Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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DESOLADA

Entre los varios correos que recibo a lo largo del año de mis entrañables amigos cristianos y vicentinos, como tengo indicado en artículos anteriores, hay algunos que me producen especial alegría y otros, a veces, tristeza y hasta cierta desazón. Hay momentos en la Iglesia en los que se producen enfrentamientos que hay que asimilar, no esconder los malos tragos, la verdad os hará libres como nos indica el Evangelio de Juan (Jn 8,31), procurando sobrellevarlos y superarlos sin perder la paz. También Pedro y Pablo, tuvieron problemas a la hora de entenderse en los primeros años de la Iglesia y fueron además perseguidos por él Mal. El mal no como algo etéreo y del que no sabemos bien hasta qué punto es cierto. No: el mal presidido buscando nuestra perdición, por un sujeto el Diablo que trata de convencernos de que no existe. Es su mayor existo convencernos de que no existe. Con muchos lo consigue.

 

Volviendo a los correos recibidos y con la filosofía que se desprende del párrafo anterior una buena amiga me escribía un día: Acabo de regresar de una reunión donde pasé la semana más espantosa de mi vida, ver una asamblea católica, dividida entre hermanos que se consideran enemigos, que se calumnian, en la que algunos hasta mienten, que hablan hasta de fraudes dentro de la institución a la que pertenezco, me enfermó. Yo estaba asqueada, perturbada e infeliz… ¿por qué el diablo gano? ¿Por qué el mal entro en mi querida institución? ¡No pude orar más porque no entendía la razón por la que Dios permitió que destruyeran la verdad! le pregunté a un sacerdote que asistió a la reunión: ¿Cómo aceptó este fraude?, delante de sus propios ojos? Él, el sacerdote, me pidió calma hasta que él mismo pudiera asimilar lo que había sucedido”

 

Hasta aquí el bochorno, la desolación y el dolor de mi amiga

 

Queridos amigos, Santa Teresa, primera mujer Doctora de la Iglesia, nos dejó escrito uno de los versos más profundos en nuestra lengua y que más puede ayudarnos en circunstancias difíciles:

 

Nada te turbe,

Nada te espante,

Todo se pasa,

Dios no se muda,


Pues que nada nos turbe. Llegará, mañana, la paz a la institución que preocupaba a mi amiga sin la menor duda y el mal será aplastado por el Bien. Sin duda también. Creo que mi amiga, quedó un poco más tranquila después de releer las palabras de la santa y dispuesta a recuperar el tiempo no dedicado a la oración.

 

Bueno que así fuera, pero llamé su atención y me la llamé a mí mismo, sobre que, igual que nace el mal de nuestros actos, también lograremos hacer el Bien que Dios nos regala, si permanecemos despiertos y en oración. Sin que nos venza el sueño como venció a los Apóstoles mientras Él hablaba con Su Padre. Con Su Padre que era y es el de todos. No sólo buenas intenciones, también trabajo y profunda oración. Profunda conversación/oración con el dueño de la Viña.

 

Todo se irá superando y el mal quedará al descubierto y sin apenas fuerza si todo lo encomendamos al Buen Pastor por intercesión de Su Madre.

 

A Cristo por y con María.

 

DEVASTATED

Among the many emails that I receive throughout the year from my dear Christian and Vincentian friends, as I have mentioned in previous articles, there are some that bring me a special joy and sometimes others that bring me sadness and even a certain unease.

There are times in the Church when there are confrontations that must be assimilated, not hiding the bad experiences, the truth will set you free as the Gospel of John tells us (Jn 8,31), seeking to overcome them and cope with them without losing peace. Peter and Paul, too, had problems understanding each other in the early years of the Church and were persecuted by Evil. Evil not as something ethereal and of which we do not know to what extent it is real. No: evil presided over, seeking our doom, by a subject, the Devil, who tries to convince us that he does not exist. It is his greatest achievement to convince us that he does not exist. With many he succeeds. 

 

Going back to the incoming emails and with the philosophy that stems from the previous paragraph, a good friend of mine wrote to me one day:  "I have just returned from a meeting where I spent the most dreadful week of my life: to see a Catholic assembly, divided between brothers who consider themselves enemies, who slander each other, in which some even lie, who even speak of fraud within the institution to which I belong. It made me sick. I was disgusted, upset and unhappy...why did the devil win? why did evil come into my beloved institution? I could not pray anymore because I did not understand the reason why God allowed them to destroy the truth! I asked a priest who attended the meeting: How did you accept this fraud, in front of your own eyes? He, the priest, asked me to calm down until he himself could assimilate what had happened".

