Y sin querer... ya estamos en diciembre  

Por Eva Rojo Calderero

Socióloga

 

 

Últimamente me preocupa la rapidez con que el devenir del tiempo pasa; un año más finaliza y este último mes de Diciembre que acabamos de inaugurar nos lo anuncia. Según los estudios de la física cuántica y con un poco de razonamiento lógico, en la medida en que nos hacemos mayores el año como unidad pierde valor cronológicamente en comparación con el tiempo vivido, por ello recordamos esas vacaciones estivales de nuestra infancia tan largas y esos cursos escolares que nunca se acababan, por ello nada tiene que ver un año en la vida de un niño que ha vivido siete que en una persona que ya lleva vividas muchas décadas.

Todo ello me afirmar que un año más se acerca la Navidad, y me preocupa bastante las nuevas modas consumistas que en estos últimos años nos llegan del otro lado del océano. Qué es eso del “Black Friday” si no un reclamo al consumo, una nueva fecha en este calendario de la religión más practicada en el mundo occidental, una religión con millones de seguidores y miles de predicadores que diariamente en todos los medios de comunicación nos avasallan y nos abducen a cumplir con los mandamientos más sagrados, entre ellos el de consumir regalos  por navidad.

Me asusta el pensar en qué regalar a un niño que todo lo tiene, que nada ansía porque todo lo tiene, y que solo le resta pedir un puñado de ilusión que perdió en no sabemos qué momento de su infancia.

Me angustia el pensar en esas familias que no pueden afrontar estas fechas con dignidad, ya que carecen de lo básico y no aspiran a nada más que satisfacer el deseo de mejorar su situación.

Qué tristeza la navidad vista desde el punto de vista de lo material y económico, que solo provoca vacio y desconsuelo. Creo que estamos equivocando el mensaje por completo.

Sabemos que la mayor riqueza reside en el corazón de las personas y solo aquellas que carecen tienen la lucidez de valorar los sentimientos por encima del dinero, ya que descubren que este nubla la mente y la voluntad.

Esta Navidad me he propuesto hacer un ejercicio de austeridad en lo económico y me obligaré a regalar encuentros, sonrisas, favores, tiempo… cuestiones que me cuestan mucho más que el hecho de ir de compras y cumplir con el ritual acostumbrado, desterrando de mí la hipocresía con la que muchos años envuelvo los regalos.

Voy a ir pensando cómo voy a construir este belén, y este momento de Adviento me invita a pensarlo, con nombre y apellidos y con acciones concretas para ir adornando mi corazón de buenas acciones de cara a la Navidad.

Construyamos nuestra casa sobre roca dura nos dice hoy el evangelio, que ni el viento ni la lluvia la derrumbará porque está construida sobre roca, construyamos nuestra vida sobre cimiento firme para que ni la tempestad que en esta sociedad nos arrastra nos lleve por delante, que el Señor nos ayude a que la austeridad y el sacrificio nos lleven a descubrir el verdadero valor de las cosas.