Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

 

En pocos días se han estrenado un par de películas con temática poco usual, si al cine comercial nos referimos. Es evidente que hay un público fiel a determinados temas, y eso no se puede obviar, también al religioso. Me refiero a Poveda y Resucitado.

No son comparables una y otra, puesto que los medios con los que ha contado la que narra la vida del santo sacerdote linarense Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, dirigida por el joven cineasta Pablo Moreno, muy vinculado a la diócesis de Ciudad Rodrigo, no se parece en nada a la superproducción de Kevin Reynolds.

Resucitado es una película narra la conversión de un tribuno romano que está encargado de poner solución al hecho de la resurrección de Jesús, que hacía tambalear los fundamentos de la religión judía y del propio imperio romano. Aunque la cronología de los acontecimientos es cuestionable, la cinta es agradable, incluso tierna y, por supuesto, hace disfrutar al espectador cristiano.

En la película que protagonizan Raúl Escudero y Elena Furriase llama la atención la presentación que se hace de un sacerdote innovador, adelantado a su tiempo y dedicado especialmente a la educación de los niños más pobres en Guadix. La película narra la historia de un hombre santo y de una mujer, Josefa Segovia, entregada a la causa iniciada por este apóstol de los niños y de los pobres, martirizado en los inicios de la Guerra Civil española.

En definitiva cine con espíritu que no nos podemos perder, para que los que empeñan su tiempo, su esfuerzo y su dinero se vean recompensados, y los que se acercan a las salas de cine para verlas, disfruten del producto de ese trabajo a favor de la evangelización.

Ángel Moreno de Buenafuente

(Vicaría para la Vida Religiosa)

 

 

Quisiera, Señor, apresar el instante de luz amable, el beso de la brisa suave, el frescor de la mañana, al alba, el reflejo de mis ojos en las aguas de este mar bendecido de presencia. 

Quisiera, Señor, detener la travesía, y permanecer sintiendo el eco de la llamada, la resonancia de la confesión de Pedro, la experiencia de tu pan partido, el abrazo cálido de tu Palabra. 

Pero será mejor acallar el deseo, y escuchar lo que Tú quieres de mí. Será mejor esperar la indicación de tu enseñanza, esperar a escuchar la pregunta que cambia por entero la vida: “¿Me amas?” 

No puedo retener la travesía, ni provocar el éxtasis. No puedo anclar el alma en embeleso, ni permanecer absorto sobre las aguas. Y sin embargo me llevo el destello, el beso, el rumor, la luz, el sentimiento, la certeza de tu paso, y la seguridad de tu mirada permanente. 

Galilea no es nostalgia, sino envío; no es un final, sino un comienzo; no es huida, sino testigo; no en secuestro, sino mensaje y testigo. 

Galilea es seno materno, memoria del nombre pronunciado, escuchado de nuevo; es envío universal, hito ungido en la historia del seguimiento. Es rescate del amor primero, bautismo de deseo enamorado, banquete de Pascua, fe consolidada, por la experiencia interior, hecha certeza. 

Galilea es memoria de llamada, tierra nativa de todo discípulo, referencia consoladora, y confirmación de la esperanza, al tiempo que también es punto de partida, encuentro de amistad, reflejo de la belleza extasiada. 

Quiero, Señor, grabar en mi alma Galilea, el código pascual que me demuestra que a la noche sigue el alba, y la calma, a la tormenta. Quiero guardar en la memoria, que aquí quisiste dejarte acompañar por tus amigos, por ello, quiero que seas Tú quien mantenga la mirada en mi pequeña historia y, si es preciso atravesar la noche, la tormenta, que suscita miedo, por la sensación de hundimiento, que no me falte nunca tu Palabra, y tus manos alargadas, que me saquen de mi torpe valimiento. 

Quiero, Señor, agradecer el privilegio de saberme pronunciado por ti en Galilea, y pasar de mis contantes fugas, y así poder volver siempre a la orilla del mar, donde tu presencia generosa mantenga las ascuas encendidas, y la invitación a tomar juntos el almuerzo de Pascua.

 

Gracias, de nuevo, por esta travesía, que culmina siempre, más allá de la nostalgia, en la luz del alba.

