Para vivir el Adviento en la liturgia de las horas

 

Por Eduardo García

Delegado del Clero y vicario de Curia

 

Los sacerdotes y las Comunidades monásticas rezamos diariamente el Oficio Divino o Liturgia de las Horas. También lo hacen muchos laicos, y otros más se unen en los tiempos fuertes de Adviento-Navidad y Cuaresma-Pascua. Gracias a Dios, la oración oficial de la Iglesia forma parte cada día más de la vida de los católicos.

Es la oración pública y comunitaria del pueblo de Dios, que es uno de los principales cometidos de la Iglesia. La oración, que hacían los cristianos en común “a última hora del día ,cuando se hace de noche y se encienden las lámparas, o a la primera, cuando la noche se disipa con la luz del sol, se extendió a las restantes horas del día”, de manera que tales oraciones se fueron configurando como un conjunto definido de Horas.

Al iniciar el Año Litúrgico con el tomo primero del breviario, encontramos en él dos documentos fundacionales de la Liturgia de las Horas: Se trata en primer lugar de la Constitución Apostólica “Laudes canticum” (El cántico de alabanza) fechada el 1 de noviembre de 1970, con la que el Papa Beato Pablo VI promulgó el Oficio Divino reformado por mandato del Concilio Vaticano II, y en segundo lugar, la “Ordenación General de la Liturgia de las Horas”.

El antiguo breviario fue reformado con los criterios que se expresan en ellos, simplificándolo, adaptándolo a la nueva disposición del Año Litúrgico y a las condiciones de la vida actual y, al publicarse en las lenguas vernáculas o propias de cada país, favoreció su uso por toda clase de fieles pues es la oración de todo el pueblo de Dios. Se podría afirmar ya que la adopción del breviario, sea en su forma completa o solamente en el Diurnal, por los laicos, es uno de los mejores frutos del Concilio.

La Constitución Apostólica y la Ordenación pueden ser objeto de la lectura espiritual en este tiempo del Adviento. Al menos una vez al año (o cada pocos años) profundizamos en lo que la Iglesia ha buscado al proponernos la oración comunitaria de las Horas. Aprendiéndolo, meditándolo y poniéndolo en práctica, nos sentiremos un pueblo, una Iglesia que alaba a Dios, lo adora y le suplica, en Cristo y por Cristo.

Adviento es tiempo de espera, pero también es tiempo de ponerse en camino  

 

Por Ángela Carmona

Delegación de Juventud

 

Adviento es tiempo de espera, pero también es tiempo de ponerse en camino. Así comenzábamos la Delegación Diocesana de Juventud esta 30ª Marcha Diocesana de Adviento, bajo el lema “Deja nacer el Amor”. Cuatro semanas por delante para poner en marcha nuestros corazones, preparando así, de manera activa, la llegada del Señor a nuestras vidas.

Si durante este tiempo no cambiamos en algo, de poco habrán servido los calendarios, las coronas, las velas, etc. Prepararnos para el nacimiento de Jesús tiene que ser un cambio, en primer lugar, interior, algo que empiece en nosotros mismos. Por eso debemos ir, como anunciaba san Juan, preparando el camino al Señor, con las buenas obras de nuestra vida, con pequeños detalles que dejen nacer al “Amor” en el mundo.

Quizá convendría ir fijándonos pequeños objetivos que vayamos alcanzando semana a semana. Podríamos comenzar por amar a los demás, a través de detalles concretos: en casa, con los compañeros, con los amigos, o quizá con aquellos que no son tan amigos… Que podamos reflejar en ellos el amor que Dios nos tiene.

Otro pequeño escalón a conseguir, en la segunda semana: crecer en el amor a Dios, a través de lecturas, de una mejor participación en los sacramentos, cuidando momentos personales de oración, etc. Que en este tiempo aumente en la experiencia de ese Dios que nos ama con locura.

Un tercer escalón, que a veces nos cuesta subir, es el amor a uno mismo: cuidarnos, descansar, limpiar un poco nuestro corazón para que en él reine la alegría y la paz, tener pensamientos positivos, mirar con buenos ojos a todos, etc.

Si vivimos el adviento de esta manera, podremos ser, en la última semana, regalo para todos los demás, saber compartir con ellos la buena noticia que supone que Dios se hace hombre; compartir la dicha de saber que tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para salvarnos.

¡Feliz Adviento!

Intenso fin de semana en Pastoral Familiar  

Por Luciano Matilla y Esperanza Torres

Delegación de Familia y Vida

 

Ha terminado el año litúrgico y hemos iniciado un tiempo fuerte: EL ADVIENTO, tras un intenso fin de semana en pastoral familiar con diferentes propuestas de actividad.

