"Contagia solidaridad para acabar con el hambre" es el lema de la campaña de 2021, en medio de la pandemia, de esta jornada nacional promovida por Manos Unidas.

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

La Campaña contra el Hambre fue lanzada por la FAO y tiene su origen en el Manifiesto de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) en 1955, en el que se decía: “Sabemos, y queremos que se sepa, que existen soluciones de vida, y que si la conciencia mundial reacciona, dentro de algunas generaciones las fronteras del hambre habrán desaparecido…”. Y concluía diciendo: “Declaramos la guerra al Hambre”.

Hace 62 años, un grupo de mujeres de Acción Católica, haciéndose eco del manifiesto publicado cinco años antes por la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), plantaron la semilla de lo que hoy es Manos Unidas, ONGD (Organización no gubernamental para el desarrollo), integrada por voluntarios y perteneciente a la Iglesia católica en España.

Desde los albores de la campaña contra el hambre, se fijó el segundo domingo del mes de febrero, como fecha de la jornada y de su cuestación. Además, el viernes previo, en este caso, hoy 12 de febrero, quedó fijado como Día del Ayuno Voluntario y la semana previa como la semana de lanzamiento de la campaña, este año 2021, a causa de la pandemia, realizado de modo digital y mediático.

 

Derechos humanos, solidaridad, fraternidad

 

Manos Unidas prolonga durante todo el año su campaña, que este año concluye su trienio de programación centrado en los derechos humanos como base de la dignidad de las personas, especialmente de las más pobres y vulnerables. Los derechos humanos conllevan siempre aparejados unos deberes, que se resumen en el Bien Común, el bien de todos, para lo cual es precisa la solidaridad.

La solidaridad y la fraternidad, como apuntó, el pasado lunes 8 de febrero  el Papa Francisco en su mensaje en Twitter, en el que se refería, además a la pandemia, telón de fondo también de esta campaña contra el hambre de Manos Unidas para 2021. Esta fue la frase del Papa en la citada red social: “La #fraternidad es el verdadero remedio a la pandemia y a muchos males que nos han golpeado. Fraternidad y esperanza son como medicinas que hoy el mundo necesita, junto con las vacunas”.

Y es que la campaña contra el hambre 2021 encuentra en la figura del Papa y en su reciente encíclica sobre la fraternidad y la amistad humana y social “Fratelli tutti” (Todos somos hermanos) una preciosa e inexcusable referencia.

 

 

Algunos datos recientes de Manos Unidas

 

En 2019, última campaña de Manos Unidas plenamente cerrada y auditada, la institución recaudó en toda España 43.237.328 euros, de los cuales algo más de 36 millones se destinaron directamente a proyectos desarrollos (540 en concreto) en 57 países. Ello supone que el 83,9 % de los ingresos de Manos Unidas revierten en los llamados países del Sur. El gasto de administración y de estructuras de la organización es de tan solo el 8%; el 4,3%, en campañas de sensibilización;  y el 2,8%, en captación de recursos.

Con estos recursos, Manos Unidas  ayudó y apoyó a más de un millón de personas en los citados países en vías de desarrollo o en directamente subdesarrollados todavía. Normalmente, cerca del 89 % de los fondos de esta ONG católica proceden del sector privado y tan solo el 11% del sector público. Así, en 2019, el 44,3 % de los ingresos de recaudación procedieron de sus socios (unos 73.000) y donantes; el 20%, de parroquias y entidades religiosas católicas; el 12%, de herencias y legados; el 11,3%, de otras fuentes privados; el 7,3% de administraciones públicas de ámbito y autonómico; y el 4,4%, del AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional al desarrollo.

Las prioridades de su trabajo son educación, agua y sostenimiento, alimentación y medios de vida,  derechos de las mujeres y equidad, derechos humanos y sociedad civil y medio ambiente y cambio climático.

