El clero diocesano ha perdido sus dos fiestas emblemáticas del año

La situación de confinamiento ha impedido las dos celebraciones mayores que tienen los sacerdotes a lo largo del año. En el jueves inmediato al 10 de mayo, fiesta de san Juan de Ávila, patrono del clero secular, la Delegación del Clero suele organizar un encuentro principal para compartir la eucaristía de patrono y hacer un homenaje a los compañeros que cumplen bodas de oro y bodas de plata. No podrá celebrarse, dada la actual situación, como tampoco fue posible tener la misa crismal del martes santo, 7 de abril, en que se consagran los santos óleos para todas las parroquias de la diócesis y los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales. Ambas fechas sirven para congregar a todo el clero diocesano en importante comida de fraternidad.

En consecuencia, quedan pendientes dos acciones de relieve, a las que ya se busca modo de realización. La primera es la consagración de los santos óleos, y la segunda mira al modo de tributar homenaje a los sacerdotes que cumplen veinticinco y cincuenta años de ordenación sacerdotal. Los sacerdotes diocesanos de bodas de oro son Eduardo García Parrilla, José Antonio Fidalgo Herranz y Pedro Escribano Escribano. A ellos se suma el propio obispo, don Atilano, que fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1970. Y los que celebran bodas de plata son Francisco Javier Vila Morera y Jesús María Hernández Martín (Obra de la Iglesia). La Delegación del Clero prepara también los funerales por los sacerdotes fallecidos en esta pandemia.