 

So far, my friend's embarrassment, desolation and pain.

 

Dear friends, Saint Teresa of Avila, the first woman Doctor of the Church, left us one of the most profound verses in our language and one that can help us most in difficult circumstances:

 

Let nothing disturb you,
Let nothing frighten you,
All things are passing,
God never changes.


Let nothing disturb us. Tomorrow, peace will come to the institution my friend was concerned about, without the slightest doubt, and evil will be crushed by Good. No doubt too. I think my friend was a little calmer after rereading the saint's words and was ready to make up for the time not spent in prayer.

 

Good that it should be so, but I drew her attention, and also drew mine, to the fact that, just as evil is born from our actions, we will also succeed in doing the Good that God gives us, if we remain awake and prayerful. Without being overcome by sleep as the Apostles were overcome while He was talking to His Father, His Father who was and is everyone's Father. Not only good intentions, but also work and deep prayer. Deep conversation or prayer with the owner of the Vineyard.

 

Everything will be overcome and the evil will be uncovered without any strength if we entrust everything to the Good Shepherd through the intercession of His Mother.

 

To Christ through and with Mary.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

Horas después

 

Pasó la brisa de la estancia amiga,

el canto melodioso, la sonrisa,

el beso cálido, el abrazo,

la mirada brillantemente fija.

 

Sentimiento contrapuesto:

Recuerdo agradecido y de nostalgia,

recinto colmado y el vacío,

las calles remecidas, solitarias.

 

Se siente el frío, la lluvia arrecia,

retorna la llamada de la estepa,

del páramo, del yermo, y del desierto.

¡El corazón sabe la añoranza!

 

En esta encrucijada, el reclamo

de la presencia invisible, a solas,

estancia anchurosa, “sin amigos”,

otro abrazo más íntimo acontece.

 

Volví a mi interior y descubrí

que era real la fidelidad del Tú

compañero permanente, silencioso,

en espera agradecida a mi retorno.

 

Y el verso en la plegaria se hizo alivio.

Es bueno expresar el sentimiento

ante Él que conoce las entrañas,

heridas siempre de saberse amadas.

 

 

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Valores, criterios y desafíos pastorales de uno de los sectores de la Iglesia de mayor vitalidad y pujanza, como se muestra cada año en las fiestas patronales

 

 

 

 

Concluidos ya los ciclos festivos en honor de María, con epicentros en las fiestas de su Asunción (15 de agosto) y de su Natividad (8 de septiembre), y con los apéndices todavía en curso de las fiestas del Cristo (14 de septiembre) y de la Virgen de los Dolores (15 de septiembre) y más delante de la Virgen del Rosario (7 de octubre), una vez se ha mostrado que una de las realidades más pujantes de la Iglesia es la religiosidad popular y el mundo de las hermandades y cofradías, tan presentes en toda la Iglesia. Así también acontece en nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, donde hay no menos de dos centenares de cofradías y hermandades, de ellas 134 con estatutos actualizados a tenor del vigente Código de Derecho Canónico.

Por ello, vamos ofrecer en esta semana y en las dos próximas una serie de reflexiones y criterios sobre lo que son (identidad) y para lo que son (misión) las cofradías y hermandades y cómo ha ser insertarse en la Iglesia (eclesialidad).

 

(1) Hermandades y Cofradías, camino de fe en nuestra tierra

 

Las Hermandades y Cofradías no son algo periférico o simplemente pintoresco en la vida de la Iglesia, ni algo tangencial, coyuntural o pasajero en el ministerio de sus pastores y en el desarrollo de la fe del pueblo fiel. Son, sino una realidad importante que pertenece esencialmente al alma de la Iglesia, que en modo alguno podemos despreciar como si fuera un subproducto religioso ante el que hay que mirar para otro lado. Es, ni más ni menos, el modo peculiar de vivir la fe en tantos lugares y tantos lugares de la Iglesia, agrupados, reunidos en una confraternidad, en torno a un misterio de la vida del Señor, especialmente de su Pasión y Muerte, o a un misterio de la vida de María o de los santos.

Las cofradías y hermandades, y con ellas toda la realidad de la piedad popular, son don de Dios, tesoro de la Iglesia, poderoso instrumento de evangelización, seña de identidad y de raíces de nuestro pueblo y plataforma inexcusable para seguir construyendo la vida y la historia de nuestras parroquias, pueblos, ciudades y diócesis.

