Hoja de ruta del tiempo ordinario

Por la Comunidad de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal.

(Monasterio de Buenafuente del Sistal)

 

Muy estimados hermanos en el Señor: En este primer encuentro de 2015, queremos deciros que aunque ya ha pasado la Navidad, nosotras deseamos continuar mirando a Dios encarnado en nuestra humanidad, a Jesús, al Niño Jesús que nació en Belén. Queremos permanecer contemplando a Dios Niño, que lucha con decisión y esfuerzo por hacerse un hueco en nuestro corazón para ayudarnos a salir de nosotros mismos. La gracia que hemos recibido en esta Navidad no es magia, ya lo decía san Agustín: Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros. Estemos atentos ya desde el comienzo del año y no perdamos ninguna oportunidad de que crezca la gracia. En la economía de la Salvación, no es como en “las rebajas de enero”; en cuestiones de amor, cuánto más das, más tienes. Sobre esto, escuchemos lo que nos dice el beato Guerrico de Igni: “También tú eres madre del Niño. Vela, pues, para que crezca, hasta que se forme en ti Cristo”.

Podemos pensar que esta Navidad ha sido una más, pero no. A nosotras, en las circunstancias particulares de este año, nos ha llenado de esperanza. Porque, como cantamos el domingo pasado en la fiesta del Bautismo del Señor Jesús: “Ha dejado el regazo divino por piedad del que sufre y es pobre, él primero en su carne realiza la justicia del reino que anuncia”. ¡Dios ha nacido por nosotros! Nuestro ardiente deseo es que se cumpla lo que rezamos en la oración colecta del día 3 de enero: “Por este admirable misterio, humildemente te rogamos que cuantos hemos renacido, en Cristo, a una vida nueva, no volvamos otra vez a la vida caduca de la que nos sacaste.”

Para este momento histórico y las realidades que vivimos, tanto las particulares como las de la sociedad, Dios Padre nos ha enviado a un gran profeta: el santo padre Francisco. Es un trabajador incansable, que acude a todo y siempre tiene una palabra y una mirada llena de ternura, además de multitud de gestos de solidaridad con los que están viviendo en mayores dificultades. Nosotras nos sentimos llamadas a escucharle e imitarle desde nuestra pequeñez. Es imposible leer todo lo que dice o escribe; entonces,  seamos astutos: escuchemos lo que más llega a nuestro corazón y abrámonos al aire puro del Espíritu Santo, dejémosle trabajar en nuestra vida.

 

Esta tarde queremos despedirnos con unas palabras de D. Rafael Pascual, en su felicitación navideña: “La Navidad nos recuerda que “Dios es un Niño”, si no olvidásemos esta verdad esencial viviríamos más relajados, menos serios, más felices, sin temor a encontrarnos con él”.