Desde 1968, por iniciativa del Papa san Pablo VI, la Iglesia católica hace coincidir el primer día del año nuevo con la jornada mundial de oración por la paz

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Litúrgicamente, el 1 de enero es la solemnidad de Santa María Madre de Dios, la maternidad divina y virginal de María, una verdad de fe que constituye uno de los cuatro dogmas marianos claves: inmaculada, concepción, maternidad divina, perpetua virginidad y asunción a los cielos en cuerpos y alma. La ubicación de esta fiesta en la citada es por tratarse de la octava de la Natividad de Jesucristo, precisamente del seno de la María.

Además, desde el año 1968, cada primer de año, todos los 1 de enero, es la jornada mundial de la paz, por iniciativa del Papa Pablo VI, quien expresaba de este modo el objetivo y anhelo de esta celebración: "Sería nuestro deseo que después, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura".

Era el comienzo de 1968, en plena guerra fría, en los albores mismos de aquel emblemático año 68, con el conflicto de Vietnam como pesadilla mundial y con un mundo dividido en dos bloques antagónicos.

 

La voz de la conciencia, el clamor de la paz

 

Ha pasado más medio siglo y, mientras la paz es tantas veces solo una aspiración -muchas veces quimérica-, el compromiso de la Iglesia en favor de la paz se mantiene inalterable e insobornable. Resulta elocuente a este respecto observar cómo todos los gobiernos del mundo y en todos los conflictos bélicos de estas cinco décadas y media, antes o después, han recalado en el Vaticano, y cómo la Santa Sede ha sido siempre una voz coherente y ecuánime para reclamar y fundamentar la paz desde la justicia, la solidaridad, los derechos humanos y el primado de la reconciliación.

"Todo se pierde con la guerra; nada se pierde con la paz y con el diálogo y acciones en pos de ella", han reiterado los Papas. Bastaría citar como ejemplo la actitud  Juan Pablo II ante la guerra de Irak del año 2003; o los puntos de vista de Benedicto XVI y de Francisco tan apreciados y tan valorados en orden a la paz y a la resolución de los conflictos de estos últimos años y para educar hacia la paz,  singularmente Benedicto, y, en el caso de Francisco, introduciendo en ella nuevos caminos a recorrer como el del cuidado de la creación (ecología integral), de la educación y el trabajo y la promoción de colectivos desheredados y que no pueden vivir la paz con las personas víctimas de la trata y los migrantes y refugiados.

Francisco ha sido firme candidato en los últimos años al Premio Nobel, que inexplicablemente todavía no le ha sido concedido. Con todo, en 2016, el Consejo de Europa le concedió el Premio Carlomagno, premio que en 2004 ya le fue otorgado también a Juan Pablo II. “El Papa Francisco -se leía en la motivación de la concesión del premio– trae un mensaje de esperanza a Europa en un momento de crisis que ha puesto en segundo lugar todas las conquistas del proceso de integración”. Particularmente se citan las intervenciones del Pontífice durante su viaje a Estrasburgo el 25 de noviembre de 2014. El Papa –continuaba el acta del jurado el premio- es la “voz de la conciencia” que pide colocar al centro al hombre, “una autoridad moral extraordinaria”.

 

 La paz necesita de la justicia, del diálogo, de la educación y del trabajo

 

Potenciar la jornada

 

Fue la lógica del encuentro entre la Iglesia y el mundo, la que inspiró la constitución de la Jornada Mundial de la Paz, según las inspiraciones que el Concilio había expresado en su constitución pastoral Gaudium et spes. No se trataba entonces, como tampoco ahora, de una celebración exclusivamente católica, sino de una iniciativa compartida por “todos los amigos de la paz”.

La Iglesia, escribió Pablo VI en 1968, solo lanzaba una idea con la esperanza de que pudiera dedicarse un día del año a tomar conciencia de la existencia de una humanidad común que es la que exige la promoción de la paz.

Sin embargo, y desgraciadamente, ni siquiera dentro de la propia Iglesia católica, esta Jornada merece la acogida que debería. Todos los años, los Papas publican el mensaje del día 1 de enero, el mensaje de la paz. Pero, ¿qué se hace para hacer llegar esta jornada y su mensaje anual? ¿Quién lee los mensajes para la Jornada Mundial de la Paz o conoce, si quiera, a qué asunto se dedica el mensaje del año que se acaba de inaugurar?

