Por Alfonso Olmos

(Director de la Oficina de Información)

 

 

Al concluir cualquier actividad que realizamos es bueno hacer balance o revisión de cómo ha ido, qué habría que mejorar o qué valoramos como positivo de dicha tarea. Al finalizar el año seguro que, al menos por unos instantes, pensamos en lo que ese periodo de tiempo ha sido para nosotros, qué podemos destacar de bueno y en qué podemos mejorar.

Por un instante, las palabras que protagonizaron nuestra fase de recuerdo de lo vivido en esos 365 días del año transcurrido pudieron ser: gracias y perdón. Así es. Gracias a Dios por tantas cosas buenas, por tantas personas, por tantos acontecimientos, por el cariño recibido, por la paz que haya podido haber a nuestro alrededor, por la misericordia entrañable de un Padre, Dios, que nos ama con ternura.

Perdón por las incomprensiones, por las salidas de tono, por nuestras intransigencias. Perdón por no saber gestionar bien el tiempo y dedicarle a lo accesorio más que a lo fundamental. Perdón por mirar más atrás que adelante. Perdón por hacérselo pasar mal a alguien. Perdón por no haber recorrido el camino propuesto por Jesús para ser feliz.

Todo este balance nos debe hacer afrontar el año nuevo con ilusiones renovadas. Debemos enfrentarnos a esta sucesión de días con el ánimo de hacer feliz a los demás. De otra forma no tendría sentido el “feliz año nuevo” que nos deseamos en estas jornadas de comienzo de año. Estos son días de decir a la familia, a los amigos, vecinos y compañeros, que queremos comprometernos con ellos para que los buenos deseos se conviertan en realidad. No solo deseamos que sean felices, sino que nos queremos arriesgar a hacerles felices con nuestros gestos de cercanía, con nuestra comprensión, con nuestra ayuda.

Al programar el nuevo año que en nuestra agenda vayan estos deseos marcados en una tinta de diferente color, para que al hacer balance el recuerdo de los días y meses de este año sean positivos y destaque el “gracias” sobre el “perdón”.

Jesús de las Heras Muela

(Sacerdote y periodista, deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

UN RECORRIDO POR LA CATEDRAL DE SIGÜENZA EN CLAVE DE MISERICORIDIA

 

La catedral diocesana, la catedral de Sigüenza, es, sin duda, una de las más bellas catedrales españolas. Incluso, podríamos situarla, sin miedo a ningún tipo de chauvinismo, entre las diez más hermosas. Esta misma página web ofrece una amplia descripción de la catedral, un completo recorrido no solo artístico, histórico y cultural, sino también religioso y pastoral (clicar enlace).

Ahora, con la llegada venturosa del Año Jubilar de la Misericordia, nuestra catedral quiere mostrar sus bellezas y todos sus simbolismos y significados, sí, pero también un especial recorrido por sus naves, salas, estancias y capillas desde una clave de misericordia. Y no forzamos nada del contenido y de la misión de este primer templo diocesano -“caput et mater ecclesiarum” (“cabeza y madre de todas las demás iglesias”)- al trazar esta propuesta.

Una propuesta que ahora presentamos en primicia en la página internet de nuestra diócesis y que en los próximos días formalizaremos mediante una carta a las parroquias, movimientos, comunidades y demás instituciones diocesanas.

¿En qué consiste esta propuesta? En primer lugar, en peregrinar hasta la catedral seguntina para recibir las gracias del año jubilar. Allí, en el atrio de la catedral, los grupos o particulares, previamente prenotados, serán recibidos por, al menos, dos sacerdotes del cabildo catedralicio, a las 12:15 horas (por las tardes, a las 18 horas), para atravesar, ya en procesión litúrgica y religiosa, la puerta santa del templo, su puerta jubilar y del perdón. Seguidamente,  se visitarán los otros cuatro lugares especiales y especialmente preparados para el Año de la Misericordia, cinco espacios de misericordia, que el templo atesora desde hace siglos. A continuación, sobre las 12:45 horas se ofrecerá la posibilidad de una eucaristía, en la que un sacerdote de la catedral estará en el confesonario dispuesto a administrar el don de dones de misericordia: el sacramento del perdón.