 

Desglose de los 36 millones de euros distribuidos por Manos Unidas

 

Desglosando las ayudas de Manos Unidas en 2019, esta ONGD católica distribuyó los ya citados 36.132.624,06 euros en 540 proyectos en 57 países. África, con 31 países, es el primer destinario de Manos Unidas, adonde fueron a parar 278 proyectos, por un importe total de 15.879.699,41 euros. Quince países de América Latina recibieron 11.600.898,27 euros, en 135 proyectos. Y a Asia se destinaron 8.652.029,38 euros, en 11 países y 127 proyectos. Los porcentajes son África, 51%; América Latina, 25%; y Asia, 24%.

Por sectores, el número mayor de proyectos fueron en educación: 172, 32% del total. Alimentación y medios de vida fue el segundo: 103 proyectos, el 19%. Derechos de la mujer y equidad contó con 69 proyectos, que supone 13%;  un punto menos en el mismo porcentaje que los programas de derechos humanos y sociedad civil, con 69 proyectos. Programas directamente relacionados con la salud fueron 73, otro 13%. Agua y saneamientos, el 7% y 36 proyectos. Y, por último, el 4% restante en medio ambiente y cambio climático, con 22 proyectos.

 

Mujeres al frente de Manos Unidas

 

Desde hace cuatro años y medio, la presidenta nacional de Manos Unidas es la madrileña Clara Pardo Gil, de 59 años, licenciada en Derecho y en Ciencias Económicas y Empresariales. Está casada y es madre de dos hijos. Pertenece a Manos Unidas, donde entró como voluntaria, en 2002, prestando servicios en Sierra Leona. Habla cuatro idiomas: alemán, francés, castellano e inglés.

Manos Unidas en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara tiene como presidenta-delegada, desde hace cinco años y medio, a Elena Garvia Benavente. La sede de Manos Unidas en la diócesis se halla en Casa Nazaret, el centro de acción social de la diócesis, de la calle Venezuela. Desde octubre, el sacerdote Santiago Santaolla Martínez es el consiliario diocesano. Sucedió a Ángel Luis Toledano Ibarra, tras dos décadas en este servicio Ambos son párrocos en Guadalajara.

 

Recaudación en Sigüenza-Guadalajara

 

La cuestación de la campaña contra el hambre es  en nuestra diócesis la que mayor cifra alcanza de recaudación entre las once colectas imperadas de cada año. Con todo, en 2020, los ingresos de Manos Unidas en la diócesis, todos ellos de procedencia privada y todos ellos al servicio de su misión de solidaridad, ascendieron a 203.133,32 euros, cincuenta mil menos que en 2019. Y eso que la campaña de Manos Unidas en 2020 no fue todavía en tiempo de pandemia. Nuestras parroquias aportaron 52.185.35 euros, mil euros menos que en 2019.

Los gastos de Manos Unidas en la diócesis en 2020 ascendieron a 7.331,80 euros, el 3,6% en relación con los ingresos. En 2019, los gastos de Manos Unidas en la diócesis fueron de 9.184,88 euros, un 4.77% en relación con los ingresos.

 

En 2021, en pandemia, la Campaña contra el Hambre es aún más necesaria

 

Y, en efecto, la 62 Campaña contra el hambre de Manos Unidas llega en medio de la pandemia del coronavirus.  ¿Qué hacemos? ¿Nos cruzamos de brazos y al año que viene Dios dirá…? Nada de cruzarse manos y de cerrar bolsillos y corazones. MÁS MANOS MÁS Y MÁS UNIDAS QUE NUNCA, precisamente porque estamos en pandemia y la pandemia se está cebando sobre todo en América Latina y en Asia,  y también en África, tierras por excelencia del extraordinario servicio de Manos Unidas, la Campaña contra el Hambre 2021 es todavía más necesaria.

¿Cómo colaborar? Se trata de ejercitar la imaginación de la caridad. Así, junto al tradicional donativo en los sobres, hay cuentas bancarias (en Sigüenza-Guadalajara, en  IberCaja ES62 2085   7605   9103 0026 0004 y/o en La Caixa ES52 2100 8756 1822 0034 0706); hay un número de teléfono específico; 900 811 888; la página web www.manosunidas.org; y el servicio de bizum en la app del banco del donante en el número 33439; además de donativos mediante tarjetas bancarias electrónicas. Que el COVID 19 no frene nuestra generosidad, compromiso y solidaridad. Solo contagiando solidaridad acabaremos con el hambre, una pandemia que afecta de modo severísimo a no menos de 832 millones de personas en todo el mundo.