Por Ana I. Gil Valdeolivas

(Delegación de Apostolado Seglar)

 

 

 

Estamos en Pascua de Resurrección, un momento transcendental para la vida de un cristiano.


La celebración de la Pascua del Señor es un acontecimiento tan grande que necesita de una preparación, una
aceptación y una vivencia.

El Papa Francisco este domingo de resurrección nos dice:


“Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor, su Hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos".

También nos dice que Cristo resucitado, es anuncio humanidad.

En la Vigilia Pascual nos recuerda:

El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos. Y nos anuncia que todo cristiano tiene una misión "Llevar el anuncio de Pascua, a suscitar y resucitar la esperanza en los coraz abrumados por la tristeza, en quienes no consiguen encontrar la luz de la vida”.

Olvidándonos de nosotros mismos, como siervos alegres de la esperanza, estamos llamados a anunciar al
Resucitado con la vida y mediante el amor.

En el decreto “APOSTOLICAM ACTUOSITATEM" sobre el apostolado de los laicos, y que acabamos de vivir sus 50 años, se nos hace una llamada a asumir el papel que tenemos como bautizados en la iglesia y por tanto
en el mundo, un papel propio y necesario, un papel donde somos auténticos protagonistas, junto al Señor que
VIVE.

Se nos hace una llamada a vivir nuestra vocación, a vivir el apostolado, participar en la misión de la Iglesia.
Nuestra vocación como laicos, es la misma que tuvieron los apóstoles, es la misma que tienen sacerdotes consagrados, y debemos ejercitarla en el mundo.

Variedad de ministerios, pero una misma misión EVANGELIZAR, gritar al mundo que Dios vive y tiene cabida en sus vidas. 

El apostolado se ejercita en La Fe, la Esperanza y la Caridad.

Es el Espíritu Santo, quien da dones peculiares a cada uno, este sopla como quiere y hacia donde quiere y
somos nosotros según la gracia recibida quienes ponemos esos dones al servicio siempre de los demás, para construir Iglesia. Seamos fieles a los carismas recibidos tanto individualmente, como movimientos,
asociaciones.

Se nos hace una llamada, al laico a cultivar las virtudes de: “honradez, paciencia, sinceridad, delicadeza y bondad".

Llamados a un fin claro no solo es anunciar, sino impregnar y perfeccionar todo el orden temporal, buscar la salvación del hombre.

Se nos invita, no solo al testimonio de vida, sino que el verdadero apóstol busca las ocasiones de anunciar a Cristo con la palabra, por ello la gran importancia que tiene nuestra formación.

Debemos vivir este apostolado individualmente (familia, profesión, amigos, vida social...) y también comunitariamente (corresponsabilidad con la jerarquía, uniendo esfuerzos, acciones comunes,...)

Sabemos de quien nos hemos fiado, y como decía una frase de la segunda lectura de este pasado domingo de resurrección “ESCONDIDOS CON CRISTO EN DIOS", será desde esta íntima relación con el Padre y el Hijo, desde donde podremos decir al mundo que CRISTO VIVE.

 

 

 

 

Jesús de las Heras Muela

(Sacerdote y periodista)

 

 


Querido Santo Padre Juan Pablo II, querido san Juan Pablo II:

Se cumplen ahora once años de tu muerte y, unos días antes, de tus dos últimas y estremecedoras comparecencias ante los fieles desde la ventana del ángelus de los apartamentos pontificios. Nos sobrecogiste entonces, querido Juan Pablo II. Apenas pudimos entender tu quejumbrosa y lastimera voz, que se confundía con el gorgojo de la agonía y de la muerte, ya tan próximas. Fue, además, en los mismos del calendario civil y del calendario litúrgico de este mismo año. En 2005, el domingo de Pascua fue 27 de marzo y el miércoles de Pascua, 30 de marzo, como este año.

Y te fuiste al anochecer del sábado 2 de abril, también sábado de Pascua y víspera de la Divina Misericordia, como no podía ser de otro modo.

