Por Sor María Cortes

(Delegación de Pastoral Penitenciaria)

 

Los días 6 y 7 de marzo la Delegación de Pastoral Penitenciaria celebró las XVII jornadas nacionales del Área Social, que este año se han dedicado a la intervención centrada en la persona. "Cada una de la ponencias que hemos escuchado y desarrollado en coloquios han supuesto un avance en el acercamiento y en la necesidad de poner rostro a los internos/@s con los que intervenimos, es decir tenemos que humanizar cada día más nuestra labor en los Centros Penitenciarios", sostienen desde la Delegación. "Lo importante de nuestras acciones es que la persona no pase por cada uno de nosotros, sino que nosotros pasemos por la persona. Nuestros modelos de acción social serán válidos, siempre que exista relación de tú a tú; los monólogos nos conducen a lo desconocido, y olvidamos que a través del otro también yo me reconozco. Las organizaciones tenemos que trabajar fuera con las familias puesto que los  internos son seres sociales que tienen que volver a algún lugar, y vienen de un lugar, donde el sufrimiento es duro para ellos y para los suyos. Acompañamos vidas con historia, y esa historia es la persona".

También se consideró el cambio de la sociedad, ya que se necesita compensar las políticas de recurso con políticas de sentido. Si no hay inclusión, el pobre nunca tendrá un lugar en la sociedad. Muchas fueron las aportaciones y datos que se transmitieron, incluido el número actual de voluntarios en los Centros Penitenciarios: 8374. "Esto debe de alentarnos para continuar la delicada tarea con esos hermanos/@s que esperan de nosotros el apoyo incondicional, incansable y esperanzador. Que las rejas y los muros nunca nos impidan dar ese abrazo fraterno que levanta, consuela y sana".

Desde esta página Diocesana también agradecemos a Juan Antonio Almonacid de Cáritas Española, y a Myriam Ortiz. Subdirectora General de Penas y Medidas Alternativas. Secretaria General de Instituciones penitenciarias, por ayudarnos a regenerar los desafíos de nuestra Pastoral.

Por Eloy Bueno

(Delegación Nueva Evangelización)

 

La Iglesia no es ante todo una institución. La Iglesia es una realidad personal: son las personas que la constituyen. La Iglesia no existe en abstracto: la Iglesia existe en un lugar, en un lugar humano, en un grupo de hombres y mujeres concretos. La Iglesia se hace carne y sangre en el cuerpo de los creyentes, que son considerados como el Pueblo de Dios, el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu. Lo mismo vale para la parroquia.

 

Desde este punto de vista podemos comprender todo el alcance de lo que afirmaba Juan Pablo II de la parroquia: es la Iglesia en medio de las plazas y las calles de los hombres. Por eso podemos decir que desde su constitución más profunda es siempre una Iglesia de puertas abiertas: si la Iglesia somos las personas, en cada persona la Iglesia abre sus puertas al encuentro con todos.  La fe y la evangelización deben pasar a través de la biografía de cada uno de los creyentes. Es un error mortal la concepción que se tiene en ocasiones: cuando la “Iglesia” parece identificada con los obispos o con los sacerdotes. Esa es la visión clerical que ha dominado durante mucho tiempo, pero que es en realidad un estrechamiento de los datos que nos ofrece el Nuevo Testamento. Allí se nos dice con claridad que cada creyente, en virtud del bautismo, es una piedra viva del edificio que es la Iglesia y que está en permanente construcción gracias a la aportación de cada uno de los creyentes.

 

La Iglesia en lo concreto ha nacido y vive del dinamismo de la evangelización. Esta fue la experiencia originaria durante la actividad de los apóstoles. Llegaban a una ciudad y lanzaban el anuncio, el mensaje del Resucitado, como un Evangelio a partir del propio testimonio de vida. Sólo una minoría aceptaba con gozo ese anuncio y se reunían para celebrarlo y para tomar conciencia de su misión, de que cada uno de ellos era de nuevo enviado a la vida cotidiana entre sus conciudadanos. Cuando san Pablo, por ejemplo, acudió a Corinto encontró una respuesta de ochenta o noventa personas en una ciudad de medio millón de habitantes. Ese pequeño grupo experimentó lo que era evangelizar en sentido estricto y por ello desde el principio se sintieron implicados en ese dinamismo: ser evangelizadores desde su propia circunstancia.

 

En la actualidad esa experiencia es más cercana también para nosotros. Porque son pocos los que acogen de modo consciente y jubiloso el Evangelio. Pero lo importante no es la cantidad sino la calidad de la respuesta y de la novedad experimentada. Recuperar la experiencia de lo que es ser Iglesia lleva consigo experimentar también lo que es el aliento evangelizador.

 

En este dinamismo se entiende que el primer anuncio es algo inmediato, personal, experiencia de todos los días. Es el gesto de cada cristiano en su vida y en sus relaciones: en el trabajo, en la familia, en el círculo de amistades… se hace presente un modo de vida, un estilo, una esperanza, que en ocasiones (cuando surge el diálogo) se explica por medio de palabras o en el silencio de la escucha. Pero no hay primer anuncio si no es porque cada cristiano vive en la normalidad de sus relaciones la alegría de la fe.

 

Cada cristiano que vive la alegría de la fe no puede vivir de modo individual o aislado. Vive como Iglesia, con los otros y entre los otros. Por eso es un “nosotros” que comparten la misma identidad y la misma misión.  El Reino de Dios y la Pascua exigen un pueblo que lo hagan realidad en la historia y en la sociedad proponiendo no sólo un nuevo tipo de ser humano sino también un modo nuevo de socialidad: ya no hay judío o gentil, hombre o mujer… La relación entre los seres humanos no depende de la raza, de la sangre, del lugar… sino de un don que es capaz de crear un mundo nuevo.

 

La vida cristiana -como Iglesia- es por tanto comunitaria: es la Iglesia, la comunidad eclesial concreta, la que tiene que prolongar la novedad de la revelación: mediante la celebración y la oración (liturgia), mediante el testimonio y el servicio de la caridad y de la justicia (diakonía), mediante el anuncio y la proclamación (kerygma). Todas estas dimensiones y actividades deben ser tenidas en cuenta a fin de que la Iglesia refleje una imagen equilibrada. Por eso resulta una tarea permanente para la Iglesia un proceso de purificación y de conversión para que se vea en lo concreto lo que se dice de modo teórico.

 

La figura comunitaria sólo puede ser efectiva si se parte de dos principios que el Vaticano II presenta con toda claridad: todos los cristianos, en virtud del bautismo, son iguales en dignidad: las relaciones mutuas no deben estar regidas por los criterios de poder sino desde la experiencia de fraternidad, pues todos forman parte de la misma familia, en la que Jesús actúa como el primogénito, como el hermano mayor; por eso era habitual en los  primeros tiempos designarse “hermanos”. Y desde esta experiencia de fraternidad se explica también la corresponsabilidad: todo es de todos, y la misión debe ser compartida: cada uno a su modo debe contribuir a edificar la Iglesia y a evangelizar el mundo.

 

La igualdad en dignidad no significa que no haya diferencias. La gracia de Dios otorgada en el bautismo se manifiesta de modos muy diversos. Por eso en el Nuevo Testamento se habla de los carismas: los carismas son los dones que cada bautizado recibe. Los carismas son dones de carácter personal, pero no son individuales, como propiedad particular. El carisma es entregado para la edificación de la Iglesia a fin de  que esta cumpla su misión evangelizadora del modo más adecuado y significativo.

 

Los carismas son muy diversos: uno tiene carisma para el diálogo y la dirección espiritual, otro para la profecía, otro para acercarse a los pobres, otro para el servicio a los enfermos, otro para la catequesis, otro para la evangelización universal, otro para la profundización teológica, otro para la administración de los bienes económicos, otro para cantar o proclamar las lecturas en la liturgia comunitaria… Lo importante es que cada uno pueda ser desarrollado, pues cada cristiano –con su carisma- es piedra viva que realmente aporta algo original.

 

De los carismas se originan los ministerios, es decir, servicios de carácter permanente y estable: catequista, presbítero, diácono, doctor, viuda, apóstol, profeta… En la Iglesia todo es de todos; pero, como no todos podemos hacerlo todo, algunos, en nombre de todos y como servicio a todos, asumen determinadas tareas o responsabilidades.

