Cuaresma: 40 días de camino hacia la Pascua de Resurrección

En el miércoles de ceniza, este año el 14 de febrero, arranca el camino que conduce a las grandes celebraciones de la Pascua de Resurrección: la pasión, muerte y resurrección redentoras de Jesucristo, que se conmemoran en los días de Semana Santa. La culminación será el 1 de abril, domingo de Resurrección. Las comunidades cristianas entienden las semanas cuaresmales como preparación religiosa que llene de mayor profundidad la vivencia de la semana pascual. Y en coherencia, se intensifica la práctica de algunos comportamientos característicos: la oración, la limosna y el ayuno.

El ayuno y la abstinencia concretan la dimensión penitencial tradicionalmente. El primero solo en dos fechas: miércoles de ceniza y Viernes Santo. Y la abstinencia de comer carne se practica durante todos los viernes de estos cuarenta días. La dimensión penitencial se completa con otras mortificaciones particulares, que suelen realizarse como ofrenda especial para la causa de la paz, la evangelización de los pueblos, la pastoral familiar, la nueva evangelización o para los necesitados. La práctica de la limosna abre la mirada y el comportamiento hacia una mayor consideración y aprecio del prójimo necesitado, según pide el espíritu evangélico. Puede nutrirse, en ocasiones, del importe de aquello que no se consume en el ayuno y la abstinencia. Por último, las prácticas cuaresmales de oración y plegaria, que van desde el tradicional rezo del Vía Crucis, sobre todo los viernes, hasta los retiros y ejercicios, las conferencias cuaresmales y encuentros para la conversión.

Como apunte final y a modo de guía para toda la Cuaresma, el Papa ha publicado un mensaje cuaresmal al igual que en años anteriores. Propone sus reflexiones bajo el lema «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24, 12). Además, siguiendo la iniciativa iniciada hace cuatro años, la víspera del cuarto domingo de Cuaresma (este año, el domingo 11 de marzo) toda la Iglesia tiene la propuesta de vivir las “24 horas con el Señor”, con adoración eucarística continuada y la oferta de confesiones sacramentales.