Y como ejemplo, he aquí lo que cada uno puede lograr con su donativo: con 30 euros se facilitan 65 kilos de maíz para cultivos familiares en Etiopía; con 70  euros se garantizan el acceso a la educación a más de 20 niñas en India; con 100 euros se dotan a centros sanitarios de 10 lotes de material quirúrgico para cesáreas. Y los donativos a Manos Unidas desgravan en la declaración de la renta.

 

Manifiesto de la Campaña contra el Hambre 2021

 

El manifestó de la Campaña contra el Hambre que Manos Unidas realiza este año y que es leído, por distintos medios y soportes, en la tarde de este viernes 12 de febrero, Día del Ayuno Voluntariado en toda España, se divide en estos tres apartados:

 

         DENUNCIAMOS: (1) Que las cifras del hambre y la pobreza han empeorado a causa de la actual pandemia, y que las comunidades más vulnerables  no tendrán asegurado el acceso a las vacunas para enfrentarla.

(2) Que la crisis sanitaria del coronavirus ha encontrado a la humanidad ya inmersa en una alarmante crisis medioambiental, vinculada especialmente tanto con el cambio climático como con el uso abusivo de los recursos naturales, y que incide especialmente en las comunidades más vulnerables del Sur.

(3) Que los grandes principios, como el bien común, el respeto a los demás, la justicia o la solidaridad quedan relegados y, con ellos, las víctimas de la pobreza, la crisis medioambiental y las pandemias globales.

 

            DEMANDAMOS: (1) Programas globales que permitan garantizar a toda persona sus derechos básicos más elementales, como la propia vida, la alimentación, la salud, el agua y el saneamiento, la vivienda o la educación.

(2) Un compromiso firme de los poderes políticos, económicos y sociales en no buscar la superación de la crisis económica causada por el coronavirus mediante la vuelta al uso intensivo de combustibles fósiles, la sobreexplotación de los recursos no renovables o la deforestación.

(3) Una revalorización de la economía de cuidados -todavía ejercida sobre todo por mujeres- para seguir defendiendo la sostenibilidad de la vida humana y del planeta.

(4) La construcción de unos sistemas políticos y económicos coherentes con la dignidad humana, fundamentados en el bien común, la defensa de los derechos humanos y el cuidado de la casa común, que exige la participación de una ciudadanía cohesionada y capacitada en sus derechos.

(5) Una educación que genere una cultura de la solidaridad, una civilización de amor, comprometida en la lucha contra la pobreza y la exclusión, desde la promoción de las condiciones de vida digna que marca el bien común.

 

            QUEREMOS: (1) Manifestar nuestra convicción de que la principal aportación de Manos Unidas es acompañara las comunidades más empobrecidas y vulnerables en su lucha por diseñar e implementar su bien común, como marco para vivir los derechos de la dignidad humana, siendo agentes de su propio desarrollo.

(2) Expresar nuestra convicción de que la mejor vacuna contra el coronavirus es el respeto de todos, hombres y mujeres, y de sus territorios, donde sueñan con seguir con sus estilos de vida, espiritualidad y cultura.

(3) Proclamar que la solidaridad es una exigencia de nuestra dignidad humana compartida, que implica que cada ser humano, según sus circunstancias, sea responsable de todos los demás, asumiendo las causas del otro como causas propias.

(4) Compartir los aprendizajes que nos transmiten nuestros socios locales y las comunidades a las que representan, en su lucha por lograr un desarrollo sostenible.

(5) Comprometernos a cambiar nuestros estilos de vida para hacerlos más solidarios y más responsables con el bien común y con el cuidado de nuestro planeta.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 12 de febrero de 2021

Jesús Francisco Andrés Andrés

Delegado de Pastoral de la Salud

 

 

Hoy celebramos en toda la Iglesia a Nuestra Señora la Virgen de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo.

Llevamos casi un año en el que todos los días -a causa de la pandemia del Covid- estamos oyendo hablar de enfermos, de contagiados, de personas que han fallecido. Y  podemos correr el riesgo de “acostumbrarnos” a tanto enfermo y a tanto muerto.

