Corazón de Jesús: el corazón que habla a nuestro corazón

Todo el mes de junio, con fiesta y solemnidad especial este viernes, día 16 de junio, está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, un culto cristiano esencial

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy, viernes, día 16 de junio, es la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Es también la jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes. El Corazón de Cristo es el corazón de la misericordia, la expresión de su amor. No perdamos tampoco el culto, siempre tan fecundo, al Sagrado Corazón de Jesús, a quien la Iglesia le dedica el mes de junio.

La fiesta del Sagrado Corazón cuenta en la ciudad de Guadalajara con dos grandes epicentros: el colegio Sagrado Corazón de los Agustinos Recoletos y la Diputación Provincial.  Distintos lugares de la diócesis como Bujalaro, Sigüenza, Pastrana, Sacedón, Tendilla, Molina de Aragón y El Olivar, entre otros, los celebran especialmente y cuentan, en algunos de ellos, con monumentos dedicados al Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta al Sagrado Corazón se completa, al día siguiente, sábado 17 de junio, con la memoria del Inmaculado Corazón de María.

 

 

Corazón de Jesús, corazón de la fe cristiana

El culto al Corazón de Jesús no es una devoción parcial, periférica, local sobre Jesucristo, sino que expresa la totalidad del Señor. El Corazón de Jesús es el corazón de la fe cristiana, que se basa en el amor de Dios Padre que envió a su Hijo al mundo para nuestra salvación y quien (Jesús), con amor eterno y total, con corazón de Dios y Hombre, nos amó y nos ama hasta el extremo. Es un Corazón que habla a nuestro corazón: “Cor ad cor loquitur” (San John Henry Newman)

El Corazón de Cristo es el Corazón de la Misericordia del Padre. Un corazón de misericordia es el corazón de Cristo. El corazón de Cristo es un corazón que mana, que palpita, un corazón paciente, un corazón que ama, que perdona, que te conoce y te acoge siempre. Es un corazón que llora, que acompaña, que mira, que lucha, que salva, que muestra su herida, un corazón siempre solidario con las heridas de los demás. Un corazón que sana y en cuyas cicatrices están todas nuestras cicatrices del cuerpo y del alma. Es el corazón de Cristo, corazón del Evangelio, corazón de misericordia. “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso”.

 

Orígenes históricos de este culto

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús surge en Francia, en Paray Le Monial, tras una serie de visiones que tiene Santa Margarita María Alacoque, en las que Cristo le pidió que trabajase para la institución de una fiesta en honor del Sagrado Corazón. Estas apariciones tuvieron lugar entre los años 1673 y 1675.

El culto al Sagrado Corazón de Jesús tiene sus propias letanías, que son una de las praxis más fecundas en las que se ha alimentado esta devoción. Las letanías del Sagrado Corazón de Jesús fueron establecidas de manera oficial para toda la Iglesia en el año 1891 por disposición del Papa León XIII. Su fuente de inspiración y de creación se atribuye a Santa Margarita María de Alacoque. Son 33 invocaciones en evocación a los supuestos y tradicionales 33 años de la vida del Señor.

Por esas mismas fechas de la segunda mitad del siglo XVII, el también santo francés San Juan Eudes había escrito el primer oficio litúrgico de esta fiesta, que se estableció como propia de la Iglesia francesa en 1672.

Un siglo después, en 1765, la Santa Sede autorizó a los Obispos polacos y a la archicofradía romana del Sagrado Corazón la celebración de dicha fiesta. Pero no sería hasta el año 1856 cuando el Papa Pío IX estableció el culto universal de esta fiesta, extendiéndola a toda la Iglesia Católica e incrementándose de manera notable su arraigo y popularidad.

El culto y devoción al Sagrado Corazón de Jesús se convertiría así en la segunda parte del siglo XIX y en la primera parte del siglo XX en una de las características más acusadas y fecundas de la religiosidad y piedad de todos los miembros de la Iglesia, pastores y fieles. Si repasamos las biografías de los santos, beatos y fundadores de la época citada y el arte y la literatura de entonces encontraremos pruebas evidentes y hermosas de ello.

 

Sentido y naturaleza

¿Cuál es el sentido de esta devoción? La devoción al Corazón de Jesús no es el culto a una parte de su organismo y anatomía humana, es el culto y la devoción al mismo Jesús, a la persona entera de Jesucristo. De hecho, en la iconografía de esta devoción no se permitió jamás mostrar sólo el corazón. Había y hay que representar a Cristo en su humanidad completa, porque Él es el objeto de nuestra adoración y a Él se dirige nuestra oración al decir "Venid, adoremos al corazón de Jesús, herido por nuestro amor".