Reconozco que, aun habiéndote visto tan mal y tan herido en aquellas dos dolorosas e inolvidables  comparecencias desde la ventana, no pensé que tu muerte iba a ser inminente. Y no fue hasta lo noche del jueves 31 de marzo, cuando la Santa Sede informó del agravamiento de tu enfermedad y de nuevos problemas renales añadidos, cuando ya entendí que sí, que sí, que regresabas a la casa del Padre. Y que estabas muriendo como viviste: con las botas puestas, en vivo y en directo, sin trampa ni cartón.

¡Te habíamos tantas veces mal y luego te habías recuperado! Además, nunca vemos la muerte cuando esta acecha a un ser tan querido como tú… No la vemos o no la queremos ver o el buen Dios nos pone una venda en ojos y, sobre todo, en el corazón.

Escucha ahora, en estos días santos, también santificados por tu pascua, esta plegaria, mirándote, buscándote no ya en la ventana del Vaticano –la ocupa tan espléndida y admirablemente Francisco-, sino en la ventana del cielo:

 

 

 

Querido san Juan Pablo II, inolvidable amigo y maestro Juan Pablo II:

sigue bendiciéndonos desde la ventana del cielo. 

 

Gracias por volver a nuestro lado,

siquiera en estas fechas,

y ya, desde tu beatificación y canonización,

para quedarte para siempre.

Y eso que nunca te había ido del todo.

 

Te hemos sentido siempre cerca

y ahora aun más, todavía te sentimos cerca.

Eres uno de los nuestros, uno de nuestra familia.

 

Necesitamos tu mirada.

Necesitamos tu bendición sobre tu Iglesia y sobre tu Humanidad.

 

¿Sabes? Estuvimos en muy buenas manos con Benedicto XVI,

tu estrecho colaborador, tu amigo íntimo, Sucesor, como tú, de Pedro.

Ruega también por él, ya al alba de 89 años

y cuya se va consumiendo como una candela ante el Señor.

 

Lo sabes bien: ahora estamos en las manos de Francisco,

manos que rezuman evangelio, ternura, acogida y misericordia.

Reza también por él,

que, además, Francisco,

pide incesantemente que recemos por él.

 

Te recordamos con cariño y sin melancolía,

aún cuando la nostalgia de los 27 años vividos junto a ti surque

de vez en cuando en nuestros horizontes.

¡Estábamos tan acostumbrados a ti!

 

Sigue señalándonos a Cristo, el único Redentor del hombre.

Infúndenos fuerza y esperanza para que no tengamos miedo.

Sigue predicándonos el evangelio de la vida y de las familias.

Muéstranos que el verdadero y único tesoro de la Iglesia

deben seguir siendo los pobres y los necesitados.

Convéncenos de que la cruz es la llave santa de la santa puerta del cielo

y que sólo salva el dolor inmolado y ofrendado junto al Varón de Dolores.

 

Querido Papa de los jóvenes,

ayúdanos a buscar y llamar, servir y amar a los jóvenes,

como tú los buscabas, los llamabas, los servías y los amabas.

Te encomendamos la JMJ 2016 Cracovia, tu tierra, y de la que eres ya patrono.

Te encomendamos todos nuestros afanes evangelizadores con los jóvenes.

 

Enséñanos a comunicar y a transmitir el evangelio

con fuerza y con credibilidad,

como hacías tú, el Papa de la Comunicación.

 

Viaja y recorre con tu ejemplo y testimonio

por la rosa de los vientos de nuestro necesitado mundo.

 

Sigue corriendo así bien la carrera,

sigue así combatiendo bien el combate

del anuncio, de la misión y del apostolado.

Fortalece nuestro corazón cansado

para que seamos fieles, generosos y entregados hasta el final

-hasta el don total de uno mismo-

en la misión que la Providencia y la Iglesia nos confían.

 

Papa de los enfermos y los ancianos,

Santo Padre herido y condolido,

sigue enseñándonos que nadie se puede

ni se debe bajar antes de tiempo de la cruz,

porque solo la cruz sana y salva,

porque el dolor es salvífico,

porque el dolor más hace más humanos y más cristianos

 

Te pedimos por todos, a ti el Papa de todos.