Tras la misa, que puede ser oficiada por los sacerdotes peregrinos y si entre ellos no hay sacerdote por un canónigo, se realizará la visita del quinto espacio, del quinto ámbito de misericordia del templo: el altar de la Virgen de la Mayor para después volver a contemplar, ahora por dentro, la puerta de la misericordia e invitar a los peregrinos a ser testigos de la gracia recibida, a ser testigos de la misericordia, a ser testigos de una Iglesia en salida, como nos pide el Papa Francisco, de una Iglesias de periferias que enferma si se encierra y necesita salir y comunicar a todos que Dios está enamorado de  todos y cada uno de nosotros, sus hijos, creados a su imagen y semejanza, imagen y semejanza de Dios que desdibujan nuestros pecados.

La jornada jubilar se podrá completar, a elección de los grupos y particulares, con un almuerzo en el Colegio Episcopal de la Sagrada Familia de Sigüenza (bien en su sede, bien en el oasis, poniéndose previamente en contacto con el colegio: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.,  949 390790) y una breve estación peregrina en el aledaño (a tanto solo 8 kilómetros) santuario de la Virgen de la Salud de Barbatona, también templo jubilar.

Pero volvamos a lo prometido y anunciado desde el comienzo: ¿cuáles son los cinco espacios especiales de misericordia de la catedral seguntina? Ya hemos desvelado dos –la puerta santa o jubilar, la puerta principal o del perdón, la puerta de la misericordia, y la Virgen de la Mayor, la patrona de la ciudad mitrada desde el siglo XII-, pero nos quedan otros tres.

Tras atravesar la puerta de la misericordia –Cristo es la puerta del Padre y el rostro encarnado de su Misericordia-, los peregrinos serán conducidos al “corazón” de la catedral, a la capilla del Cristo de la Misericordia o capilla del Santísimo. Allí se encuentran el Señor Sacramentado y una preciosa talla del siglo XVI que da rostro en una nuestra diócesis a este año jubilar. Además, hay en la capilla otros elementos de capital importancia y significación: una imagen de la Virgen, una virgen herida, de rostro moreno y mirada amante, la reina y madre de misericordia, Nuestra Señora de Czestochowa, testigo de tantos sufrimientos inmisericordes de la humanidad; y un espléndido óleo del sacerdote diocesano Constantino Casado Bartolomé (1931-2008) dedicado a uno de los más extraordinarios testigos contemporáneos de la misericordia: san Maximiliano María Kolbe, mártir de la caridad y de la misericordia en Auschwitz, en 1941.

A Cristo, que es la puerta, se le encuentra en la oración; es en la oración, en el encuentro personal con Él, donde comienza a cambiar nuestra vida; este encuentro llama a la conversión y nos lleva al sacramento de la confesión o de la penitencia. De ahí, que la tercera etapa del recorrido de la catedral en clave jubilar de la misericordia sea un confesonario. Y del encuentro con Cristo, en la oración, que es diálogo de amor y de amistad, y del sacramento de la confesión, que es abrazo de perdón y de misericordia, surge la caridad, brota la misericordia, que expresamos gráficamente en la catedral seguntina, en este recorrido jubilar en clave de misericordia, con la recuperación de un poderoso y hermoso signo histórico del ejercicio de la misericordia: el Arca de la Misericordia, una “reliquia”, un tesoro que del siglo XV conserva nuestra catedral y que ahora está siendo restaurada. Situada en la nave del Evangelio, al lado mismo del crucero, enfrente del altar de San Miguel, el Arca de la Misericordia ha sido durante siglos la pequeña, la doméstica cáritas de nuestra catedral, donde los fieles dejaban limosna para los pobres, bien en metálico, bien en especie. En las últimas décadas, dejó de usarse y ahora, desde el comienzo mismo de la Cuaresma del Año de la Misericordia, va a recuperar su función primigenia.

Y del Arca de la Misericordia, como ya se dijo, al encuentro con María, la patrona seguntina, la Virgen de la Mayor, que su mejilla herida y su mirada tierna y maternal acoge a todos sus hijos, a todos nosotros y nos envía a la misión, a la misión del ser testigos de la misericordia. Estos cinco lugares de misericordia estarán durante este año jubilar dotados de  correspondientes puntos de luz.

¿Cómo te lo vas a perder, pues? Te esperamos en Sigüenza, en su catedral, en tu casa, casa de la comunión, de la misericordia y de la misión. No faltes. No te lo puedes perder. Escríbenos a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y/o llámanos al 619 362715. Gracias. Te esperemos.