Llevamos once meses oyendo y usando palabras que nunca habíamos oído ni usado y que incluso no estaban en el diccionario: autoconfinamiento, estado de alarma, cierre perimetral, gel hidroalcohólico, pcr -positivo o negativo- , incidencia acumulada,  uniformes epi, distancia de seguridad....

Las mascarillas que llevamos no dejan ver nuestros labios ni nuestra sonrisa aunque hay que reconocer que ahora nos miramos a los ojos mucho más que antes y a través de ellos también expresamos nuestra alegría, tristeza, dolor, preocupación....

Hemos oído sobre la pandemia tanta información a través de la tele, de la radio, del móvil... que podíamos hacer todos una tesis.

Hoy el Papa Francisco nos dirige a todos un mensaje de esperanza y nos propone una tarea a través de dos palabras: “Cuidémonos mutuamente”.

Esta tarea es de todos y para todos. Hemos de cuidarnos todos... y cuidar a todos.

Alguien me podría decir ¿cuántos infectados por Covid hay en el tercer mundo? ¿Cuántos están ingresados en camas convencionales o en camas UCI?. ¿Cuántos hospitales tienen al borde del colapso? ¿Cuántas dosis de vacunas hay para ellos y cuándo van a comenzar a vacunarlos? ¿Cuántos han fallecido a causa de esta enfermedad?

A nuestro alrededor hay muchas personas enfermas, unos en los hospitales, otros en sus hogares, y a todos hemos de cuidar. Y no podemos olvidarnos de todos aquellos que por vivir en países del tercer mundo o en vías de desarrollo ni siquiera aparecen en las noticias de la tele. Y lo podemos hacer de muchas maneras: con nuestra oración, con nuestro apoyo, aunque no podamos estar “presencialmente” ante ellos.

Ahora que vivimos en un mundo tan socializado y “comunicado” no podemos abandonar a los que sufren en la soledad.

No nos olvidemos tampoco de que junto a un enfermo hay alguien más que sufre: su familia, sus amigos íntimos, el personal sanitario que le atiende... por eso la tarea del “cuidado” se amplía... hay que cuidar al enfermo y cuidar al cuidador.

A Jesús y a María nos dirigimos todos los días pidiendo por nuestros enfermos. Tanto  el Hijo como la Madre son modelos -para todos nosotros- de cómo hay que cuidarse y cómo se cuida a los demás... echémosles una mano y cuidémonos todos mutuamente.

Desde aquí nuestro agradecimiento a todos aquellos que de modo sencillo y callado han cuidado durante estos meses -y siguen cuidando- a todos los que han sufrido las consecuencias de esta pandemia y de otras enfermedades. Para todos un abraazoo en el Señor y en María -que por internet sí que se puede dar-.

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

A ti,

para ti,

contigo.

 

Desde tu fuerza

con mi débil fuerza.

 

Desde tu luz

con mi pobre luz.

 

Para lo que tú

me llames.

 

Para lo que tú

me quieras.

 

¡Aquí estoy Señor!

 

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

"/Querido amigo:

Al cumplirse un año desde que venimos sufriendo el flagelo de la pandemia, mientras las noticias no dejan de comunicar sus efectos dolorosos y dentro de que también me han podido afectar los arañazos del virus por padecer, como tantos, el confinamiento, la soledad, la falta de trabajo, el alejamiento de los amigos, la muerte de seres queridos, debo reconocer sin embargo, la fuerza que me das pues conozco las circunstancias en las que vives tú también.

Cuando me levanto cada día, traigo a mi memoria a quienes desearían hacerlo, aunque fuera temprano, pero están en el hospital, sometidos a tratamientos agresivos.

Cuando se ha vaciado mi agenda de tareas exteriores, pero ello no supone una quiebra en la estabilidad económica, imagino el sufrimiento y hasta el desespero que produce no tener trabajo, la quiebra de la empresa o el cierre del establecimiento.

Cuando se prolongan los días sin tener a quien acoger, pero vivo en medio de la naturaleza, cómo no hacerme cargo de lo que supone estar confinado en un pequeño piso, totalmente solo, y con las barreras de la ciudad.