 

 

(2) Su esencial naturaleza religiosa

 

El Código de Derecho Canónico nos dice que las cofradías y hermandades son asociaciones de fieles aprobadas y erigidas por la autoridad eclesiástica, cuyos fines, según el canon 298, son "fomentar una vida más perfecta, promover el culto público o la doctrina cristiana, o realizar otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal".

Si nos atenemos, pues, a sus fines, las Hermandades son instituciones de naturaleza religiosa, de un marcado marchamo religioso y eclesial.  Y lo vemos en su misma identidad histórica, que se apoyaba y aposentaba sobre un trípode permanente y universal.

 

(3) Su triple finalidad originaria

 

¿Cuál esta finalidad? El culto a un misterio de la vida del Señor, a una advocación mariana o a un santo, el ejercicio de la caridad, especialmente entre los mismos miembros necesitados de las propias cofradías y hermandades y la aplicación de misas y sufragios en la hora de la muerte de los cofrades fueron históricamente las tres razones de ser de las cofradías y hermandades. Y si a lo largo de la historia han sido para muchos creyentes camino de santificación, estímulo para amar más a Jesucristo, a la Iglesia y a sus hermanos, así Y así tiene que seguir siendo.

Pero, es más: en esta triple razón de ser originaria de las cofradías y hermandades nos encontramos ya una profesión inequívoca de fe en la grandeza y el poder del Dios de Jesucristo, en la fecundidad de la mediación de María y de los santos y otros aspectos claves de la vida de fe como la piedad, la caridad y la solidaridad y la esperanza en la resurrección de los muertos y la vida eterna.

 

(4) Peligro y antídoto frente a la secularización

                 

En los últimos cuarenta años, ha ido afianzándose entre nosotros el fenómeno de la secularización, que prescinde de lo religioso o lo arrincona, porque lo concibe como un vestigio del pasado y como un atavismo incompatible con la modernidad, cuando no como algo pernicioso, enemigo de la libertad y del progreso.

En este contexto, la esencial naturaleza religiosa de las Hermandades se ha visto amenazada por un factor, cuya peligrosidad no siempre calibramos en sus verdaderas dimensiones. Me refiero a la secularización interna, que acentúa casi exclusivamente el carácter prevalentemente cultural de las Hermandades, aunque su punto de partida o de referencia sea un motivo religioso.

Y hay que estar alertas pues esta deriva supone una notable perversión de los fines originales de las Hermandades, que no son asociaciones como las demás, un club, una sociedad deportiva o literaria, sino asociaciones peculiares, porque su entraña es eminentemente religiosa.

Por ello y precisamente porque arrecia la secularización, las cofradías y hermandades están llamadas a ser un dique contra la secularización.

Cofradías y hermandades están llamadas a ser, y en buena media así están respondiendo, como una gran carpa o un gran paraguas –hasta un pararrayos-  que está favoreciendo la creación de una especie de microclima benéfico que está manteniendo fresco el humus cristiano de aquella tierra.

 

(5) Luces de esperanza para la Pastoral Juvenil

 

Y en esta misión de las cofradías de servir de dique y antídoto a la secularización y poderosos instrumentos de evangelización y de eclesialidad y eclesialización, uno de los aspectos más luminosos que se comprueba en el movimiento y realidad cofrade de las dos últimas décadas es la presencia muy significativa y esperanzadora en las cofradías y hermandades de jóvenes.

La pastoral de juventud es la mayor de las urgencias de la Iglesia en esta hora, una pastoral juvenil recia y vigorosa, que no se contenta con actividades de ocio y tiempo libre, sino que va a las raíces de la vida cristiana, que establece procesos serios de formación, que inicia a los jóvenes en la oración y en el trato personal, en la amistad e identidad con Jesucristo, en el apostolado y en amor a la Iglesia, en la experiencia de la generosidad y el descubrimiento del prójimo. Y, desde estas premisas, produce frutos de vida cristiana, vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y apostolado seglar.

Es mucho lo que podéis hacer desde las Hermandades en este sentido. Es necesario, pues, entrar en relación con la Delegación Diocesana de Pastoral de Juventud para procurar que los jóvenes cofrades conozcan sus convocatorias, retiros y ejercicios espirituales para jóvenes, los encuentros nacionales y las Jornadas Mundiales de la Juventud, que tanto bien hacen a los jóvenes que en ellas participan.

 

(6) Hermandades: lo importante y lo decisivo y esencial

 

 En la vida de las Hermandades hay cosas importantes, que exigen mucha dedicación y esmero por parte de los hermanos mayores y de las juntas de gobierno: cuidado de las sagradas imágenes, de sus pasos y mantos, de los cultos y tradiciones seculares, de las estaciones de penitencia, de las procesiones, de las publicaciones y revistas, etc. Todo ello constituye la dimensión cultural de las Hermandades, que bajo ningún concepto debe ser rechazada o condenada.

