Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
A propósito de la ostensión, en agosto, del cuerpo hiperrealista de la exposición The Mystery Man (El Hombre de la Sábana Santa) en la catedral de Sigüenza
Tras el solemne y muy concurrido acto institucional de apertura de la ostensión, en la tarde del martes 30 de julio, la catedral de Sigüenza alberga la nueva ostensión del cuerpo hiperrealista de la famosa exposición The Mystery Man. La obra culmen de esta muestra internacional está expuesta durante el presente mes de agosto (propiamente del 31 de julio al 31 de agosto, y en el horario ininterrumpido de 10:30 a 19:30 horas, todos los días de la semana) en el interior del templo catedralicio seguntino, en la capilla del Espíritu Santo o Relicario.
¿Qué es lo que se muestra en la catedral seguntina?
Una representación hiperrealista y volumétrica del hombre de la Sábana Santa, la reliquia más estudiada de la historia. Una obra exclusiva y de enorme rigor como nunca antes se había representado y que no deja indiferente a nadie. Es la figura de un hombre yacente, en rigor mortis, totalmente desnudo, de 1,78m de altura y 75 kilos de peso. El artista salmantino Álvaro Blanco es el autor de este cuerpo.
Está hecho en látex y silicona, con pelo natural. En la Sábana Santa se aprecian más 200 golpes correspondientes a 120 latigazos infligidos con los llamados “flagrum”, un flagelo de cuero con bolas de hierro en sus extremos, cuya recreación se exhibe en la exposición.
En la ostensión en la catedral de Sigüenza, se pueden conocer algunas de las piezas más icónicas de la exposición The Mystery Man. Así, se muestra el facsímil de la Sábana Santa, la famosa impronta del cuerpo, con las marcas de un hombre terriblemente torturado.
También ha venido a Sigüenza la escultura “La Piedad” de Ricardo Flecha, impactante piedad católica, expresión de la compasión, dolor y compunción de Maria a la hora de recibir el cuerpo muerto de su Hijo Jesús.
Asimismo, de Ricardo Flecha es el “Ecce Homo” (“Aquí tenéis al hombre”), una imagen de la pasión de Cristo en una escultura que refleja con mucha fidelidad la angustia de este episodio cuando Jesús ya flagelado y coronado de espinas es presentado por Pilatos ante turbas furibundas de Jerusalén que reclaman su muerte (Juan 19,5).
Se expone también en la catedral de Sigüenza una Cruz, pieza que es el resultado de diferentes estudios arqueológicos, y que reconstruye la que fue la cruz de Jesús; y un casco de espinas: Cristo fue coronado con ella como rey de los judíos. Se podrá apreciar una reconstrucción fidedigna de cómo fue.
Imagen del amor de Dios y del pecado del hombre
San Juan Pablo II oró ante la Sábana Santa el 24 de mayo de 1998. Y, tras definir la Sábana Santa como una imagen intensa y conmovedora de un dolor indescriptible y dar gracias al Señor por este don singular, que pide al creyente atención amorosa y disponibilidad plena al seguimiento del Señor, trazó un espléndido discurso, del que entresacamos siete ideas principales.
(1) La Sábana Santa es un reto a la inteligencia. Ante todo, exige de cada hombre, en particular del investigador, un esfuerzo para captar con humildad el mensaje profundo que transmite a su razón y a su vida. La fascinación misteriosa que ejerce la Sábana Santa impulsa a formular preguntas sobre la relación entre ese lienzo sagrado y los hechos de la historia de Jesús. Dado que no se trata de una materia de fe, la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre esas cuestiones. Encomienda a los científicos la tarea de continuar investigando para encontrar respuestas adecuadas y sin prejuicios.
(2) Para el creyente, cuenta sobre todo el hecho de que la Sábana Santa es espejo del Evangelio. Así, la Sábana Santa constituye un signo verdaderamente singular que remite a Jesús, la Palabra verdadera del Padre, e invita a conformar la propia vida a la de Aquel que se entregó a sí mismo por nosotros.
(3) En la Sábana Santa se refleja la imagen del sufrimiento humano. Se presenta como el icono del sufrimiento del inocente de todos los tiempos. Además, la Sábana Santa no solo nos impulsa a salir de nuestro egoísmo; también nos lleva a descubrir el misterio del dolor que, santificado por el sacrificio de Cristo, engendra salvación para toda la humanidad.
(4) La Sábana Santa es también imagen del amor de Dios, así como del pecado del hombre. Invita a redescubrir la causa última de la muerte redentora de Jesús. La contemplación de ese Cuerpo martirizado ayuda al hombre contemporáneo a liberarse de la superficialidad y del egoísmo con los que, muy a menudo, considera el amor y el pecado. La Sábana Santa nos susurra: cree en el amor de Dios, el mayor tesoro dado a la humanidad, y huye del pecado, la mayor desgracia de la historia.
(5) La Sábana Santa es también imagen de impotencia: impotencia de la muerte, en la que se manifiesta la consecuencia extrema del misterio de la Encarnación. Pero la fe, al recordarnos la victoria de Cristo, nos comunica la certeza de que el sepulcro no es el fin último de la existencia. Dios nos llama a la resurrección.