Confieso que casi da pudor tener hoy salud, mesa familiar y comunitaria para comer, amigos a quien escribir, comunicación personal con quienes se interesan también por nuestra situación.

Una opción que hago cada día es la de permanecer arrodillado ante el Sacramento, sin saber a quién aprovecha, pero confiado en que está siendo ofrenda de alivio para quienes padecen de manera más extrema los efectos de la pandemia.

Tu situación precaria me hace más responsable, austero, orante, sensible, solidario, y sé que lo mejor que puedo hacer es intentar no aumentar el número de contagiados, aunque cueste llevar una vida en confinamiento más o menos severo.

Estamos viviendo una conversión colectiva, gracias a tantos que estáis siendo oblación aceptada. ¡Ojalá no sea vano vuestro sacrificio y a todos nos abra el entendimiento para saber convivir de forma más humana, sobria, solidaria, agradecida y esperanzada!

A ti, que vives momentos extremos de salud, gracias. Y por ti mi ofrenda orante.

 

El beato fray Leopoldo de Alpandeire fue un capuchino, humilde limosnero de amor y salud, cuya memoria es buena recordar en medio de la pandemia

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El 9 de febrero es la memoria litúrgica de un beato andaluz contemporáneo, que, aunque muy conocido y querido en Andalucía, singularmente en Granada y en Málaga, es y debe ser patrimonio de toda la Iglesia y de la entera humanidad y que bien merece ser más y mejor conocido, invocado e imitado.

Estoy hablando del capuchino Leopoldo de Alpandeire, el humilde limosnero del amor, el fraile de las alforjas repletas de caridad, el capuchino de las tres Ave Marías, el cristiano que tenía fijada la mirada en el cielo y en el corazón de las personas con las que se encontraba y los pies en el suelo de las estrechas y empinadas callejas de Granada –epicentro de su vida durante medio siglo-, y en las que, pidiendo limosna, se convertía él mismo en limosna de consuelo, de salud del cuerpo y del alma, de ternura, de ejemplaridad y de esperanza para los demás, especialmente para los más necesitados.

 

El Dios que se esconde a los soberbios y se refleja en los humildes

Con él y en él, se hizo realidad, una vez más, aquellas palabras de Jesús en el Evangelio en las que daba gracias a Dios porque había escondido estas cosas –la sabiduría del Reino- a los sabios y a los entendidos y se las había revelado a la gente sencilla y humilde.

Fray Leopoldo no destacó, en efecto, ni por la sabiduría humana, ni por su presencia física (era pequeño, casi enjuto y poblada barba florecida en amor), por sus raíces y ancestros familiares (de familia pobre y trabajadora, conoció los rigores de los campesinos y hasta de los temporeros), ni por los altos cargos que prestó la Orden Capuchina a la que pertenecía (no sin dificultades logró ingresar en la seráfica orden los Hermanos Menores Capuchinos, ya con 35 años, y “tan solo” fue hortelano, labrador, limosnero,…), ni por la erudición y elocuencia de las palabras meramente humanas y de tejas abajo (cuentan que apenas le bastaba con entonar y rezar las tres Ave Marías para conmover los corazones). Fue ya en vida un santo del pueblo, un santo callejero y de la puerta de al lado, un santo con el único discurso del amor y de la bondad.

Era piadoso, devoto, humilde, pobre, seguidor en su propio cuerpo de la cruz de Jesucristo, fidelísimo hijo de María (su nombre completo de profesión religiosa era Leopoldo de María), y, por todo ello, un extraordinario servidor de la caridad de los gestos sencillos y cotidianos, de los que dan pan, predicando y sembrando trigo.

Fray Leopoldo fue hijo de un pequeño pueblo malagueño de labriegos, Alpandeire en la serranía de Ronda, hijo del afán y del sudor de la besana cotidiana y de padres humildes y sencilla y cabalmente cristianos. Y sus durezas y hermosuras le curtieron. Fue bautizado con el nombre de Francisco Tomás de San Juan Bautista Márquez Sánchez. Y, sí, Francisco fue su nombre de pila, y el santo y seña de su consagración y testimonio, y un destacadísimo y venerable seguidor e imitador del santo de Asís, el cristianismo que más se ha parecido a Jesucristo.

