Este domingo, 24 de enero, es el Domingo de la Palabra de Dios

"La Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad. En el centro está Jesús: su historia lleva al cumplimento el amor de Dios por el hombre y, al mismo tiempo, la historia de amor del hombre por Dios" (Papa Francisco)

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El Papa Francisco instituyó el pasado año 2019 el Domingo de la Palabra de Dios, que se celebra cada año el III Domingo del Tiempo Ordinario. Este año coincide con el día 24 de enero, a su vez, memoria de san Francisco de Sales, obispo, doctor de la Iglesia, modelo de servidor de la Palabra de Dios y patrono de los periodistas y sobre cuya figura luego ofrecemos unas pinceladas esenciales.

El Domingo de la Palabra de Dios es una jornada para recordar a todos los fieles la importancia y el valor de la Sagrada Escritura para la vida cristiana también la relación entre la Palabra de Dios y la liturgia.

Para reavivar esta conciencia la Congregación para el Culto Divino emitió el pasado 17 de diciembre una Nota con algunas indicaciones para celebrar mejor este día, en particular, una invitación a leer los Praenotanda del Ordo Lectionum Missae (Notas previas y observaciones generales del orden de las lecturas de la misa), que aparece al inicio de los leccionarios, y que presentan una síntesis de los principios teológicos, celebrativos y pastorales sobre la Palabra de Dios proclamada en la misa y también en la celebración de los sacramentos, los sacramentales y la liturgia de las horas.

De estas indicaciones, la Nota destaca la importancia de la Palabra en la liturgia y, especialmente, del Evangelio, cuyo libro debe ser venerado de una forma particular. También expresa la necesidad de respetar las lecturas indicadas para cada día, así como el uso de los libros aprobados por la Iglesia. En cuanto al Salmo responsorial, se recomienda su canto, como respuesta de la Iglesia orante a la Palabra proclamada; se insiste en el cuidado de la homilía por parte de obispos, sacerdotes y diáconos, y en la importancia del silencio para acoger interiormente la Palabra.

La Nota dedica también un apartado al ministerio del lector, que requiere una específica preparación interior y exterior. Además, otro aspecto que pone de relieve es el del cuidado del ambón, desde donde se proclama la Palabra, que no debe ser usado para otras funciones.

Por último, propone a san Jerónimo, sobre quien, más adelante, ofrezco igualmente una síntesis biográfica, como ejemplo de amor a la Palabra de Dios, que poniéndose a la escucha se encontró a sí mismo en la Sagrada Escritura y también con Dios y con los hermanos.

 

¿Y qué es la Palabra de Dios? Voz, Rostro,…

"/El Papa Benedicto XVI convocó, en octubre de 2008, un sínodo de los obispos dedicado a la Palabra de Dios. En el mensaje, este sínodo presentó la Palabra de Dios como voz, rostro, casa y camino.

La Palabra de Dios es Voz. Ella resuena en los orígenes de la creación, quebrando el silencio de la nada y dando origen a las maravillas del universo. Es una Voz que penetra luego en la historia, herida por el pecado humano y atormentada por el dolor y la muerte. Ella ve también al Señor en marcha junto con la humanidad para ofrecer su gracia, su alianza, su salvación.

Además, como escribe san Juan, "la Palabra se hizo carne" (1, 14). Y aquí entonces aparece el Rostro. Es Jesucristo, que es Hijo del Dios eterno e infinito, pero también hombre mortal, ligado a una época histórica, a un pueblo y a una tierra. Él vive la existencia fatigosa de la humanidad hasta la muerte, pero resurge y vive para siempre. Él es quien hace que sea perfecto nuestro encuentro con la Palabra de Dios. 

Él – Jesús, rostro de la Palabra- es quien nos devela el "sentido pleno" y unitario de las Sagradas Escrituras por las que el Cristianismo es una religión que tiene en el centro una persona, Jesucristo, revelador del Padre. Él nos hace entender que también las Escrituras son "carne", es decir, palabras humanas que se deben comprender y estudiar en su modo de expresarse, pero que custodian en su interior la luz de la verdad divina que sólo con el Espíritu Santo podemos vivir y contemplar.

 

La Palabra de Dios es también Casa de cuatro columnas y Camino

Es este mismo Espíritu de Dios quien nos conduce al tercer punto cardinal de nuestro itinerario: la Casa de la palabra divina, es decir, la Iglesia que, como nos sugiere san Lucas  está sostenida por cuatro columnas ideales

La primera columna es  "la enseñanza", esto es, leer y comprender la Biblia en el anuncio hecho a todos, en la catequesis, en la homilía, la enseñanza de la religión. La segunda columna  es "la fracción del pan": la eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia. Como aconteció aquel día en Emaús, los fieles son invitados a nutrirse en la liturgia en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.

Una tercera columna está constituida por las "oraciones" con "himnos y cánticos inspirados. Es la Liturgia de las Horas, oración de la Iglesia destinada a ritmar los días y los tiempos del año cristiano, una Liturgia de las Horas que ha de ser también Lectio divina, la lectura orante de la Palabra, capaz de conducirnos al encuentro con el Cristo, Palabra de Dios viviente.

Y, por último, la "comunión fraterna", que nos llevará a hacer vida de la Palabra y a compartirla con los demás mediante los caminos de la caridad, la reconciliación, el diálogo, la escucha, el servicio y el amor.

