Convirtamos a nuestros hijos en surferos digitales

Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

El verano ha llegado al final. Comienza la rutina. Los profesores y alumnos han vuelto a las aulas y nuestras comunidades cristianas se preparan para el inicio del curso pastoral.

Sois muchos los que leéis estos artículos dedicados al mundo de internet y muchos también los que, en más de una ocasión, me habéis pedido que diese algunas pistas a los padres sobre cómo ayudar a los niños, jóvenes y alguno no tan joven a utilizar todo lo que tiene que ver con la revolución digital que produce olas gigantescas y parece que nos arrastra un tsunami digital a través de las más variadas pantallas.

Traigo hasta aquí, precisamente ante el inicio de curso, algunas pistas sacadas de un libro que, aunque lleva tiempo ya publicado y quizá conozcáis, yo particularmente lo descubrí en el programa Últimas Preguntas de RTVE este verano. Su título es: “Tsunami digital. Hijos surferos”. Su autor es Juan Martínez Otero, que es profesor de Derecho en la Universidad de Valencia.

“Padres, educadores, cualquier persona que en su vida cotidiana tenga una relación con niños, adolescentes y jóvenes es importante sean los primeros en aprender a surfear, de una manera  creativa, divertida y original en el mundo digital” “Nadie nos ha enseñado cómo utilizar un móvil, cómo llevar todo el día un aparato con internet permanentemente en el bolsillo, cómo actuar en un grupo de WhatsApp”. Uno debe, por tanto, autoeducarse para luego intentar pensar de qué forma va a transmitir esas ideas a los hijos, ya sean jóvenes, adolescentes o niños. Por tanto, lo primero que tenemos que hacer es reflexionar, tenemos que parar a pensar.

Debemos pararnos a pensar que nos preocupa el uso que nuestros hijos hacen del mundo digital y porqué me preocupa, sobre todo, porque hasta que no le pones nombre a lo que te preocupa no podremos desarrollar una estrategia. Me preocupa esto y esto es lo que voy a hacer. Si nos quedamos en el “Qué barbaridad. Parece mentira. Mi hijo está enganchado” pero no somos capaces de articular un discurso, es muy difícil que eduquemos bien. Nos pueden preocupar muchas cosas. Puede preocuparnos una cantidad de horas que pasan ante las pantallas pero por el tiempo perdido y no dedicado a otras cosas, o puede preocuparnos que está ocurriendo durante ese tiempo, que a veces es un minuto pero puede ser algo peligroso lo que ocurre:  abusos, acoso escolar o cualquier otro tipo de violencia. Por eso es importante ponerle un nombre a lo que ocurre.

Pero el libro no nos habla sólo de lo negativo del uso de las tecnologías sino de saber vender ese pensamiento negativo. Por ejemplo: ¿a qué edad le compramos el móvil a nuestro hijo? Tanto si es a una edad temprana como si es tardía, debemos siempre acompañarles en el uso del mismo para educarles y trasladándole siempre mensajes positivos: en lugar de decir “no te distraigas con el móvil” habrá que intentar vender el mensaje: "Oye, si te concentras, seguro que das el 100%” aunque luego tengamos que decir “no te distraigas”. Pero esto tanto para los niños, jóvenes, como también para los adultos. Tenemos que hacer un ejercicio también de no distraernos. Porque muchas veces somos los primeros que concentramos la atención en los smartphones, que si grupos de WhatsApp, que si el Facebook, … lo que sea y no estamos utilizando ese tiempo ni las neuronas, permitidme la expresión, en proponer algo más creativo.

Frente a todo este tsunami, que quizá algunos penséis que soy exagerado, creo que es uno de los grandes desafíos que ha tenido el educador y creo que debemos ser inteligentes para saber responder a él. La única defensa que el autor del libro ve frente a este tsunami son las relaciones personales, es decir, quererse más en casa, querer más a los niños, a los amigos. Y ser capaz de decir “ahora que estoy con mi mujer, mi madre, … no voy a mirar el móvil porque son lo más importante” o una tarde de domingo en lugar de pasármela viendo Eurosport o videos en YouTube, dedicarla a jugar con mis hijos, hermanos…. Y dejar el móvil a un lado.

Como educadores podemos adoptar diferentes actitudes ante este tsunami de ceros y unos: La aceptación acrítica e ingenua, que hará de nuestros hijos náufragos tecnológicos. La resistencia obstinada y restrictiva, que los aislará como a robinsones cibernéticos, ansiosos de escapar de nuestro control. La ilusión por dominar las herramientas y superar sus desafíos, convirtiendo a nuestros hijos en surferos digitales. Esta última es la actitud que se propone en este libro.

No mires para otro lado. No seas un llorón reactivo. Cada ola del tsunami digital es un desafío apasionante. Ponte el bañador y coge la tabla. ¡Surf ’s up!

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