Sor María de Cortes
(Delegación de Pastoral Penitenciaria)
Hola a todos/@s, os hago partícipes de nuestra encuentro formativo, que tuvo lugar el pasado sábado día 20 en Alcalá de Henares, allí nos encontramos los tres Centros: Madrid-I-II-VII. Comenzamos con una oración dirigida por D. Juan Antonio Reig Plá (Obispo de la Diócesis de Alcalá de Henares) sobre la parábola del “joven rico” el contenido de la reflexión fue muy valioso y enriquecedor, aprovecho para darle una vez más las gracias, por su perenne disponibilidad.
A continuación nuestro compañero Julio Yagüe (Salesiano), voluntario del CIS Melchor Rodríguez, realizó una excelente exposición sobre la PRISIONALIZACIÓN, y los efectos que produce en la persona tanto a nivel personal, como social. Nos presentó las diversas herramientas que los voluntarios debemos de saber utilizar, para que los internos recuperen su personalidad propia; no sean esclavos del interior; tengan control interno; recuperen su propia imagen; adquieran nuevas habilidades… etc. Diversos fueron los términos para combatir esta realidad. Como bien dijo Viktor Frankl “Cuando no somos capaces ya de cambiar una situación, nos enfrentamos al reto de cambiar nosotros mismos.
Informo y al mismo tiempo expreso mi agradecimiento a cuantos os ponéis en comunicación conmigo para poder visitar, acompañar y estar con nuestros hermanos internos. Que entre todos consigamos hacer una Pastoral nuestra, de la Diócesis, de la parroquia, de entre todos. La certeza de que Dios camina con nosotros nos puede ayudar a vencer miedos y incertidumbres. En nombre de esos hermanos privados de libertad ¡¡¡ GRACIAS!!!!



Celebrar la fiesta de la Dedicación de la Catedral es dar gracias a Dios por una Diócesis concreta, en este caso, la nuestra, la de Sigüenza-Guadalajara que es presidida, guiada, cuidada, alentada por un obispo, en este caso D. Atilano, que tiene su Cátedra en la Iglesia “madre y cabeza” de toda la Diócesis, la Catedral.
(Por la Comunidad religiosa del Monasterio de Buenafuente del Sistal)
Madre Soledad, a sus 88 años recién cumplidos, y 55 de vida monástica, escuchó a Cristo decir: “Levántate amada mía, hermosa mía y vente” (Ct 2, 10b), y como ya era Cristo quien vivía en ella (Cf Ga 2, 20a), dócil, como siempre, a su llamada, se marchó con el Amado el pasado 11 de mayo por la tarde. Estamos seguras de que ella será una buena intercesora nuestra, de todos nosotros. Ella, que rebosaba amor de Dios para todos los que se le acercaban, ahora que ya conoce lo que necesitamos de verdad, no cejará en su empeño hasta alcanzarlo de Dios Padre.