No se trata de alterar el calendario litúrgico que dedica el primer día del año a celebrar la maternidad de María, pero tampoco de ignorar uno de los ejes centrales de la dimensión social de nuestra fe cristiana.

 

La paz es un valor radicalmente cristiano

 

La paz es, quizás, uno de los términos y conceptos más propios del cristianismo, una de las palabras más ricas y fecundas de nuestra concepción de las relaciones entre los hombres y los pueblos, así como uno de los deberes a los que con más decisión y compromiso deberíamos entregarnos los cristianos. Lejos de ser una palabra hueca o un deseo, se trata de un imperativo para la supervivencia de los pueblos.

La paz, que es mucho más que la ausencia de guerra y que solo es posible cuando se dan la justicia, el desarrollo y el perdón, “es la línea única y verdadera del progreso humano”. 

Para nosotros, los cristianos, decía Pablo VI en 1968, proclamar la paz es anunciar a Cristo y su Buena Noticia. De ahí que la iniciativa adoptada en 1968 era, y es, una oportunidad de oro para una Iglesia que al celebrar la paz anuncia la hermandad intangible y universal de todos los hombres derivada de la Paternidad de Dios, la comunión, el amor al prójimo, el perdón y la reconciliación.

 

Tema de la Jornada 2023

 

El enunciado del tema elegido por Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2023 reza “Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz”

En el correspondiente mensaje, Francisco defiende que, “aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza”. “Confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, orienta nuestro camino”, subraya.

 

Lecciones a aprender de la pandemia

 

Más adelante, el Papa Francisco recuerda cómo el Covid desestabilizó “nuestra vida ordinaria, revolucionando nuestros planes y costumbres” y el “malestar generalizado que ha calado en los corazones de muchas personas y familias”. “La pandemia parece haber sacudido incluso las zonas más pacíficas de nuestro mundo, haciendo aflorar innumerables carencias”, señala.

En esta línea, reitera que “de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores. Hoy estamos llamados a preguntarnos: ¿qué hemos aprendido de esta situación pandémica?”.

Además, el Papa afirma que la mayor lección aprendida de todo ello es “la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana”.

“También hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la tecnología y los efectos de la globalización no solo ha sido excesiva, sino que se ha convertido en una intoxicación individualista e idolátrica”, añade.

El Papa Francisco destaca de este tiempo el “retorno a la humildad”, la reducción de “ciertas pretensiones consumistas” y un “renovado sentido de la solidaridad”. “De esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra ‘juntos’ en el centro”, señala.

 

Y ahora, un nuevo desastre: la guerra

 

El Papa Francisco recuerda, como no podía ser de modo otro, que “la guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad, no solo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada hacia todo el mundo”.

Para el Papa, esta guerra representa “una derrota para la humanidad en su conjunto y no solo para las partes directamente implicadas”.

“Aunque se ha encontrado una vacuna contra el Covid, aún no se han encontrado soluciones adecuadas para la guerra”, alerta Francisco.

“Ciertamente, -continúa el Santo Padre-, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado”.

Ante esta situación, el Papa Francisco invitó a “dejarnos cambiar el corazón por la emergencia que hemos vivido” y permitir “que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y de la realidad a través de este momento histórico”.

Asimismo, explica que “las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos están todas interconectadas, y lo que consideramos como problemas autónomos son en realidad uno la causa o consecuencia de los otros”.  Por ello, hizo una llamada a afrontar los retos de nuestro mundo “con responsabilidad y compasión”.

 

Virus como el cambio climático, el hambre, la pobreza

 

Y por todo ello, Francisco reclama “retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático”.

Francisco, en su mensaje, apremia, igualmente, a “luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos, apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades”.

 

Pobreza y mujer son retos de justicia social y de paz pendientes

 

Y añade que “el escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades.

Francisco concluye su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2023, deseando “a todos los hombres y mujeres de buena voluntad un feliz año, en el que se pueda construir, día a día, la paz entre todos y ser todos artesanos, la paz.      

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de diciembre de 2022

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Querido amigo:

 

Por el sí de María a la voluntad divina, se restablece el jardín del Paraíso.