Ruega por nuestros colegios y por las familias,

reza por los consagrados y los laicos.

Intercede por los políticos, por los poderosos y por los periodistas.

Te pedimos en especial por los jóvenes, los sacerdotes y los enfermos,

tú el Papa de los jóvenes, de los sacerdotes y de los enfermos.

 

Que ya sabes, además, querido san Juan Pablo II,

lo que te pedimos y lo que necesitamos. Amén.

 

 

 

Por Sor María de Cortes Astasio Lara

(Delegación de Pastoral Penitenciaria)

 

 

 

Queridos amigos os informo del encuentro que hemos tenido “Abrazad@s en la Misericordia” Capellanes y delegados de Centros Penitenciarios de España los días 14, 15 y 16 de este mes. Encuentro muy participado y enriquecedor.

El lunes después de la oración, D. José Ángel Saiz Meneses (Obispo responsable de la Pastoral Penitenciaria de la CEE) nos daba la bienvenida  y aprovecho para recordarnos  que “Somos llamados y enviados por el Señor, en nombre de la Iglesia”  que no olvidemos que es un año de gracia para dinamizar y crear conciencia en nuestras Diócesis.

A continuación el nuevo responsable del Secretariado Nacional del “Área de Pastoral” P. Pedro Fernández Alejo, Trinitario. Capellán en Sevilla, abrió el Encuentro con la reflexión, teológica y práctica “Principio de la Misericordia”.

 

En la mañana del martes, el director del Instituto Superior de Pastoral – UPSA Madrid, Antonio Ávila Blanco  nos ofreció en dos sesiones, una ponencia sobre el “Acompañamiento Pastoral en la Vulnerabilidad”. Partió de la fundamentación Psicológica desde las distintas escuelas (Psicoanálisis, logoterapia, conductismo, corrientes de espiritualidad y sistémica) Se detuvo en la fundamentación teológica del acompañamiento basándose en las parábolas del “Buen Pastor” “El buen Samaritano” y “El Padre bondadoso”. Posteriormente desarrollo la influencia de las distintas corrientes terapéuticas, en el acompañamiento pastoral, desde la escucha empática “Hay cristianos que buscan un oído que no encuentran” (Bonhoeffer) al análisis de la culpa, la equivocación, el perdón y el auto-perdón. Nos habló de los “derechos y deberes” de la persona que acompañamos, que supone un contrato y relación intersubjetiva, y del perfil del acompañante, para terminar en el proceso de acompañamiento que tiene su inicio, con un “primer encuentro” y un final. Se abrió un diálogo donde surgieron diversas preguntas como acerca de la necesidad de “mentiras creídas” para sobrevivir.

La tarde del martes en grupos de 12, revisamos:

  • Los encuentros que se hacen desde el Secretariado Nacional.
  • La realidad del Voluntariado de nuestra Pastoral Diocesana.
  • La relación entre Capellanías y la Delegación Diocesana.
  • La relación entre cárceles y Parroquias.

En la mañana del miércoles pusimos en común el análisis anterior realizado, llegando a algunas conclusiones, como la de unificar encuentros de delegados y Capellanías; formación de voluntarios con el área social y pastoral (catequesis) sólo se mantendría, por ser tan específico el encuentro del “área jurídica”.

Contamos también con la presencia de Raquel Benito (Jurista) nos hizo un breve  recorrido de las reformas del código penal, señalando unas  expectativas duras mediatizadas por los medios de comunicación.

Por último el P. Florencio Roselló Avellanas (Mercedario) Director del Departamento Pastoral Penitenciaria, nos habló del Próximo Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria, que se celebra cada cinco años y que este año tendrá lugar en El Escorial (Casa de espiritualidad San José) los días 16 -18 de Septiembre. Antes de concluir estas jornadas firmamos un escrito de petición al Gobierno Europeo de no deshumanizar más la situación de los refugiados por el conflicto de Siria, “cautivos” tan injustamente.

Que esta semana de Pasión y Crucifixión nos lleve a compartir su triunfo con quienes más padecen las cruces de esta vida.

 

Sor. Mª de Cortes Astasio Lara

Hija de la Caridad.

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