Ante la fiesta de Santiago Apóstol, en pleno año santo

«Sal de tu tierra» es el lema del presente Año Santo Compostelano, el 120 de la historia, que, excepcionalmente, en razón de la pandemia, durará dos años: del 31 de diciembre de 2020 a la misma fecha de 2022

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde el 25 de julio de 1122 cada vez que el día de la fiesta del apóstol Santiago cae en domingo se celebra, en la ciudad del Apóstol, Santiago de Compostela, año santo y jubilar. Así lo dispuso el Papa de entonces, Calixto II. Medio siglo después, el Papa Alejandro III, en 1179, mediante la Bula «Regis aeterni», le confirió carácter de perpetuidad a esta gracia jubilar. Desde entonces, el año jubilar compostelano se repite en secuencias de 11, 6, 5 y 6 años y vuelta a comenzar. Cada siglo hay catorce años jubilares. 2010 fue año santo, el 119 año jubilar compostelano de la historia y el primero del tercer milenio.

Los últimos años jubilares compostelanos fueron en 1976, 1982, 1993 y 1999 y 2004 y los próximos serán en los años 2021 (ya comenzado desde el pasado 31 de diciembre y se prolongará, excepcionalmente a causa de la pandemia, hasta el 31 de diciembre de 2022) y luego la secuencia de años citados: es decir, en 2027, 2032, 2038, 2049, …

 

Las esencias del año santo compostelano

La veneración de las reliquias del Apóstol Santiago centra toda la historia y tradición jacobea. La esencia del año santo compostelano es, pues, la veneración de la tumba del primer Apóstol que bebió el cáliz del Señor Jesús.

A partir de esta creencia, avalada científicamente tras los estudios y hallazgos arqueológicos en la tumba del Apóstol a finales del siglo pasado y la correspondiente Bula del Papa León XIII «Deus omnipotens» de 1894, los «caminos» de Santiago pasan por la búsqueda, por el esfuerzo, por la reconciliación, por la gran «perdonanza», tal y como recoge la tradición jacobea.

El camino de Santiago se convierte, así, en símbolo y metáfora de la condición cristiana y humana. La búsqueda del perdón de Dios por los pecados cometidos y la necesidad de la reconciliación configuran también la entraña del Jacobeo, que está lucrado por la Iglesia con indulgencia plenaria.

La tradición jacobea se inserta plenamente en la clave de las grandes peregrinaciones de la Edad Media (a Roma, Jerusalén y Santiago, que han sido a lo largo de los siglos los tres grandes y hasta competitivos focos de peregrinaciones) y en el entonces preponderante culto a las reliquias. En tiempos todavía de milenarios y de una visión teocéntrica de la realidad, esta tradición surgirá también como camino de penitencia y conversión.

Es «año de la gran perdonanza, del perdón de los pecados y de las penas de los pecados, año de la reconciliación entre los adversarios, año de múltiples conversiones y de penitencia sacramental y extrasacramental».

 

 

Ganar, recibir el Jubileo

Para ganar (o mejor, recibir) el jubileo compostelano se necesitan cuatro requisitos: visitar la catedral y la tumba del Apóstol; rezar por las intenciones del Papa; y, quince días antes o después de la peregrinación a la catedral, confesarse y comulgar. A estos cuatro requisitos, bueno sería añadir, fiel al espíritu de la tradición de la Iglesia, otro: una obra de caridad.

De este modo, el año santo será ocasión privilegiada para la gran «perdonanza» y para la conversión, que los peregrinos del Medievo, simbolizaban entrando a la catedral compostelana por la puerta del perdón y saliendo, una vez cumplidos los citados requisitos, por la puerta de la gloria.      

El Jubileo Compostelano, con su indulgencia plenaria y demás prerrogativas, antecederá en más de un siglo al Jubileo Romano de los años santos y jubilares romanos -cada 25 años, instituidos en el año 1300 por el Papa Bonifacio VIII.

