Identidad, misión y eclesialidad de las Cofradías y Hermandades (1)

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Valores, criterios y desafíos pastorales de uno de los sectores de la Iglesia de mayor vitalidad y pujanza, como se muestra cada año en las fiestas patronales

 

 

 

 

Concluidos ya los ciclos festivos en honor de María, con epicentros en las fiestas de su Asunción (15 de agosto) y de su Natividad (8 de septiembre), y con los apéndices todavía en curso de las fiestas del Cristo (14 de septiembre) y de la Virgen de los Dolores (15 de septiembre) y más delante de la Virgen del Rosario (7 de octubre), una vez se ha mostrado que una de las realidades más pujantes de la Iglesia es la religiosidad popular y el mundo de las hermandades y cofradías, tan presentes en toda la Iglesia. Así también acontece en nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, donde hay no menos de dos centenares de cofradías y hermandades, de ellas 134 con estatutos actualizados a tenor del vigente Código de Derecho Canónico.

Por ello, vamos ofrecer en esta semana y en las dos próximas una serie de reflexiones y criterios sobre lo que son (identidad) y para lo que son (misión) las cofradías y hermandades y cómo ha ser insertarse en la Iglesia (eclesialidad).

 

(1) Hermandades y Cofradías, camino de fe en nuestra tierra

 

Las Hermandades y Cofradías no son algo periférico o simplemente pintoresco en la vida de la Iglesia, ni algo tangencial, coyuntural o pasajero en el ministerio de sus pastores y en el desarrollo de la fe del pueblo fiel. Son, sino una realidad importante que pertenece esencialmente al alma de la Iglesia, que en modo alguno podemos despreciar como si fuera un subproducto religioso ante el que hay que mirar para otro lado. Es, ni más ni menos, el modo peculiar de vivir la fe en tantos lugares y tantos lugares de la Iglesia, agrupados, reunidos en una confraternidad, en torno a un misterio de la vida del Señor, especialmente de su Pasión y Muerte, o a un misterio de la vida de María o de los santos.

Las cofradías y hermandades, y con ellas toda la realidad de la piedad popular, son don de Dios, tesoro de la Iglesia, poderoso instrumento de evangelización, seña de identidad y de raíces de nuestro pueblo y plataforma inexcusable para seguir construyendo la vida y la historia de nuestras parroquias, pueblos, ciudades y diócesis.

 

 

(2) Su esencial naturaleza religiosa

 

El Código de Derecho Canónico nos dice que las cofradías y hermandades son asociaciones de fieles aprobadas y erigidas por la autoridad eclesiástica, cuyos fines, según el canon 298, son "fomentar una vida más perfecta, promover el culto público o la doctrina cristiana, o realizar otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal".

Si nos atenemos, pues, a sus fines, las Hermandades son instituciones de naturaleza religiosa, de un marcado marchamo religioso y eclesial.  Y lo vemos en su misma identidad histórica, que se apoyaba y aposentaba sobre un trípode permanente y universal.

 

(3) Su triple finalidad originaria

 

¿Cuál esta finalidad? El culto a un misterio de la vida del Señor, a una advocación mariana o a un santo, el ejercicio de la caridad, especialmente entre los mismos miembros necesitados de las propias cofradías y hermandades y la aplicación de misas y sufragios en la hora de la muerte de los cofrades fueron históricamente las tres razones de ser de las cofradías y hermandades. Y si a lo largo de la historia han sido para muchos creyentes camino de santificación, estímulo para amar más a Jesucristo, a la Iglesia y a sus hermanos, así Y así tiene que seguir siendo.

Pero, es más: en esta triple razón de ser originaria de las cofradías y hermandades nos encontramos ya una profesión inequívoca de fe en la grandeza y el poder del Dios de Jesucristo, en la fecundidad de la mediación de María y de los santos y otros aspectos claves de la vida de fe como la piedad, la caridad y la solidaridad y la esperanza en la resurrección de los muertos y la vida eterna.

 

(4) Peligro y antídoto frente a la secularización

                 

En los últimos cuarenta años, ha ido afianzándose entre nosotros el fenómeno de la secularización, que prescinde de lo religioso o lo arrincona, porque lo concibe como un vestigio del pasado y como un atavismo incompatible con la modernidad, cuando no como algo pernicioso, enemigo de la libertad y del progreso.

En este contexto, la esencial naturaleza religiosa de las Hermandades se ha visto amenazada por un factor, cuya peligrosidad no siempre calibramos en sus verdaderas dimensiones. Me refiero a la secularización interna, que acentúa casi exclusivamente el carácter prevalentemente cultural de las Hermandades, aunque su punto de partida o de referencia sea un motivo religioso.

Y hay que estar alertas pues esta deriva supone una notable perversión de los fines originales de las Hermandades, que no son asociaciones como las demás, un club, una sociedad deportiva o literaria, sino asociaciones peculiares, porque su entraña es eminentemente religiosa.

Por ello y precisamente porque arrecia la secularización, las cofradías y hermandades están llamadas a ser un dique contra la secularización.

Cofradías y hermandades están llamadas a ser, y en buena media así están respondiendo, como una gran carpa o un gran paraguas –hasta un pararrayos-  que está favoreciendo la creación de una especie de microclima benéfico que está manteniendo fresco el humus cristiano de aquella tierra.

 

(5) Luces de esperanza para la Pastoral Juvenil

 

Y en esta misión de las cofradías de servir de dique y antídoto a la secularización y poderosos instrumentos de evangelización y de eclesialidad y eclesialización, uno de los aspectos más luminosos que se comprueba en el movimiento y realidad cofrade de las dos últimas décadas es la presencia muy significativa y esperanzadora en las cofradías y hermandades de jóvenes.

La pastoral de juventud es la mayor de las urgencias de la Iglesia en esta hora, una pastoral juvenil recia y vigorosa, que no se contenta con actividades de ocio y tiempo libre, sino que va a las raíces de la vida cristiana, que establece procesos serios de formación, que inicia a los jóvenes en la oración y en el trato personal, en la amistad e identidad con Jesucristo, en el apostolado y en amor a la Iglesia, en la experiencia de la generosidad y el descubrimiento del prójimo. Y, desde estas premisas, produce frutos de vida cristiana, vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y apostolado seglar.

Es mucho lo que podéis hacer desde las Hermandades en este sentido. Es necesario, pues, entrar en relación con la Delegación Diocesana de Pastoral de Juventud para procurar que los jóvenes cofrades conozcan sus convocatorias, retiros y ejercicios espirituales para jóvenes, los encuentros nacionales y las Jornadas Mundiales de la Juventud, que tanto bien hacen a los jóvenes que en ellas participan.

 

(6) Hermandades: lo importante y lo decisivo y esencial

 

 En la vida de las Hermandades hay cosas importantes, que exigen mucha dedicación y esmero por parte de los hermanos mayores y de las juntas de gobierno: cuidado de las sagradas imágenes, de sus pasos y mantos, de los cultos y tradiciones seculares, de las estaciones de penitencia, de las procesiones, de las publicaciones y revistas, etc. Todo ello constituye la dimensión cultural de las Hermandades, que bajo ningún concepto debe ser rechazada o condenada.

Pero todo esto, siendo importante, no es lo decisivo. Si las Hermandades solo fueran cultura, aspecto éste que valoran especialmente las instancias políticas y los Medios de comunicación social, la jerarquía de la Iglesia tendría escaso interés por este mundo. Yo entiendo que todo lo que acabo de mencionar es solo el envoltorio o la fachada externa de la vida que late en el seno de las Hermandades, del núcleo que las alienta, del misterio y el alma que, de modo invisible, las anima desde dentro.

La relevancia social de las cofradías y de sus expresiones tiene una importante relevancia social, pero, aun siendo importante, no es lo decisivo en la vida de las Hermandades.  También en este caso podemos hablar del envoltorio o de la fachada externa que solo se justifica y legitima si se asegura lo que constituye el núcleo más profundo de la vida de estas instituciones: si ellas son para sus miembros camino de conversión, de santidad y de vida cristiana, escuelas de formación en la fe; yunque de eclesialidad, de comunión y de amor a la Iglesia; impulso de fraternidad, de solidaridad y de servicio a los más pobres y acicate y estímulo en el compromiso apostólico de sus miembros.  Esto es lo decisivo y transcendente. Si esto no existe, todo lo demás puede ser muy bello y meritorio, pero en definitiva no será más que fuegos de artificio.

 

(7) Hermandades: oratorio, escuela y taller (vida interior y formación)

 

En esta tarea de continua reforma y renovación desde el Evangelio y el magisterio y la acción pastoral de la Iglesia, los hermanos mayores, las juntas de gobierno y los consiliarios tienen una importante misión que cumplir: custodiar las mejores esencias de las Hermandades y mantener clara y neta su identidad religiosa, que es tanto como servir a la verdad más profunda de estas instituciones.

Y la primera obligación de una Hermandad es ayudar a sus miembros a cultivar la vida interior y a profundizar en su formación cristiana.

Y al respecto qué bueno sería que las Juntas de Gobierno citaran a sus hermanos para rezar juntos, para tener juntos una celebración comunitaria de la penitencia o para hacer un retiro, especialmente en los tiempos fuertes del año litúrgico. Qué bueno sería también que de vez en cuando citaran a los hermanos a un ciclo de charlas de formación o a un círculo de estudio para profundizar en los misterios de nuestra fe, pues hoy más que nunca necesitamos cristianos bien formados que sepan dar razón de su fe y de su esperanza.

En Sigüenza-Guadalajara, nuestra diócesis, por poner un ejemplo que es muy próximo, claro, la correspondiente delegación diocesana ha puesto en marcha una escuela cofrade, una sesión formativa mensual; y en verano, campos de trabajo y de voluntariado; a comienzos de curso un encuentro diocesano de todas las cofradías; y además colabora con instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 15 de septiembre de 2023