José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia de la Santa Cruz de Marchamalo, España)

 

 

Me escribe una vieja amiga y consocia, (aunque muy joven por años), sobre la necesaria gratuidad que debe presidir y acompañar a todo lo que hacemos dentro de nuestros trabajos apostólicos. Aquellos que nos impongamos para seguir el mandato del Buen Dios, que quiere contar con nosotros para la extensión del Reino. “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” nos recuerda el Evangelista. (Mateo 10, 8) 

Cree mi amiga, que no siempre tenemos todos clara esa gratuidad y me pide que lo recuerde. Me escribe incluso de varias experiencias personales próximas que ha padecido recientemente. De algún “antiejemplo”. 

La gratuidad que no es sólo la de no recibir una soldada a cambio del trabajo realizado. No sólo es no recibir contraprestación económica alguna. No, va mucho más allá pues hay infinidad de maneras de “cobrarnos” nuestros trabajos. Hay infinidad de maneras de traicionar el mandato Evangélico. También de traicionarnos a nosotros mismos creyendo que nos damos cuando sólo pretendemos extraer algo para nosotros mismos. 

El buscar el reconocimiento social, puede ser una de ellas. El de procurarse un cierto prestigio en la comunidad en la que se viva, puede ser otra. El de aumentar el número de los que nos conozcan para brillar, es otro y de los más frecuentes. Son formas diversas de “cobrar” por lo que hemos recibido gratis. Pero cobrar al fin. 

Los que sufren, a los que intentamos servir desde la proximidad, en el caso de las Conferencias, detectan inmediatamente a quien lo hace sin interés espurio, como respuesta cristiana al sufrimiento del otro, o de quien busca instrumentalizar esa ayuda, de alguna manera y puede haber muchas, en su propio beneficio. 

Decía un viejo amigo y querido sacerdote que, con más frecuencia de lo que suponemos, nos va mal como Iglesia, tenemos dificultades al encontrarnos con el que sufre, incluso a veces escandalizamos, porque no somos conscientes que lo que repartimos, si lo hacemos bien, es la Gracia de Dios. Nada nuestro. No le faltaba razón. Porque a veces ni tan siquiera somos conscientes de que Él acompaña siempre a su Iglesia y a los que trabajan por ella. De que nos acompaña la Gracia si la pedimos. Porque pensamos demasiado en nosotros mismos y en nuestras fuerzas. Porque nos olvidamos de ser conscientes de que Cristo, camina a nuestro lado. Porque intentamos, a veces,  instrumentalizarlo en nuestro beneficio. 

Un viejo consocio, hace muchos años, me aconsejaba sobre a quién votar o proponer para los servicios de Presidente o cualquier otro en las Conferencias: siempre a los consocios (a los miembros) que valgan para el servicio. Pero, añadía que no quieran serlo, a los que no lo deseen. También a los más ocupados. Huye de aquellos que se postulan siempre para ocupar “cargos” en lugar de servicios o que parece que tienen mucho tiempo libre. Con alguna frecuencia, algo buscan para ellos y no para el servicio a los que sufren, en el caso de los primeros o están poco dispuestos para el trabajo y por eso están bien desocupados, en el caso de los segundos. He seguido esa máxima siempre y recuerdo con enorme afecto al consocio del consejo que me evitó alguna importante equivocación. 

Para ir terminando, cuando deseemos encontrar a un consocio para un servicio en la Estructura, busquemos a uno que acuda con frecuencia y con puntualidad, casi con antelación, a cumplir con sus compromisos vicentinos y eclesiales. Busquemos a un consocio o consocia, con ideas claras que sea persona de oración. Busquemos incluso a alguno que le vaya a costar un poco de esfuerzo económico, (por pequeño que sea) el desempeño de la labor que se le pretende encomendar. Busquemos que esté alejado de la búsqueda de cualquier tipo de fama. Descartemos, siempre, a aquellos que tienen que ver con el ejercicio de la política tal y como nos pide nuestra Regla y Estatutos. 

Busquemos a algún miembro, que demostrará con su permanencia en la Conferencias o en el grupo eclesial de que se trate, que es capaz de perseverar. Busquemos a aquel que propone nuevas fórmulas y métodos para ayudar a otros o a quien le preocupa la situación de los excluidos. Excluidos de cualquier tipo. 

Busquemos a aquellos que tienen un concepto evangélico de la pobreza y no sólo material de la misma y en fin, lo más importante: busquemos a alguien a quien oigamos con frecuencia hablar de y con María. 

