Homenaje, oración y gratitud a nuestros mayores

En la fiesta, pasado mañana, de san Joaquín y santa Ana, el Día de los Abuelos, la Iglesia en España reza por los ancianos, las mayores víctimas de la pandemia

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Cada año el día 26 de julio, pasado mañana, es  la memoria  de san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen María, los abuelos de Jesús, el Día de los Abuelos, una jornada, pues, para felicitar, recordar, revalorizar y agradecer a los abuelos y a los mayores su extraordinaria contribución.

Y ello todavía más ahora en medio de los efectos devastadores que el coronavirus ha supuesto para tantos y tantos miles de ancianos y de residencias de mayores. Por este motivo, el obispo diocesano oficia el domingo 26 de julio la misa en la iglesia de las Hermanitas Desamparados de Guadalajara, como oración y homenaje a todos los mayores y a sus cuidadores.

Santa Teresa Jornet e Ibars, de la que luego ofrecemos una semblanza biográfica, es la patrona de la ancianidad, la titular de la citada residencia de ancianos de Guadalajara y la iniciadora, junto al sacerdote seguntino venerable siervo de Dios Saturnino López Novoa, fundador, de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

 Además, todas las misas parroquiales de este domingo 26 de julio serán ofrecidas por todas las víctimas de la pandemia.

Por todo ello, este artículo de hoy de la página de Religión de NUEVA ALCARRIA es un homenaje a las personas mayores, a nuestros queridos e imprescindibles ancianos.

 

¿Quién fue santa Teresa Jornet e Ibars? 

Es la patrona de la ancianidad y, como queda dicho,  la iniciadora, junto al sacerdote seguntino venerable siervo de Dios Saturnino López Nova, fundador, de la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.  Teresa de Jesús Jornet e Ibars nació en Aytona (Lérida), en  el seno de una familia religiosa, el 9 de enero de 1843.  Tuvo dos hermanas y tres sobrinas religiosas, y tío abuelo suyo fue el beato Francisco Palau,  fraile carmelita y predicador

Estudió en Lérida para maestra e ingresó en el monasterio de las clarisas de Briviesca (Burgos). Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX no permitía la emisión de votos. Entonces se hizo carmelita terciaria, dedicándose a la enseñanza. Posteriormente, junto a un grupo de sacerdotes en Barbastro, bajo el impulso de don Saturnino,  se dedicó a la atención de ancianos abandonados. Se estableció en Valencia  donde quedó fijada la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Falleció en Liria (Valencia) el 26 de agosto de 1897. A su muerte había ya 103 asilos o residencia de ancianos en España y América. Fue beatificada el 27 de abril de 1958 por Pio XII y canonizada por Pablo VI el 27 de enero de 1974.

 

Mensaje de la CEE para el día de san Joaquín y santa Ana 

«Desde el pasado mes de marzo que se decretó el estado de alarma en nuestro país, por motivo de la pandemia de la COVID 19, hemos podido contemplar cómo los más afectados por este virus han sido los mayores, falleciendo un gran número de ellos en residencias, hospitales y en sus propios domicilios. También, nuestros mayores, debido a las circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido el drama de la soledad, de la distancia de sus seres queridos. Todo esto nos debe llevar a pensar, como Iglesia y como sociedad, que “una emergencia como la del COVID es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad” (Pandemia y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia Covid-19, Pontificia Academia para la Vida, 30/03/2020).

En una sociedad, en la que muchas veces se reivindica una libertad sin límites y sin verdad en la que se da excesiva importancia a lo joven, los mayores nos ayudan a valorar lo esencial y a renunciar a lo transitorio. La vida les ha enseñado que el amor y el servicio a los suyos y a los restantes miembros de la sociedad son el verdadero fundamento en el que todos deberíamos apoyarnos para acoger, levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades de la vida. Como afirma el Papa Francisco: “La desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez” (Audiencia del Papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional “La riqueza de los años”, Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).

Pero no basta contemplar el pasado, aunque haya sido en ciertos momentos muy doloroso, hemos de pensar en el futuro. No deberíamos olvidar nunca aquellas palabras del Papa Francisco en las que afirmaba que una sociedad que abandona a sus mayores y prescinde de su sabiduría es una sociedad enferma y sin futuro, porque le falta la memoria. Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores, no puede haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca una ruptura generacional entre niños, jóvenes y mayores.

Conscientes de ese papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Este intercambio intergeneracional nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia las personas mayores, a aprender a mirar el futuro junto con ellos. Los ancianos no son sólo el pasado, sino también el presente y el mañana de la Iglesia».

 

Los ancianos en 15 mensajes en Twitter del Papa 

1.-No podemos dormir tranquilos mientras haya niños que mueren de hambre y ancianos sin asistencia médica. (17-8-2013) 

2.-La cultura del descarte produce muchos frutos amargos, como el desperdicio de alimentos y el aislamiento de muchos ancianos. (25-10-2013) 

3.-Ningún anciano debe estar «exiliado» de nuestra familia. Los ancianos son un tesoro para la sociedad. (11-1-2014)

4.-Una sociedad que abandona a los niños y a los ancianos cercena sus raíces y oscurece su futuro. (6-5-2014)

5.-A veces descartamos a los ancianos, pero ellos son un tesoro precioso: descartarlos es injusto y una pérdida irreparable. (17-6-2014)

6.-Practiquemos el cuarto mandamiento visitando con cariño a nuestros padres ancianos. (26-5-2015)

