El 10 de julio es la conmemoración de san Cristóbal, el patrono de los conductores y la Iglesia católica en España lanza la anual campaña de Responsabilidad en la Carretera

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El pasado domingo 5 de julo de 2020, décimo cuarto domingo del tiempo litúrgico ordinario, la Iglesia católica en España celebraba la Jornada de Responsabilidad en la Carretera y de Apostolado en el Tráfico. «”El transporte y la movilidad: creadores de trabajo y contribución al bien común” (Jesús recorría pueblos y ciudades, Mt 9, 35)» es el lema de la jornada, que promueve la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y la Promoción Humana y cuyo presidente es nuestro obispo diocesano.

Esta jornada eclesial, con más de medio siglo de trayectoria, se sitúa en el primer domingo de julio, en los albores del periodo vacacional y en la proximidad de la fiesta de san Cristóbal, 10 de julio, patrono de los conductores.

 

Pero ¿quién fue san Cristóbal? 

San Cristóbal (en griego γιος Χριστόφορος, Ágios Christóforos) es venerado por la Iglesia católica y la ortodoxa como un mártir asesinado durante el reinado de Decio  (Decius), emperador de Roma (que reinó del 249 al 251) o durante el reinado del emperador romano Maximino Daya (Maximinus II Dacianus) (que reinó del 308 al 313). Se aprecia una confusión debida a la similitud de los nombres "Decius" y "Dacian".​

Su nombre significa "portador de Cristo", por lo que predice lo que haría en su vida adulta e indica que el personaje puede no tener un origen histórico preciso. Podría ser la misma figura que san Menas. Su famosa leyenda, que es conocida sobre todo en Occidente y podría haberse extraído de la antigua mitología griega (sería la cristianización de la barca de Carón), cuenta que él portó a un chico, al que no conocía, a través de un río antes de que el niño le revelase que era Cristo.

Su veneración solo aparece en las tradiciones cristianas tardías y no es ampliamente conocido en la iglesia occidental hasta la Baja Edad Media, aunque algunas iglesias y monasterios fueron nombrados en su honor en torno al siglo VII. Además, en el Medievo, la iconografía cristiana introdujo su figura portando al Niño Jesús en numerosas catedrales, como es el en caso de dos grandes óleos en la catedral de Sigüenza. Con ella, se invocaba al santo como protector de la buena muerte. Los fieles entraban en las catedrales a ver y orar ante su imagen a fin de que no sufrieran una muerte repentina sin antes recibir los santos sacramentos. Asimismo representaba el tránsito seguro entre las dos orillas: la terrena y la eterna.

En cualquier caso, es el santo patrón de los viajeros, y su efigie se lleva en medallas, brazaletes o en figuras para vehículos por parte de los cristianos.

 

¿Y por qué una jornada eclesial sobre el tráfico?

Porque nada humano le es ajeno a la Iglesia. Y el submundo de la calle, tampoco, Y el tráfico tampoco. Cada año mueren en las carreteras de todo el mundo un millón doscientas mil personas y resultan heridas otros cincuentas millones de seres humanos. La carretera no puede ni debe ser una trampa moral.   Son precisas la toma de conciencia y de responsabilidad de parte de todos quienes participan en la carretera, en el mundo de viabilidad.

Años atrás el Consejo Pontificio para la Pastoral de  los Migrantes e Itinerantes (organismo vaticano actualmente integrado en el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral y donde se inserta la pastoral de la carretera,  publicó el oportuno e interesante documento titulado "Orientaciones para la Pastoral de la Carretera". Se trata de un texto a la vez recapitulativo y propositivo sobre la visión y la misión de la Iglesia en ámbitos tan emergentes y necesarios como la seguridad vial y aquellas personas -prostitutas, niños de la calle y los sin techo- que viven en la calle.