Por Comunidad de la Madre de Dios

(Monasterio de Buenafuente del Sistal)

 

 

En nuestro encuentro virtual, gracias a nuestra diócesis, en primer lugar queremos agradecer al Santo Padre su docilidad al Espíritu Santo. Sí, que gracias a su disponibilidad hoy podemos entrar por la Puerta de la Misericordia y “experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza” (MV 3). El Papa Francisco no ha inventado nada nuevo, la historia del pueblo de Israel, así como toda la revelación nos hablan de “Dios lento a la ira y rico en  misericordia” (Nm 14, 18), en definitiva que Dios es amor, en términos del Nuevo Testamento. 

Entonces nos planteamos esta cuestión, ¿si Dios es Misericordioso y nos perdona, será porque nosotros necesitamos ser perdonados?. Si se abre ante nosotros la Puerta de la Misericordia  y el Papa nos invita a entrar será que necesitamos conocer, vivir esta misericordia más a fondo. Será que aunque seamos monjas, curas, catequistas de toda la vida, etc, etc…no por ello estamos confirmados en gracia; muchas veces vivimos como la mayoría de la gente, preocupados por nosotros mismos y atados al consumo, y solo estos dos aspectos tienen muchas consecuencias dañinas para nosotros y para los demás. 

Hermanos, esta Puerta de gracia, Puerta de Misericordia que ha abierto el Santo Padre y por la cual se nos invita a entrar, nos reclama “a voz en grito” un serio y profundo examen de conciencia a la luz de la Palabra de Dios. A identificar nuestros pecados, reconocer el daño que hacemos a nuestros hermanos y dejarnos amar gratuitamente, porque “ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón· (MV 3). A lo que nos invita la Iglesia en este año es, como dice el lema, a ser “Misericordiosos como el Padre”.

Antes de terminar, queremos dar gracias a Dios y a la mediación de nuestro Obispo por la apertura ayer, el III Domingo de Adviento a las 18 h., de la Puerta Santa en nuestro Monasterio de Buenafuente del Sistal y por este año de gracia que se ha inaugurado.  

Y finalmente desearles a todos que la próxima venida de Dios, encarnado en un Niño como nosotros, sea fuente de alegría, Paz y serenidad todos los días del próximo año 2016 y nos conceda el don de la conversión para atravesar la Puerta de la Misericordia y dejarnos modelar por Él, para ser Misericordiosos como el Padre.

 

Unidos en contemplación ante el pesebre, vuestras hermanas del Sistal

Agustín Bugeda Sanz

(Vicario general)

 

En estos días previos a la Navidad nos preparamos de mil modos para vivir estas fiestas tan entrañables, preparamos nuestras casas, calles, templos, vidas… para que el 24 de diciembre no nos coja desprevenidos.

Os invito a que os preparéis y nos preparemos junto a San José, aquel hombre bueno y fiel que supo estar en todo momento cumpliendo lo que Dios quería de El, como bien hemos escuchado hoy mismo en al Palabra de Dios.

Acabamos de empezar el Jubileo de la Misericordia, que mejor que San José para ayudarnos a acoger la gracia generosa que el Amor de Dios nos quiere dar. El fue sencillo, humilde, agradecido a tanto don, a tanto amor y misericordia divina.

Estamos en unos días de elecciones para España con lo que supone siempre un nuevo gobierno. El supo comportarse socialmente desde la construcción de la paz, el trabajo honrado, la entrega a sus vecinos, la ayuda a todos. El nos ayude a construir entre todos una nación en paz y siempre abierta a los designios de Dios. España es tierra de María, tierra de José.

San José tuvo que ser emigrante, salir de su tierra. El mantenga vivo en nosotros la preocupación y la ocupación por los hermanos que no tienen casa, que viven fuera de sus hogares, que no tienen lo necesario para vivir cada día.

Mi deseo y felicitación para esta Navidad es que José no sea un personaje más decorativo en nuestro belenes y villancicos, sino que su profunda humanidad y su experiencia divina, sean nuestro mejor modelo y ánimo para vivir siempre estos días, contando con su inmejorable intercesión.

 

            Feliz y Santa Navidad a todos

 

GRANITOS DE MOSTAZA

 

Álvaro Ruiz Langa

(Delegado diocesano de MCS)

 

 

Doce libros en el mes doce, el que cierra la rueda del año. Doce títulos como si fueran un fruto por mes del calendario que acaba. Doce meses como las doce puertas de Jerusalén, dando paso a otros tantos episodios o estancias del existir. Doce meses que podrían señalarse por la capitanía o patronazgo de los doce apóstoles, las doce palomas colocadas en torno a la cruz de Cristo. Dicen que el doce es la cifra favorita del simbolismo cristiano. Doce obras de contenido diverso para una infinitud de lecturas, para enésimos deleites. 

