Testimonio de Álvaro Espejo
“Si esto no es del Señor, no puede ser de nadie”
Me llamo Álvaro Espejo Moya, tengo 22 años y soy de la parroquia de San Juan de Ávila, perteneciente a la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara.
He acudido al Jubileo de jóvenes en Roma, que se ha llevado a cabo del día 28 de julio al 3 de agosto. Hace ya 2 años que fui a la JMJ de Lisboa y fue una experiencia única. Es por ello por lo que, en parte, decidí participar de este gran acontecimiento que se vive cada 25 años. Además, después de un año en el que, a nivel personal, no ha sido de los mejores, quería volver a recuperar esa esperanza por las cosas, y creo que vengo renovado y con ganas de seguir luchando por todo lo que me proponga.
A lo largo del Jubileo he vivido muchas situaciones que me han sorprendido mucho y con las que me quedo para toda la vida: personas disfrutando por un mismo bien, gente ayudando a los pobres tanto a nivel físico como de espíritu, tantos jóvenes teniendo claro que el Señor nos quiere y que, si estamos cerca de Él, todo va a ir bien.
Pero, si tuviera que quedarme con un momento, sin duda sería el encuentro de españoles. Ver cómo tantos jóvenes compartimos juntos la Eucaristía, cómo tantos curas de las diversas parroquias de España podían vivir momentos únicos, que probablemente muchos de ellos no podrán volver a sentir, fue algo que me hizo pensar mucho y decir: “Si esto no es del Señor, no puede ser de nadie”. La plaza de San Pedro se abarrotó de gente con sed, sed de Dios.
Cuando vives este tipo de experiencias es muy fácil despistarte. Ir a un país nuevo, vivir diariamente rodeado de personas ajenas a ti y que conoces simplemente por tener en común a Dios te hace replantearte muchas cosas y, a la vez, ver lo agradecido que eres por ser cristiano. Si alguien me preguntara qué es lo que el Señor me ha regalado en este Jubileo, diría eso, además de dejármelo vivir en un momento en el que soy joven, pero tengo la madurez suficiente para no “despistarme”, permitirme conocer gente que profesa mi fe, que sepa que el Señor nos quiere siempre y que siempre va a estar a nuestro lado.
El Papa León XIV, el día de la vigilia, decía:
“Amaros los unos a los otros. Amaros en Cristo. Sabed ver a Jesús en los demás”
Y es que el Papa tiene tanta razón… Sobre todo a nosotros, los jóvenes, el Señor nos pide que salgamos a la calle, que enseñemos el amor de Cristo a tantas personas que no lo conocen y que sufren, que en ellas y en todas sepamos ver a Jesús.
Como he dicho antes, desde el principio del Jubileo fui con la intención de recuperar esa esperanza, esas ganas por las cosas en general, y lo he hecho. Aunque, estando aquí y recapacitando acerca de toda la semana, me quiero proponer un compromiso, y sería el de no dejar que la vida pasara a mi lado. En muchos momentos estamos en piloto automático y no nos damos cuenta de que la vida es muy corta para regalarla. Como decía Carlo Acutis:
“Podemos vivir como originales o morir como fotocopias”
Y yo de este Jubileo quiero sacar eso: vivir la vida, disfrutarla, no quedarse en los malos momentos, en el qué pasará, tratar de dejar todas esas cosas que nos hacen pensar demasiado, esos pensamientos que no nos dejan ver que la vida es mucho más que eso.
Para terminar, quería que este pequeño testimonio que he escrito les sirva a otros jóvenes para preguntarse qué es lo que quieren, jóvenes que estén con miles de preguntas que salgan a buscar respuestas, jóvenes que no estén del todo conformes con sus grupos de amigos, que no compartan su fe, que incluso se les juzgue… que vean que hay mucha gente fuera de esos círculos, que sí creen en Dios y que estarían encantados de hablar y de compartir aquello que viven.
El Jubileo ha sido un viaje único, y ojalá muchos jóvenes puedan llegar a vivir algo así. A los que lo hayan hecho, decirles que no se queden solo en esto, que salgan y proclamen al Señor; a los que no lo han podido hacer, explicarles que el Señor tiene un camino para cada uno, que abran su corazón y traten de escuchar al verdadero AMOR y que, como decía la Madre Teresa, tengan claro que:
“Donde hay amor, hay paz, alegría y unidad”.