5 de JULIO - Sábado de la XIII semana del tiempo Ordinario
Texto evangélico
Los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan». (Mt 9, 14-17)
Reflexión
El ayuno es una práctica ascética anterior al cristianismo. Según algunos exégetas, no aparece en los primeros escritos neotestamentarios ni como exigencia moral de Jesús. No obstante, pronto fue aceptado como un antídoto contra la sensualidad.
Jesús, tomando como punto de partida la pregunta de los discípulos de Juan sobre el ayuno, alude a la relación de amor que debe caracterizar al discípulo, más que a una disciplina voluntarista, cuyo cumplimiento puede generar, en muchas ocasiones, conciencia de perfección, como lo ilustra la parábola del fariseo y el publicano.
El texto evangélico nos introduce en la vida cotidiana de Jesús, cuando se refiere a cómo se debe conservar el vino y, sobre todo, a cómo remendar un vestido roto. Enseñanza que pudo haber aprendido al observar el trabajo doméstica de María, su madre.
Propuesta
Ama y haz lo que quieras (Atribuida a san Agustín).