San Cristóbal en la Catedral de Sigüenza

San Cristóbal, patrono de los conductores, con fecha en el santoral el 10 de julio, es celebrado el primer domingo de julio con el Día del Apostolado de la Carretera

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque su memoria litúrgica libre es el día 10 de julio, la Iglesia en España adelanta todos los años la celebración de san Cristóbal, patrono de los conductores y transportistas, al primer domingo de cada mes de julio, para hacerla coincidir con la Jornada pastoral de Responsabilidad en el Tráfico. “Encomienda tu camino al Señor y Él actuará” (Salmo 37, 5) es el lema de este año, en la edición ya 55 de esta jornada eclesial nacional en España.

Esta jornada del Apostolado de la Carretera se sitúa el primer domingo de julio por un doble motivo: el comienzo del periodo veraniego, en el que aumentan los desplazamientos viales, y porque el 10 de julio, como queda dicho, se celebra a San Cristóbal de Licia (Asia Menor, actual Turquía).

San Cristóbal (su nombre significa portador de Cristo y la iconografía, muy presente en el arte cristiano medieval, nos lo representa como un hombre de gran altura llevando a Cristo, en la figura del Niño Jesús, en sus hombros) es venerado por la Iglesia católica y la ortodoxa. De ahí viene su patronazgo sobre los conductores y transportistas. El santo fue martirizado hacia el año 251 o 308, según fuentes varias.

 

 

San Cristóbal en Sigüenza-Guadalajara

 

Este santo es también muy popular en nuestra diócesis. Pondremos algunos ejemplos. Canales de Molina y Mojares tienen la iglesia parroquial dedicada a san Cristóbal. En la catedral de Sigüenza se contemplan dos cuadros de san Cristóbal, además de tener una campana menor con tal dedicación y nombre, con fecha de fundición de 1698, colocada en la torre sur. San Cristóbal tiene también una talla contemporánea en la parroquia seguntina de Santa María.

Hay tradición de misas con procesión y con bendición de vehículos en localidades como Torija, Alovera, Yebra, Yunquera, Cifuentes y en San Ginés de Guadalajara. Orea tiene dedicado al santo un cerro, el punto más elevado de todo el Alto Tajo con 1.862 metros, donde se celebra romería y misa. También en Algora hay un cerro dedicado al santo, con romería, misa y bendición de campos en el primer sábado de mayo.

 

San Cristóbal en la girola catedralicia

 

Se trata de un óleo sobre lienzo, del siglo XVIII, de autor anónimo, propiedad de la catedral, con unas medidas de 212 x 141 centímetros. Resulta significativo que este cuadro no sea citado por estudiosos de la catedral como Antonio Ponz, en el siglo XVIII, ni el mismísimo Manuel Pérez Villamil. Sí lo ha citado José María de Azcárate Ristori, ubicándolo en 1983 en la Capilla del Espíritu Santo o de las Reliquias, espacio anejo a la nueva Sacristía Mayor.

Tras ser reentelado y dotado de un nuevo bastidor en 1994 por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se ubicó junto al crucero, en el primer tramo de la girola del lado del Evangelio, frente a la puerta de la actual sacristía menor.

Si bien su técnica pictórica de pinceladas largas y ligeras puede hacer pensar en una obra de la segunda mitad del siglo XVII, todo indica ser una copia libre del gran San Cristóbal ubicado sobre la entrada al claustro (que luego describimos). Ello haría de este cuadro posterior a 1716.

La composición de la figura es idéntica, también su atuendo, un jubón abotonado con un ceñidor sobre la camisa remangada, aunque el brazo derecho se interprete totalmente desnudo y se abullonen los pliegues; incluso un detalle mal resuelto como es el pie del santo asentado en la orilla, o las manos, son reproducidos literalmente.

El copista reinterpreta el paisaje simplificándolo y abocetándolo: elimina el amplio primer plano del original, acercando así la figura del santo a éste y omite el gran árbol tras la palmera; al fondo introduce una ciudad que se funde con las montañas y como resultado la copia carece de menor profundidad que el original.

Además del cuadro original, el anónimo pintor pudo tener como referencia el San Cristóbal realizado por Juan de Arellano para la iglesia parroquial toledana de Santorcaz, en 1667, así como alguna estampa xilográfica de la época, en las que suele figurar una leyenda con las advocaciones propias del santo como la peste, el fuego o los dolores y los cuarenta días de indulgencia concedidos al rezar un Padre Nuestro y un Ave María.

 

Iconografía de San Cristóbal

 

La iconografía de este San Cristóbal, cuya antigua y popular devoción imploraba su protección ante la llamada muerte súbita o mala muerte, morir sin confesar ni comulgar, es la más básica del tema y omite otros elementos secundarios del relato hagiográfico recogido en «La Leyenda Dorada» de Jacobo de Vorágine, de 1625.

En su lugar el autor fija su atención en los simbólicos embates atmosféricos sufridos en la travesía hasta la otra orilla del proceloso vado del río de la vida y el reconocimiento de la identidad del misterioso Niño que porta (el Niño Jesús). Un enfoque más psicológico que descriptivo, más propio del lugar de destino de la obra, el ámbito presbiteral, que de la piedad de los fieles a la que responde el San Cristóbal de la entrada del claustro, que luego veremos.