Por la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María, el nuevo Adán aparece en el espacio más hermoso y bello, en el que el Creador se complace. 

 

 

Por la Encarnación del Verbo de Dios en nuestra naturaleza, el ser humano alcanza la mayor dignidad.

 

Por el alumbramiento de María, quien nos muestra al Primogénito de todos los hombres, cabe reconocer nuestra semejanza con Dios.

 

Por el nacimiento de Jesús en Belén, los últimos llegan a ser los primeros. Los pastores, los ancianos y los extranjeros se acercaron a adorar al Niño Jesús.

 

Por el misterio de la Navidad, la naturaleza se convierte en sacramento y todo llama a la alabanza. Todo es nuevo y bueno. El universo es recreado y la realidad es transfigurada.

 

En la Encarnación y en el Nacimiento de Jesús se nos ofrece la revelación más sobrecogedora: Dios ha cumplido su palabra, se ha hecho carne y se ha desposado para siempre con la humanidad. Para siempre nuestra naturaleza está en Dios.

 

Por el misterio de la Navidad se han hecho realidad las profecías: “Ya no te llamarán abandonada, ni a tu tierra devastada, a ti te llamarán mi favorita.”  Dios se recrea en su Hijo, nacido de mujer, y por este acontecimiento, también se recrea en ti.

 

Tú tienes en Belén la posibilidad de reconocerte amado de Dios, si acoges con fe al Niño Jesús.

 

Tú tienes en Navidad la mejor noticia, Dios ve en tu rostro el rostro de su Hijo. Si no te aceptas, no aceptas a Dios.

 

Tú tienes en tu propio cuerpo el lugar más inmediato para conocer el acontecimiento del Dios humanado y en el semblante  del prójimo, el semblante de Cristo.

 

Puede que no sientas cuanto te digo, pero es verdad.

 

Puede que no te veas elevado a la dignidad de hijo de Dios, pero Él te mira así.

 

Puede que sientas dolor, silencio, miedo, soledad, ausencia de seres queridos, pobreza y necesidad, pero nada queda desde ahora sin ser mirado entrañablemente por Dios.

 

Permíteme que te diga: “Feliz Navidad”. Y que te desee el gozo de saber que Dios te ama. 

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

EL VILLANCICO UNIVERSAL

 

La ciudad de Guada es hoy

el resumen del planeta

religiones de consuno

tocando la pandereta.

 

Europa, América, España

¡La India y China, y dos Coreas

resumen del mundo, orbe de Dios,

nada falta que aquí no se vea!

 

Buda de todos tamaños:

barrigudo, azul o jade,

en matiz o rojo o blanco.

¡A Buda todo le sienta y vale!

 

Está el dios negro, africano,

que a Dios todo igual le vale,

aunque sea el dios del ébano

y de mucha lanza armado.

 

La ciudad de Guada es hoy

el resumen del planeta.

religiones de consuno

tocando la pandereta.

 

Y hasta el pájaro chogüí

en su nido sobresale

Y hasta se vino, se vino…

¡indiecito que lo avale!

 

Y una virgen africana

que más multitud le añade.

Aunque en ella algo lo humano

destaque. ¡Eso a Dios no enfade!

 

También había un pastor

repartiendo al que paseaba

algo de dulces y de quesos.

¡Que a gusto se degustaba!

 

Y había también papanoeles,

y renos y renas con sus cuernos.

Y estaban abiertos los belenes

con sus pastores sempiternos.

 

La ciudad de Guada es hoy

el resumen del planeta,

religiones de consuno

tocando la pandereta.

 

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EL VILLANCICO DE USANOS

 

El Dios Niño está en Usanos

frota que frota las manos.

   

Zum, zum; zum, zum.

 

Villancicos toca en tromba

mientras zumba la zambomba.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

En Usanos, esta noche,

más hermosa que ninguna,

en el cielo saldrá un broche

en lo más alto: la luna.

 

Ya suben los Magos Reyes

por la cuesta del Rosal.

El Niño Dios tiene bueyes

y en los Pórticos, portal.

 

El Dios Niño está en Usanos

frota que frota las manos.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Melchor no ha traído el oro,

que el Niño puedelotodo

si quisiera ese tesoro

lo fabricaría él todo.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Ni con incienso Gaspar

va a incensar al Santo Niño,

porque donde esté ese Altar

todo es incienso y cariño.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Hasta el negro Baltasar

se ha olvidado de la mirra,

pues el Dueño del lugar

con los cantos más se pirra.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Ya llegan los Magos Reyes

al campo de las escuelas.

Ya el Niño dicta las leyes

de claclear castañuelas.

    

Los Reyes por la placeta

el almirez van tocando,

el tambor, la pandereta

y las campanas sonando.

 

Din, din; tan, tan.

 

Aunque fuese noche oscura,

con luna aún en penumbra,

en el portal la figura

del Niño Jesús alumbra.

 

Y más con los cascabeles,

con el laúd, la guitarra,

la bandurria y con la jarra

que alas dan rubios joyeles.

 

Mas Jesús es quien en tromba,

desde que nació en Usanos,

frota que frota las manos

para darle a la zambomba.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Campanas tañe María,

San José, el acordeón.

Corta un pastor requesón

y el vinillo… yo bebía.

 

No sé si el tamborilero

habrá traído el tambor,

mas sé que el Dios verdadero

al triángulo da calor.

 

Pom, porom, pom

 

Ved si será de cristianos

que el Niño Dios en Usanos

atruene y percuta el triángulo.

 

Din, don; din, don.

 

Zumba, ora, pulsa… los Reyes

a la iglesia van llegando,

bien que se asombran los bueyes

de ver sus dedos zumbando.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Toda corte del Belén.

La burra. El chiquirritín,

El chocolate. El rin, rin.

La marimorena también.

Peces en río y en alarde.

La tan blanca Navidad.

Adeste yendo a Verdad

El burrito que va tarde.

La nieve, el musgo, el pastor,

ángel, mula, estrella, flor…

les agrada que Jesús

esté radiante de luz.

 

Que haya nacido en Usanos,

Que frote y frote sus manos.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Y canciones toque en tromba,

mientras zumba la zambomba.

 

Zum, zum; zum, zum.

 

Zuuuuum.

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Seis obras musicales imprescindibles para la Navidad

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Se ha afirmado, no sin razón, que haya donde las palabras que quedan cortas y los sentimientos afloran y son difíciles de expresar, nace la música. La música es, en efecto, el mejor catalizador del corazón humana y de su variedad y hasta amalgama de tonalidades y sentires. La música es, además, un lenguaje universal, es el lenguaje del alma, constituida más por sonidos y melodías que por palabras. Y en la música caben todos los instrumentos: desde los más sencillos y al alcance de todos, a los más sofisticados y que necesitan una pericia especial para ser interpretados.

Y todo ello, mediante la música, se concentra y se expresa en las situaciones más extraordinarias de la vida humana (también en las ordinarias), tanto en sus momentos de dolor, soledad y tristeza, como en los de satisfacción, fraternidad y alegría. La música posee, asimismo, la virtualidad del saber compartir, incluso la necesidad del compartir, del compaginar y del armonizar. Y de manifestar lo inefable. Con la música, se llora, se ríe, se canta, se contempla, se goza y con la música hasta se extasía el espíritu y se rejuvenece el cuerpo.

Por ello, ante el misterio del amor, de la ternura, de belleza, de la pequeñez, de la debilidad y de la grandeza de un Niño recién nacido, de un Niño (Emmanuel, Dios con nosotros), que viene a salvarnos, la música ha encontrado y seguirá encontrado a lo largo y a lo ancho de tiempos infinidad de registros, vibraciones, sonidos, canciones y palabras siempre melodiosas. Sonidos y palabras siempre ungidas de sentimientos, de emoción, de corazón.

En las vísperas de la Navidad 2022,  en medio de un mundo como el nuestro manchado y salpicado por la sangre de guerras inicuas y tantas injusticias evitables y sin ánimo de ser corregidas, lastrado por numerosos episodios de democracia deficitaria, todavía marcado por los efectos de una pandemia histórica y mientras la pobreza y la desigualdad siguen siendo una realidad que tanto se contradice con los pavoneados, pero en la práctica tantas veces olvidados, derechos humanos, y la sociedad del consumo, del egoísmo y del materialismo parece como engullirnos a todos, la Navidad, la verdad de la Navidad, que también y tan bien expresa la música, demanda una “tregua” de verdadera humanidad y una “sinfonía” de música y de vida, no solo para estos días, sino para todos nuestros días.

 

Belén de la parroquia de San Pedro de Sigüenza , Niño Jesús de marfil de la catedral

y operación kilo para Cáritas

 

Por ello, quiero ofrecer en esta página de hoy de NUEVA ALCARRIA, en las vísperas mismas de la Navidad 2022, algunos apuntes sobre la música de la Navidad. Lo haré espigando algunos de los temas musicales navideños más hermosas y más necesarios ahora y siempre.

(1) Adeste fideles.- En español, «Venid fieles», «Vayamos, cristianos», o «Venid, adoremos») es un himno con texto latino usado en numerosos países, sobre todo europeos, tras la bendición de Navidad y adoración del Niño Jesús. Consta que así se hace desde fines del siglo XVIII. Se cantaba en la misión portuguesa en Londres en 1797, por lo que todavía hoy se llama en muchos países «El himno portugués».

La historiografía anglosajona data su composición hacia 1743 por John Francis Wade. Sin embargo, Vincent Novello, organista de ese lugar, atribuyó la versión musical más popular a John Reading, organista en la catedral de Winchester de 1675 a 1681.Pero hay incluso, adelanta su datación y lo atribuye al rey Juan IV de Portugal, hacia el año 1649.

Se considera autor del texto en sí mismo, pero sin documentación fehaciente, a san Buenaventura. La canción invita a los fieles a acudir a Belén a adorar al Salvador, recién nacido.

La noche del 24 de diciembre de 1914, en plena I Guerra Mundial, un soldado alemán empezó a tocar con una armónica la composición «Noche de paz», que sus compañeros entonaron. A esta iniciativa le siguieron los gaiteros escoceses y los soldados británicos, hasta que todos, en conjunto, cantaron también el «Adeste fideles».

(2) Oratorio de Navidad de Bach.- Esta extraordinaria obra del mayor músico de todos los tiempos,  Johann Sebastian Bach, consta de seis partes, seis oratorios independientes y unidos, que abarcan todo el ciclo celebrativo navideño: nacimiento de Jesús, anuncio a los pastores del nacimiento de Jesús, adoración de los pastores (estas tres primeras para los días 25, 26 y 27 de diciembre, respectivamente), maternidad divina de María y día de año nuevo (1 de enero), circuncisión y bautismo de Jesús (fecha variable), domingo de la octava de la Navidad, viaje de los Magos y adoración de los magos.

Este oratorio, que se escribió para la Navidad de 1734, incorpora música de composiciones anteriores, entre ellas tres cantatas seculares escritas durante 1733 y 1734, además de una cantata para iglesia, hoy perdida. ​ Su siguiente interpretación tuvo lugar años después, el 17 de diciembre de 1857, a cargo de la Academia de Canto de Berlín, dirigida por Eduard Grell.

El Oratorio de Navidad de Bach es un ejemplo especialmente sofisticado de parodia musical; esto es, una reelaboración seria de otros materiales. El autor del texto es desconocido, aunque se supone que son trabajos anteriores de Picander.

(3) La Pifa de «El Mesías» de Häendel.- «El Mesías» es un oratorio en inglés compuesto por el músico de origen alemán Georg Friedrich Häendel, en 1741, con un texto bíblico recopilado por Charles Jennens de la Biblia del rey Jacobo y de la Biblia Coverdale, la versión de los Salmos incluida en el Libro de Oración Común. Su estreno fue en Dublín el 13 de abril de 1742 y se representó casi un año después en Londres. Aunque habitualmente se interpreta en Navidad y en sus vísperas, en realidad, es un oratorio completo de la vida de Jesucristo, incluida su pasión, muerte y resurrección (los célebres y hermosísimos «Aleluya» y el «Amén» final, incluidos).

En el oratorio, tras el nacimiento de Jesús y la adoración de los ángeles, el autor ofrece una deliciosa melodía conocida como la Pifa. Los pastores son presentados por una pastoral instrumental, la Pifa, que toma su nombre de los pastores-gaiteros (Piffarai en italiano), que tocaban en las calles de Roma en la época navideña. La música en Do mayor y un tiempo oscilante de 12/8 sube y baja suavemente como una canción de cuna.

(4) Noche de paz, noche de Dios.-  Es la canción de Navidad más popular y universal. Está compuesta en alemán por el maestro de escuela y organista austriaco Franz Xaver Gruber. La letra es del sacerdote austriaco Joseph Mohr. Fue declarada Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad en 2011. Ha sido grabado por múltiples cantantes y en diversos géneros musicales y traducida a más de 300 idiomas y dialectos. La versión de Bing Crosby, de 1935, es la más popular en todo el mundo, siendo el tercer disco sencillo más vendido de la historia.

La música que se interpreta en la actualidad difiere levemente de la original de Gruber, particularmente en las notas finales. Aunque compuesta dos años antes, fue estrenada en una pequeña iglesia de la localidad de Oberndorf, cerca de Salzburgo, en la Misa del Gallo de 1818. Se cuenta que, al estar estropeado el órgano de esta iglesia, la canción fue acompañada por música de guitarra.

La canción fue cantada simultáneamente en inglés y en alemán durante la Tregua de Navidad de 1914, en la primera guerra mundial. Siguió después, como queda dicho, el «Adeste fideles» y un posterior encuentro entre los combatientes de los dos bandos, saludándose e intercambiando tabaco y bebidas.

(5) El tamborilero.-  También conocido como «El pequeño tamborilero», en Hispanoamérica como «El niño del tambor» y en España, Chile y Colombia como «El tamborilero», es una canción de Navidad popular épica, cuya letra relata la historia imaginaria de un niño que se gana la vida con un tambor y que, no teniendo nada con que obsequiar al neonato Mesías en la Nochebuena, decide darle una serenata con su instrumento como prueba de amor. Ante ello, el Recién Nacido le mira y le sonríe: «Cuando Dios me vio tocando ante Él, me sonrió».

La atribución más antigua de su autoría se sitúa de 1941, cuando la pianista Katherine Kennicott Davis (1892-1980), natural de St. Joseph (Misuri, USA), manuscribe la canción, titulándola «Carol of the Drum» («Villancico del tambor»), transcrita de un supuesto original checo y que adapta libremente la letra al inglés y la publica bajo el seudónimo de C.R.W. Robertson.​ A partir de 1955, la canción adquirió gran popularidad después de que la célebre Familia Trapp grabase una versión,​ y se publicaran hojas volantes para divulgar su letra y música.  En lengua española, la popularizó, a partir de la década de 1960, el cantante Raphael.

(6) Y… también John Lennon.- «Happy Xmas (War is Over)» es una canción del músico británico John Lennon, grabada Nueva York a finales de octubre de 1971 y publicada como disco sencillo. Si bien el tema figura como una canción protesta contra la Guerra de Vietnam, se convirtió pronto en un himno navideño, apareciendo en numerosos álbumes recopilatorios de canciones navideñas. De hecho, la grabación comienza con un leve susurro en el que John y Yoko felicitan las navidades a sus hijos, Julian y Kyoko.

La letra se basa en una campaña de propaganda llevada a cabo a finales de 1969 por John y su mujer, Yoko, quienes alquilaron vallas publicitarias y espacios en revistas para incluir el lema «War Is Over (If You Want It)», que puede traducirse al español como «La guerra ha terminado (si tú quieres)". La campaña se difundió por todo el mundo, y la opinión pública de Estados Unidos se posicionó de forma unánime en contra de la Guerra de Vietnam.

En 2004, el cantante español Raphael incluyó este tema su álbum navideño titulado «Raphael vuelve por Navidad» y esta canción en español se convirtió en uno de temas estrellas del disco. La canción, desde el deseo de feliz Navidad y de feliz año nuevo, es un clamor en favor de la paz, de la solidaridad, de la justicia social y entendimiento entre generaciones, razas, credos y condiciones sociales.

 

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Y, por supuesto, junto a todo esto, los villancicos populares de aquí y de allá, clásicos o modernos,  con zambomba, castañuelas, botellas de anís y panderetas, verdaderas canciones entrañables y del alma, sin más ni menos pretensiones que alegrar el corazón, contagiar alegría, fraternidad y esperanza y componer, como hicieran los ángeles en la noche de la Natividad del Señor, un hermoso himno a la grandeza y a la belleza de Navidad, que es siempre la fiesta del Dios que se hace hombre y del hombre que es capacitado para participar del amor del Dios. «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra a los hombres de buena voluntad».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 23 de diciembre de 2022

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María la Mayor en Guadalajara)

Email del autor: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

 

 

Sabía lo que era la Sabiduría, pero había oído hablar menos del Espíritu Santo. Pero era tan limpia, tan buena, que sabía que el Señor no había de enviarle nada malo.  Confiaba en la Gracia. El anuncio del ángel, por no esperado en primer lugar y después por la enormidad del regalo, habría de dejar confusa, aún cuando en paz, a aquella jovencísima virgen.

Después de un rato de meditar debió caer en la cuenta sobre las palabras del ángel y en su fuero interno, aquella que había nacido limpia de pecado original, intuyó que la había elegido nada menos que como Madre de Su Hijo y del futuro de Israel, Pueblo elegido. Acertó plenamente como sabemos: el fruto del Espíritu Santo en su seno era el Salvador del mundo: el Hijo de Dios, Aquel que nos liberaría del pecado y al que, sin embargo, sacrificaríamos brutalmente y al que seguimos maltratando con nuestras acciones y con frecuencia, con la falta de ellas no siguiendo el Bien que Él nos inspira.

Un buen sacerdote y muy querido amigo ya al otro lado del espejo y confío qué en presencia del Misericordioso, repetía con mucha: frecuencia: “Nos va mal, -como Iglesia- porque no repartimos la Gracia de Dios”. Es una gran verdad.

María sí repartió la Gracia y desde los primeros momentos de Su gestación como nos da cuenta Lucas: “Entonces María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía a un pueblo de Judea” (Lc 1, 39). No podía dejar de compartir la gracia recibida y allá fue a compartir la gran noticia con un familiar querido.

Nosotros también y sin merecerlo, con frecuencia recibimos gracias que damos por normales, por naturales y no compartimos con nadie. Es una gran equivocación y a veces, puede ser hasta un pecado de omisión. Nos recordaba el Papa Benedicto XVI “La acción caritativa puede y debe abarcar hoy a todos los hombres y todas sus necesidades” [i] No hay que olvidar, como nos seguía recordando el Papa que “….la Caridad cristiana es ante todo y simplemente  la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación….”[ii] Cualquier necesidad que sienta el que sufre, no solo la que a nosotros nos parezca la adecuada.

Ahora mismo, las Conferencias de San Vicente a nivel internacional, nos disponemos a elegir a un nuevo presidente/a y alguno  puede recibir la Gracia de tener cerca y conocer a algún consocio que estimáramos que podría realizar muy bien ese servicio. ¿Nos lo guardamos para nosotros? ¿Esperamos que sea el presidente general o el Consejo quien nos le dé hecho y nos proponga un consocio? A veces, cuando observo esa especie de laxitud en algún consocio/a, me pregunto si sabemos de nuestra obligación con aquella vocación de servicio que un día nos trajo a “Las Conferencias” y qué, como acto bueno, debió inspirar el propio Dios.

En la Regla creada para el quinquenio 1968/1973, nuestro entonces presidente general, Pierre Chouard, escribía en el Preámbulo a la Regla de la Sociedad de San Vicente de Paúl: “La palabra vocación empleada varias veces por el Papa Pablo VI (hoy San Pablo VI) dirigiéndose a la Sociedad, a las Conferencias, exprime claramente la significación profunda de la unidad que tan concretamente sienten todos sus miembros”

Esa vocación mantenida en la unidad debe hacernos sentir hoy la necesidad de elegir de entre nosotros al mejor en la cada vez más próxima elección a la presidencia general. Mientras llega el momento de la elección, pidamos al Espíritu Santo que nos inspire para que elijamos al mejor que nos ayude con la oración y la acción a trabajar en un mundo, en general, cada día más alejado por acción u omisión, del mensaje de Cristo.

Pero recordemos que llega una nueva Navidad, estamos ya a sus puertas. Permítanme, mis queridos amigos, consocios y lectores, que se la desee a todos llena de paz y de alegría en familia. Que aquellos que tengan lejana a su familia, que estén solos, sientan la compañía espiritual de tantos de nosotros que deseamos arroparlos con la cercanía de nuestra oración y si es posible de nuestro abrazo fraterno.

A Cristo, siempre por y con María.

 

[i] Carta Encíclica Deus Caritas Est, 30a

[ii] Id, 31a

 

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
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