Este documento vaticano visibiliza además el compromiso de la Iglesia con la entera realidad humana, busca una acción pastoral más coordinada entre las distintas instancias que trabajan en estos sectores y alienta a que, allá donde todavía no existen estructuras ni personas dedicadas a estos temas, se tomen las medidas precisas para su existencia y funcionamiento.

 

Conducir en cristiano

Desde el aval de un servicio eclesial, ya veterano y pionero en España y desde el citado documento vaticano es preciso recordar que el tráfico sería más humano y con muchísima menos siniestralidad si conductores, acompañantes y peatones practicáramos la caridad, la prudencia, el autocontrol, la justicia y la esperanza. Estas actitudes son también reclamables para las instituciones reguladoras del Tráfico y para los fabricantes, anunciantes y mecánicos de los vehículos.

Se han igualmente de extremar las medidas de seguridad y se han mejorar los trazados de las carreteras y de líneas férreas. Las autoridades han no sólo de sancionar las infracciones sino que han de educar de educar en el uso responsable de los medios de locomoción. La cultura cristiana y cívica de la carretera es asignatura pendiente y, sobre todo, obligatoria e inexcusable. La lectura y aplicación de "Orientaciones para la Pastoral de la Carretera" contribuirá a su superación.

 

Frases de Pío XII, Benedicto XVI y Francisco

En 1956, el Papa Pío XII decía a los socios del Automóvil Club de Roma: "No olvidéis de respetar a los usuarios de la carretera, de observar la cortesía y la lealtad hacia los demás conductores y peatones y de mostrarles vuestro carácter servicial. Pone vuestro orgullo en saber dominar una impaciencia, a menudo muy natural, en sacrificar quizás un poco de vuestro sentido del honor para hacer triunfar aquella gentileza, que es signo de verdadera caridad. No solamente así evitar desagradables accidentes, sino que contribuiréis a hacer del automóvil un instrumento mucho más útil para vosotros mismos y para los demás, capaz de procuraros un placer de mejor clase".

Por su parte, el Papa Benedicto XVI, en la alocución previa al rezo del ángelus del domingo 26 de junio de 2005, se refería también a este tema, dirigiendo una llamada a la prudencia y la responsabilidad: "Cada día, por desgracia, especialmente en el fin de semana, se registran en las carreteras accidentes con muchas vidas humanas trágicamente rotas, y más de la mitad de las víctimas son jóvenes. En los últimos años se ha hecho mucho para prevenir estos trágicos sucesos, pero se puede y se debe hacer más con la contribución y el compromiso de todos. Es necesario combatir la distracción y la superficialidad, que, en un momento, pueden arruinar el propio futuro y el de los demás. La vida es preciosa y única: debe ser respetada y protegida siempre, también con un correcto y prudente comportamiento en carretera. Que la Virgen María, que nos acompaña en el camino cotidiano de la vida, vele quienes viajan y alcance misericordia para las víctimas de la carretera".

Y la frase ·los demás conductores no son un obstáculo o adversario que hay que superar», sino hermanos y personas, que al igual que yo, están haciendo su camino con el firme propósito de llegar felizmente a su destino y a las que debo respetar como me gusta que los demás me respeten a mí” pertenece al Papa Francisco.

 

Dos decálogos del conductor responsable

Primer mandamiento: No matarás al volante.

Segundo mandamiento: Que la carretera sea para ti un instrumento de comunión entre las personas y no de daño mortal.

Tercer mandamiento: Que la cortesía, la corrección y la prudencia te ayuden a superar los imprevistos.

Cuarto mandamiento: Se caritativo y ayuda al prójimo en la necesidad, especialmente si es víctima de un accidente.

Quinto mandamiento: Que el automóvil no sea para ti expresión de poder y dominio, ni ocasión de pecado.

Sexto mandamiento: Convence con caridad a los jóvenes y a los que ya no lo son para que no pongan al volante no estén en condiciones de hacerlo.

Séptimo mandamiento: Apoya a las familias de las víctimas de los accidentes.

Octavo mandamiento: Haz que se encuentra la víctima con el automovilista agresor en un momento oportuno, para que puedan vivir la experiencia liberadora del perdón.

Noveno mandamiento: En la carretera, protege la parte más débil

Décimo mandamiento: Siéntete tú mismo responsable de los demás.

 

Primer mandamiento: Me convenceré de que la seguridad vial también depende de mí y no sólo de los otros.

Segundo mandamiento: Prestaré mayor atención cuando conduzca.

Tercero mandamiento: Respetaré al más débil y a los demás.

Cuarto mandamiento: Conduciré sin prisas ni agobios.

Quinto mandamiento: Conduciré siempre en el mejor estado físico y psíquico.

Sexto mandamiento: Respetaré todas las señales de tráfico.

Séptimo mandamiento: Llevaré siempre abrochado el cinturón de seguridad.

Octavo mandamiento: Seré tolerante con los otros conductores y no competiré con ellos.

Noveno mandamiento: Procuraré que mi coche esté en el mejor estado de funcionamiento y de seguridad.

Décimo mandamiento: Hoy y siempre disfrutaré con mi coche en los viajes y desplazamientos.

 

Descubrir en el tráfico vial un triple camino de encuentro

El primero de ellos es el encuentro con nosotros mismos. Cuando conducimos, especialmente si lo hacemos en solitario, y cuando viajamos, de cualquier otro modo, nos brinda la oportunidad de adentrarnos en nuestra intimidad, en el sentido profundo de nuestra existencia, reflexionando, con la visualización del mismo camino que recorremos, de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos.

El segundo encuentro es con la naturaleza. En un viaje somos capaces de abrazar el mundo y recorrerlo deleitándonos con las maravillas que el Creador ha ido derramando en la naturaleza, puestas al servicio del hombre.

El tercer encuentro que nos permite el camino vial, el camino de la conducción y del viaje, es el encuentro con los demás: con la familia, con los amigos, con otros conductores en ruta, con otros viandantes, con los trabajadores de la carretera... Este encuentro con los demás debe traducirse en diálogo, en respeto, en camaradería, en solidaridad y en ayuda y socorro, si fuere preciso. Por último, y no por ello menos importante, conducir y viajar es camino de encuentro con Dios, "en Quien vivimos, nos movemos y existimos".

 

Y otro ejemplo, cortesía en la conducción vial

La cortesía es demostración o acto en el que se manifiesta la atención, el respeto o el afecto que tiene una persona a otra. Tanto en el tráfico como en otros aspectos de la convivencia humana, la cortesía conlleva amabilidad en el trato, buenos modales, respeto a los demás, comprensión, ayuda, afabilidad... La verdadera cortesía se fundamenta en el aprecio y ejercicio de los valores humanos.

¿Cómo traducir al tráfico y a la conducción esta cortesía? De muchas maneras: ceder el paso e indicar señales que se puede o no se puede adelantar; saber disculpar las indiscreciones o imprudencias de otros  conductores, respetar de modo especial a los niños, discapacitados o personas ancianas en las vías públicas, demostrar gratitud a cuantos nos sirven o ayudan en la carretera; ser muy comprensivos y afables con los profesionales del volante; dominar los nervios y usar la paciencia en los atascos; mantener un ambiente distendido dentro del vehículo, cuando se viaje en compañía; reprimir el espíritu aventurero y competitivo; controlar las prisas imprudentes, etc.

 

Publicado en 'Nueva Alcarria' el 10 de julio de 2020

Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)

 

 

En la actual situación en que nos encontramos por la pandemia del covid-19, hemos tenido que acotar el modo de relacionarnos. También a la hora de manifestar nuestra fe. Las procesiones y demás expresiones de piedad popular se han reducido a una mínima expresión. Nos hemos tenido que reinventar.

Pero esto que puede parecernos una limitación hemos de saberlo ver como una verdadera oportunidad de centrarnos en lo principal.

La piedad popular tiene su riqueza en los valores que encarna: el sentido casi innato de lo sagrado y de lo trascendente, el reconocer en profundidad los atributos de Dios, como su paternidad, providencia, presencia amorosa y constante, su misericordia, su solidaridad para con nosotros,…

El momento actual es momento de solidaridad y apertura a los otros; de paciencia; de abandono confiado en Dios; de ofrecimiento de los sufrimientos y la cruz personal, de nuestra sociedad y de nuestra familia; de desear agradar al Señor; de dar sentido penitencial a nuestra situación; de fomentar el sentido de amistad, caridad y unión familiar.

La piedad popular, tan conectada a la cultura, nos ha de ayudar a conservar la fe y su corazón, así como emprender nuevas iniciativas de evangelización. Atentos al mundo que nos rodea y a la llamada que el Señor nos hace a los cristianos, podremos dar un servicio útil y un testimonio auténtico, que nos ayude a todos y especialmente a los miembros de cofradías y hermandades, a conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más profunda.

 

Laura Lara y María Lara

(Profesoras universitarias, escritoras y académicas de la Televisión) (*)

 

 

 

 

Hemos vivido días muy duros. Es muy triste toda defunción pero aún más si cabe durante los consecutivos estados de alarma, en que lo único que se podía hacer era llorar en el hogar, postergando los símbolos.

El domingo 12 de abril de 2020 fallecía en Azuqueca nuestro abuelo, Pedro Lara Pérez. Era nuestro fan más entusiasta: nos escuchaba en la radio, nos veía en la tele y miraba en las portadas de nuestros libros su apellido.

Se fue en el inicio del Domingo de Resurrección, cuando en nuestros pueblos de Cuenca tienen lugar las procesiones del Encuentro, entre Jesús y la Virgen María. A nuestro abuelo Pedro le gustaba asistir a todas las celebraciones religiosas, de hecho muchas de sus fotos son caminando en procesiones, y también le gustaban los cohetes. Buena parte de la infancia que nació antes de la Guerra se está marchando como ha vivido: con el esfuerzo del trabajo y el sacrificio. Sin dar quehacer al sistema, sin hacer ruido.

Fue juez de paz en Albendea y, cuando nacimos, se dio cuenta de que nos gustaba conversar, hablamos de multitud de temas en estos años, aunque nos gustaría que el diálogo no hubiera terminado. Era Pedro Lara Pérez también nuestro Padrino de Bautismo, precisamente, en la víspera, el 11 de abril, fue el aniversario. Sacramento celebrado en la parroquia de San Miguel Arcángel, de Azuqueca, como la boda de Laura con el Guardia Civil Eduardo Muñoz, de la que María fue la Madrina.

Pedro no murió de coronavirus, sino de los problemas de salud que ya padecía y que se agravaron durante el estado de alarma. Le encantaba vivir y, hasta el último momento, estuvo comentando la actualidad con lucidez.

Esa noche no pudimos acompañarlo en el tanatorio por las medidas vigentes aunque lo velamos en silencio en casa. Nos queda el consuelo de que murió rodeado de sus hijos, y dando consejos para nosotras, sus únicas nietas. Gracias a la colaboración de los amigos sacerdotes, entre el domingo y el lunes de Pascua, se le habían dedicado 5 misas por su eterno descanso, y multitud de oraciones y apoyos nos llegaban por redes sociales en nuestros canales profesionales como escritoras.  

El 27 de abril habría cumplido 98 años, nuevamente se le han dedicado misas. Descanse en Paz.

En memoria de su recuerdo y convencidas de que la muerte no es el final, este poema compuesto por María desde el confinamiento y desde el duelo. Que compartimos en este mes de julio en que, entre otros venerables, festejamos por este orden en la hoja del almanaque a San Fermín, a San Benito y a María Magdalena. También a San Joaquín y a Santa Ana, patronos de los abuelos. Confiamos pasar el domingo 26 de julio con nuestra abuela Pilar, que cada día nos anima con su fe y su alegría.

 

Cuando todo esto pase

            Poner en paz la conciencia,

            buscar en el algoritmo al alma,

            esquivar de la fiebre el síntoma,

            despertar para apurar el día.

 

            ¿Qué pensará de nosotros la primavera?

            De las estaciones del parvulario

            siempre fue la preferida.

            Jovial, alegre y traviesa, 

            ¡miradla colorear los pétalos!,

            y lanzar su sombrero al aire

            en paseos por la alameda.

 

            Pero, ahora, la Prima Vera,

            más allá del patio del colegio

            busca vida y no la halla.

            O, ¿sí la encuentra?

 

            ¿Has llamado a nuestras puertas?

            En casa estamos.

            La tecnología es el duende

            que hace transparentes

            las paredes y fronteras.

 

            ¿Has recorrido el hospital?

            Tú lates en los respiradores,

            y en el pulmón que lucha.

            ¿Pasaste por el cuartel?

            ¿Por el despacho convertido en plató?

            ¿Por el aula de videoconferencia?

            ¿Por el salón de la abuela?

            ¿Por el balcón de la radio?

            ¿Por el camión de heno?

            ¿Por la tienda de campaña?

 

            Ay querida primavera,

            llegó el momento del ahora:

            ahora o nunca.

            ¿Quién conoce el tiempo

            que Alguien nos apuntó

            como abecedario

            en el métrico libro de la guía?

 

            Somos ciudadanos electrónicos

            en un Medievo con prisas.

            Es el instante de decir aquello

            que se quedó entre silencios.

 

            Cuando todo esto pase,

            volverás, sé que lo harás, primavera.

            Y a la calle saldremos jubilosos

            como el minero que contempla la luz.

            Entonces, será el momento

            de recordar que somos más humanos,

            pues juntos superamos la pandemia.

 

            Y rendir tributo deberemos

            a quienes, por no transmitir el virus,

            se marcharon sin hacer ruido.

            Valientes en camilla

            durante una noche callada,

            héroes que no retornaron a su hogar

            porque una falsa corona

            osó segarles la dicha.

 

            Resistencia, resiliencia, esperanza.

            Ahora o nunca hay que apretar

            en la distancia la mano.

            Llegó la hora de susurrar:

            "todo irá bien",

            en un grito al planeta Tierra.

 

 

Doctoras Laura Lara y María Lara (*)

Profesoras de la UDIMA

Escritoras Premio Algaba

Historiadoras de Cuatro

 

 

 

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Acaso hoy, reemprendiendo un nuevo viaje,

con pies limpios y descalzos,

aprenda a vivir con mejor entendimiento

y pueda salir de este pozo de ignorancia;

 

vuelva al hombre sin disfraces:

el capaz de hablar de amor y de sentirlo,

el que nunca desespera pese al hambre,

el que ayuda a abrir nuevos caminos

y aprende del dolor propio y ajeno,

el que vuelve a oraciones olvidadas

y quiere, confiando en Jesús, cambiar su vida.

 

Acaso hoy, después de tanto tiempo,

logre abrir tanta ventana oscura,

y cerrar puertas que se abrieron para nada,

y deje que la voz que habla y no miente

se haga llama que ilumine el alma

y aprenda a vivir como hombre nuevo.

 

Enséñame a rezar Señor del cielo

solo, acudiendo a Ti, sé que no me pierdo.

 

 

Del libro “…….y su dedo rozó mi frente”

 

 

Por Esther Barbero

(Presidenta de 'Fe y Luz sin Barreras' de Guadalajara)

 

 

Los tres últimos meses nos han descolocado, no esperábamos que nos viniese una pandemia como la que estamos viviendo, sí, y ya volviendo a la nueva normalidad, nueva normalidad porque ya podemos desplazarnos libremente, pero con tres reglas fundamentales a cumplir para seguir luchando todos y cada uno de nosotros contra la covid-19: MASCARILLA – LABADO MANOS – DISTANCIA SOCIAL.

Nada de besos y abrazos, y que tanto bien nos hacen. Sonrisas, no las apreciamos lo suficiente por la mascarilla que nos protege, si acaso con la mirada, siempre y cuando no utilicemos gafas para protegernos del sol, porque sino ni nos reconocemos. Utilizar el lenguaje con nuestra diversidad de gestos nos puede ayudar para seguir comunicándonos como antes y compartiendo vida donde quiera que nos encontremos.

Con la fe estamos salvados, y nada hemos de temer “…Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Debemos estar tranquilos, sin miedo, viviendo el día a día y disfrutando de las pequeñas cosas. El virus nos ha afectado a todos, mucho más a los enfermos y sus familias, a los que han partido para el Padre y a quiénes han perdido sus seres queridos; ahí debemos estar para tender la mano con las palabras justas, y acompañar con los medios que tenemos a nuestro alcance. Pero no tenemos que tener miedo, simplemente confiar en Él y compartir vida con los hermanos.

Vivimos confinados la mayor parte de Cuaresma, Semana Santa y parte del Tiempo Pascual. Sin embargo, dando gracias por los medios de comunicación que nos han acercado a casa las distintas celebraciones a lo largo de estos meses, y que siguen ahí para las personas que no salen todavía a la calle. Una etapa vivida con más autenticidad e invitando a la interioridad y la reflexión; unos meses que nos siguen ayudando a valorar lo realmente importante, y que podemos prescindir de muchas cosas que considerábamos imprescindibles.

Hemos estado conectados, y hablando bastante más que en la normalidad anterior, con nuestras familias, nuestras comunidades, nuestras amistades… y aún lo estamos, redescubriendo lo verdaderamente importante. Como dice Jesús a Marta “Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lc 10, 40-42)

El diálogo y la escucha han ocupado muchas horas en estos meses, para apoyarnos y alentar a quiénes realmente lo han pasado mal, olvidándonos de los pormenores del hogar: personas solas, madres y padres que no podían estar con sus hijas e hijos enfermos, sanitarios y socio-sanitarios en primera línea sin poder ver a sus familias, personas que han perdido a sus seres queridos… Ha sido una etapa durísima, con la impotencia por mi parte, de tenerme que limitar a la llamada telefónica ó video-llamada a muchas de estas personas cercanas sin poderles abrazar y besar, ó prepararles unos tapes con comida.

Sí, meses muy duros también en la Iglesia, nuestra diócesis, nuestras parroquias y nuestros sacerdotes desbordados y en primera línea, acompañando en el dolor con responsos en los cementerios y atendiendo a muchas familias necesitadas. La solidaridad ha florecido por doquier y que debe continuar, obra de Dios en medio de nosotros. Amistades y vecinos también se me han ofrecido para hacerme la compra, y en lo que necesitase, para que no tuviese que salir de casa, y a quiénes se lo agradezco desde lo más profundo de mi corazón. 

En las comunidades de Fe y Luz, estando la comunidad SIN BARRERAS en contacto continuado con las de Madrid, hemos compartido la diversidad de celebraciones durante Cuaresma, Semana Santa y Pascua, celebraciones adaptadas a quiénes son el centro de nuestras comunidades, las personas con otras capacidades, sobre todo su capacidad de AMAR que desborda. Muchas oraciones durante todo este tiempo, y sobre todo por las personas enfermas y fallecidas en Fe y Luz. Sabemos que Jesús está entre nosotros, no tenemos miedo y seguimos adelante compartiendo vida.     

¡Ánimo y adelante! El Señor está entre nosotros y debemos fiarnos y seguir acompañándole en los más vulnerables y necesitados, y que tanto están aumentando en esta etapa por el incremento a marchas forzadas del paro. Como un buen carnet de ruta en esta dura etapa sería las Bienaventuranzas, pues ellas nos pueden ayudar a ver con mayor claridad las necesidades que hay entre nuestros vecinos, comunidades parroquiales, barrios. Compartir con los hermanos nos enriquece a todos. 

 

 

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