Pero todo esto, siendo importante, no es lo decisivo. Si las Hermandades solo fueran cultura, aspecto éste que valoran especialmente las instancias políticas y los Medios de comunicación social, la jerarquía de la Iglesia tendría escaso interés por este mundo. Yo entiendo que todo lo que acabo de mencionar es solo el envoltorio o la fachada externa de la vida que late en el seno de las Hermandades, del núcleo que las alienta, del misterio y el alma que, de modo invisible, las anima desde dentro.

La relevancia social de las cofradías y de sus expresiones tiene una importante relevancia social, pero, aun siendo importante, no es lo decisivo en la vida de las Hermandades.  También en este caso podemos hablar del envoltorio o de la fachada externa que solo se justifica y legitima si se asegura lo que constituye el núcleo más profundo de la vida de estas instituciones: si ellas son para sus miembros camino de conversión, de santidad y de vida cristiana, escuelas de formación en la fe; yunque de eclesialidad, de comunión y de amor a la Iglesia; impulso de fraternidad, de solidaridad y de servicio a los más pobres y acicate y estímulo en el compromiso apostólico de sus miembros.  Esto es lo decisivo y transcendente. Si esto no existe, todo lo demás puede ser muy bello y meritorio, pero en definitiva no será más que fuegos de artificio.

 

(7) Hermandades: oratorio, escuela y taller (vida interior y formación)

 

En esta tarea de continua reforma y renovación desde el Evangelio y el magisterio y la acción pastoral de la Iglesia, los hermanos mayores, las juntas de gobierno y los consiliarios tienen una importante misión que cumplir: custodiar las mejores esencias de las Hermandades y mantener clara y neta su identidad religiosa, que es tanto como servir a la verdad más profunda de estas instituciones.

Y la primera obligación de una Hermandad es ayudar a sus miembros a cultivar la vida interior y a profundizar en su formación cristiana.

Y al respecto qué bueno sería que las Juntas de Gobierno citaran a sus hermanos para rezar juntos, para tener juntos una celebración comunitaria de la penitencia o para hacer un retiro, especialmente en los tiempos fuertes del año litúrgico. Qué bueno sería también que de vez en cuando citaran a los hermanos a un ciclo de charlas de formación o a un círculo de estudio para profundizar en los misterios de nuestra fe, pues hoy más que nunca necesitamos cristianos bien formados que sepan dar razón de su fe y de su esperanza.

En Sigüenza-Guadalajara, nuestra diócesis, por poner un ejemplo que es muy próximo, claro, la correspondiente delegación diocesana ha puesto en marcha una escuela cofrade, una sesión formativa mensual; y en verano, campos de trabajo y de voluntariado; a comienzos de curso un encuentro diocesano de todas las cofradías; y además colabora con instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 15 de septiembre de 2023

Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)

 

 

El mes de septiembre es quizá el mes que más expresiones de piedad popular tienen lugar en numerosos lugares de nuestra diócesis.

La devoción se centra, fundamentalmente, en el Santo Cristo, en torno la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, así como en María, en torno a la fiesta de la Natividad y la memoria de la Virgen de los Dolores.

Y esto tiene lugar al comienzo del curso pastoral, cuando volvemos a nuestras actividades cotidianas, después del descanso vacacional.

Y esta devoción, este amor sincero al Señor y a María, han de ser los motores para retomar con nueva ilusión y con una fuerza mayor las actividades de nuestros hogares y de nuestras parroquias.

Es verdad que nos encontramos con expresiones externas de piedad tan hermosas como puntuales. Pero el recuerdo del Señor y de María ha de acompañarnos en nuestra vida ordinaria, en el trabajo de cada día, en la vida de hogar, en la marcha de la vida de parroquia,… en el seguimiento de Cristo de cada día.

Una vida cristiana seria y comprometida es una consecuencia necesaria de ese amor al Señor que expresamos en nuestras procesiones y manifestaciones de piedad popular. Es más. Dicha piedad que brota de nuestro corazón, del corazón del pueblo, se verifica en la vida cotidiana, en la relación con el prójimo, en la vida de parroquia, en el compromiso con las realidades de este mundo.

Que el Señor y María nos ayuden a comenzar este curso pastoral con nueva ilusión, que nos animen en este nuevo paso de Iglesia sinodal que estamos viviendo en nuestra diócesis, y que nos hagan poner el amor como centro de nuestra vida.

 

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