Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
«Migrantes, misioneros de esperanza» es el lema de la jornada, cuyos objetivos son, visibilizar, acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados
Pasado mañana, domingo, día 5 de octubre, la Iglesia católica en todo el mundo celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. El Papa León XIV, ha escrito un mensaje para la jornada, cuyo título reza “Migrantes, misioneros de esperanza”. Esta jornada eclesial y pontificia es muy veterana: 111 años.
Normalmente, esta Jornada Mundial se celebra el último domingo de septiembre, pero este año se ha pasado al primer domingo de octubre para hacerla coincidir con el Jubileo Romano de las Migraciones y de las Misiones (octubre es el mes de las misiones).
Diez ideas del mensaje del Papa León XIV
En este su primer mensaje como papa para la Jornada Mundial de las Migraciones, León XIV recuerda para que la presente 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado el Papa Francisco, su antecesor, quiso que coincidiera con el Jubileo de los migrantes y del mundo misionero. Y ello ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el vínculo entre esperanza, migración y misión. Y desde estos presupuestos, el Santo Padre traza su mensaje, del que destacamos estas diez ideas centrales:
1.- El contexto mundial actual está tristemente marcado por guerras, violencia, injusticias y fenómenos meteorológicos extremos, que obligan a millones de personas a abandonar su tierra natal en busca de refugio en otros lugares. Ante las teorías de devastación global y escenarios aterradores, es importante que crezca en el corazón de la mayoría el deseo de esperar un futuro de dignidad y paz para todos los seres humanos.
2.- Ese futuro es parte esencial del proyecto de Dios para la humanidad y el resto de la creación. Se trata del futuro mesiánico anticipado por los profetas. Y este futuro ya ha comenzado, porque fue inaugurado por Jesucristo. Y nosotros creemos y esperamos en su plena realización, ya que el Señor siempre cumple sus promesas.
3.- El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que «la virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres» (n° 1818). Y sin duda, la búsqueda de la felicidad —y la perspectiva de encontrarla en otro lugar— es una de las principales motivaciones de la movilidad humana contemporánea.
4.- Esta conexión entre migración y esperanza se manifiesta claramente en muchas de las experiencias migratorias de nuestros días. Numerosos migrantes, refugiados y desplazados son testigos privilegiados de la esperanza vivida en la cotidianidad, a través de su confianza en Dios y su resistencia a las adversidades con vistas a un futuro en el que vislumbran la llegada de la felicidad y el desarrollo humano integral. En ellos se renueva la experiencia itinerante del pueblo de Israel.
5.- En un mundo oscurecido por guerras e injusticias, incluso allí donde todo parece perdido, los migrantes y refugiados se erigen como mensajeros de esperanza. Su valentía y tenacidad son un testimonio heroico de una fe que ve más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y que les da la fuerza para desafiar la muerte en las diferentes rutas migratorias contemporáneas. También aquí es posible encontrar una clara analogía con la experiencia del pueblo de Israel errante por el desierto, que afronta todos los peligros confiando en la protección del Señor.
6.- Los migrantes y los refugiados recuerdan a la Iglesia su dimensión peregrina, perpetuamente orientada a alcanzar la patria definitiva, sostenida por una esperanza que es virtud teologal.
7.- De manera particular, los migrantes y refugiados católicos pueden convertirse hoy en misioneros de esperanza en los países que los acogen, llevando adelante nuevos caminos de fe allí donde el mensaje de Jesucristo aún no ha llegado o iniciando diálogos interreligiosos basados en la vida cotidiana y la búsqueda de valores comunes.
8.- En efecto, con su entusiasmo espiritual y su dinamismo, pueden contribuir a revitalizar comunidades eclesiales rígidas y cansadas, en las que avanza amenazadoramente el desierto espiritual. Su presencia debe ser reconocida y apreciada como una verdadera bendición divina, una oportunidad para abrirse a la gracia de Dios, que da nueva energía y esperanza a su Iglesia.
9.- El primer elemento de la evangelización, como subrayaba san Pablo VI, es generalmente el testimonio: «Todos los cristianos están llamados a este testimonio y, en este sentido, pueden ser verdaderos evangelizadores. Se nos ocurre pensar especialmente en la responsabilidad que recae sobre los emigrantes en los países que los reciben» (Evangelii nuntiandi, 21). Se trata de una verdadera missio migrantium ―misión realizada por los migrantes— para la cual se debe garantizar una preparación adecuada y un apoyo continuo, fruto de una cooperación intereclesial eficaz.