Ahora sí, para finalizar, en el momento de escribir estas líneas, me llega una Carta publicada por mi Obispo de Sigüenza-Guadalajara, Don Atilano, muchos de cuyos párrafos vienen como anillo al dedo a esta pequeña reflexión sobre la gratuidad. Escojo alguno de ellos. Escribe el señor Obispo: “Aunque sabemos que el fruto de la misión depende fundamentalmente de la apertura del corazón a la acción del Espíritu Santo, inconscientemente pensamos que todo depende de nuestras cualidades y esfuerzos. 

San Pablo, cuando contempla la fidelidad a Cristo de los miembros de sus comunidades y su constancia en el amor, llega a afirmar que todo es fruto de la gracia de Dios que actúa en él y por medio de él a favor de los demás. De este modo, asume sus limitaciones y la necesidad de dejarse conducir por Dios, pues solamente el Señor puede hacer que la semilla germine, crezca y produzca fruto abundante”. 

Espero haber complacido a mi amiga, con estas breves notas.

Por Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara

 

 

Comenzamos un nuevo curso en el que como siempre estaremos en primera línea para acompañar a los más empobrecidos.

Hace algún tiempo, en la revista VIDA NUEVA digital, aparecían las 7 Características del Voluntariado de Cáritas, que aunque las vivimos cada uno de los días que tiene el curso, es bueno que las recordemos ahora que iniciamos las acciones de cada uno de nuestros programas. Lo nuestro va más allá del hacer.

Siete características

1. Los voluntarios de Cáritas son “personas comprometidas que se dan a sí mismas para ayudar a los demás”, que “ponen su granito de arena para mejorar el mundo en el que viven”.

2. Son “personas que no quedan indiferentes ante el sufrimiento de su prójimo y se movilizan, se ponen manos a la obra”.

3. Para los voluntarios de Cáritas, “comprometerse es un modo de ser, de relacionarse, de entender la vida y compartirla creando fraternidad”.

4. Para ellos, “la solidaridad no es un sentimiento de vaga compasión o de superficial ternura hacia los males” de tanta gente, sino “la determinación firme y perseverante de empeñarse en el bien común”.

5. Los voluntarios de Cáritas están llamados a “crear espacios de humanidad y de encuentro donde las personas excluidas, empobrecidas, heridas, olvidadas… se sientan en familia, sientan que son importantes para alguien”.

6. Ellos “toman partido en la historia de la humanidad y se convierten en agentes de cambio, capaces de poner a la persona en el centro” de la mirada, de la palabra y de la acción.

7. Ellos viven “entregados al compromiso de mejorar la vida de los que están caídos en nuestro entorno”, y eso contribuye “a mejorar este mundo”.

Feliz comienzo de curso, que entreguemos todos nuestros “talentos” en favor de los más empobrecidos.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

 

No puedo acostumbrarme 
a la brisa de mañana en Galilea,
por veces que haya hecho
del mar la travesía. 

Esta vez quisiera, Señor, sellar
al alba mi alianza,
traer a mi memoria tu mirada,
aquella que prendió en mí de madrugada.


No quiero mirar hacia atrás,
ni tener como excusa mi torpeza.
Es mayor la luz que la tiniebla,
menor mi miedo que tu fuerza

Sigue arrebatando mis pisadas,
tras tus pasos decididos.
Si el ayer me trajo a esta cima,
confío en tu mano compañera

Quiero comenzar de nuevo.
Quiero abrir mi ser al horizonte,
a la luz más plena,
en el almuerzo amigo en Galilea

Que no se quede en apunte
mi templanza al alba.
Que no se quede solo en poesía
el beso en la mañana, en tu presencia.

Si Tú me has hecho llegar hasta estas canas,
surja de mí el signo de testigo,
de quien no puede ocultar la historia
de gracia abundante, remecida.

No quisiera olvidar este momento
de paz en tu presencia sobre el Lago.
No quisiera que pasara tan ligero
el instante colmado de embeleso

No quisiera terminara este abrazo
de luz transfigurada,
y que sellara mi alma para siempre

en alianza nueva.

Hoy, aquí, sobre las aguas serenas,

renuevo mi opción por ti, y para siempre.
Se Tú la razón de mi certeza
Y Tú quien amigo me sostengas.

 

                          Travesía del Lago, Julio, 2019

 

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Gavillas de mies segada,

Con hoces, a sol de plano

Para extender en las eras

Treznales bien hacinados

 

Las mieses bien sazonadas,

de grano multiplicado,

de espigas bien remecidas,

recogidas y abrazados.

 

El trigo en costal de lienzo,

por bieldo bien aventado,

a la espera el molinero

en los trojes bien guardado,

 

Harina en flor, molida,

Cernida, bien amasada,

Conmovidas las entrañas,

en artesa es arropada.

 

Huele a fermento la masa,

Envuelta en manta y retor,

Hasta transportarse al horno,

Hecha hogaza de amor.

 

Se expande el olor del horno<

De romero y de retama,

Una vez cocido el pan,

Alegría de la casa.