Como en éste, recoge el gesto del Niño que señala la palmera, símbolo polivalente (triunfo, martirio, santidad) que surge milagrosamente del cayado del santo al pisar tierra firme.

Quizás esta obra pudo encargarse para sustituir una tabla pintada con la imagen del santo, actualmente desaparecida, realizada en 1532 para la antigua sacristía, con el fin de ubicarla en la Capilla de las Reliquias, junto a la nueva sacristía.

 

Y también en la puerta del claustro de la catedral

 

Óleo sobre lienzo, de 530 x 214 centímetros, fue mandado pintar por el cabildo la catedral en 1716, siendo obispo de Sigüenza Francisco de Mendarozqueta y Zarate (1714-1722). Podría ser obra de Pedro Arnaldo, único pintor que consta activo en la catedral a finales del siglo XVII y al menos hasta principios del XVIII.

Su estética pictórica responde a la del barroco del momento; el tratamiento anatómico de la figura muestra un evidente academicismo en la preocupación por el dibujo y un gusto decorativo del color expresado tanto en los tonos saturados de su indumentaria, como en los matices de la ambientación paisajística.

Por proximidad geográfica y temporal debe considerarse la afinidad compositiva e iconográfica con el San Cristóbal realizado por Juan de Arellano para la iglesia parroquial de Santorcaz (Toledo), en 1667.

Respecto a la iconografía del tema, es muy similar a la copia anónima, recién comentada, hoy ubicada en la girola de la catedral. El lienzo, mal ajustado a un ventanal románico y rematado en su parte superior por un luneto con el escudo del cabildo en grisalla, se ubica sobre la entrada al claustro, entre la Puerta de San Valero y el Altar de San Martín.

La ubicación no es casual, sino que obedecería tanto a una evolución de la devoción al santo en la catedral, como a la ampliación del espacio funerario catedralicio a las galerías del claustro, desde el siglo XVII, para cargos eclesiásticos y seglares. Efectivamente el gigantesco tamaño de San Cristobalón y su ostensible disposición a la mirada de los fieles, desde las puertas de acceso y zonas de paso, cumple con la piadosa tradición de quedar protegido tanto de muerte repentina, como de morir ese mismo día.

Numerosos aforismos en latín medieval, como también en lenguas romances, circularon por toda Europa en estampas del santo con leyendas como «Quienes contemplen este rostro, no perecerán en días de mala muerte» o «Si del gran San Cristóbal hemos visto el retrato, ese día la muerte no ha de darnos mal rato».

 

Culto popular, no exento de polémica

 

Este culto, que el erasmismo tachó de gran superstición y que incluso Trento intentó suprimir, gozaba en la catedral seguntina, al igual que en otras muchas catedrales, de cierta tradición, al menos desde principios del siglo XVI, con origen devoción en el Medievo.

Según las cuentas de fábrica de la catedral, una tabla de San Cristóbal fue pintada entre los años 1531 y 1532 por Adriano de Madrid, durante el obispado de Fadrique de Portugal con destino a la Capilla de la Misericordia, antigua sacristía catedralicia, donde disponía de altar propio, para acompañar a la imagen de la Virgen de la Misericordia.

Dos siglos después, con esta nueva obra, el cabildo parece potenciar también la devoción popular a San Cristóbal como protector de las almas en el trance decisivo de la muerte, al ubicarlo a la vista de todos los fieles, completando así la semántica de la puerta de San Valero como lugar de paso al espacio funerario (durante siglos hubo enterramientos en los claustros catedralicios). Última etapa de la peregrinación terrena evocada también en las procesiones litúrgicas que tenían lugar en el espacio catedralicio con estaciones y responsos camino de las galerías claustrales.

Estos dos cuadros de San Cristóbal formaron parte de la exposición ATEMPORA 2022, de cuyo libro-catálogo proceden las ideas y textos de las dos descripciones realizadas en el este apartado y en el anterior. El autor de los comentarios es Santiago Manzarbeitia Valle, doctor en Historia del Arte y profesor titular de esta disciplina en la UCM.

 


 

Viaje jubilar a Santo Toribio de Liébana del 28 al 31 de agosto

 

Del lunes 28 al jueves 31 de agosto, discurrirá el segundo cultural y religioso de la Asociación de Amigos de la Catedral de Sigüenza de este año 2023, con salidas desde Sigüenza, Guadalajara y Madrid.

El destino será Cantabria con ocasión del presente Año Jubilar Lebaniego. Habrá visitas a Santander, Potes, San Vicente de la Barquera, Comillas, Santillana del Mar, el Valle del Liébana, Fuente De y Santa María de Prisca, entre otros destinos, así como misa jubilar en el monasterio de Santa María de Liébana. El precio por personal, todo incluido y en habitación doble, es de 580 euros.

 Se puede ampliar información del viaje a Cantabria en los teléfonos 670 39 9161 y 949 390655.

Esta iniciativa viajera, cultural y religiosa, una de las más veteranas y populares de la diócesis, nació en 1990. Hasta ahora ha habido 73 viajes (precisamente en estos días está desarrollándose un viaje a Italia), con destinos a 37 países distintos de 4 continentes y a la práctica totalidad peninsular de España. El número de viajeros asciende a día de hoy a 3.745 participantes.

 

 

 

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 7 de julio de 2023

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