De ahí, pues, que la devoción al Corazón de Jesús sea entraña misma del culto a Jesucristo como expresión del amor de Dios y siga siempre hoy y siempre un espléndido camino de vida y piedad cristiana.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es quintaescencia del evangelio y del plan de salvación de Dios. Hablar del corazón de Jesús es hablar de su humanidad, de quien nos "amó con corazón de hombre". Hablar del corazón del corazón de Jesús es hablar del amor de Dios a los hombres. "Te amé con amor eterno". "Tanto amó Dios al mundo que entregó por él a su Hijo único".

 

El corazón es el símbolo del amor

El corazón representa el ser humano en su totalidad, es el centro original de la persona humana, el que le da la unidad. El corazón es el centro de nuestro ser, la fuente de nuestra personalidad, el motivo principal de nuestras actitudes y elecciones, el lugar de la misteriosa acción de Dios, escribió Karl Rahner.

El corazón es el símbolo del amor. Y puesto que Cristo tuvo un amor perfecto, su corazón es para nosotros el perfecto símbolo del amor. Su corazón fue saturado de amor perfecto al Padre y a los hombres. Nosotros aprendemos lo que es amor tratando de comprender y de vivir algo del amor de Cristo.

 

Juan Pablo II

El Papa Juan Pablo II, en 1979, en su primera encíclica, "Redemptor hominis", escribía: "La redención del mundo -este tremendo misterio de amor en el cual la creación se renueva- es en su raíz más profunda la plenitud de la justicia en un corazón humano, el corazón del Hijo Primogénito, para que pueda ser justicia en el corazón de muchos seres humanos, predestinados desde la eternidad Jesucristo a ser Hijos de Dios".

Celebrar el Corazón Jesús es, pues, celebrar la redención. Es celebrar el amor y responder al amor amando, a ese Amor que tantas veces no es amado. "El corazón habla al corazón", afirmaba a este respecto san Juan Pablo II, con frase del santo cardenal Newman, ya citada, y en referencia a la devoción al Corazón de Jesús como expresión y coloquio de amor. Celebrar el corazón de Jesús es celebrar el sacramento del amor salvífico del Padre. Y es que como se reza en el prefacio de la Misa del Sagrado Corazón, Jesús, "elevado sobre la cruz, hizo que de la herida de su costado brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia: para que así, acercándose al corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de las fuentes de la salvación".

 

Benedicto XVI

El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana; el Corazón de Jesús es la síntesis de la Encarnación y de la Redención; el Sagrado Corazón es el manantial de bondad y de verdad; el Corazón de Jesús es expresión de la buena nueva del amor; el Sagrado Corazón es palpitación de una presencia en la que se puede confiar.

Son estas algunas de frases con la que el Papa Benedicto XVI habló del Corazón de Jesús, en los primeros días de junio de 2008. He aquí, desarrolladas estas hermosas ideas sobre el Corazón de Cristo según Benedicto XVI:

1.- El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la redención.

3.- Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús.

3.- Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.

4.- Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

Por todo ello, Benedicto XVI nos invitaba a todos y cada uno de nosotros a renovar en el mes de junio y siempre nuestra propia devoción al Corazón de Cristo. Y recomienda como uno de sus caminos más privilegiados para revitalizar esta devoción al Corazón de Cristo, valorar y practicar también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones que él mismo propone a toda la Iglesia. Asimismo, nos llamaba a venerar el Corazón Inmaculado de María (su fiesta es al día siguiente del Corazón de Jesús, esto es, mañana sábado 17 de junio), encomendándonos siempre a Ella con gran confianza. Es la madre que nunca falta.

 

Papa Francisco

El culto al Corazón de Jesús ha sido y es una característica muy destacada en la espiritualidad jesuítica. Y el Papa Francisco, como es bien sabido de todo, es jesuita.

De entre los múltiples suyos sobre la devoción al Corazón de Jesús, nos quedamos, con este triple pensamiento suyo al respecto: “Contemplando el Corazón de Cristo, podemos dejarnos guiar por tres palabras: recuerdo, pasión y consuelo. Primero, recuerdo. Recordar significa regresar con el corazón, volver a traer al corazón. Nos hace bien alimentar la memoria de quien nos ha amado, cuidado, levantado. El Corazón de Jesús nos recuerda que, pase lo que pase en la vida, somos amados.

Segundo, pasión. El Corazón de Cristo es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz. En la ternura y en el dolor, ese Corazón revela cuál es la pasión de Dios: el hombre. Y tercer, consuelo. Es una fuerza que no viene de nosotros, sino de quien está con nosotros: Jesús, el Dios-con-nosotros. Animémonos con esta certeza, con el consuelo de Dios. Y pidamos al Sagrado Corazón la gracia de ser también nosotros capaces de consolar”.

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 16 de junio de 2023

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