Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

Cuando al inicio de curso empezábamos la tarea de dar algunas pautas de cómo evangelizar en las redes sociales, nos marcábamos el objetivo de echar un vistazo a nuestra diócesis y su presencia en ellas.

Ahora al finalizar el curso pastoral, toca evaluar si hemos cumplido el objetivo. Hemos ido viendo cómo podemos acercar la Buena Noticia a nuestros hermanos en el mundo de internet y lo que le rodea. Quizá a nivel diocesano nos hayamos quedado cortos pero para eso están las evaluaciones para ver lo que está bien y aquello que es mejorable.

En lo referente a la diócesis, hay que decir que hay parroquias, asociaciones, movimientos,… que aún no tienen página web. Aunque bien es cierto que en las zonas rurales o pueblos pequeños no es necesario. Bastaría con estar presentes en Facebook o Twitter como ya es el caso de algunos de ellos y algunas UDAPs. Sin embargo, me gustaría destacar la presencia en las redes de las seis cofradías de Semana Santa de la capital alcarreña. Todas ellas tienen su portal de internet.

Como hemos dicho en numerosas ocasiones las webs han de ser atractivas, dinámicas… y, echando un vistazo, hay algunas que merecen ser destacadas; por ejemplo, las web de las parroquias San Francisco Javier de Azuqueca y San Juan de Ávila y Santa María de Guadalajara; así también, la web de la delegación de juventud –Wadi-, la de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz de San Ginés y la del Monasterio de Buenafuente del Sistal; cada una de ellas, en su estilo.

Hemos terminado el curso aunque nuestra fe y nuestro seguimiento a Jesús, también por las redes sociales, no. Seguramente han faltado cosillas. El próximo año intentaremos hacerlo, al menos, con la misma ilusión que este.

Por Jesús Montejano

(delegación de Piedad Popular)

 

La visita de la imagen peregrina de la Virgen del Rosario de Fátima ha supuesto para nuestra diócesis un momento especial de expresión de la religiosidad popular.

La Imagen ha recorrido los caminos de la geografía diocesana, pueblos y ciudades, calles y templos parroquiales, santuarios, monasterios y colegios. Por todos lados ha sido recibida con el cariño que suscita la visita de alguien muy querido. Sin duda alguna la visita de la Virgen de Fátima este mes de mayo ha sido un acontecimiento extraordinario.

Tras comenzar en el santuario de la Virgen de la Hoz, en la fiesta del Butrón, hasta su despedida en el Encuentro Diocesano de El Casar, la Virgen de Fátima se ha ido acercando a numerosos lugares y a muchas personas, con su sencillo mensaje de luz y de paz. Esta es una de las características de la religiosidad popular: la sencillez, casi escandalosa, pero a la vez misteriosamente profunda.

El día uno de junio volvía, acompañada  de veinticinco personas, al Santuario de donde partió. Allí le acompañó el cariño y las oraciones de quienes le agradecieron, suplicaron y cantaron.

Allí celebramos nuestra fe con numerosos peregrinos de todo el mundo, porque Fátima es un referente de la piedad mariana, de profundización en la fe y de compromiso cristiano.

A ella le pedimos, como Estrella de la Nueva Evangelización, que sepamos reconocer las huellas del Espíritu de Dios en los acontecimientos de la vida; y que cada vez que la recordemos volvamos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño (Evangelii Gaudium, 288). Con el papa Francisco le decimos: Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para los pequeños, ruega por nosotros. Amén. Aleluya.

Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

Toca evaluar y evaluarse. Hemos terminado un curso pastoral, aunque las actividades parroquiales o diocesanas nunca terminen. Pero todo lo programado para ayudar a profundizar en la fe debe ser revisado. Es el momento de ver qué hemos hecho bien y qué podríamos hacer mejor. Siempre es bueno hacer discernimiento personal y comunitario.

Personalmente tendremos que evaluar las formas y los modos. Ver si hemos dado la talla espiritual y materialmente. Si hemos ofrecido a Dios todo lo que hemos preparado y hemos hecho, si lo hemos puesto primero en su presencia. Y también si los recursos han sido los adecuados y lo preparado ha causado efecto.

Comunitariamente habrá que evaluar la implicación y la aceptación. No consiste solo en hacer cosas, sino que también hay que conseguir que la comunidad las sienta como suyas. Parroquial y diocesanamente hablando. Siempre hay elementos discordantes, o porque la idea de lo proyectado no ha salido de su cerebro, o porque ideológicamente algunos se parapetan ante lo que se programa, sea por novedoso o por, aparentemente, trasnochado.

No obstante el final de curso siempre nos da la oportunidad de revisar para mejorar, y así poder llegar al inicio de una nueva etapa, con ánimo renovado y ganas de caminar hacia adelante con ilusión.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

Después de las fiestas pascuales y de Pentecostés, el calendario litúrgico nos hace volver al Tiempo Ordinario. Aunque en las próximas semanas celebraremos las solemnidades de la Santísima Trinidad y la del Corpus Christi, es bueno saber vivir el día a día, sin el apoyo de acontecimientos festivos extraordinarios. La sociedad y la cultura están pendientes de lo más novedoso y se consumen vorazmente primeras noticias. Mas, al no tener el apoyo externo de las grandes fiestas pascuales, se descubre la hondura de la fe.

Saber vivir el Tiempo Ordinario acredita la coherencia de la fe. Al poner las manos en la tarea en ejercicio del don recibido, nos hacemos más conscientes de la gracia de Pentecostés. Es tiempo en el que se demuestra la verdad de la pertenencia cristiana, según se reaccione ante los acontecimientos diarios imprevistos.

Este tiempo es propicio para consolidar la pertenencia a Jesús. Es como una carrera de fondo. No se trata de un maratón, ni de un fin de semana, sino de la vida misma, en la cual la batalla y la meta se ganan minuto a minuto.

Es bueno saber tomar las herramientas que nos aconseja la Palabra, como vivir en alguna pertenencia creyente, no dejar la oración y ser fiel a la misión de difundir el Evangelio como testigo.

Se podría decir que es buena ocasión de vivir de manera extraordinaria lo ordinario, y la forma de hacerlo es poniendo amor en la tarea y reavivando conscientemente la gracia recibida.

Es bueno tener un proyecto para no quedar sometidos a lo inmediato, traídos y llevados por los impactos emocionales de cada momento, por dar respuestas improvisadas, y realizarlas un tanto inconscientes.

Se aconseja, para no perecer en el camino, tener referencias espirituales, bien en forma de acompañamiento, bien por la práctica asidua de los sacramentos y de la lectura de los textos sagrados.

Es tiempo de trabajar y de orar, de vivir ordenadamente y de forma solidaria, de seguir los consejos del Evangelio como discípulos de Jesús y de avanzar en la presencia de Dios, conscientes de estar habitados por el Huésped del alma.

Es buena ocasión para ejercitar la sensibilidad solidaria ante las necesidades de los más próximos y con quienes puedan sufrir situaciones extremas.

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