Tríptico navideño

- I - LA ESPERA

Radiante de emoción, la Virgen pura

esperaba gozosa el gran momento

en que se produjese el Nacimiento

conforme a lo anunciado en la Escritura.

Contagiado José de su ventura

y, comulgando el mismo sentimiento,

aguardaba el divino advenimiento

de tan maravillosa coyuntura.

La noche transcurría entusiasmada,

como que viera ya muy inminente

el instante de dar la campanada.

El misterio flotaba en el ambiente,

y, por Belén, la soledad callada

sin decidirse a dar un paso al frente.

 

- II - EL NACIMIENTO

En una humilde cueva, oscura y fría,

al calorcillo de unos animales,

el Redentor de todos los mortales

vino a hacernos humana compañía.

Encantados y llenos de alegría

vinieron pastorcillos y zagales

y una legión de coros celestiales

los espacios celestes recorría.

La Madre, entre suspiros y pudores,

miraba absorta a su recién nacido

y aquello era el primor de los primores.

Luego José, que ve al Niño dormido,

se levanta a pedir a los pastores

que traten de no hacer el menor ruido.

 

- III - LOS REYES MAGOS

De los altos confines del Oriente

llegaron al Pesebre tres Altezas

y ofrecieron al Niño sus riquezas

con gesto cariñoso y reverente.

El Niño los miraba sonriente,

la Madre agradecía sus finezas

y José, tan ajeno a las grandezas,

asombrado miraba a aquella gente.

A decirles, puntual, un ángel vino

- antes de que iniciaran el regreso -

que el rey Herodes era un asesino.

Gaspar, Melchor y Baltasar, por eso,

eligiendo, a la vuelta, otro camino.

dieron remate a tan feliz suceso.

 

Por Francisco Vaquerizo