¿Un "primer" anuncio?

Por Ana Isabel Gil Valdeolivas

(Delegada diocesana A. Seglar y Nueva Evangelización)

 

 

 

Los días 22 y 23 de octubre tuvieron lugar en Madrid las jornadas nacionales de delegados de Apostolado Seglar y presidentes nacionales de movimientos y asociaciones, donde nuestra diócesis estuvo representada.

Nos juntamos 180 personas a las que se nos animaba a seguir adelante siempre con la sonrisa y juntos. El tema a tratar fue uno de los itinerarios del congreso nacional de laicos:

 

“PRIMER ANUNCIO EN CLAVE DE SINODALIDAD”

 

Tras una mirada al ayer y al hoy veíamos que hay un mañana que somos “nosotros”.

Tras esta mirada llegó la ponencia de Mons. D. Rino Fisichella, arzobispo y antiguo presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, actual Dicasterio para la Evangelización. El tema en cuestión fue:

 

“EL PRIMER ANUNCIO: SU IMPORTANCIA Y PRIORIDAD PASTORAL EN EL ACTUAL CONTEXTO SOCIAL”

 

 

Comenzaba echando una mirada a nuestra historia, viendo que los primeros cristianos lo que les caracterizaba en la evangelización era simplemente el anuncio, el kerigma.  El anuncio, de hecho, vivido como la proclamación de un acontecimiento, este anuncio no tiene nada que ver con una buena predicación, o una catequesis, recalcando que antes del contenido existe la acción misma del anuncio que proclama el reino de Dios. Se trata de dar testimonio. El anuncio no es otra cosa que participación y puesta en común del acontecimiento: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos vivido…  En este punto también hacia memoria de mi camino y veía ese momento vivido, experimentado, en mi encuentro personal con Jesús VIVO. Se trata en definitiva de ser testigo de un acontecimiento Cristo nació, murió y resucitó y yo (Ana, Juan, Rosa, Paco…) lo he visto en mi ¡vivo! y por eso soy testigo. En definitiva, se trata de proclamar que hemos llegado a la fe por haber encontrado al Señor. Los que creen en él resucitan a una vida nueva.

El “primer” anuncio, exige ante todo que haya anunciadores, evangelizadores, hombres y mujeres de fe que vivan con la responsabilidad de dar testimonio y compartir la alegría del encuentro con Cristo.

El “primer” anuncio, el Kerigma siempre se ha insertado en las culturas para poder hablar a los hombres en modo de ser comprendido, hoy en día este anuncio debe insertarse en la nueva cultura que se muestra prepotente, hija de la ciencia y la tecnología con extensión global: la cultura digital. El gran desafío al que se enfrenta la Iglesia hoy es la cultura digital y es en esta realidad donde se nos pide también hacer el “primer” anuncio.

El ponente lanzaba una pregunta: ¿está la Iglesia preparada para mostrar el “primer” anuncio a nuestros jóvenes? Hacía una pequeña reflexión donde expresaba que hay que encontrar al joven de hoy por la belleza, y esta se encuentra en la música, arte, literatura, poesía, naturaleza, todo esto es un lenguaje universal. La belleza es un lenguaje que todo el mundo conoce.

Nos daban unas premisas a tener en cuenta:

  1. No dar nada por supuesto
  2. Ver y preguntarnos ¿cómo comunicamos? ¿nos hacemos entender?
  3. Volver al mensaje de Cristo y de la Iglesia. Ir de lo complejo a lo sencillo.
  4. No hay nada que inventar, el mejor evangelizador es Jesucristo. Saber actualizar todo en el momento de ahora. Necesitamos testigos.
  5. Estar atentos a los signos de los tiempos. Vemos el mundo no como es, sino con nuestros ojos, necesitamos ver con los de Cristo, mirar como El mira.
  6. Concretar cosas tangibles. Ponerse en clave de “primer” anuncio es ponerse en salida.

 

En definitiva, estar enamorado de Jesucristo no es compartir ideas, es compartir experiencia que transforman mi corazón mi vida. Amar a Dios es amar al mundo debemos ir a la persona y olvidarnos de los números. Ir al otro con empatía, dulzura, respeto. El otro es tierra sagrada.

Tenemos que ponernos a la escucha de nuestro mundo, este necesita ser escuchado y acompañado.

Todo ello será y es posible con testigos con experiencia fuerte de Dios, y alimentada desde la oración personal, comunitaria y desde la Palabra.

El sábado por la noche tuvimos una tertulia con el Padre Damián donde nos invitaba a vivir en la frontera, sin miedo a equivocarnos como dice el Papa Francisco: “prefiero una Iglesia accidentada por salir, que enferma por encerrarse” Pero como nos decía el Padre Damián esto es posible cuando sé que no voy solo, sino que voy con mi comunidad y con Cristo de la mano.

Como veis tenemos un gran desafío como Iglesia, como diócesis. Nuestra sociedad, nuestro mundo necesita de personas transformadas por Cristo, necesita de comunidades vivas que transmitan la alegría de ser Iglesia, de personas donde Dios es el centro de sus vidas, nos necesita a cada uno de nosotros. Caminando juntos es posible.