 

Peregrinos y viajeros

Aquellos peregrinos que recorren, al menos, cien kilómetros a pie o doscientos en bicicleta o a caballo serán considerados propiamente como peregrinos y recibirán la «compostela», el pergamino acreditativo.  Desde este año, los peregrinos también pueden obtener la Compostela haciendo un recorrido a bordo de un velero o caminando por la costa sin perder de vista el mar. Cinco días lleva la opción marinera de unas 90 millas náuticas y tres días, la andariega de unos 89 kilómetros a pie por la costa.

Los caminos de Santiago, con su universalismo, son también, en cualquier caso, caminos de cultura, de historia y tradición y al final del camino, la experiencia demuestra que el peregrino se encuentra interiormente más renovado y purificado.

La práctica totalidad de los municipios y parroquias de Galicia peregrinan en los años santos hasta Santiago. Empresas, instituciones varias y hasta variopintas, parroquias, cofradías, movimientos, comunidades, congregaciones, hermandades, colegios, asociaciones y particulares sin fin de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia tienen o han tenido su peregrinación y su encuentro jubilar en Santiago, a la vera de la tumba del Apóstol, en compromiso de renovación de nuestras raíces cristianas.

 

Peregrinos ilustres

En los pasados Años Santos Compostelanos 1999, 2004 y 2010, el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, acudió a la Catedral compostelana como peregrino tras recorrer a pie 25 kilómetros. Era hasta ahora uno de los últimos peregrinos más afamados e ilustres. Ahora se espera su presencia como rey de España en la celebración del 25 de julio.

Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid), Raimundo Lulio, Francisco de Asís, Brígida de Suecia, Domingo de Guzmán, Fernán González, el rey Jaime el Conquistador, Vicente Ferrer, los Reyes Católicos, Juan de Austria, Felipe II, Giuseppe Angelo Roncalli, antes de ser el Papa Juan XXIII, el Papa Juan Pablo II, en dos multitudinarias y emblemáticas ocasiones -en noviembre de 1982 y en agosto de 1989- y el Papa Benedicto XVI, en noviembre de 20210, forman parte de este elenco de ilustres y hasta santos peregrinos… Y es que, como ya escribiera Dante en el final del Medievo, «peregrinos solo los de Santiago».

Los dos viajes del Papa Juan Pablo II a Santiago de Compostela, y de una manera muy particular, su visita en agosto de 1989 en el marco de la Jornada mundial de la juventud, que atrajo a cerca de medio millón de jóvenes de todo el mundo, han sido, sin duda, uno de los factores que más han contribuido al actual momento de pujanza -hasta desborda- de las peregrinaciones jacobeas. En el emblemático Monte del Gozo, a cinco kilómetros de la Catedral compostelana, un hermoso monumento recuerda al Papa Juan Pablo II peregrino jacobeo.

Francisco, el actual Papa, ha sido invitado a visitar Santiago de Compostela en distintas ocasiones. No hay ninguna confirmación oficial al respecto, sino que más bien se duda de que esta peregrinación vaya a tener lugar. Con todo, no sería antes de julio de 2022, y se podría hacer coincidir con alguno de los lugares más relacionados con san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, a la que el Papa pertenece, y quien, san Ignacio de Loyola, se celebra, desde el 20 de junio de 2021 al 31 de julio de 2022, el quinto centenario de su conversión.

 

El campo de estrellas

El camino de Santiago y la devoción al Apóstol nacieron en los finales del primer milenio de la era cristiana como respuesta a la creencia y fervor popular de que en estos confines de Galicia y de España, en un «campo de estrellas», se hallaba la tumba del Apóstol Santiago, uno de los predilectos del Señor y el primero en beber su cáliz de martirio.

El obispo Teodomiro, el monje Pelayo y el Rey Alfonso II el Casto son los primeros protagonistas y nombres propios de esta historia. A ellos, y por diferentes motivos, le seguirán otros como los Papas, ya citados, Calixto II y Alejandro III y los obispos Godescalco y Gelmírez, y el monje benedictino Aymeric Picaud el autor del «Codex Calixtinus​​» o, al menos, de su quinto libro, la Guía del Peregrino del camino de Santiago, escrito, aproximadamente, en 1140.

Antes ya, en el año 813 el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlomagno, acuñaba monedas alusivas al Apóstol y a su enterramiento en el Finisterre y el camino a Santiago se irá haciendo camino al andar. El ser humano, «homo viator», encontraba en el camino de Santiago una de las expresiones más simbólicas y hasta metafóricas de su misma condición y destino, acrecentado por la índole cristiana y religiosa de este camino.

En el siglo XII el camino y la devoción jacobea adquiere tal relieve en la Iglesia que los Papas Calixto II y Alejando III, grandes devotos de esta tradición, instituyen, tal y como decíamos al comienzo, el año santo jubilar, haciéndolo coincidir siempre que el día de Santiago, 25 de julio, caiga en domingo, lo que sucede en la secuencia de años ya indicada.

 

Camino de Europa, camino del hombre, camino de las estrellas

El camino de Santiago fue desde sus comienzos camino de Europa y de cristiandad unida. De ahí, aquel memorable discurso del Papa Juan Pablo II, en su primera visita a Santiago, el 9 de noviembre de 1982, cuando recordó que Santiago está en las raíces de Europa y cuando pronunció aquella célebre frase: «¡Europa, sé tú misma!», aludiendo a su identidad e historia cristiana, alentada y significada en Santiago de Compostela y en su camino.

El bajo medievo, el barroco y los finales del siglo XIX y XX y, sobre todo, el comienzo del siglo XXI han sido los momentos más esplendorosos de esta tradición, promovida, en sus albores, por los monjes cluniacenses, quienes convirtieron el Camino en instrumento de evangelización, de renovación y de purificación, en una época donde, como queda dicho, las peregrinaciones y el culto a las reliquias eran el corazón de la religiosidad popular.

Junto a ello, la tradición jacobea intensifica su dimensión penitencial y el año santo es también el año de la «gran perdonanza», a la par que el camino se traduce asimismo en el surgimiento y crecimiento de burgos y ciudades y de una red de infraestructuras al servicio de los peregrinos.

El camino se transforma también en camino de leyendas como las del gallo o la gallina de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, la del paso honroso del río Orbigo en tierras leonesas, la piedra a recoger en Triacastela o los himnos y cánticos…

Mientras tanto, el camino de Santiago, camino hacia Finisterre, se convertirá también en un gran símbolo de la condición humana, creyente y cristiana y de su destino peregrino en búsqueda de perdón, de reconciliación y su misma identidad.

 

España y América

Como afirmaron los historiadores y ensayistas Claudio Sánchez Albornoz y Américo Castro, el camino de Santiago y la creencia en la autenticidad de las reliquias del Apóstol en este nuestro «campo de estrellas» fueron uno de los elementos constituyentes e integradores de la identidad nacional española. Tanta verdad es decir «España de Santiago» como «Santiago de España», tal como se puso de relieve en la reconquista o en el descubrimiento y evangelización de América.

Como botón de muestra, en la Iglesia Católica hay nueve diócesis con el nombre de Santiago: desde Cabo Verde a Chile, desde Argentina a Cuba, desde España a República Dominicana, desde Panamá a Venezuela, desde México a Nicaragua…, amén de otras muchas dedicadas en su patronazgo a este santo apóstol.

A luz de todo ello, nacerá el Voto y la Ofrenda nacionales a Santiago, quien se convertirá en el patrón de España y cuya devoción se trasplanta pronto por las tierras americanas, como lo demuestran las referidas ciudades, al igual que otras muchas localidades y lugares puestos bajo el nombre del Señor Santiago.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 16 de julio de 2021