Por Jesús Francisco Andrés

(Delegación de Pastoral de la Salud)

 

 

Todos los cristianos estamos recorriendo el camino de la Cuaresma. Un tiempo de oración, de limosna, de ayuno. Y una pregunta que nos puede venir a la mente es ¿qué hago o qué puedo hacer con mi tiempo?

Hay personas que dicen que no tienen tiempo para nada, ni para rezar, ni para estar con la familia, ni con los amigos... que les falta tiempo... y tú y yo...

Hoy mi reflexión va en la línea de aprovechar el tiempo, muchos ya lo hacen y puede que tú también seas uno de ellos.

Hay muchas personas que “gastan” su tiempo sirviendo a los demás: dando de comer a los ancianos en las residencias de ancianos, visitando enfermos en los hospitales y haciendo compañía a los que están solos, pasando un rato en las casas de los que no pueden salir por su edad o por su enfermedad, dando catequesis a los niños en las parroquias, atendiendo a los necesitados en las Cáritas parroquiales....

Vamos, un mundo tan amplio y tan diverso y “silencioso” del que no todos tienen conocimiento.

Dicen que “el tiempo es oro” y el tiempo no es algo que se puede almacenar como el agua en los pantanos o los euros en la hucha. El tiempo es para “gastarlo” como es debido.

Tenemos por delante tiempo para usar y se nos invita a hacerlo bien. De cada uno de nosotros depende el cómo lo usemos y en qué lo usemos.

El paralítico del templo pide limosna a Pedro y éste le dice: “te doy lo que tengo”. Tú y yo y todos tenemos tiempo. Aprovechémoslo bien para compartirlo con todos aquellos que -aunque no nos lo pidan- sabemos que con nuestra presencia se sentirán mucho mejor.

GRANITOS DE MOSTAZA

  

Por Álvaro Ruiz Langa

(Delegado diocesano de MCS)

 

 

 

Esta segunda entrega de “Granitos de mostaza” ve la luz contadas horas después de clausurar la Feria Apícola de Pastrana. La cercanía entre el motivo y el título es clara en la Alcarria colmenera. Enseña el diccionario que por “marceo” se entiende el “corte que hacen los colmeneros, al entrar la primavera, para quitar a los panales lo reseco y sucio que suelen tener en la parte inferior”. Por tanto, limpieza necesaria a fin de que el dorado tesoro de la colmena carezca de impurezas en la apariencia, en el sabor y en el resto de propiedades.

De miel. En la simbología del Antiguo Testamento la “tierra de leche y miel” es la esperanza en que cuaja la promesa de Dios al pueblo elegido. En la literatura cristiana, la pureza y la dulzura de la miel llevan a pensar en la obra de Dios y el misterio de Cristo. Santa Teresa de Ávila, que alguna miel del colmenar que los Carmelitas tenían en Bolarque cataría, apuntaba a los deleites de la unión con Dios mediante la oración con el ejemplo de la abeja, la colmena y la miel. Así, en el segundo capítulo de las Moradas; también en la respuesta que dirige, entre serios y burlas, a su hermano Lorenzo en el Vejamen. Y en la Vida escribe: “… si ninguna (abeja) entrase en la colmena, mal se podría labrar la miel… Así que perderá mucho el alma si no tiene aviso en esto…” (Vida, 15, 6-7).

Marceo espiritual. Tal pueden interpretarse las celebraciones cuaresmales que llevan a la conversión a través del sacramento de la penitencia. Durante este marzo se dan en arciprestazgos y parroquias. Y siempre miran a quitar lo reseco y sucio de la parte inferior que deteriora la hermosura del alma a los ojos de Dios. Por eso cabe hablar de marceo espiritual.  

Mujeres en la Iglesia. Marzo trae en su primer tramo el Día de la Mujer Trabajadora. La jornada se aplica de modo peculiar a celebrar el papel de la mujer en las comunidades católicas. Si todavía queda mucho por descubrir la cara materna de Dios, también falta lo suyo en el desarrollo de la teología de la mujer. Es otro de los empeños del papa Francisco. Cuando volvía de la JMJ Río de Janeiro comentó a los periodistas que le acompañaban: “Una Iglesia sin mujeres es como un Colegio apostólico sin María”. Ejemplos sobran. Uno reciente, también de marzo, lo ofrece el equipo que ha llevado a cabo la misión en la parroquia guadalajareña del Santísimo Sacramento. La mayor parte eran mujeres: feligresas, misioneras del Evangelio de la Misericordia y estudiantes alemanas.

Madres y padres. Marzo trae, en fin, otras jornadas merecedoras de mención: la dedicada a los padres, en San José, y la doble propuesta sobre la defensa de la vida. Esta segunda tiene su fecha en la fiesta de la Anunciación del Señor, el día 25, que tiene como lema “Hay mucha vida en cada vida”, pensando especialmente en “las vidas con vulnerabilidad y discapacidad”, según el mensaje de los obispos españoles. Antes, el sábado 14, es la manifestación CADA VIDA IMPORTA, que grita en defensa de la vida, la mujer y la maternidad. A participar en la cita de Madrid anima con notable entusiasmo la organización Red Madre con autobuses que salen de Guadalajara. Unos y otros motivos tienen a los padres, madre y padre, como agentes y protagonistas de las vidas que traen al mundo; también como educadores responsables del desarrollo humano y religioso de los hijos. Padres y madres han de realizar de continuo acciones de marceo en el cotidiano quehacer educativo.

