Por Odette Almeida
(Delegación de Pastoral del Sordo)
En los últimos meses las noticias nos han transmitido de nuevo de la cercanía del Papa Francisco a las personas con discapacidad; en su visita a Filipinas cuando intentó hablar en lengua de signos propia del país (las lenguas de signos no son universales), y en el encuentro via internet organizado por "Scholas Ocurrentes". En ambas ocasiones el Papa nos ha retratado el rostro de Cristo en el hermano dicapacitado, y el valor inmenso de cada vida. El Papa pronunció unas palabras muy bonitas que creo que tenemos que aplicar a todos, no solamente a los discapacitados; "Todos ustedes tienen un cofre, una caja, y adentro hay un tesoro. Y el trabajo de ustedes es abrir la caja, sacar el tesoro, hacerlo crecer y darlo a los demás, y recibir de los demás el tesoro de los demás".
Todos nosotros tenemos capacidades que podemos desarrollar y ofrecer a los demás, capacidades distintas pero nos complementamos unos con los otros; no somos islas sino un todo y cada uno aportamos un "rostro de Cristo".
La persona discapacitada tiene eco en el corazón de Cristo, pues sus llagas tienen necesidad de ser escuchadas y reconocidas, porque muchas veces la sociedad perfeccionista en que vivimos sufre con frecuencia la tentación de ocultar a estos hermanos; a veces queremos que no sean visibles o queremos descartarlos, quitando importancia a su condición. Sin embargo, es Cristo que está en ellos, está oculto , pero está… Muchas veces no lo vemos así, no lo reconocemos, porque quizás humanamente es más fácil ver a Cristo en lo bello, en lo perfecto , en lo agradable…
Las personas discapacitadas necesitan, de forma especial, ser escuchadas, ya que tienen voz y tienen corazón, aunque no salgan tanto en los periódicos o no sean noticia. Ellas son también la realidad del Cuerpo de Cristo y son nuestros hermanos. Son los sencillos, los pequeños, los humildes, a quienes nosotros a menudo consideramos los últimos, y sin embargo, son aquellos que más fácilmente se dejan ayudar, porque no se avergüenzan de su realidad.
Muchos de nosotros, si sufrimos la mínima vulnerabilidad, debilidad o fragilidad, tenemos tendencia ocultarla, sin darnos cuenta de que Dios está deseando venir a nuestras vidas y expresar su amor por lo más débil de nosotros, haciéndose carne; carne de Cristo.



En esta ocasión las parroquias que han recibido ayuda en la restauración de su patrimonio mueble han sido: Alocén (5.000€) para la restauración de la Portada Principal de la Iglesia; Fuensaviñán (5.000€) restauración de dos retablos; Bocígano (2.080€) restauración del Retablo Mayor; Utande (2.000€) restauración de talla románica; y, Parroquia de San José de El Coto (2.000 €), en El Casar, para la instalación de vidrieras. En total han sido 16.080 euros los que la Obra social de la entidad ha financiado para este fin, cantidad que se debe adjuntar al fondo de inversión (9.000€) previsto ante la solicitud de préstamos que las parroquias de nuestra diócesis han solicitado en el ejercicio pasado, por ejemplo la parroquia de Chiloeches. En total unos 25.000€, cantidad que en los últimos años aporta la entidad bancaria en la mejora de nuestro Patrimonio Cultural.
Desde los primeros meses del año, nuestra Madre la Iglesia, que solo anhela encaminarnos al cielo y que ya lo disfrutemos aquí en la tierra, a través de la liturgia de cada día, quiere mantenernos fuertes en nuestro combate personal. ¡Y a nosotros, en nuestra pobreza, lo cotidiano nos pasa desapercibido algunas veces!













