Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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En medio de la alegría de estos días navideños, un pequeño y triste cuento. Habían superado ambos los 90 años y continuaban juntos y sin duda ayudándose el uno al otro, en las dificultades de todo tipo que habían ido encontrando en la vejez. Como así lo habían hecho a lo largo de los últimos sesenta o sesenta y cinco años desde aquel día remoto ya, casi perdido en la memoria, en el que se conocieron e iniciaron una vida en común.

Los encontraron juntos y hubo de ser el mal olor que desprendían, tras más de dos meses fallecidos, los que alertaran a un vecino de que algo andaba mal en aquel piso. No había la menor señal de ningún tipo de violencia.

Estaban acostados en la cama común y ella, perfectamente amortajada. Sin duda en algún momento, el anciano marido, viéndose solo con la compañera de su vida muerta, no se resistió a la idea de que nadie tocara aquel cuerpo querido. Él se encargó, solo, de amortajarla como el último servicio que había de prestarle. Después esperó la llegada de la muerte para él. Se dejó ir. Él Misericordioso, debió hacerle esperar muy poco.

Hasta aquí la noticia del periódico que cayó en mis manos produciéndome una profunda pena y un sinfín de preguntas cuyas respuestas, intuidas, me produjeron aún mayor dolor.

¿Nadie los había echado en falta? ¿No tenían familia? ¿Tampoco amigos o vecinos? ¡Estaban solos! A nadie les preocupaban: dos meses fallecidos antes de que alguien se percatase. A nadie parecía importarle aquellos dos ancianos.

Entre las preguntas que me hice, perdón si traslado algunas al papel. ¿Eran creyentes y practicantes? Si lo eran, ¿dónde estaban aquellos con los que cada domingo o en cada Eucaristía, se intercambiaban el saludo de Paz?

Pero, aunque no comulgáramos juntos cada domingo ¿cómo podemos despreocuparnos los cristianos para que algo así pueda suceder? ¿Cómo no nos percatamos de tantas soledades que nos rodean a las que podríamos aminorar el sufrimiento con nuestra cercanía y muestras de empatía?

Angustia pensar cómo estamos actuando los cristianos. ¿La Iglesia, habría llevado su Fe y enamorado a tantos en el siglo I y posteriores, con esas actuaciones que hoy son tan frecuentes entre los que así nos denominamos? Que no me cuente nadie si la sociedad civil está así o asá, me importa el servicio y el testimonio que estamos obligados a dar los cristianos y que debía enamorar como antaño. El testimonio que hoy la mayoría, no damos

¿Qué tendría en la cabeza el anciano mientras solo y sintiendo la soledad, amortajaba a la que había sido su compañera de vida? ¿Qué sentiría al tumbarse a su lado, solo, seguramente acariciando su mano yerta, mientras esperaba y posiblemente pedía, su propia y pronta muerte?

¿Dónde estábamos los cristianos mientras morían viejos, juntos y solos?

¿Dónde…………………………….?

¡Pidamos perdón!

¿Habrá alguien a nuestro lado cuya soledad podamos aminorar?

Siempre a Cristo por y con María

 

 

José Ramón Díaz-Torremocha
Conferencia of Santa Maria la Mayor
Guadalajara, Spain
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WHERE WERE WE?

 

In the midst of the joy of these Christmas days, here is a sad short story. They had both passed the age of 90 and were still together, no doubt helping each other through the difficulties of all kinds that they had encountered in old age. As they had done throughout the last sixty or sixty-five years since that remote day, almost lost in memory, when they met and began a life together.

They were found together and it must have been the foul smell they were giving off, after more than two months of being dead, which warned a neighbour that something was wrong in that flat. There was not the slightest sign of violence.

They were lying on the common bed, and she was perfectly shrouded. No doubt at some point, the old husband, seeing himself alone with his life companion dead, could not resist the idea that no one should touch that beloved body. He alone took it upon himself to shroud her as the last service he would render her. Then he awaited the coming of his death. He let himself go. The Most Merciful must have made him wait only a short time.

So far the newspaper story that fell into my hands, causing me deep sorrow and a host of questions to which I sensed answers that caused me even greater pain.

Had anyone missed them? Did they not have family, friends or neighbours? They were alone! Nobody cared about them: two months dead before anyone noticed. Nobody seemed to care about those two elderly people.

Let me put in this letter some of the questions I asked myself. Were they believers and practising? If they were, where were those with whom, every Sunday or at every Eucharist, they exchanged the greeting of Peace?

But even if we did not receive communion together every Sunday, how can we Christians be unconcerned that such a thing might happen? How can we not be aware of so much loneliness around us of which we could lessen the suffering with our closeness and empathy?

It is distressing to think the way we Christians are acting: would the Church have carried its Faith and won the hearts of so many in the first century and later, with those actions that are so frequent today among those of us who call ourselves Christians? Nobody should tell me whether the civil society is like this or like that; what matters to me is the service and the testimony that we Christians are obliged to give and that should make people fall in love with us like in the past. An example that today most of us do not provide.

What thoughts must have been in the old man's head as he lay alone and lonely, shrouding his lifelong companion? What would he feel as he lay beside her, alone, probably caressing her stiff hand, waiting for, and possibly begging for his forthcoming death?

Where were we Christians when they were dying old, together and alone?

Where ..................................?

Let us ask for forgiveness!

 

Is there anyone at our side whose loneliness we can lessen?

 

Always to Christ through and with Mary
                                                                                         

 
José Ramón Díaz-Torremocha
Conference of Santa Maria la Mayor
Guadalajara, Spain
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El 17 de diciembre, hoy, marca cada año la segunda parte del Adviento, su semana final caracterizada por el gozo y la esperanza ante la inminencia nacimiento del Jesús

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Del 17 al 24 de diciembre, comienza la segunda parte del Adviento. Es la llamada semana de la “¡Oh!”. Esta semana final del Adviento es la semana de la espera y expectativa inminentes, con y junto a la María, la Virgen de la Esperanza, como el sábado 18 recordaremos. ¿Cuáles son los contenidos litúrgicos, devocionales, catequéticos y pastorales de esta semana final del Adviento?

 

 

Las antífonas de la Oh

Las antífonas de esta segunda parte del Adviento se cantan o se recitan en las vísperas del oficio divino de la liturgia de las horas desde el 17 de diciembre hasta el 23 de diciembre. También, después del Concilio Vaticano II, son cantadas o recitadas o cantadas, a modo de perícopa, versículo o exclamación, antes y después del Aleluya previo al Evangelio en la misa de los días de semana entre el 17 y el 23 de diciembre.

Y estas antífonas y sus significados son los siguientes: 17 de diciembre: O, Sapientia! (¡Oh, Sabiduría!); 18 de diciembre: O Adonai! (¡Oh, Señor!); 19 de diciembre: O Radix Jesse! (¡Oh, Raíz de Jesé!); 20 de diciembre: O Clavis David (¡Oh, Llave de David!); 21 de diciembre: O, Oriens (¡Oh, Amanecer, Luz, Sol que nace de Oriente!); 22 de diciembre: O Rex Gentium! (¡Oh Rey de las naciones!); y 23 de diciembre: O, Emmanuel! (¡Oh Emmanuel, o Dios con nosotros!). Todos estos nombres son títulos mesiánicos que se aplican y se culminan en Jesucristo. Además, leyendo al revés las primeras letras -van en negrita- dan el acróstico, en griego ERO CRAS, que significa en español “Llegaré mañana”, en clara alusión a la llegada del nacimiento de Jesús en la noche del último día de la semana de la oh: la Navidad.

 

La Virgen de la Esperanza

Virgen de la Esperanza, Virgen encinta, Virgen de la Divina Enfermera, Virgen de la Dulce Espera o Virgen de la O es una advocación mariana en la que se la asocia con el Adviento o espera de la Natividad de Cristo (además de con la virtud teologal de la esperanza); el período en que la Virgen María estaba embarazada (en latín Maria Gravida o Virgo Gestans).

La razón del nombre "O" es la exclamación admirativa "oh", ya explicada También se refiere cualquiera de estos títulos marianos al aspecto iconográfico de con que María es reflejada en estado de buena esperanza (embarazada). Iconográficamente, se representa frecuentemente con un círculo en el abdomen simulando el embarazo, en el que en ocasiones se sitúa el feto de Jesús dibujado o esculpido, y cuyo borde semeja una O, aunque esta ha desaparecido en la iconografía moderna.

 

¿Virgen de la Esperanza en la catedral de Sigüenza?

Escribe Julián García, canónigo fabriquero de la catedral de Sigüenza: “En el crucero de la catedral seguntina, a una altura superior a siete metros (varían en torno a 7,30 metros), sobre repisas de piedra, policromadas a imitación de mármol e incrustadas en las columnas que sostienen el tramo central del crucero, están situadas cuatro esculturas de bulto redondo de piedra caliza policromada, de una altura aproximada, incluyendo las peanas que forman unidad con ellas, de 2,10 metros”.

En el lado de la nave del evangelio, aparecen dos profetas, descritos históricamente como Isaías y Zacarías (este podría Miqueas), que se miran, uno desde la columna exterior de la capilla mayor, el otro desde la columna delantera del coro. En el lado de la nave de la epístola, nos encontramos con la Virgen María, que mira desde la columna exterior de la capilla mayor al arcángel san Gabriel, que está situado en la correspondiente columna del coro y le muestra su saludo escrito en una filacteria: AVE MARÍA, completando así en este lado derecho del crucero el misterio de la Anunciación-Encarnación, que habían anunciado los profetas.

Y añade el fabriquero de nuestra catedral: “Las peanas están decoradas con escudos de Simón Girón de Cisneros, obispo de Sigüenza entre 1299 y 1326, lo que permite datar las esculturas en el primer cuarto del siglo XIV”.

Con todo, el gran historiador por excelencia de la catedral seguntina, Manuel Pérez Villamil, escribe, en el alba del siglo XX, que el arcángel muestra el año 1640, información que interpreta como el momento en que serían colocadas en el lugar que ocupan en la actualidad. De 1640 a 1645 desarrolló su ministerio episcopal en Sigüenza el obispo Fernando de Andrade y Sotomayor. ¿Dónde estuvo hasta entonces este conjunto escultórico? No lo sabemos.

“La escultura de la Virgen María –describe Julián García-  es de gran calidad, tanto por el trabajo meticuloso del entallador como por su cuidadosa y rica policromía. Viste sobre una túnica de color rosáceo un amplio manto azul claro que recoge con su mano izquierda, en la que sostiene un libro de las horas, ricamente decorado con herrajes sobre cubierta de cuero carmesí. Los vestidos están decorados con hojas y flores doradas, también el borde del manto. No se observan perdidas volumétricas, aunque no se aprecia claramente la integridad del dedo pulgar de la mano derecha, quizás a causa el pliegue del manto. Se observa el polvo acumulado y algunas pérdidas de la policromía, y colores apagados especialmente en los vestidos”.

¿Podríamos considera a esta imagen de María como la Virgen de la Esperanza? Tengamos en cuenta, para reforzar esta hipótesis, al menos desde la piedad y la congruencia, que justo enfrente de ella, en el final de la epístola, aparece, hace cinco siglos, el precioso retablo en alabastro de la Virgen de la Leche, una tierna representación de María madre en posición de amamantar al Niño Jesús.

 

¿Y qué pasa con la corona de Adviento en esta semana final?

Permanece, ya con sus tres primeras velas encendidas; a lo largo de estos días finales, se encenderá la cuarta, correspondiente al cuarto y último domingo de Adviento, y el día de Navidad o en Nochebuena se podrá añadir un gran cirio blanco que representa la Natividad del Señor y que sitúa en el centro de la corona.

La corona de Adviento es una costumbre originaria de los países germánicos y extendida a América del Norte y al resto de Europa, y ya convertida en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos y de las parroquias y comunidades.

Durante el frío y la oscuridad del final del otoño los pueblos germánicos precristianos recolectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida del sol naciente y de la primavera.

Ejemplo, pues, de cristianización de la cultura donde lo viejo toma ahora un nuevo y pleno sentido, la corona de Adviento encuentra un espléndido referente en Jesucristo, la luz del mundo, el vencedor de la oscuridad y de las tinieblas.

 

Lo que es la corona de Adviento

Se trata de una corona de ramas verdes, en la que se fijan cuatro velas vistosas. Suele colocarse sobre una mesita, o sobre un tronco de árbol, o colgada del techo con una cinta elegante. En principio, no se pone encima del altar, sino junto al ambón o en otro lugar adecuado como, por ejemplo, junto a una imagen o icono de la Virgen Madre, siempre Santa María del Adviento. La corona de Navidad es así el primer anuncio de la Navidad.

La corona ha de ser circular, ramas o follaje verde, cuatro velas y algún adorno sobre ellas. ¿Y por qué circular? El círculo hace presente la figura perfecta que no tiene principio ni fin, evocando la unidad y eternidad del Señor Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre (cfr. Cartas a los Hebreos, 13, 8). Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio ni fin. Es asimismo interpelación para que también nuestro amor a Dios y amor al prójimo tampoco finalice nunca.

 

Colores, adornos y cirios

El follaje ha de ser verde, color que expresa esperanza y perennidad. Las ramas verdes pueden ser de ramas de pino, abeto, hiedra…. Representan a Cristo, siempre vivo.

Los adornos pueden ser unas manzanas rojas y un listón rojo. Las manzanas representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva. Hablan, pues, del pecado de la expulsión del paraíso y el anhelo permanente del hombre de regresar a él. Por eso el listón rojo significa el amor de Dios que nos envuelve y nuestra respuesta también de amor a ese amor de Dios. También adornan la corona de Adviento pequeñas piñas, bolas de colores y otros signos decorativos propios y anunciadores de la Navidad,

Las cuatro velas representan los cuatro domingos. Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Y así con cada vela que encendemos, la humanidad se iluminó y sigue iluminando con la llegada de Jesucristo a nuestro mundo.

¿Y los colores de las velas?  Suele haber dos modelos de colores. En uno, tres velas son moradas o violetas y una carta rosa o anaranjada. Esta último se enciende el tercer domingo de Adviento, el llamado domingo de la alegría (“gaudete” en latín), en el que los sacerdotes usan la casulla de color rosa.

Un segundo modelo de los colores de velas es aquel que las tiene de cuatro colores: morada para el primer domingo y que significa alerta, vigilancia y el color litúrgico del Adviento; verde, color de la esperanza, para el segundo domingo; rojo, color de alegría, para el tercer domingo; y la última, blanca, color de la fiesta de Navidad.  El gran cirio representativo del nacimiento de Jesús y que se puede colocar en el centro de la corona a partir de Nochebuena, siempre ha de blanco o dorado.

 

El encendido progresivo de las velas

Es expresión de alegre expectación, cada semana, se realiza el rito de encender las velas correspondientes: el primer domingo de Adviento, una, el segundo, dos, el tercero, tres, el cuarto y último, las cuatro.

El progresivo encendido de estos cirios nos hace tomar conciencia del paso del tiempo, en el que esperamos la última y definitiva venida del Señor. Este itinerario, acompañado de alguna oración o canto, nos marca los pasos que nos acercan hasta la fiesta de Navidad, y nos ayudará a tener más presente el tiempo en que nos encontramos.

El rito encendido de la corona se puede realizar en todas las misas dominicales de la parroquia, incluyendo la vespertina del sábado. En las comunidades religiosas, en cambio, será mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: las primeras vísperas.

La corona que se ha instalado en la iglesia parroquial, se puede bendecir al comienzo de la misa. La bendición se hará después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial.

 

Metáfora de la corona de Adviento

Este sencillo lucernario es, a la vez, memoria, símbolo y profecía. Es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo. Es símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia.

Y, finalmente y a su vez, es profecía de Cristo, luz del mundo que volverá para iluminar definitivamente al mundo y a quien esperamos con las lámparas encendidas.

 

 

 

PUBLICADO EN NUEVA ALCARRIA 17 DICIEMBRE 2021

Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)

 

 

 

En el corazón del Adviento luce con luz propia la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. Ella recuerda las profecías del Antiguo Testamento y anima nuestra espera del Mesías. Ella es la llena de gracia desde el primer instante de su concepción y se convierte en modelo de la Iglesia, que señala al Señor. Ella inauguró el linaje que venció el mal y el pecado, cuando en el Génesis pisa la serpiente, una dinastía que comienza con Jesucristo y que continuamos todos los bautizados.

 

Toda la Piedad Popular, así como el mundo de las cofradías y hermandades, tiene en María un referente firme, una señal que nos indica el fin de todas sus actividades y proyectos. Ella nos señala siempre a Cristo como referente necesario para la salvación, de la que se benefició ella y que nos beneficia a todos nosotros.

 

En este día de la Inmaculada se venera su memoria con las hogueras que en diversos lugares de la geografía de nuestra diócesis, señalando la importancia de la luz. Una luz ha aparecido en la torre dedicada a María en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Así se ve en María simbolizada, desde los inicios del cristianismo, como “luz en medio de la oscuridad”, en palabras del Cardenal Juan José Omella. Una luz que, según el papa Francisco, ha de favorecer gestos cotidianos de amor, fraternidad y atención a los más desfavorecidos.

 

Necesitamos esa luz de María, esa referencia en estos momentos de dificultad y prueba, a la vez que son un reto apasionante para seguir iluminando, cuidado y favoreciendo a quienes nos necesitan.

 

A ella nos encomendamos a María con unos versos de Dámaso Alonso:

 

Déjame ahora que te sienta humana,

madre de carne solo,

Igual que te pintaron tus más tiernos amantes;

déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,

los ojos apenados de mi madre terrena;

Permíteme que piense

que posas un instante esa divina carga,

y me tiendes los brazos,

y me acunas en tus brazos

acunas mi dolor,

hombre que lloro.

Virgen María, madre,

dormir quiero en tus brazos,

Hasta que en Dios despierte.

 

Rafael C. García Serrano

(Conferencia de Nª Srª de la Antigua, Guadalajara)

 

 

 

SU ALTAR1

 

Ese lugar donde Él te espera

que cerca está y qué lejos

cuando el alma dolorida

no encuentra la palabra

con la que contarle

todo lo que a uno le pasa.

 

Es posible que confuso y agobiado

no seas consciente

de que quien está allí tiene

la luz que buscas y no encuentras,

y que no necesita tus palabras

lo que pide es la fe, el amor

que hay en tu alma.

 

Solo, cierra los ojos,

deja que su luz,

la luz conque Él te ilumina

entre en tu vida.

No busques las palabras, no hace falta,

Él entiende y siempre escucha.

 

 [1] Del libro: “Hacia Él que nos espera”

 

Varón justo, hombre de fe, esposo de María, padre adoptivo de Jesús, custodio del Redentor, modelo e intercesor de los trabajadores, patrono universal de la Iglesia

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Con ocasión del 150 aniversario de la proclamación de san José como patrono universal de la Iglesia, el Papa Francisco creó, del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, un año santo jubilar en toda la Iglesia.

Ya que hasta el próximo 26 de junio estaremos también en el Año de la Familia “Amoris laetitia”, dedicado a las familias, en el quinto aniversario de la publicación de esta exhortación apostólica postsinodal de Francisco, las celebraciones, actividades y conmemoraciones especiales en torno a san José se puede prolongar hasta entonces.

Por todo ello, san José vuelve a la página de Religión de NUEVA ALCARRIA. Ya lo hizo los viernes 12, 19 y 26 de marzo y 30 de abril. Las primeras ocasiones versaron sobre la carta apostólica “Patris corde” de Francisco sobre José y su año santo. En la tercera, hicimos un recorrido por la presencia del santo en el magisterio y decisiones de los Papas del último siglo y medio. Y en la cuarta, nos detuvimos en su condición de patrono de los trabajadores. Ahora recogemos una selección granada de frases y pensamientos sobre san José.

 

 

Diez santos escriben san José

 

(1) “Hay muchos santos a quienes Dios ha dado el poder para ayudarnos en las necesidades de la vida, pero el poder que se le ha dado a san José es ilimitado: se extiende a todas nuestras necesidades, y todos aquellos que lo invocan con confianza están seguros de ser escuchados”. (Santo Tomás de Aquino)

 

(2) “San José era la imagen viva de su Esposa Virgen; se parecían entre sí como dos perlas” (San Bernardino de Siena)

 

(3) “Tomé por mi abogado y señor al glorioso san José y me encomendé sinceramente a él; y descubrí que este mi padre y señor me libró tanto de este problema como de otros problemas mayores relacionados con mi honor y la pérdida de mi alma, y ​​que me dio mayores bendiciones de las que podía pedirle” y “No sé cómo alguien puede pensar en la Reina de los Ángeles, durante el tiempo que ella sufrió tanto con el Niño Jesús, sin agradecer a san José por la forma en que los ayudó”. (Santa Teresa de Jesús)

 

(4) “Nada le será negado [a san José], ni por Nuestra Señora ni por su glorioso Hijo”. (San Francisco de Sales)

 

(5) “No hay duda al respecto: así como Jesucristo quiso estar sujeto a José en la tierra, así hace todo lo que el santo le pide en el Cielo” y “El santo ejemplo de Jesucristo, quien, mientras estuvo en la tierra, honró tanto a San José y fue obediente a él durante su vida, debería ser suficiente para inflamar los corazones de todos con la devoción a este santo”. (San Pedro Julián Eymard)

 

(6) “Un siervo de María tendrá una tierna devoción a San José, y con su piadoso homenaje de respeto y amor, se esforzará por merecer la protección de este gran santo” y “Hazle [a san José] responsable de la protección de tu persona, él, que salvó la vida de su Salvador. Que él se haga cargo de tu salvación”. (Beato Guillermo José Chaminade)

 

(7) “Él [san José] es la prueba de que, para ser un buen y genuino seguidor de Jesucristo, no se necesitan grandes cosas, basta con tener las virtudes comunes, simples y humanas, pero deben ser verdaderas y auténticas”. (San Leonardo de Puerto Mauricio)

 

(8) “Entre las prácticas de piedad en honor de este gran patriarca, esposo de María, padre nutricio de Jesucristo, santa Teresa recomienda mucho, como eficaz medio para obtenernos su protección, el dedicarle todo el mes de marzo (…).; “Invocándolo también con jaculatorias. Por ejemplo, durante el estudio decid en vuestro corazón: san José, ruega por mí; ayudadme a ocupar bien el tiempo de estudio y de clase. Si os viene alguna tentación: san José, ruega por mí. Al levantaros por la mañana: Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Al acostaros: Jesús José y María, asistidme en mi última agonía”; y “No olvidéis que es el protector de todos los trabajadores y que lo es también de los jóvenes que estudian. Porque el estudio es trabajo.” (San Juan Bosco)

 

(9) “San José, con el amor y la generosidad con que guardó a Jesús, así también guardará tu alma, y ​​como lo defendió de Herodes, así defenderá tu alma del Herodes más feroz: ¡el diablo! Todo el cariño que el Patriarca dan José tiene por Jesús, lo tiene por ti y siempre te ayudará con su patrocinio. Él te librará de la persecución del malvado y orgulloso Herodes, y no permitirá que tu corazón se separe de Jesús. Ite ad Ioseph! Acude a José con extrema confianza, porque yo, como santa Teresa de Ávila, no recuerdo haberle pedido nada a san José sin haberlo obtenido de buena gana”. (San Pío de Pietrelcina)

 

(10) “En el fondo de mi alma, tenía yo ya esta devoción a san José, que os he inculcado. Me acordaba de aquel otro José, al que, siguiendo el consejo del Faraón, acudían los egipcios cuando padecían hambre de buen pan: Ite ad Joseph! (Génesis, 41, 55), id a José a que os dé el trigo. Comencé a pedir a San José que nos concediera el primer Sagrario”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

 

15 mensajes en Twitter del Papa Francisco sobre san José

 

1.-Queridos jóvenes, aprended de san José que, pese a pasar por dificultades, nunca perdió la confianza en Dios, y así las superó. (1-5-2013)

2.-Que san José, esposo de María y patrono de la Iglesia Universal, os bendiga y os custodie. ¡Y muchas felicidades a los papás! (19-3-2017)

3.-Celebremos san José Obrero acordándonos siempre de que el trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de la persona. (1-5-2018)

4.-Hay que ser como san José: hombre de sueños, pero no soñador; hombre del silencio porque respeta el plan de Dios. #SantaMarta (18-12-2018)

5.-San José, esposo de la Virgen María, vela siempre por la Iglesia y protégela en todo momento. (19-3-2019)

6.-Que san José, el humilde trabajador de Nazaret, nos oriente hacia Cristo, sostenga el sacrificio de quienes obran el bien e interceda por todos los que han perdido el trabajo o no consiguen encontrar uno. (1-5-2019)

7.-Queridos hermanos y hermanas, esta tarde unámonos espiritualmente en la recitación del Santo Rosario. ¡María, salud de los enfermos, y san José, hombre de fe, intercedan por nosotros! #OremosJuntos (19-3-2020)

8.-#OremosJuntos encomendándonos a la intercesión de san José, que conoció la precariedad, la amargura y la preocupación por el mañana; pero supo caminar en la oscuridad de esos momentos dejándose guiar siempre, sin reservas, por la voluntad de Dios. (19-3-2020)

9.-Hoy es la fiesta de san José obrero, y también el Día de los Trabajadores. #OremosJuntos por todos los trabajadores, para que a ninguno le falte el trabajo, todos sean pagados justamente y puedan gozar de la dignidad del trabajo y de la belleza del reposo. (1-5-2020)

10.-Al cumplirse 150 años de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana. (8-12-2020)

11.-He decidido convocar un año especial dedicado a la Familia #Amorislaetitia, que será inaugurado en la próxima solemnidad de san José. Encomendamos a la Sagrada Familia de Nazaret este camino con las familias de todo el mundo. (27-12-2020)

12.-San José representa un icono ejemplar de la acogida de los proyectos de Dios. Que él ayude a todos, especialmente a los jóvenes en discernimiento, a realizar los sueños que Dios tiene para ellos. #Vocaciones (19-3-2021)

13.-San José es un icono ejemplar de la acogida de los proyectos de Dios. Que él ayude a todos, especialmente a los jóvenes en discernimiento, a realizar los sueños que Dios tiene para ellos; que inspire la valentía de decir “sí” al Señor, que nunca decepciona. #Oración #Vocaciones (25-4-2021)

14.-El trabajo de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajar. Roguemos a #sanJoséObrero que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo! (1-5-2021)

15.-Que san José, venido de las periferias, nos ayude a convertir nuestra mirada y a cuidar a las personas que se encuentran descartadas y a los márgenes de la sociedad. #AudienciaGeneral (17-11-2021)

 

 

Otros seis Papas y san José

 

(1) “Aleja de nosotros, oh padre amantísimo, este flagelo de errores y vicios... Asístenos propicio desde el cielo en esta lucha contra el poder de las tinieblas ...; y como en otro tiempo libraste de la muerte la vida amenazada del niño Jesús, así ahora defiende a la santa Iglesia de Dios de las hostiles insidias y de toda adversidad”. (León XIII)

 

(2) “Todo por Jesús, todo por María, todo a tu ejemplo, oh Patriarca, san José” (San Pío X).

 

(3) “¡Oh, san José!, sé siempre nuestro protector. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo y oración, al servicio de la Santa Iglesia, nos vivifique siempre y alegre en unión con tu Esposa bendita, nuestra dulcísima e Inmaculada Madre, en el solidísimo y suave amor de Jesús, rey glorioso e inmortal de los siglos y de los pueblos. ¡Así sea!”. (San Juan XXIII)

 

(4) “Alégrense, devotos siervos de san José, porque están cerca del paraíso; la escalera que conduce a ella tiene solo tres peldaños, Jesús, María y José”. (San Pablo VI)

 

(5) “San José constituye un ejemplo siempre actual los valores de la sencillez y de la humildad al llevar a la hora de llevar a cabo cada a día la voluntad de Dios, valores que distinguieron la vida silenciosa, pero preciosa del Custodio del Redentor. A su intercesión confío las esperanzas de la Iglesia y del mundo. Que él, junto a la Virgen María, su esposa, guíe siempre mi camino y el vuestro, para que podamos ser instrumentos gozosos de paz y de salvación”. (Benedicto XVI)

 

(6) “El varón justo, que llevaba consigo todo el patrimonio de la Antigua Alianza, ha sido también introducido en el «comienzo» de la nueva y eterna Alianza en Jesucristo. Que él nos indique el camino de esta Alianza salvífica, ya a las puertas del próximo Milenio, durante el cual debe perdurar y desarrollarse ulteriormente la «plenitud de los tiempos», que es propia del misterio inefable de la encarnación del Verbo. Que san José obtenga para la Iglesia y para el mundo, así como para cada uno de nosotros, la bendición del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (San Juan Pablo II)

Nuevas Salve y letanías del Papa Francisco sobre san José

“Salve, custodio del Redentor/ y esposo de la Virgen María. / A ti Dios confió a su Hijo, / en ti María depositó su confianza, / contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, / muéstrate padre también a nosotros/ y guíanos en el camino de la vida. / Concédenos gracia, misericordia y valentía, / y defiéndenos de todo mal. Amén”.

Y a las letanías compuestas a finales del siglo XIX por el Papa León XIII, el Papa Francisco añadió, el pasado 1 de mayo, estas siete nuevas jaculatorias: Custos Redemptoris (Custodio del Redentor), Serve Christi (Servidor de Cristo), Minister salutis (Ministro de la salvación), Fulcimen in difficultatibus (Apoyo en las dificultades), Patrone exsulum (Patrono de los refugiados), Patrone afflictorum (Patrono de los afligidos) y Patrone pauperum (Patrono de los pobres)

 

 

 

PUBLICADO EN NUEVA ALCARRIA 10 DICIEMBRE 2021

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