Por un lado, el viernes por la tarde, bajo una cortina de lluvia que caía de forma continua sobre la Sierra de Madrid, daban comienzo en Guadarrama las XXXIII Jornadas de Delegados de Pastoral Familiar; Movimientos y Asociaciones Familiares, que organizadas por la Conferencia Episcopal Española, llevaban por título “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la nueva evangelización”. 

Diferentes padres sinodales, algunos auditores externos y otros nombres conocidos en la materia, fueron desfilando por la tribuna de oradores: Mons.  D. Fernando Sebastián, D. Alfonso Fernández Benito, Dña. María Lacalle Noriega, D. Juan José Perez-Soba y Mons D. Vicenzo Paglia,  nos fueron desgranando las verdades que allí se vivieron, las sensaciones, los comentarios de dentro y de fuera… en definitiva el  Sínodo real y lo que ha supuesto el “Sínodo de los medios de comunicación”. Tres días intensos de formación y oración. De todo lo oído, reflexionado y orado estos días, os dejamos estas reflexiones:

1º) El Papa se dirige a los padres sinodales en la apertura con estas palabras:” Hablad con libertad y escuchad con humildad”.

2º) Mons. D. F. Sebastián, aporta: “Debemos acercarnos con benignidad a los corazones heridos, a los dramas personales, pero sin esconder la verdad”.

3º) Mons. D. Mario Iceta: “La ciencia no es neutral, tiene intencionalidad… la ciencia no es el fin común, lo es la dignidad humana”.

4º) Dra. Dña. Maria Lacalle: “Hemos pasado del hijo como don, al hijo como derecho, y al hijo como carga”… “El matrimonio es una decisión, no un sentimiento”… “Hay que enseñar a amar… aprender a mirarle al otro con los ojos de Dios, verle desde sus ojos para comprenderle mejor”.

Por otro lado, la Marcha de Adviento de Familias del sábado Valdeconcha- Pastrana, que se ha realizado conjuntamente con la Delegación de Juventud.

“Preparad el camino… Velad”

Este era el título de la oración que el pasado sábado celebramos en Pastrana ya caída la tarde y os preguntaréis… ¿qué hacíamos en Pastrana?... pues descansar después de un día de marcha, ¡sí, sí, andando acompañados también por la lluvia!; los jóvenes de nuestra diócesis estaban celebrando la Marcha de Adviento y, gracias a su acogida, nos incorporamos en medio del camino y ¡fuimos acogidos!... llegamos a Pastrana y ¡fuimos acogidos!...

Como os decíamos, terminábamos la jornada con una oración y nos gustaría compartir con vosotros el último texto que escuchábamos:

“Soy el ADVIENTO: por fin, ya tenía ganas de llegar. Soy la esperanza que derriba la indiferencia y el pasotismo que mata el corazón. Soy la esperanza de algo nuevo que está por llegar, la esperanza que hace nuevas todas las cosas. Soy la Palabra que engendra vida… por eso, no tengáis miedo a las sombras, a las tinieblas, a la oscuridad… Mi luz es más fuerte que todo lo demás… Mirad vuestras tinieblas, vuestras sombras, pero lo vamos a hacer juntos desde la luz. Jesús dice: YO SOY LA LUZ DEL MUNDO” (S.M.)

Por tanto… Velad! porque lo cierto es que Él viene, Él siempre viene.

Y…así hemos dado comienzo al Adviento de este año, procurando “estar atentos” a todo lo que nos rodea y poniendo a nuestra familia en actitud de vela y preparación para ofrecer la mejor acogida.

Y sin querer... ya estamos en diciembre  

Por Eva Rojo Calderero

Socióloga

 

 

Últimamente me preocupa la rapidez con que el devenir del tiempo pasa; un año más finaliza y este último mes de Diciembre que acabamos de inaugurar nos lo anuncia. Según los estudios de la física cuántica y con un poco de razonamiento lógico, en la medida en que nos hacemos mayores el año como unidad pierde valor cronológicamente en comparación con el tiempo vivido, por ello recordamos esas vacaciones estivales de nuestra infancia tan largas y esos cursos escolares que nunca se acababan, por ello nada tiene que ver un año en la vida de un niño que ha vivido siete que en una persona que ya lleva vividas muchas décadas.