(6) La Sábana Santa es imagen del silencio. Existe el silencio trágico de la incomunicabilidad, que tiene en la muerte su mayor expresión; y existe el silencio de la fecundidad, propio de quien renuncia a hacerse oír en el exterior, para alcanzar en lo profundo las raíces de la verdad y de la vida. La Sábana Santa no solo expresa el silencio de la muerte, sino también el silencio valiente y fecundo de la superación de lo efímero, gracias a la inmersión total en el eterno presente de Dios.
(7) La Sábana Santa se convierte, así, en una invitación a vivir cada experiencia, incluso la del sufrimiento y de la suprema impotencia, con la actitud de quien cree que el amor misericordioso de Dios vence toda pobreza, todo condicionamiento y toda tentación de desesperación.
El Hombre del Sábado Santo
El 2 de mayo de 2010 el entonces papa de la Iglesia católica Benedicto XVI viajó hasta Turín, en el noroeste de Italia, para visitar y venerar una ostensión extraordinaria de la Sabana Santa de Turín. He aquí siete frases del tan memorable discurso que Benedicto XVI pronunció en aquella ocasión:
1.- La Sábana Santa es el icono del Sábado Santo. De hecho, es una tela sepulcral, que envolvió el cadáver de un hombre crucificado y que corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús, quien, crucificado hacia mediodía, expiró sobre las 3 de la tarde.
2.- La muerte del Hijo de Dios, de Jesús de Nazaret, tiene un aspecto opuesto, totalmente positivo, fuente de consuelo y de esperanza. Y esto me hace pensar en el hecho de que la Sábana Santa se comporta como un documento «fotográfico», dotado de un «positivo» y de un «negativo». Y, en efecto, es precisamente así: el misterio más oscuro de la fe es al mismo tiempo el signo más luminoso de una esperanza que no tiene confines.
3.- El Sábado Santo es la «tierra de nadie» entre la muerte y la resurrección, pero en esta «tierra de nadie» ha entrado Uno, el Único que la ha recorrido con los signos de su Pasión por el hombre: «Passio Christi. Passio hominis».
4.- Y la Sábana Santa nos habla exactamente de ese momento, es testigo precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, compartió no solo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte. La solidaridad más radical.
5.- Este es el poder de la Sábana Santa: del rostro de este «Varón de dolores», que carga sobre sí la pasión del hombre de todos los tiempos y lugares, incluso -«Passio Christi. Passio hominis»-, emana una solemne majestad, un señorío paradójico. Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en silencio.
6.- ¿Cómo habla la Sábana Santa? Habla con la sangre, y la sangre es la vida. La Sábana Santa es un icono escrito con sangre; sangre de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el costado derecho.
7.- La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida. Cada traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente la gran mancha cercana al costado, hecha de la sangre y del agua que brotaron copiosamente de una gran herida provocada por un golpe de lanza romana, esa sangre y esa agua hablan de vida. Es como un manantial que susurra en el silencio y nosotros podemos oírlo, podemos escucharlo en el silencio del Sábado Santo.
Cinco pensamientos del Papa Francisco
(1) No se trata simplemente de observar, sino de venerar; es una mirada de oración. Y diría aún más: es un dejarse mirar. Este rostro tiene los ojos cerrados, es el rostro de un difunto y, sin embargo, misteriosamente nos mira y, en el silencio, nos habla.
(2) Dejémonos alcanzar por esta mirada, que no va en busca de nuestros ojos, sino de nuestro corazón. Escuchemos lo que nos quiere decir, en el silencio, sobrepasando la muerte misma. A través de la Sábana Santa nos llega la Palabra única y última de Dios: el Amor hecho hombre, encarnado en nuestra historia; el Amor misericordioso de Dios, que ha tomado sobre sí todo el mal del mundo para liberarnos de su dominio.
(3) El rostro de la Sábana Santa transmite una gran paz; este cuerpo torturado expresa una majestad soberana. Es como si dejara trasparentar una energía condensada pero potente; es como si nos dijera: ten confianza, no pierdas la esperanza; la fuerza del amor de Dios, la fuerza del Resucitado, todo lo vence.
(4) Icono de este amor es la Sábana Santa. Icono del amor de Dios, la Sábana Santa atrae hacia el rostro y el cuerpo martirizado de Jesús y, al mismo tiempo, impulsa hacia el rostro de toda persona que sufre y que es injustamente perseguida. Nos impulsa en la misma dirección del don de amor de Jesús.
(5) En el Hombre de la Sábana Santa reconocemos los rasgos del Siervo del Señor, que Jesús realizó en su Pasión. En el rostro del Hombre de la Sábana Santa vemos también los rostros de muchos hermanos y hermanas enfermos, especialmente los más solos y menos cuidados; pero también de todas las víctimas de las guerras y la violencia, de la esclavitud y la persecución.
Publicado en Nueva Alcarria el 2 de agosto de 2024