 

Granada tuvo que ser

Pero –seguirá pensando el lector de estas líneas-, ¿qué es lo hizo, cómo fue posibles con los mimbres descritos la Providencia de Dios hiciera el cesto de santidad que fue su vida? Insisto: lo importante no es lo hizo o dejó de hacer, sino cómo el hizo y el amor que derramó en su humilde vida capuchina de limosnero, primeros en Sevilla y en Antequera y finalmente en Granada.

En Granada, sí, donde, pidiendo limosna para las escuálidas arcas de su fraternidad capuchina, era él quien la daba y llenaba de luz de las tinieblas y las sombras que de tantos ciegos, del cuerpo y del alma, con los que se encontraba por las calles, plazas y rincones de Granada -Dale limosna mujer,/que no hay en la vida nada /como la pena de ser /ciego en Granada”-.

 

Estatua del beato fray Leopoldo en su cripta de Granada

 

Granada, sí, ciudad  de luces y de bellezas  espléndidas que fue tan hermosamente iluminada por este pequeño fraile de amplia sonrisa impresa en el rostro; de alegre mirada que penetraba en lo más profundo de los corazones; de la mano tendida, no sólo para sí y sus hermanos, sino para aquellos que tenían aún menos que él y a los cuales acompañaba, alegre, elevando sus corazones y distribuyendo alegría y caridad conjuntamente.

Porque en efecto, la providencia se sirvió de la predicación itinerante de los capuchinos para suscitar y despertar en él, ya en relativamente avanzada edad, la vocación consagrada, la vocación franciscana y capuchina, que, sobre todo, desarrolló en Granada, donde su solo nombre levantaba –y sigue levantando- loor de multitudes, mientras el añoraba la vida oculta y escondida. Y es que él pasó por la vida haciendo el bien y repartiendo la limosna de la misericordia, la limosna del Evangelio.

 

Al cristiano se le reconoce por sus obras

Padeció largas y dolorosas enfermedades. Y sus cicatrices le curaron y nos curaron. Y murió ya en edad anciana, provecta (el 9 de enero de 1956, a los casi 92 años; había nacido el 24 de junio de 1864), rodeado del afecto y de la admiración de cuantos le rodeaban.

Y, sí, así en la tierra como en el cielo, se le conoció y se le conoce por sus obras, por sus alforjas llenas de amor, por su humildad, por su minoridad, por saber cargar con la cruz –la propia y las de la sufriente humanidad- por su vida de oración y de penitencia, por su existencias de fidelidad a la Regla Franciscana y a la Iglesia, por el admirable ejercicio del amor que derrochó entonces y distribuye ahora desde la Gloria a manos y a corazón llenos.

 

El secreto de la piedra preciosa de un corazón de oro

Se dice que el Señor ha revestido a Granada de tanta belleza que incluso las estrellas del cielo se detienen para admirarla. Hoy las estrellas se han parado para admirar sobre todo la gloria de nuestro Bienaventurado Hermano Limosnero”. Con estas palabras concluyo el arzobispo Angelo Amato, cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, su homilía en la beatificación de fray Leopoldo de Alpandeire, el domingo 12 de septiembre de 2010 en Granada.

La piedra preciosa de la santidad del humilde limosnero capuchino Francisco Tomás Márquez –fray Leopoldo, y desde entonces (y ojalá ya pronto santo canonizado) el beato fray Leopoldo- relucía, aquel 12 de septiembre de 2010 y sigue haciéndolo, en su esplendor más verdadero y genuino. Y resplandecía y resplandece singularmente por su ejercicio admirable y heroico de la vida cotidiana de oración y de trabajo, por su amor a la cruz de Jesucristo; y, sobre todo, por su humildad –“la vida de este sencillo y austero religioso capuchino es un canto a la humildad y a la confianza en Dios”, señaló el Papa Benedicto XVI tras el rezo del Ángelus de aquel mismo domingo 12 de septiembre-, por su caridad –“tenía un corazón de oro”, subrayó  monseñor Amato- y por piedad mariana pues no en vano el nuevo beato pasó ya en vida a la historia como el fraile de las Tres Ave Marías, como ya queda dicho.