 

Es la hora de partir

En manos del labrador

El pan amasado y tierno,

rezada la bendición.

 

El padre reparte el trozo

Con gesto serio y sagrado

No es posible despreciar,

el sudor de todo un año.

 

Los trabajos y desvelos,

en la mesa de los hijos,

se olvidaron de repente,

Pan de Dios, fruto bendito,

 

Y el trigo se vuelve ofrenda,

De pan tierno y repartido,

En las manos del Señor,

Hecho mesa y sacrificio.

 

Eucaristía en sus manos

Con el pan roto y partido,

entero al mismo tiempo,

Quien se nos da es Jesucristo.

 

(5 de septiembre, 2019)

 

> Un artículo de Antonia del Olmo

> Delegación Diocesana de Migraciones

 

 

 

El tema de los negocios chinos en España es un tema que causa mucha polémica entre los ciudadanos debido a la cantidad de negocios chinos en el país y su rápida expansión. Circula el rumor de que los «los chinos no pagan impuestos» y se dice que la multiplicación de negocios regentados por la población china se debe a esto y a que reciben un trato de favor que les permite adquirir locales y montar restaurantes y tiendas.

¿La realidad? Todas las personas de origen chino, o de cualquier otro origen, que permanezcan dentro del territorio español más de 185 días tienen la obligación de pagar sus impuestos aquí. Los ciudadanos asiáticos están obligados a tributar. Como el resto de los ciudadanos residentes en España que inicien una actividad empresarial y como cualquier persona que monte un negocio en España, están sometidos a las mismas obligaciones para con el IVA y el IRPF, además de estar obligados a dar de alta a sus trabajadores y a tributar como los demás.

La mayoría de personas de China que llegan a España lo hacen para iniciar actividades empresariales, lo que beneficia al país por la aportación vía impuestos o la creación de empleo. Casi todas las personas de origen chino que trabajan en nuestro país lo hacen como autónomos y suelen incluir a su cónyuge como autónomo colaborador, cotizando también a la Seguridad Social por ello. Además, hay que decir que estos también tienen que pagar otros gastos de agua, luz, etc. De las 97 664 personas chinas dadas de alta en la Seguridad Social, 50  344 eran personas por cuenta propia (junio de 2016). Además, el paro es prácticamente inexistente entre la comunidad china, por lo que apenas reciben prestaciones por desempleo.

Se dice también que los chinos obtienen beneficios fiscales porque cambian de negocio en un período corto de cinco años, lo cual es una verdad a medias, puesto que cualquier empresa obtiene bonificaciones los primeros cuatro años de funcionamiento en el Impuesto de Actividades Económicas, pero las empresas que están obligadas a pagarlo han de facturar más de un millón de euros al año, cosa que no suele suceder con la mayoría de los comercios chinos.

También existe un convenio entre China y España para evitar la doble imposición en materia de impuestos, pero dicho convenio también está firmado con otros 70 países de todo el mundo.

Es cierto que la comunidad asiática en España, salvo en raras ocasiones, acudirá al banco a pedir un crédito bancario. Esto se debe, al hecho de que los chinos tienen un mecanismo de préstamo entre amigos y parientes gracias al sistema «guanxi», un término que hace referencia a las redes de contacto e influencia de los chinos basadas en un principio de confianza y que les permite disponer de dinero.

Lo que sí es cierto es aquel dicho de «trabajar como los chinos» para referirse a alguien de vida laboral intensa. Los chinos son personas trabajadoras y emprendedoras, algo a lo que hay que unir que tienen muy presente la cultura del ahorro y que por ello gastan poco dinero en ocio. Todo se debe a su espíritu emprendedor, motivado por su creencia de que el riesgo trae consigo oportunidades.

La ciudadanía china representa una fuerza productiva de importancia para España, donde cada vez la población es más envejecida. Edad media de la población china en España es de 30,4 años y la edad media de la población española es de 43,4 años.

Suele, también, haber comentarios relativos al incumplimiento por parte del empresariado chino de los horarios laborales. Sin embargo, la libertad horaria es bastante generalizada ya en España y depende de las comunidades autónomas. Por ejemplo en Andalucía, cualquier comercio puede abrir un máximo de 90 horas a la semana en días laborables (15 horas al día de media) y 10 festivos al año. Además, los comercios que no formen parte de grandes grupos y tengan menos de 300 metros cuadrados tienen libertad horaria, así como los ubicados en zonas de gran afluencia turística.

Además, el dinamismo del tejido empresarial chino en nuestro país es elevado, pero no podemos olvidar las aportaciones sociales y culturales que son inherentes al fenómeno migratorio, y que suponen un enriquecimiento tanto para la sociedad de acogida como para las personas inmigrantes.

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