10.- Por otro lado, las comunidades que los acogen también pueden ser un testimonio vivo de esperanza. Esperanza entendida como promesa de un presente y un futuro en el que se reconozca la dignidad de todos como hijos de Dios. De este modo, los migrantes y refugiados son reconocidos como hermanos y hermanas, parte de una familia en la que pueden expresar sus talentos y participar plenamente en la vida comunitaria.
Y el Papa León XIV concluye su mensaje con estas palabras: «Con motivo de esta jornada jubilar en la que la Iglesia reza por todos los migrantes y refugiados, deseo encomendar a todos los que están en camino, así como a los que se esfuerzan por acompañarlos, a la protección maternal de la Virgen María, consuelo de los migrantes, para que mantenga viva en sus corazones la esperanza y los sostenga en su compromiso de construir un mundo que se parezca cada vez más al Reino de Dios, la verdadera Patria que nos espera al final de nuestro viaje».
El cartel de la jornada
El sacerdote diocesano de Getafe y antiguo misionero en Bangladesh y después en América Latina Fernando Redondo Pavón es desde hace once meses el director del Departamento de Migraciones de la CEE. Sucedió al padre dominico Xabier Gómez García, de origen vasco, de 55 años y director, desde el 30 de noviembre obispo de Sant Feliu de Llobregat.
Y en estas ocho ideas principales, describe el actual director del Departamento de Migraciones de la CEE el cartel de esta jornada eclesial, cuya imagen acompaña estas líneas.
(1) «Migrantes, misioneros de esperanza» es el lema de la 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que celebramos en el marco de este año jubilar en el que el papa Francisco, a través de la bula de convocación del mismo, invitaba a todos a reavivar nuestra esperanza; «una esperanza que no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derrama do en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado (Romanos 5,1-2.5)».
(2) La esperanza cristiana, continúa diciendo el papa, «no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos nunca del amor divino: “¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros…? (Romanos 8,35)».
(3) La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado es este año quiere resaltar, por una parte, el coraje, la tenacidad, la fe y la confianza inquebrantable que depositan en Dios todas las personas que emprenden una ruta migratoria, y especialmente en aquellas rutas en las que encuentran más dificulta des y peligros. Son justo esta fe y esta confianza las que mantienen viva en ellos la esperanza de alcanzar la meta deseada.
(4) Son esta fe y tenacidad las que convierten a las personas migrantes en misioneros de esperanza. Su ejemplo nos evangeliza porque de alguna manera cuestiona el estado de salud de nuestra fe y confianza cuando, ante ciertas adversidades, no siempre somos capaces de mantener viva nuestra esperanza porque hemos perdido el sentido de la providencia, del Dios liberador que camina a nuestro lado.
(5) Por otra parte, los migrantes son también misioneros de esperanza porque muchos de ellos al incorporarse a la vida de nuestras comunidades las revitalizan, las dinamizan, fortalecen la fe de sus miembros y nos recuerdan que en definitiva todos somos peregrinos, migrantes en camino hacia la patria futura y definitiva.
(6) En el cartel que anuncia esta Jornada, hemos querido visibilizar la riqueza que las personas migrantes nos aportan con su presencia, convirtiéndose en verdaderos misioneros de esperanza.
(7) Concretamente el cartel nos puede sugerir un atardecer que presagia la noche, en el que aparece la mano de una persona migrante que porta entre sus dedos una cruz y deja trasparentar entre los mismos una luz que ilumina el horizonte. Símbolos que nos sugieren que no llegará el ocaso porque ellos son luz que revitaliza, ilumina y nos garantizan un futuro con esperanza.
(8) Unamos nuestros sueños a los suyos, porque sueños que soñamos solos son ilusión, sueños que soñamos juntos son fuente de vida, de esperanza y de futuro.
La Jornada Mundial de las Migraciones en nuestra diócesis
En nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, anima esta jornada eclesial la Delegación de Migraciones, cuya responsable es la religiosa scalabriniana María Angélica Tiralle, de origen argentino.
Al efecto, en la ciudad de Guadalajara se han programado varias convocatorias: el 23 de septiembre, un café intercultural con la abogada Carmen Prados, en el salón de actos de Junta de CLM en la calle Juan Bautista Topete; el viernes 26, un cuentacuentos en el CMI Eduardo Guitián; el viernes 3, una desfile festivo y callejero de naciones por la Calle Mayor; el sábado 4, una fiesta intercultural en la Plaza de Santo Domingo; y el domingo 5, eucaristía jubilar en la concatedral de Guadalajara.
Además, del 22 al 30 se ofreció, en el CMI Eduardo Guitián, una exposición sobre la historia de la migración con el título ‘La Migración’.
Publicado en Nueva Alcarria el 3 de octubre de 2025