¿Y cuál fue su “secreto”? “Testimoniar el misterio de Jesucristo crucificado con el ejemplo y la palabra, al ritmo humilde y orante de la vida cotidiana y compartiendo y aliviando las preocupaciones de los pobres y afligidos”, tal y como escribió Benedicto  XVI en la correspondiente carta apostólica para su beatificación.

En el convento capuchino de la Divina Pastora de Granada, en la Plaza de la Inmaculada que mira a Sierra Nevada y a la Alhambra. –su casa durante medio siglo-, en la cripta de la iglesia, se veneran sus restos mortales –ya reliquias-, que cada año (en circunstancias normales) son visitadas por no menos de ochocientas mil personas. De este modo, la tumba de fray Leopoldo es, tras la Alhambra, el  lugar de Granada más visitado. En 2006, con ocasión del cincuentenario de su muerte, fray Leopoldo fue declarado hijo adoptivo de Granada, y el 20 de mayo de 2010, en las vísperas de su beatificación, hijo predilecto. Y sus alforjas repletas de amor, se traduce ahora en residencias de ancianos y en otras muchas obras sociocaritativas.

Ileana Martínez, entonces de 50 años, de origen puertorriqueño, fue la persona que, por intercesión de fray Leopoldo, quedó curada de manera científicamente inexplicable de Lupus, patología degenerativa que no tiene curación; milagro que hizo posible su beatificación. Mientras ahora, la postulación de su causa de canonización que dirige el también capuchino e incansable “hacedor” de santos Alfonso Ramírez Peralbo, estudia  el milagro definitivo que lo inscriba en el libro de los santos, cuyo nombre, en cualquier caso, ya está en él grabado en oro.

 

Quíntuple mensaje en tiempos de pandemia

“Dios, Padre misericordioso, que has llamado al Beato Leopoldo a seguir las huellas de tu Hijo Jesucristo por la senda de la humildad, la pobreza y el amor a la cruz, concédenos imitar sus virtudes para participar junto a él en el banquete del Reino de los cielos”, reza la oración oficial de su oficio litúrgico, este 9 de febrero.

Siempre y todavía más en esta hora pandemia, el beato Leopoldo, como los grandes santos, entre los que se halla, nos envía un quíntuple mensaje:

(1) Que solo Dios es Dios y solo a Él hay que encomendar y confiar con humilde y sencillez la existencia personal y comunitaria.

(2) Que Dios no nos pide milagros, gestas y gestos extraordinarios, sino amar: amarle a Él y desde este amor, amar al prójimo, empezando por los más próximos. Y el amor cristiano no compite ni se engríe. El amor cristiano es humilde, sincero, creíble, avalado por la bondad y la calidad de nuestras obras y de nuestra caridad.

(3) Que Dios, que en Jesucristo crucificado quiso compartir y sigue compartiendo, las penas y las fatigas, los dolores y las cruces nuestra de cada día y de las cruces extraordinarias como las que ahora vive nuestra humanidad, nunca nos deja solos. Y sabe hacer brotar siempre la vida, la salud, la alegría y la esperanza.

(4) Que con los pies en el suelo y en el barro de la vida, y con los ojos  y la esperanza en el cielo, jamás debemos olvidar que la existencia humana es peregrinación y que somos ciudadanos del cielo. Un cielo, eso sí, que solo se gana en la tierra, en el afán, en el esfuerzo, en la superación, en la resistencia y la solidaridad nuestra de cada día. Porque Él, nos hizo desde si y para sí y nuestro corazón no hallará descanso hasta regresar a Él.

(5) Y que, además, Dios, el Dios de los cristianos, que nos lo ha dado y nos da todo, nos dio y nos sigue dando también a su Madre María, cuyo dulce y santo nombre pronunciaba e invocaba tanto y con tanta unción fray Leopoldo. Y con Ella, con María estamos y estaremos siempre en buenas manos. En las manos y en el regazo de una madre que nunca, máxime en tiempos de cólera, nos abandona.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 5 de febrero de 2021

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