 

En la parroquia hay carismas y, por ello, espiritualidades distintas, que pueden dar origen a diversos tipos de comunidades: los que sirven a los pobres, los jóvenes, la adoración nocturna, el equipo de liturgia, comunidades de base, catecumenados diversos… Pero todos deben sentirse en comunión, la cual se debe expresar también en las celebraciones eucarísticas en las que todos participen o en asambleas en las que todos toman parte.

 

A la luz de lo dicho, hemos podido percibir la grandeza de la parroquia: su enorme riqueza y sus inmensas posibilidades. Pero a la vez se pueden constatar también sus debilidades o sus llagas: el carácter anónimo, la práctica rutinaria, las homilías repetitivas, las catequesis poco significativas… La parroquia refleja en buena medida los rasgos de los cristianos. Precisamente por ello es tan necesaria la conversión pastoral y el discernimiento comunitario.

Por Agustín Bugeda

(vicario general)

 

 

Queridos amigos, escribo esta colaboración en el día de San José, nuestro santo protector y patrono de la Iglesia.

Precisamente elegí colaborar cada mes en nuestra web diocesana el día 19 en recuerdo de San José. No fue una fecha al azar ni sorteada.

Por eso en este mes querría hablar de él y cómo este hombre callado, trabajador, contemplativo, entregado… es nuestro gran intercesor y modelo de Iglesia.

Es el hombre del silencio y la confianza. No encontramos en el Evangelio ninguna palabra suya, pero si vemos la gran confianza, la gran fe que tiene en los designios del Señor en su vida y en la María. Movido por esa fe se entrega totalmente y cumple perfectamente la voluntad de Dios. Nadie estuvo más cerca de Jesús que José junto a María. A él nos podemos encomendar de forma particular para que nos de una fe como la suya, la necesitamos.

Es el hombre del trabajo. Vivió trabajando para mantener su humilde hogar de Nazaret. En el trabajo sencillo encontró la forma de realizar como persona en su abandono en las manos de Dios. Con su trabajo ayudó más si cabe a elevar la dignidad del trabajo humano en sí mismo. El nos ayude a ser buenos trabajadores, cada uno donde nos corresponde, en la viña del Señor. El nos consiga, se lo pedimos insistentemente, que tantas personas sin trabajo lo encuentren porque lo necesitan no sólo para comer, sino para ser precisamente personas.

Es el hombre de lo pequeño. El se ocupa en Nazaret de las pequeñas cosas, de lo más sencillo para que Jesús pueda crecer y extender el Reino, traer el Reino. Las pequeñas cosas, también materiales, que son necesarias muchas veces para que todo funcione: un libro, unos papeles, una megafonía, una luz… De todo ello está pendiente San José, pidámoselo.

Es el primer formador del primer sacerdote. No puede haber mejor patrón de los seminarios y de los que allí viven, formadores y seminaristas, que San José. El supo “cuidar” y “educar” a Jesús para que día a día cumpliera su misión hasta llegar a la Cruz. A él, al bueno de José, le pedimos que siga cuidando y educando, cuidando y acompañando a todos nuestros seminaristas y formadores. Que él nos conceda abundantes seminaristas en nuestra diócesis, en toda la Iglesia.

Y él es el primer “cristiano” perseguido. Con Jesús y María se ha de exiliar a otro país porque van a matar a su Hijo. Hoy, en este año 2015, con San José nos ponemos al lado de tantos hermanos nuestros perseguidos en tantas partes del mundo y también muy cerca de su tierra. Oramos para que tengan la fortaleza y confianza de José, para que cesen todo tipo de persecuciones.

“Id a José” fue la invitación constante de Teresa de Jesús. Todas sus fundaciones las ponía bajo el patrocinio de San José y sabía bien lo que hacía. Como Teresa de Jesús, como tantos y tantos a lo largo de la historia, también yo os invitó a ir constantemente e José, no nos va a fallar, muy al contrario os cuidará y e intercederá para que no os falte de nada, como nada faltó a Jesús.

                “Id siempre a José”

Por Santiago Moranchel

(Delegación Diocesana de Enseñanza)

 

Hemos leído y escuchado estos días frontales ataques y defensas al currículo de religión católica para las enseñanzas primaria y secundaria publicados en el BOE del pasado 24 de febrero. Como muestra de esta enconada situación vemos argumentos a favor y en contra. No solo se trata de exponer los diversos posicionamientos sino de valorar críticamente unas y otras posturas. No al la da igual la presencia de la Religiónen al escuela.

 

EN CONTRA: (sacadas de diversos medios)

  1. Las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía hemos conocido, con una mezcla de incredulidad, de vergüenza y de rechazo, las modificaciones introducidas por el Ministerio de Educación para la enseñanza de Religión en Primaria y Secundaria. Los miembros de las CCP rechazamos rotundamente la enseñanza de cualquier religión en Primaria o en Secundaria.

 

  1. Si algún profesor de Religión hace rezar en las aulas de centros públicos no hace lo que tiene que hacer. Y si aprovecha el currículo para adoctrinar, tampoco lo hace". Es elObispado de Girona ha enviado una carta a los profesores de Religión de la diócesis en la que les pide que impartan conocimientos culturales, pues "los contenidos de práctica religiosa no se han de impartir en las clases de religión".

 

  1. Mercedes Cabrera, exministra de Educación y Ciencia, que utilizando su cuna y su posición sostiene una premisa manida y falsa, con consecuencias evidentes: “la religión es un asunto muy serio pero muy privado, y que por lo tanto no debería interferir en temas pedagógicos o educativos, la deducción lógica es que esto debería estar fuera de la escuela. Quizás no fuera físicamente, pero desde luego fuera del currículo y de los horarios escolares

 

A FAVOR: (sacados de diversos autores)

  1. "La primera cuestión a preguntarnos es qué ha cambiado con el actual decreto. La respuesta es que se mantiene igual el carácter voluntario de la asignatura para los alumnos y de oferta obligatoria por parte de los centros, como así ha venido siendo... La diferencia substancial es que la religión ahora, la nota de religión, volverá a formar parte del promedio de la nota escolar. ¿Es que no es el caso de todas las asignaturas que se imparten de manera regular, desde la plástica a la educación física? Entonces, ¿por qué algo tan fundamental para la educación como la religión y la ética deben ser marginadas?" (LA CLASE DE RELIGIÓN: EL LINCHAMIENTO. Josep Miró i Ardèvol  (forumlibertas.com)

 

  1. "Acabaré el artículo transcribiendo un diálogo esclarecedor que el pensador Gregorio Luri publicó en su blog El Café de Ocata. Resume a la perfección la prepotencia con que el fundamentalismo laicista impera en muchos medios.

“Hoy me han llamado de varios medios, querían que les confirmase por teléfono la posición que ya habían tomado sobre el programa de educación católica elaborado por católicos”:

  • Me gustaría que me dieras tu opinión pedagógica.
  • Es que aquí no hay un caso pedagógico.
  • ¿Cómo qué no?
  • Esto no tiene nada que ver con la pedagogía, sino con los derechos civiles.
  • ¿Entonces te parece bien lo que dicen?
  • A quien tiene que parecérselo es a los padres que libremente eligen la asignatura de religión.
  • Pero los padres no se leen los programas de religión.
  • No, ni los electores los programas del partido al que votan.
  • ¿Pero me puedes dar una valoración pedagógica?
  • ¡Y dale!
  • ¿Es que has visto lo que dice?
  • Es lo que tienen los dogmas de una religión, que a la gente del resto de religiones, les parecen mitos. Precisamente por eso hemos hecho del pluralismo uno de los valores democráticos supremos. ¿Por qué no me preguntas si soy partidario del pluralismo? ¿O dicen algo inconstitucional?" (DARWIN Y EL PADRENUESTRO. Antoni Puigverd (La Vanguardia)
  1. En realidad, todos aquellos contrarios a la presencia curricular de la religión, no pretenden una mejora del currículo y del conocimiento de los alumnas/as sino, previo desprecio de todo lo religioso, condenar al ostracismo a la asignatura y a su profesorado, sin plantear alternativa alguna, como pudiera ser una Historia o Fenomenología de las Religiones y Convicciones de impartición general.

Muchos son voceros de partidos políticos y asociaciones demasiado salpicados de corruptos y sectarismo, cuyos currículos políticos y de gestión los catalogan perfectamente, y que aprovechan el crucial momento para hacer verdadero proselitismo de cara a las próximas elecciones. (periodistasdigital.com.speculum, Alfredo Sepúlveda Sánchez)

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