Todo ello me afirmar que un año más se acerca la Navidad, y me preocupa bastante las nuevas modas consumistas que en estos últimos años nos llegan del otro lado del océano. Qué es eso del “Black Friday” si no un reclamo al consumo, una nueva fecha en este calendario de la religión más practicada en el mundo occidental, una religión con millones de seguidores y miles de predicadores que diariamente en todos los medios de comunicación nos avasallan y nos abducen a cumplir con los mandamientos más sagrados, entre ellos el de consumir regalos  por navidad.

Me asusta el pensar en qué regalar a un niño que todo lo tiene, que nada ansía porque todo lo tiene, y que solo le resta pedir un puñado de ilusión que perdió en no sabemos qué momento de su infancia.

Me angustia el pensar en esas familias que no pueden afrontar estas fechas con dignidad, ya que carecen de lo básico y no aspiran a nada más que satisfacer el deseo de mejorar su situación.

Qué tristeza la navidad vista desde el punto de vista de lo material y económico, que solo provoca vacio y desconsuelo. Creo que estamos equivocando el mensaje por completo.

Sabemos que la mayor riqueza reside en el corazón de las personas y solo aquellas que carecen tienen la lucidez de valorar los sentimientos por encima del dinero, ya que descubren que este nubla la mente y la voluntad.

Esta Navidad me he propuesto hacer un ejercicio de austeridad en lo económico y me obligaré a regalar encuentros, sonrisas, favores, tiempo… cuestiones que me cuestan mucho más que el hecho de ir de compras y cumplir con el ritual acostumbrado, desterrando de mí la hipocresía con la que muchos años envuelvo los regalos.

Voy a ir pensando cómo voy a construir este belén, y este momento de Adviento me invita a pensarlo, con nombre y apellidos y con acciones concretas para ir adornando mi corazón de buenas acciones de cara a la Navidad.

Construyamos nuestra casa sobre roca dura nos dice hoy el evangelio, que ni el viento ni la lluvia la derrumbará porque está construida sobre roca, construyamos nuestra vida sobre cimiento firme para que ni la tempestad que en esta sociedad nos arrastra nos lleve por delante, que el Señor nos ayude a que la austeridad y el sacrificio nos lleven a descubrir el verdadero valor de las cosas.

"Para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen al padre que está en los cielos" (Mat. 5, 16)

   

Por Juan José Plaza

Delegación de Misiones

 

De nuevo  toca a la Delegación de Misiones el ofrecer este artículo de opinión a la Web diocesana  el día 3 del mes. En este caso, el 3 de Diciembre, una fecha  muy significativa, ya que, en este día, se celebra la fiesta de San Francisco de Javier, patrono de  las misiones.

El papa Francisco, en la Evangelii Gaudium,  capítulo quinto, nº 259, al final nos dice: “Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras, sino, sobre todo, con una vida que se  ha transfigurado en la presencia de Dios”.

Esto es lo quiere Dios de sus evangelizadores, pero lo exigen también los que van a ser evangelizados. Para ratificar esta afirmación  me voy a servir  de algo que le ocurrió a San Francisco de Javier, cuando se disponía a comenzar la evangelización de Japón.

En el viaje en que se trasladaba el Santo desde Goa hasta Japón le acompañaban Cosme Torres y Juan Fernández,  además de su fiel secretario e intérprete, Anjiro, que era japonés. Parten  el Domingo de Ramos del año 1549 y llegan a tierras niponas el 15 de Agosto, desembarcando en Kagoshima, capital del reino del sur.

En el viaje Francisco de Javier aprovecha el tiempo para hacer su programación y plan  evangelizador y perfilar los métodos que iba a emplear para convertir a los japoneses. Era un perfecto organigrama.

Cuando lo tuvo todo ultimado, se dirigió a su secretario y traductor, Anjiro, para que le diera su parecer sobre la estrategia que había ido diseñando. Anjiro escuchó atentamente cuanto le iba refiriendo; pero no decía nada. El santo le insistía y apremiaba para que le diese su parecer. Pero seguía callado.

Francisco de Javier no entendía esta actitud  y siguió insistiendo. Al final Anjiro le dio su parecer y dijo al Santo: “Mire usted, cuando llegue a Japón, lo primero que van a hacer mis compatriotas es observarle y comprobar cómo vive. Si les convence su vida,  lo escucharán”.

Ciertamente, lo que dice el Papa Francisco de que “los evangelizadores han de anunciar la Buena Noticia con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios” es la regla  de oro de la Evangelización, de toda evangelización, también de la “Nueva evangelización”,  porque sólo cuando los hombres “vean nuestras buenas obras creerán y glorificarán al Padre que está en los cielos” (Mat. 5, 16).

Para terminar una pregunta:¿la vida y las obras de los evangelizadores y cristianos actuales alcanza esta exigencia?

 

 

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