Por Sandra Pajares López

(Maestra)

 

 

 

 

Cuaresma, un tiempo de preparación para la Pascua, la fiesta más importante en la que Cristo nos salva. Cuarenta días con sus cuarenta noches de gracia que pedimos porque sin ellos no hay crecimiento posible en nosotros.

Cuaresma empieza por “c” como también camino, cariño, calor, ceniza, conversión, compartir y otras palabras que con las que intentamos teñir nuestros días, como compromiso y comprensión.

En la Cuaresma intentamos vivir lo que Jesús dijo e hizo. ÉL antes de los acontecimientos importante ayunó e hizo oración. Cuando fue bautizado en el Jordán se retiró durante cuarenta días al desierto para prepararse y comenzar a predicar el Reino. También se retiró al Huerto de los Olivos antes de su prendimiento.

Esto nos enseña que toda oración nunca es en vano. Nuestro mundo carece de las actitudes de Jesús. Nos falta misericordia, vivimos en un entorno duro, frío, competitivo, que crea soledad, que divide y enfrenta a los hombres en guerras sin sentido, un mundo sucio, deshumanizado, inmigrante sin descanso, sin corazón… ¿Podemos hacer algo?

La sociedad moderna segrega marginación, pateras, sufrimiento que con frecuencia ignora o quiere hacerlo. Aparecen nuevos pobres, como lo ancianos, los solitarios, los enfermos terminales, niños sin familia o no queridos, madres maltratadas, delincuentes, drogadictos, alcohólicos, gente sin techo y un etcétera que por desgracia, es largo. ¡No debemos quedarnos impasibles!

Nuestro mundo chirría, somos más rivales que fraternos, más egoístas que solidarios, más injustos que compasivos. Tenemos muchas cosas pero nos falta el espíritu de Jesús. La conversión que Jesús nos pide en la Cuaresma es que seamos personas nuevas, que quitemos aquello que moleste al otro, que nos preocupemos de los que sufren.

Lo nuevo para Jesús es la Fe que da sentido a nuestras vidas, la ilusión y la esperanza. Lo nuevo es el amor, capaz de hacer lo imposible. Pero lo verdaderamente nuevo es Cristo, el eternamente joven, el que renueva toda juventud, el que contagia de vida nueva, la mejor medicina contra el pasotismo, el egoísmo, el aburrimiento, la incomprensión…

Ésta es la verdadera conversión que nos pide Jesús a todos nosotros. Merece la pena llegar a la meta, encontrarás a Cristo resucitado, será la Pascua.

Por Alfonso Olmos

(Director de la Oficina de Información)

 

 

Las palabras que los papas han ido pronunciando, tanto en momentos trascendentales de su pontificado como en el día a día de su ministerio, nos ayudan a todos a reorientar nuestro caminar creyente. El del papa Francisco, sin duda, es un magisterio muy recurrente. Sus palabras son escuchadas y repetidas por muchos, creyentes o no, con lo que eso conlleva de aceptación del mensaje y de propósito de ponerlo en práctica.

Las reflexiones diarias en sus homilías en la Casa Santa Marta son como el pan de cada día. Los gestos en sus apariciones públicas son tan expresivos como significativos y muestran la cercanía no solo del sucesor de Pedro, sino de la Iglesia que es madre que ama sin reproches y corrige con misericordia. Los textos publicados con ocasión de diversas conmemoraciones o celebraciones, son bocanada de aire fresco que siempre ayudan a vivir la fe.

En el mensaje dirigido con ocasión de la presente cuaresma, que ha titulado con unas palabras del capítulo 5 de la Carta de Santiago, Fortalezcan sus corazones, nos ofrece un interesante catálogo de actitudes a seguir para avanzar en este tiempo de conversión, en definitiva para crecer en el amor.

A Francisco le interesa interpelar a los cristianos sobre lo inútil de las posturas individualistas. Nosotros "interesamos a Dios", pero, ¿nos interesan a nosotros los otros hombres y mujeres que caminan a nuestro lado? Convertirse al amor nos debe llevar a decir "no a la indiferencia". La Iglesia debe ser puerta abierta a todos, por supuesto también las distintas parroquias y comunidades. El cristiano debe estar siempre dispuesto a servir, pero el papa nos dice que "solo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres".

El mensaje de cuaresma es una invitación a la oración como una necesidad, que además nos vincula al resto de los hermanos y con ellos a Dios. Es además una interpelación que debe movernos a vivir la caridad, que requiere siempre un interés por el otro, sea quien sea y esté donde esté. Y es una llamada a la conversión, a superar la indiferencia, y a ser misericordioso en nuestras relaciones, con nuestras palabras y nuestros gestos.

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