El Reino, de Emmanuel Carrére. Se le considera uno de los libros del año. El autor cuenta su periplo religioso en el cristianismo a la par que narra la historia de Pablo el Converso y Lucas el Evangelista. Dos historias entrecruzadas de dos tiempos distantes, ambas revestidas con episodios sorprendentes y reflexiones insólitas. A trechos cautiva, a trechos sorprende, a trechos tira de espaldas.

Judas, de Amos Oz. La novela de este reputado autor israelí, Premio Príncipe de Asturias 2007, relata las vicisitudes interiores de un joven judío del siglo XX, que investiga sobre la figura de Jesús para los judíos y la misteriosa personalidad de Judas Iscariote. También aquí hay un cruce de tiempos y de historias.  

Arquitectura barroca en el antiguo obispado de Sigüenza, de Juan Antonio Marco Martínez. Dos volúmenes monumentales que permiten calificar esta obra como señera dentro de la bibliografía diocesana en mucho tiempo. El primer tomo trata de los maestros de obras y el segundo recorre pueblos y parroquias reseñando los proyectos y las obras documentados. Mil páginas para leer rebuscando lo que interesa en cada momento. Y para consultar, por supuesto.

Reliquias y relicarios en la Catedral de Sigüenza, de Felipe-Gil Peces Rata. De canónigo organista a canónigo archivero. Felipe Peces regala otra piedra preciosa de las que halla en el océano de la catedral seguntina. Y además la engasta con primor en una edición esmerada, hasta el punto de que da gusto leer y releer sus páginas, algunos párrafos, las exquisitas precisiones.

Ignacio y la Compañía. Del castillo a la misión, de María Lara y Laura Lara. Historiadoras y profesoras universitarias, las hermanas Lara Martínez ofrecen una investigación que recorre la historia de la Compañía y acerca al lector nombres mayores el jesuitismo: Ignacio, Francisco Javier, Jorge Mario Bergoglio, además de un puñado de alcarreños. Premio Algaba para estudios biográficos e históricos.

Como bálsamo en la herida. La misericordia, de Ángel Moreno, de Buenafuente. Lectura idónea para el Jubileo de la Misericordia. Siguiendo sus cinco capítulos sirve para meditación de muchos días y como fundamento de numerosas contemplaciones.

Diarios 1939-1968, de Thomas Merton. En el centenario de su nacimiento se ha reeditado lo mejor de los escritos de este monje trapense, a quien se admira mundialmente; también como poeta. Por indicación de sus superiores, escribe sobre su vocación, sus dudas, sus crisis, su fe. Puede ser todo un descubrimiento.

Un matrimonio de cine, de R. Acosta, R. Bejarano y A. Crespo. Colección de materiales pastorales para parejas camino del altar y para matrimonios; hasta familias al completo. Sobre diez películas actuales se preparan otros tantos encuentros para reflexionar sobre la verdad del amor.

Dos poemarios de cercanía. Los autores viven en Buenafuente y en Guadalajara. Ángel García-Rayo Luengo ha publicado este año el poemario La palabra que arde, colección de treinta poemas variados con el denominador común de la inspiración religiosa y el verbo sencillo. Y de talleres italianos nos ha llegado una antología bilingüe de Juan Miguel Domínguez Prieto, que abarca de 1989 a 2014. Se titula Kaligrafía y gracia y reúne textos de poesía contemplativa, con vibración de plegaria, de esperanza, de adoración, mediante un escribir muy esencial, afinado y propio.

Dos novelas de vecindad. Así cabe pensar que las presentan sus autores. El Contrabajo es la primera novela de José González Horrillo. Quiere ser Una profunda y trepidante aventura de fe y música.  Promete misterio, intriga y tensión y se recomienda especialmente a cristianos y melómanos. Relato muy suyo. Y la segunda novela también es muy de su autor y como su autor. En Mi sargento de cocina Emilio Pinto se sirve del protagonista para narrar un torrente de sucesos, con personajes reales y ficticios, situados a lo largo del siglo XX en diversas geografías del mundo. Parece como si el libro quisiera desbordarse. En papel y en formato electrónico.

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