocupa en este mundo y sus relaciones con el mundo que le rodea. A la luz de tales reflexiones quisiera dar un paso al frente en algunas lineas de diálogo y de acción que involucran a cada uno de nosotros o a la política internacional. Por último, ya que estoy convencido de que cualquier cambio necesita de motivaciones y de un viaje educativo, voy a proponer algunas líneas de desarrollo humano inspirado en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.”

16. Cada capítulo, aunque tiene su propio tema y una metodología específica, toma a su vez, desde una nueva perspectiva, los temas importantes tratados en los capítulos anteriores. Esto se refiere especialmente a algunos pilares que atraviesan toda la Encíclica. Por ejemplo: la relación íntima entre los pobres y la fragilidad del planeta; la creencia de que todo en el mundo está estrechamente relacionado; la crítica del nuevo paradigma y las formas de poder que surgen de la tecnología; una invitación a buscar otras formas de entender la economía y el progreso; el valor intrínseco de toda criatura; el sentido humano de la ecología; la necesidad de debates sinceros y honestos; la grave responsabilidad de la política local e internacional; la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no están cerrados o abandonados, sino que constantemente se toman y son enriquecidos.

 

CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

Nota de prensa de Cáritas

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps