Por Javier Bravo
(Delegación de Medios de Comunicación Social)
Nos encontramos de nuevo, queridos lectores, después de celebrar en la Navidad la Encarnación del Hijo de Dios en Belén. Le pedimos que ese Dios-con-nosotros acompañe todo nuestro caminar y nuestra evangelización, ya sea en el mundo digital o en cualquiera, con ilusión renovada y la certeza de que en todos nuestros proyectos Él nos acompaña.
Cuando comienza un nuevo año surgen nuevos propósitos, la mayoría de las veces, aprender idiomas, apuntarse a un gym, dejar de fumar…, propósitos difíciles de cumplir la mayoría de las veces pero que, en un principio, van cargados de ilusión y expectativas de cambio y mejora.
Siguiendo nuestra línea del artículo anterior, permitidme haga alguna observación de alguna web que sí necesitaría de un repaso y de una propuesta de actualización. Se trata de la web parroquial de San Juan de Ávila de Guadalajara. Para ella va este mes nuestro (no me gusta o necesita mejorar). Aunque decíamos al inicio de nuestra investigación por las RRSS (Redes Sociales) que era una de las páginas más dinámicas de la diócesis, sin embargo, no puede estar tanto tiempo sin actualizarse. Ya decíamos cuando hablábamos de la web parroquial que, aunque no es necesario que sea actualizada cada día, sí convendría hacerlo que menos una vez a la semana. Hay apartados dentro de esta web que llevan sin actualizarse incluso un par de años. Es difícil tener a una persona encargada de ello y, más si cabe, quizá cuando el responsable sea uno de los sacerdotes que no llegan porque están hasta arriba de cosas… Ante los muchos quehaceres es mejor no tener web, simplificar secciones o limitarnos a un Facebook.
Por otro lado, aunque creo que es muy estática y convendría darle un formato más moderno y atractivo, si hablamos de actualizaciones quien hoy merece nuestro me gusta es la web del Obispado. Es una de las web diocesanas más actualizadas. Animo a sus responsables a que sigan con esta continuidad y que tengan en cuenta la pequeña apreciación que hice al principio.
Es tiempo de ir cerrando el artículo y no me gustaría terminar sin hacer mención simplemente a una app que ha lanzado la Congregación para el Clero y la Secretaría para la Comunicación del Vaticano, Clerus-App.
Esta app es, como todo lo que solemos decir por aquí, un apoyo o ayuda a párrocos y sacerdotes a preparar las homilías dominicales. La aplicación es “un instrumento ágil” destinado “principalmente a los párrocos y sacerdotes, pero también a aquellos que quieran tener un comentario semanal sobre la palabra de Dios”. Se actualiza cada jueves con la inclusión de la homilía del domingo siguiente. Por ahora, los textos están disponibles sólo en italiano, pero la intención es ofrecerlos próximamente en otros idiomas, según el diario vaticano L´Osservatore Romano.
Dejemos que, en este nuevo trayecto que acabamos de iniciar con el nuevo año y que aún no está todo escrito, Dios nos sorprenda.



Piedra que guarda virtud al cantero
A veces, vivimos tan centrados en nosotros mismos, que todo lo engrandecemos con el pensamiento. En esos momentos en que pensamos que el sufrimiento durará siempre, escuchemos al profeta Isaías: “Mirad a mi siervo” (Is 42, 1), en la primera lectura del Domingo del Bautismo del Señor. La imagen del Siervo de Yahvé nos enseña el amor de Dios a cada uno de nosotros. Abrirnos a esta experiencia de sabernos amados de Dios: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto” (Mc 1, 11) da sentido a nuestra vida. El Bautismo que recibimos siendo niños, ha ido realizándose a lo largo de la vida. En el himno de esta fiesta, cantamos el domingo: “Es Jesús, el ungido del Padre, el que viene del cielo, trayendo un bautismo en Espíritu y fuego para darnos su gloria de Hijo”. Este es el camino que hemos iniciado con el Tiempo Ordinario, y el de toda nuestra vida, ir creciendo en confianza en Dios Padre, ya que somos sus hijos. Y esto no quiere decir que todo nos tiene que ir bien; las circunstancias de la vida son diversas, unas veces más favorables, otras más adversas, pero todas ellas las mejores para revivir la gloria de hijo recibida en el Bautismo.