7.-El futuro de un pueblo supone necesariamente el encuentro entre los jóvenes y los ancianos. (14-6-2016)

8.-Queridos ancianos, Dios no les abandona, ¡está con ustedes! Con su ayuda, ustedes son memoria viva para su pueblo. (15-6-2016)

9.-Acordémonos de los ancianos y los enfermos, que en verano a menudo se quedan más solos y pueden encontrarse en dificultad. (17-7-2016)

10.-Estoy cercano a tantos ancianos que viven escondidos, olvidados y descuidados. Y agradezco a aquellos que están comprometidos con una sociedad más inclusiva, que no necesita descartar a aquellos que son débiles en cuerpo y mente. #WEAAD (15-6-2019)

11.-#OremosJuntos por los ancianos, que en este momento sufren con mayor intensidad una gran soledad, a veces con mucho miedo. Ellos nos han dado la vida, la sabiduría, la historia... Estemos a su lado con la oración. (17-3-2020)

12.- En estos días de tanto sufrimiento hay también mucho miedo: el miedo de los ancianos que están solos, el miedo de los trabajadores sin un salario fijo, el miedo de cada uno de nosotros... #OremosJuntos al Señor para que nos ayude a tener confianza y a vencer el miedo. (26-3-2020)

13-#OremosJuntos por los ancianos, especialmente por aquellos que están aislados o en casas de reposo y tienen miedo de morir solos.  Ellos son nuestras raíces; nos han dado la fe, las tradiciones, el sentido de pertenencia. Oremos para que el Señor esté a su lado. (15-4-2020)

14.-La pandemia de #COVID19 ha puesto de manifiesto que nuestras sociedades no se han organizado lo suficiente para hacer espacio a los ancianos, con justo respeto a su dignidad y fragilidad. Donde no se cuida a los ancianos, no hay futuro para los jóvenes. #WEAAD2020 (15-6-2020)

15.-El nacimiento de #sanJuanBautista de padres ya ancianos nos enseña que Dios no depende de nuestras lógicas y de nuestras limitadas capacidades humanas. Es necesario aprender a fiarse y a callar frente al misterio de Dios, y a contemplar con humildad y silencio su obra. (24-6-2020).

 

Decálogo para amar y servir a los mayores

1.-Mirarás al anciano como una bendición de Dios.

2.-Darás gracias a Dios por él y con él porque tu vida, que atesora además la sabiduría de los años y de la experiencia, es tan preciosa, tan útil y tan necesaria como la tuya.

3.-Hablarás al anciano, despacio, claro, y al oído si está un poco sordo, y siempre con cariño y con respeto.

4.-Le escucharás con gusto y con comprensión cuando te repita historias del ayer.

5.-Desviarás la mirada cuando cualquier debilidad aflore en el rostro, en las manos o en alma del anciano.

6.-Habrás de saber que la mejor herencia que dejan los mayores es su ejemplo, su consejo y su amor.

7.-Rezarás por los mayores y orarás con ellos, pues su oración continua es su desahogo, su mejor oficio y el mayor beneficio para la familia.

8.-Te esforzarás en derramar alegría, acogida y calor en tus relaciones con los mayores. La familia es el mayor de los tesoros de los ancianos.

9.-Visitarás a los mayores, te interesarás por ellos, les preguntarás por su vida porque todo ello vale que los regalos, los obsequios y las limosnas.

10.-Llamarás al sacerdote, recurrirás a la Iglesia, cuando el anciano necesita ánimo, salud, sacramentos y gracia.

 

Bienaventuranzas de los ancianos

1.-Bienaventurados los que aceptan su ancianidad como un don, como una gracia de Dios, a la que hay que saber responder con amor, con alegría y con agradecimiento.

2.-Bienaventurados los que saber vivir gozosamente el presente, los que aceptan la vida de cada día y de cada año con gozo, con esperanza, con optimismo y con audacia.

3.-Bienaventurados los que en la vejez siguen produciendo frutos sazonados, los frutos de la actividad o de la pasividad, los frutos del servicio o del sufrimiento, los frutos, en suma, del amor. El cristiano anciano  es, reza un salmo, como «el árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto en su sazón, que no se marchitan sus hojas y que cuanto emprende tiene bien fin».

4.-Bienaventurados los que son fuente de alegría para los demás, los que no pierden la sonrisa y la esperanza, los que saben aderezar con el humor y el amor los guisos de la vida.

5.-Bienaventurados los que conservan la fe y la esperanza en un Dios bueno y misericordioso, ese Dios que les ha amado durante toda la vida y que ahora les abre poco a poco las puertas del cielo con la llave de la debilidad y del temblor.

6.-Bienaventurados los que creen en el valor redentor y misional del sufrimiento, los que han descubierto que es preciso suplir en nuestro cuerpo lo que le falta a la pasión de Cristo, los que saben que, como escribiera santa Teresita de Lisieux: «Se salvan más almas con el dolor que con los mejores sermones».

7.-Bienaventurados los que superan el dolor con alegría y se revisten de la paz de hijos de Dios, irradiando esperanza y paz a un mundo tantas veces zozobrado y encrespado.

8.-Bienaventurados los que ejercitan el amor, también en el atardecer. Bienaventurados seréis, vosotros, los mayores, cuando comprendáis y viváis estos versos de san Juan de la Cruz: «Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio: ya no guardo ganado, ni tengo otro oficio, que sólo en amar es mi ejercicio».

 

 

Artículo publicado en el periódico 'Nueva Alcarria' el 24 de julio de 2020