Asimismo, la Palabra de Dios  es Camino y debe correr por los caminos del mundo que hoy son también los caminos de los medios de comunicación.

La Biblia debe entrar en las familias para que padres e hijos la lean, con ella recen y sea para ellos una antorcha para sus pasos en el camino de la existencia. Las Sagradas Escrituras deben entrar también en las escuelas y en los ámbitos culturales porque, durante siglos, fue el punto de referencia capital del arte, de la literatura, de la música, del pensamiento y de la misma ética común. Su riqueza simbólica, poética y narrativa hace de ellas un estandarte de belleza sea para la fe que para la misma cultura, en un mundo con frecuencia marcado por la fealdad y por la indignidad.

La Biblia, asimismo, nos presenta también el soplo de dolor que sale de la tierra, sale al encuentro del grito de los oprimidos y del lamento de los infelices. Ella tiene la cruz en el vértice donde Cristo, solo y abandonado, vive la tragedia del sufrimiento más atroz y de la muerte. Precisamente por esta presencia del Hijo de Dios, la oscuridad del mal y de la muerte está irradiada por la luz pascual y por la esperanza de la gloria.

Pero sobre los caminos del mundo marchan con nosotros también los hermanos y hermanas de las otras Iglesias y comunidades cristianas que, aún en las separaciones, viven una real unidad aunque no sea plena, a través de la veneración y el amor por la Palabra de Dios.

A lo largo de los caminos del mundo encontramos con frecuencia hombres y mujeres de otras religiones que escuchan y practican fielmente los dictados de sus libros sagrados y que con nosotros pueden edificar un mundo de paz y de luz porque Dios quiere que "todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad".

 

24 de enero, san Francisco de Sales

San Francisco de Sales (1567-1622), de origen francés, vivió en el corazón de la reforma protestante como obispo católico en la calvinista Ginebra. Es destacado autor de espiritualidad y de vida cristiana y fundador e inspirador de Congregaciones Religiosas. Calificado como "uno de los más fieles trasuntos del Redentor",  de él dijo san Vicente de Paúl que fue "uno de los hombres que mejor imitó al Hijo de Dios en su vida mortal".

Escribió más de 30.000 cartas, con ágil y fresco estilo literario.  Se dirigía a los fieles mediante unas hojas u octavillas. Predicaba  constantemente y así nos consta, por ejemplo, que en un mes predicó 180 sermones.

Destacó por su hondura intelectual, calidad humana, profundidad religiosa, celo pastoral, exigencia espiritual y ascética y sentido práctico, realista y concreto. Es el santo del amor de Dios en las distintas circunstancias de la vida, de diálogo permanente y con todos, de la santificación a través de la vida cotidiana, de la sencillez, de la ternura, de la humildad, de la alegría, de la esperanza, de la paz interior. Su fiesta es el 24 de enero.

Es el fundador, junto a santa Juana Francisca Frémyot baronesa de Chantal, de la orden monástica de la Visitación de Nuestra Señora, comúnmente llamadas Monjas Visitandinas o Salesas.

 

San Jerónimo, el gran difusor de la Palabra de Dios

Padre de la Iglesia latina y doctor de la Iglesia, Eusebio Jerónimo de Estridón (por la localidad dálmata, en la actual Croacia, donde nació en el año 340), recibió el Papa  san Dámaso I, en el año 382, el encargo de traducir al latín la Biblia a partir de su versión original en griego y hebreo. Su traducción, conocida como la Vulgata de san Jerónimo, será normativa en toda la Iglesia durante cuatro siglos,  desde el año 1546, en el Concilio de Trento, y hasta el Concilio Vaticano II. Para poder este trabajo de traducción, se trasladó a vivir a Belén, donde falleció el 30 de septiembre del año 420. Fue ordenado sacerdote a los 40 años.

Junto a su estudio y trabajo de las Sagradas Escrituras, san Jerónimo llevó durante décadas una vida eremítica y ascética (pintores y artistas como GhirlandaioLeonardo da Vinci, El Bosco, Durero, Patinir, Caracci, El Greco, Velázquez, Alonso Cano, Martínez Montañés, Caravaggio, RiberaSalzillo, Torgiano,… legaron espléndidas obras de arte sobre él y su vida dedicada a la Palabra de Dios, a la oración y a la penitencia).

Con  santa Paula de Roma (347-404), promovió la creación de monasterios en Tierra Santa, germen de lo que después, desde el siglo XIV en el monasterio de San Bartolomé de Lupiana, será la orden monástica jerónima u Orden de San Jerónimo, con ramas masculina y femenina. El guadalajareño Pedro Fernández Pecha, a finales del siglo XIV, fue el restaurador, en Lupiana, como queda dicho, de la rama masculina de la Orden Jerónima. Y otro paisano nuestro, fray José de Sigüenza (1544-1606), prior del entonces jerónimo monasterio de San Lorenzo de El Escorial, escribió en seis libros una “Vida de San Gerónimo” (1595).

Por otro lado, Nuestra diócesis cuenta con un monasterio de monjas jerónimas, el de Nuestra Señora de los Remedios, en Yunquera de Henares, y de origen, en el siglo XVI, en Brihuega. En 2021 se cumplirán 50 años de la presencia jerónima en Yunquera.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 22 de enero de 2021

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps